Se cumplen 10 años del asesinato, a manos de una patota de hinchas de Peñarol del hincha de Cerro y trabajador del transporte de pasajeros de Montevideo, Héctor Da Cunha de 35 años de edad y el 30 de marzo se cumplirán 20 años del asesinato a manos de un hincha de Cerro, de Daniel Jaime Tosquellas Portella, de 31 años de edad, por salir a defender a un niño hincha tricolor. En ese momento se habló por partes de autoridades y dirigentes del fútbol de tomar medidas, como por ejemplo, la identificación de los aficionados que ingresan a las canchas. En la realidad nada se ha hecho. Le dejamos un resumen de los hechos y de las muertes que hasta ese momento se habían generado en las canchas de fútbol de Uruguay.
Esta es una cronología de muertes ocurridas en el fútbol uruguayo,
que con la de ayer no hacen otra cosa que aumentar la impunidad con la
que se mueven estos irracionales que descargan su ira en el fútbol. Es
alarmante observar que en el presente año y en apenas dos meses y medio
ya ocurrieron dos muertes.
Se enfrentaban las selecciones de Argentina y Chile, cuando al finalizar el mismo se generaron disturbios entre dos barras argentinas en las afueras del estadio. Como resultado de ese enfrentamiento falleció el joven argentino,Hernán García, quien integraba una de esas barras. El hecho no fue aclarado y hasta hoy se buscan responsables, por más que se identificó a los agresores.
La resolución del juez penal Julio
Olivera Negrín dispuso que E.D.D.C.L., M.D.V.G., y J.J.M.M. sean
condenados a 17 años y 11 meses, 17 años y ocho meses y 17 años y seis
meses de prisión, respectivamente, por su responsabilidad en el
homicidio del hincha de Cerro Héctor Da Cunha, según lo había solicitado
el año pasado la fiscal Cristina González.
Además, en otro fallo, el magistrado condenó a otro hombre por el homicidio y a una mujer por “falso testimonio” ya que brindó una versión errónea con el objetivo de encubrir a su pareja, que al igual que los restantes imputados integró el grupo que atacó y terminó con la vida del hombre de 35 años de edad.
“Los encausados, pues, obraron con absoluto desprecio por la vida de su semejante y ante estos brutales ataques de desconocidos de nada sirve la prudencia de ir a tomar un ómnibus a determinada parada porque es más tranquila o la cautela de sacarse el gorro con los colores identificatorios del club deportivo de sus amores...”, afirma la sentencia.
Como agravante, señala que la víctima “se encontraba física y moralmente desprevenido ante el sorpresivo y furioso ataque”.
“Entonces, el motivo de la agresión dolorosamente aparece claro: se atacó a Da Cunha porque fue identificado como parcial de Cerro por los colores del gorrito que llevaba”, concluye el juez en su escrito.
El brutal asesinato tuvo lugar en la parada de ómnibus ubicada frente al ingreso al Hospital de Clínicas, donde el hombre, su esposa Natalia De Martino y su hijo Damián de 11 años de edad, aguardaban el coche que los trasladaría hasta su casa luego de presenciar en el Estadio Centenario el partido entre Peñarol y Cerro.
“A Da Cunha se le mató por ser parcial del Club Cerro (“ villero”), a pesar de que venía caminando tranquilo con su familia, que no provocó a nadie y que tuvo la cautela de sacarse el gorro de Cerro y esconderlo cuando observó que esa multitud venía en sentido contrario, pero ya era tarde, lo habían visto...”, insiste el magistrado.
No obstante, el fallo reivindica que, más allá de los “inevitables exabruptos” que puede generar un encuentro deportivo, “bajo ningún concepto puede ser convocado para justificar el repudiable obrar delictivo de unos pocos prepotentes que tanto daño irreparable hacen a todos”.
Como un “malón”
Aquella tarde, el ambiente en las inmediaciones del Estadio Centenario no era bueno. Es que mientras simpatizantes de Peñarol se trasladaban hasta el escenario deportivo, fueron agredidos por parciales de Cerro, lo que motivó la inmediata decisión de buscar revancha una vez terminado el partido, señala el fallo del magistrado Olivera Negrín.
El condenado M.D.V.G. era jefe una de las “bandas” aurinegras que se retiraba tras el encuentro. En ese momento, divisaron a Da Cunha, junto con su esposa y su hijo, y en forma casi inmediata decidieron agredirlo. “Así de rápido, tumultuoso y fulminante fue el ataque”, describe el juez en el fallo de 50 páginas de extensión.
Los agresores se aproximaron como “un malón”. Se habían retirado antes de la finalización del partido para “lisa y llanamente cometer delitos”. A pesar de que el autor material de las puñaladas que causó la muerte a Da Cunha no pudo ser identificado, sí está claro que los imputados participaron activamente en el incidente.
“Al gurí no; a ese. ¡Matalo!”, gritó el líder del grupo. Si bien la versiones de los procesados y ahora condenados son dispares, los testimonios de los testigos constituyen una prueba fundamental para determinar su responsabilidad.
“Con el dictado de esta sentencia definitiva se cierra, pues, solamente una primera instancia respecto a estos encausados, lo que no impide, por lógica, que de aportarse al proceso judicial nuevas pruebas la instrucción siga avanzando”, señala el fallo en relación a que todavía pueden restar elementos por investigar.
Un crimen que conmovió a toda la sociedad
El brutal asesinato del hincha de Cerro Héctor Da Cunha, de 35 años de edad, frente a su esposa Natalia De Martino y su hijo Damián de 11 años de edad, generó un gran impacto en la sociedad porque volvió a poner en tela de juicio la problemática de la violencia en los espectáculos deportivos.
Al igual que cada vez que ocurre un hecho de estas características, durante varios días los medios de comunicación y las autoridades gubernamentales y del ámbito del deporte analizaron el tema. En señal de duelo, la Asociación Uruguaya de Fútbol dispuso paralización del campeonato por un fin de semana.
Por iniciativa de los familiares de Da Cunha, que se desempeñaba como chofer de la empresa Coetc y además era dirigente del sindicato del transporte, se instauró el 11 de marzo como el Día Contra la Violencia en el Deporte, medida que fue impulsada por los ediles coordinadores de las bancadas del Frente Amplio y del Partido Nacional.
La iniciativa del hermano del hombre fallecido y su viuda fue tomada por el Poder Ejecutivo, que remitió al Parlamento un proyecto de ley declarando el Día Contra la Violencia en el Deporte, que fue aprobado el año pasado con los votos de todos los partidos políticos.
“Esto da tranquilidad”
El presidente de Cerro, Miguel Cejas, dijo a Ultimas Noticias que la sentencia de la Justicia “da tranquilidad” porque “confirma que en el Uruguay hay Justicia”. “Esto no va a contribuir a devolverle la vida a Héctor (Da Cunha) o lo que ha sufrido su familia. Este es un bálsamo que ayuda a seguir adelante”, afirmó. Dijo que hay que recordar “a todos los que no dejaron que la muerte de Héctor quedara en el olvido e impune, como su esposa, los padres, familia toda y mucha gente del fútbol que ha seguido machacando para que se hiciera justicia”. Cejas consideró que la condena de 17 años de prisión para los responsables del crimen que conmocionó al mundo del fútbol “es también un aviso para los violentos” y demuestra “que el Poder Judicial es independiente y ajeno a las presiones”.
* 22 de setiembre de 1957
En un partido decisivo por el ascenso a la Primera División entre Sud América y Progreso que se jugaba en el estadio de Belvedere, un hincha de Sud América, Carlos Héctor Gómez, saltó para festejar el segundo gol de su equipo, sin saber que sería lo último que viviría, ya que una horda de hinchas rivales cayó sobre Castro, con tal fiereza que los golpes ocasionados determinaron posteriormente su muerte en un centro asistencial de la zona.* 30 de setiembre de 1959
Esta vez jugaban Liverpool y Danubio en cancha de los primeros. El clima era tenso porque estaba en juego el descenso. El árbitro culminó el primer tiempo con algunos pequeños incidentes entre parcialidades. A los 10 minutos del complemento el partido quedó trunco por una agresión al arquero local. A la salida del estadio se produjeron serios incidentes entre los que estaba involucrado Julio Calognil, quien falleció al recibir un impacto de bala.* 16 de setiembre de 1963
En setiembre el luto cayó en el futbol. El primer caso data de 1963 cuando Nacional y Wanderers jugaban en el Estadio Centenario por el Campeonato Uruguayo. En determinado momento del partido, que aparentemente se vivía dentro en tranquilidad, se produce un incidente de grandes proporciones en la Tribuna Amsterdam. Un hincha de Wanderers, Hugo Rodríguez, en medio de la gresca perdió pie y cayó al talud sufriendo heridas que le ocasionaron posteriormente la muerte en un sanatorio particular.* 19 de setiembre de 1992
Esta vez el hecho de muerte se produjo en un partido de la “B”, entre Basáñez y Villa Teresa (que después generó la paralización de la actividad). El encuentro se disputaba en La Bombonera y en lo previo se había hablado mucho. Al terminar el partido (estaba catalogado de alto riesgo) en las afueras del estadio, en un predio entre la cancha y la calle se originó una gresca entre ambas parcialidades. Un coracero que intentaba reprimir los hechos atropelló con su caballo al ex jugador Wellington “Chumbo” Castro, quien cayó al piso. Jamás pudo levantarse porque el equino, nervioso por los incidentes y el tumulto, terminó aplastando al infortunado Castro. El guardia posteriormente fue procesado sin prisión.* 12 de junio de 1994
Previo a la disputa de un clásico en el Estadio Centenario, los ánimos estaban bastante caldeados y todo hacía presumir incidentes luego del encuentro. Sin embargo este hecho se produjo previo al mismo. Un hincha de Nacional de 16 años, Walter De Posadas, fue prácticamente degollado por un parcial identificado con camiseta de Peñarol cuando el chico se dirigía al Centenario. Luego el Consejo Ejecutivo actuó derivando el tema a un tribunal que sancionó a Nacional y a Peñarol con la pérdida de 4 puntos.* 11 de julio de 1995
Otro hecho ocurrido en nuestro fútbol pese a que no tuvieron participación parciales de clubes de Uruguay se registró en Paysandú durante la disputa de la Copa América.Se enfrentaban las selecciones de Argentina y Chile, cuando al finalizar el mismo se generaron disturbios entre dos barras argentinas en las afueras del estadio. Como resultado de ese enfrentamiento falleció el joven argentino,Hernán García, quien integraba una de esas barras. El hecho no fue aclarado y hasta hoy se buscan responsables, por más que se identificó a los agresores.
* 30 de marzo de 1996
Nacional y Cerro, jugaban en el Parque Central un partido que había sido tildado como peligroso, por el entorno. Sin embargo la muerte anduvo rondando hasta cobrar su víctima. Daniel Jaime Tosquellas Portella, de 31 años, quien al ver cómo hinchas de Cerro intentaban sacarle la bandera a un jovencito acudió en su ayuda, pero el hincha albiceleste extrajo de entre sus ropas un revólver y disparó hiriendo a Tosquellas en el pecho. Fue trasladado al Hospital Militar falleciendo horas más tarde. Posteriormente fue detenido un menor apodado “el Carliño”, quien confesó ser el autor del crimen* 12 de enero de 2006
Este mismo año jugaban en el estadio Domingo Burgueño Miguel de Maldonado Nacional y Peñarol, por la Copa Ricard, que terminó 1 a 0 en favor de los tricolores. En determinado momento se produjo un incidente en una de las tribunas, pero todo quedó en nada ya que nadie denunció absolutamente nada. Sin embargo averiguaciones realizadas posteriormente determinaron que en aquel incidente un hincha de Nacional, Víctor Laluz Díaz (de 25 años) fue golpeado en la cabeza, con tal saña que perdió masa encefálica quedando internado en un nosocomio fernandino. El desdichado hincha tricolor falleció el 20 de enero, sin que aparecieran los responsables de la brutal agresión.* 11 de marzo de 2006
Tras el partido entre Peñarol y Cerro por el Clausura, un hincha de Cerro que esperaba un ómnibus en Avenida Italia para regresar a su casa con la derrota a cuestas, fue agredido por una horda de hinchas aurinegros. Uno de los iracundos sujetos extrajo de entre su ropas un cuchillo con el que ultimó al hincha albiceleste Héctor Da Cunha de cinco puñaladas. Las investigaciones se están realizando.
El juez penal de 21º Turno, Julio Olivera Negrín, condenó ayer a
tres hinchas de Peñarol como responsables de un delito de “homicidio”,
como partícipes de la brutal agresión sufrida por el hincha de Cerro,
Héctor Da Cunha, el 11 de marzo de 2006, cuyas heridas le causaron la
muerte. Por esta causa, en otro expediente, fue encauzado otro hincha
aurinegro, por homicidio, y su novia, por “falso testimonio”.
El magistrado dispuso por esto la condena de MDVG (alias “el Maxi”), EDDCL (alias “el Mena”) y de JJMM (alias “el Nasti”) a penas de más de 17 años de penitenciaría. El otro hincha fue condenado también a 17 años. La historia de este crimen “ha sido uno de los puzzles más difíciles de armar”, expresó el magistrado.
El 11 de marzo de 2006, tras la disputa del partido entre los primeros equipos de Cerro y Peñarol en el Estadio Centenario, el hincha albiceleste, Héctor Da Cunha, fue abordado y agredido con golpes de puño y puñaladas por hinchas de Peñarol. Las heridas le causaron la muerte.
La “banda del Maxi” fue “atacada”, camino al Estadio, por hinchas de Cerro “mediante disparos de armas de fuego”, lo que “provocó que debieran alejarse presurosamente del lugar para salvaguardar su integridad física y que no les fueran sustraídos los emblemas que portaban de su equipo”, dice.
El incidente “fue comentado en el interior del Estadio”, por lo cual “el Maxi” como jefe de la banda, “debía tomar inmediatamente las riendas de la cuestión y lo hizo aplicando ‘los códigos de las hinchadas'”. Ordenó a su grupo retirarse antes de culminar el partido para “ir en busca de los parciales de Cerro”, dice la sentencia.
Los hinchas de Peñarol se retiraron para guardar las banderas. Regresaron “por atrás del Hospital de Clínicas” como forma de evadir “el operativo policial montado”, ante un partido considerado “encuentro de riesgo”, según la Circular de Servicios Nº 046, del Ministerio del Interior, dice la sentencia.
En “el trayecto se encontraron con Da Cunha, partidario de Cerro que vistiendo un gorro de esa institución se desplazaba en sentido contrario junto a su esposa y su hijo de 12 años”, para regresar a su domicilio, explica la sentencia.
Al ver a los hinchas mirasoles Da Cunha atinó a sacarse su gorro y trató de esconderlo. “Ya era tarde, desde el grupo se le había identificado como parcial de aquella institución: un testigo escucha cuando uno de los integrantes del grupo dice ‘ahí viene un villero, vamos a dársela'”, expresa Olivera Negrín.
“El Mena” avanzó hacia Da Cunha y le pegó una piña. Da Cunha quedó como ahogado y se le abalanzan y le pagan. “Decían ‘a este matalo, matalo, al gurí no!’.
Yo lo veía a Héctor en el medio y no había como escapar, lo encerraron y Héctor no pudo hacer nada, no podía hacer nada… lo rodeaban golpeándolo y mi hijo y yo veíamos piñas, veíamos mover los brazos de varias personas en movimientos de piñas”, relató la esposa del hincha asesinado.
“Toda esa desenfrenada violencia física desatada sobre Da Cunha con golpes, con armas blancas, con ataques a zonas vitales, no podían tener otro resultado buscado que la muerte”, indica la sentencia. “Los encausados obraron con absoluto desprecio por la vida de su semejante.
Por todo ello es que se computará también en la especie la agravante de haber cometido el homicidio con brutal ferocidad”, señala.
El magistrado dispuso por esto la condena de MDVG (alias “el Maxi”), EDDCL (alias “el Mena”) y de JJMM (alias “el Nasti”) a penas de más de 17 años de penitenciaría. El otro hincha fue condenado también a 17 años. La historia de este crimen “ha sido uno de los puzzles más difíciles de armar”, expresó el magistrado.
El 11 de marzo de 2006, tras la disputa del partido entre los primeros equipos de Cerro y Peñarol en el Estadio Centenario, el hincha albiceleste, Héctor Da Cunha, fue abordado y agredido con golpes de puño y puñaladas por hinchas de Peñarol. Las heridas le causaron la muerte.
La “banda del Maxi” fue “atacada”, camino al Estadio, por hinchas de Cerro “mediante disparos de armas de fuego”, lo que “provocó que debieran alejarse presurosamente del lugar para salvaguardar su integridad física y que no les fueran sustraídos los emblemas que portaban de su equipo”, dice.
El incidente “fue comentado en el interior del Estadio”, por lo cual “el Maxi” como jefe de la banda, “debía tomar inmediatamente las riendas de la cuestión y lo hizo aplicando ‘los códigos de las hinchadas'”. Ordenó a su grupo retirarse antes de culminar el partido para “ir en busca de los parciales de Cerro”, dice la sentencia.
Los hinchas de Peñarol se retiraron para guardar las banderas. Regresaron “por atrás del Hospital de Clínicas” como forma de evadir “el operativo policial montado”, ante un partido considerado “encuentro de riesgo”, según la Circular de Servicios Nº 046, del Ministerio del Interior, dice la sentencia.
En “el trayecto se encontraron con Da Cunha, partidario de Cerro que vistiendo un gorro de esa institución se desplazaba en sentido contrario junto a su esposa y su hijo de 12 años”, para regresar a su domicilio, explica la sentencia.
Al ver a los hinchas mirasoles Da Cunha atinó a sacarse su gorro y trató de esconderlo. “Ya era tarde, desde el grupo se le había identificado como parcial de aquella institución: un testigo escucha cuando uno de los integrantes del grupo dice ‘ahí viene un villero, vamos a dársela'”, expresa Olivera Negrín.
“El Mena” avanzó hacia Da Cunha y le pegó una piña. Da Cunha quedó como ahogado y se le abalanzan y le pagan. “Decían ‘a este matalo, matalo, al gurí no!’.
Yo lo veía a Héctor en el medio y no había como escapar, lo encerraron y Héctor no pudo hacer nada, no podía hacer nada… lo rodeaban golpeándolo y mi hijo y yo veíamos piñas, veíamos mover los brazos de varias personas en movimientos de piñas”, relató la esposa del hincha asesinado.
“Toda esa desenfrenada violencia física desatada sobre Da Cunha con golpes, con armas blancas, con ataques a zonas vitales, no podían tener otro resultado buscado que la muerte”, indica la sentencia. “Los encausados obraron con absoluto desprecio por la vida de su semejante.
Por todo ello es que se computará también en la especie la agravante de haber cometido el homicidio con brutal ferocidad”, señala.
Tres
de los cuatro hombres procesados por el crimen
de Héctor Da Cunha fueron condenados a 17 años de prisión como
“coautores” de un delito de “homicidio muy especialmente agravado.
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Además, en otro fallo, el magistrado condenó a otro hombre por el homicidio y a una mujer por “falso testimonio” ya que brindó una versión errónea con el objetivo de encubrir a su pareja, que al igual que los restantes imputados integró el grupo que atacó y terminó con la vida del hombre de 35 años de edad.
“Los encausados, pues, obraron con absoluto desprecio por la vida de su semejante y ante estos brutales ataques de desconocidos de nada sirve la prudencia de ir a tomar un ómnibus a determinada parada porque es más tranquila o la cautela de sacarse el gorro con los colores identificatorios del club deportivo de sus amores...”, afirma la sentencia.
Como agravante, señala que la víctima “se encontraba física y moralmente desprevenido ante el sorpresivo y furioso ataque”.
“Entonces, el motivo de la agresión dolorosamente aparece claro: se atacó a Da Cunha porque fue identificado como parcial de Cerro por los colores del gorrito que llevaba”, concluye el juez en su escrito.
El brutal asesinato tuvo lugar en la parada de ómnibus ubicada frente al ingreso al Hospital de Clínicas, donde el hombre, su esposa Natalia De Martino y su hijo Damián de 11 años de edad, aguardaban el coche que los trasladaría hasta su casa luego de presenciar en el Estadio Centenario el partido entre Peñarol y Cerro.
“A Da Cunha se le mató por ser parcial del Club Cerro (“ villero”), a pesar de que venía caminando tranquilo con su familia, que no provocó a nadie y que tuvo la cautela de sacarse el gorro de Cerro y esconderlo cuando observó que esa multitud venía en sentido contrario, pero ya era tarde, lo habían visto...”, insiste el magistrado.
No obstante, el fallo reivindica que, más allá de los “inevitables exabruptos” que puede generar un encuentro deportivo, “bajo ningún concepto puede ser convocado para justificar el repudiable obrar delictivo de unos pocos prepotentes que tanto daño irreparable hacen a todos”.
Como un “malón”
Aquella tarde, el ambiente en las inmediaciones del Estadio Centenario no era bueno. Es que mientras simpatizantes de Peñarol se trasladaban hasta el escenario deportivo, fueron agredidos por parciales de Cerro, lo que motivó la inmediata decisión de buscar revancha una vez terminado el partido, señala el fallo del magistrado Olivera Negrín.
El condenado M.D.V.G. era jefe una de las “bandas” aurinegras que se retiraba tras el encuentro. En ese momento, divisaron a Da Cunha, junto con su esposa y su hijo, y en forma casi inmediata decidieron agredirlo. “Así de rápido, tumultuoso y fulminante fue el ataque”, describe el juez en el fallo de 50 páginas de extensión.
Los agresores se aproximaron como “un malón”. Se habían retirado antes de la finalización del partido para “lisa y llanamente cometer delitos”. A pesar de que el autor material de las puñaladas que causó la muerte a Da Cunha no pudo ser identificado, sí está claro que los imputados participaron activamente en el incidente.
“Al gurí no; a ese. ¡Matalo!”, gritó el líder del grupo. Si bien la versiones de los procesados y ahora condenados son dispares, los testimonios de los testigos constituyen una prueba fundamental para determinar su responsabilidad.
“Con el dictado de esta sentencia definitiva se cierra, pues, solamente una primera instancia respecto a estos encausados, lo que no impide, por lógica, que de aportarse al proceso judicial nuevas pruebas la instrucción siga avanzando”, señala el fallo en relación a que todavía pueden restar elementos por investigar.
Un crimen que conmovió a toda la sociedad
El brutal asesinato del hincha de Cerro Héctor Da Cunha, de 35 años de edad, frente a su esposa Natalia De Martino y su hijo Damián de 11 años de edad, generó un gran impacto en la sociedad porque volvió a poner en tela de juicio la problemática de la violencia en los espectáculos deportivos.
Al igual que cada vez que ocurre un hecho de estas características, durante varios días los medios de comunicación y las autoridades gubernamentales y del ámbito del deporte analizaron el tema. En señal de duelo, la Asociación Uruguaya de Fútbol dispuso paralización del campeonato por un fin de semana.
Por iniciativa de los familiares de Da Cunha, que se desempeñaba como chofer de la empresa Coetc y además era dirigente del sindicato del transporte, se instauró el 11 de marzo como el Día Contra la Violencia en el Deporte, medida que fue impulsada por los ediles coordinadores de las bancadas del Frente Amplio y del Partido Nacional.
La iniciativa del hermano del hombre fallecido y su viuda fue tomada por el Poder Ejecutivo, que remitió al Parlamento un proyecto de ley declarando el Día Contra la Violencia en el Deporte, que fue aprobado el año pasado con los votos de todos los partidos políticos.
“Esto da tranquilidad”
El presidente de Cerro, Miguel Cejas, dijo a Ultimas Noticias que la sentencia de la Justicia “da tranquilidad” porque “confirma que en el Uruguay hay Justicia”. “Esto no va a contribuir a devolverle la vida a Héctor (Da Cunha) o lo que ha sufrido su familia. Este es un bálsamo que ayuda a seguir adelante”, afirmó. Dijo que hay que recordar “a todos los que no dejaron que la muerte de Héctor quedara en el olvido e impune, como su esposa, los padres, familia toda y mucha gente del fútbol que ha seguido machacando para que se hiciera justicia”. Cejas consideró que la condena de 17 años de prisión para los responsables del crimen que conmocionó al mundo del fútbol “es también un aviso para los violentos” y demuestra “que el Poder Judicial es independiente y ajeno a las presiones”.
Viernes 19 de setiembre de 2008 |
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