Cuando un dirigente sindical uruguayo se atreve a equiparar la decisión de la Intendenta de Montevideo, Ana Olivera, de declarar servicio esencial la recolección de residuos y las labores de limpieza, afectadas por una seguidilla de medidas gremiales desproporcionadas e irresponsables, con el tristemente célebre pachecato, agravia soez y definitivamente la historia de los trabajadores de este país y la memoria del sindicalismo uruguayo. La traiciona.
No tiene mayor sentido comentarlo, porque la sola apelación a ese tipo de comparaciones por demás estúpidas revela una pasión irrefrenable por los golpes bajos, al margen de situarse en el mismo plano que las estrategias de comunicación de antiguos servicios de inteligencia, que no hesitaban en recurrir a la desinformación deliberada con tal de debilitar a sus enemigos.
Lo de Adeom es indefendible. Es indefendible incluso para ellos, quienes hace años que renunciaron a la política, a convencer, a dar batalla en el campo de las ideas, mientras inauguraban un nuevo tipo de gremialismo en Uruguay, el gremialismo extorsivo.
Este sindicalismo de nuevo tipo, cuyo nefasto ejemplo se empeñan en seguir algunas minoritarias corrientes políticas de la ultra 'izquierda', basa toda su estrategia de movilización en la construcción de una víctima social indiferenciada y masiva.
Su método es joder a la gente, a toda la gente, joderla hasta ponerla en riesgo, en riesgo real y objetivo, y utilizar ese sistema de peligro inminente para negociar con las autoridades aumentos salariales o privilegios de cualquier orden para ellos. Para más nadie que para ellos.
Por otro lado, el estilo chantajista no se detiene ahí. También buscan presionar a través de una especie de extorsión ideológica o emocional. ¿Cómo? Sencillo.
Agarrás a la intendenta, docente comunista de toda la vida, exilada, mujer humilde y militante del Frente desde que se recuerde y le decís que si no tranza tu exigencia inaceptable, vos no cedés, si vos no cedés el riesgo sanitario es inminente y si ante esa trampa de hierro se le ocurre ejercer la autoridad que le otorgó la ciudadanía, entonces la vas a acusar de pachequista, facha y todo eso contra lo que ella combatió toda su vida. En suma, basculan entre una temeridad sociópata y un psicosindicalismo pedorro.
Y Ana Olivera hizo lo que tenía que hacer. En apenas unos meses de gestión, demostrando su sensibilidad y su buena leche, ascendió funcionarios, regularizó a otros y ofreció las mejores condiciones de negociación salarial.
Pero del otro lado se encontró a Adeom y esa eficientísima irracionalidad que se exacerba año a año. Nunca un sindicato uruguayo había logrado representar con tanta precisión el egoísmo patronal. Fanáticos del lock out, son los anestesistas de los servicios comunales, una corporación insensible, sin más trámite.
A Adeom o a quienes lo conducen, no les importa un carajo la suerte de los montevideanos, no pelean por nada que no sea ellos mismos.
Son plenamente conscientes de que ningún otro obrero municipal en el país gana lo que ganan ellos, que están por encima de la mayor parte de los funcionarios públicos, que tienen beneficios que muy poquitos tienen y pese a ello, insisten no sólo en el reclamo, sino en métodos completamente desbordados y antipopulares que perjudican enormemente la imagen ya no de sí mismo, sino de toda la herramienta sindical.
Son, hoy por hoy, junto con las patronales de derecha, el enemigo número uno del Pit-Cnt.
La decisión promovida por la intendenta es correctísima y por más dolor que le cause a Ana Olivera aplicar una medida que jamás soñó en su vida tener que aplicar, debe sentirse segura del respaldo de la población y hacer oídos sordos a todos los oportunistas que saldrán a decir que la izquierda creó a este tipo de sindicatos, cuando “les soltó la correa” como si los obreros fueran bestias a los que hay que tener con las riendas cortas.
La izquierda hizo lo que tenía que hacer, recuperó salarios sumergidos, se propuso negociar con los trabajadores, hizo foco en la profesionalización de la función y promovió la existencia de sindicatos fuertes y autónomos.
Sólo un reaccionario puede considerar que la forma de impedir el surgimiento de este tipo de corrientes sindicales es la negación a otorgarle nada a la clase obrera, el sometimiento salarial, el desconocimiento permanente de las necesidades de los trabajadores.
Cada vez que se escucha a un líder de los partidos tradicionales formulando esa tesis lineal, que advierte contra otorgar beneficios a los trabajadores, porque de ese modo la plebe se ceba y se desboca, me convenzo más de los rasgos fascistoides de algunos prohombres de la patria.
Ahora bien, Adeom fomenta esa teoría y con ello le produce un enorme daño a todos los trabajadores, sobre todo a los trabajadores organizados más postergados de la función privada.
La central tiene que prestarle especial atención a este fenómeno, porque no son compañeros, no son hermanos de clase, no son de izquierda, ni abrigan ninguna grieta de generosidad, son militantes de la conservación, enemigos de los más débiles, egoístas organizados por el privilegio a los que hay que derrotar ideológicamente antes de que se difunda su prédica insolidaria y se produzca una brecha irreparable entre la sociedad y los sindicatos obreros.
La estrategia de Adeom conduce a la soledad, al aislamiento y finalmente, al retroceso y a la derecha.
Fuente:
http://www.caplibertad.org.uy/index.php/columnistas/leandro-grille/1844-impiadosos-con-la-basura.html
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