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miércoles, 3 de noviembre de 2010

DILMA ROUSSEFF: LA NUEVA PRESIDENTA DE BRASIL

Dilma Rousseff (62 años), mano derecha del presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva, fue electa este domingo 31 de octubre 2010, como la primera mujer electa para ese cargo en Brasil, luego de su triunfo al derrotar al socialdemócrata José Serra y obtener una victoria clara, por amplio margen.


Dilma Rousseff, que asumirá el 1 de enero 2011, tendrá dos meses para preparar la transición junto a quien ha sido su mentor político. Heredará un país en crecimiento, pero también un país con enormes disparidades sociales que se comprometió a subsanar.


(Audio de Dilma Rousseff)
"Agradezco muy especialmente al presidente Lula. Tener la honra de su apoyo, tener el privilegio de su convivencia, haber aprendido de su inmensa sabiduría, son cosas que se guardan para toda la vida. Convivir durante todos estos años con él me dio la dimensión exacta de un gobernante justo y del líder apasionado por su país y por su gente. La alegría que siento por mi victoria se mezcla con la emoción por su despedida. Sé que un líder como Lula nuca estará lejos de su pueblo y de cada uno de nosotros”.

Fue la única parte de su discurso de anoche que le costó a Dilma Rousseff, pese a que esas frases estaban escritas, al igual que toda su disertación. Al referirse al presidente Lula, a quien fue su impulsor en esta carrera, se “quebró” y hasta lisa y llanamente lloriqueó.

Vamos a ingresar en el análisis de lo ocurrido ayer en Brasil. Del resultado de esta elección, pero también de las perspectivas de futuro para un Gobierno que tendrá varias particularidades; la primera de ellas, que la que será su líder ganó el domingo su primera elección en toda su trayectoria política.

Emiliano Cotelo –
Estamos con Mauricio Rabuffetti, jefe de redacción de la agencia France-Presse en Brasil, quien estuvo hasta la madrugada de hoy cubriendo estos comicios y con quien ya hemos hecho una larga serie de contactos en las últimas semanas.

MAURICIO RABUFFETTI:
Gracias por la precisión sobre la madrugada, porque me ahorra justificar algún traspié que después los oyentes tempraneros, siempre atentos, me señalan.

EC – Por lo menos en el resultado de la elección es difícil equivocarse. ¿Se esperaba una diferencia como la que terminó dándose?

MR – Sí, se esperaba. Según los últimos resultados fue un margen de 12 puntos porcentuales, 56 a 44% aproximadamente. Es un resultado que responde a las encuestas previas y que refleja la percepción general que teníamos todos aquí y que ya habíamos adelantado, con cifras menos importantes, tal vez en el último contacto que tuvimos el miércoles.

EC – Recién escuchábamos el discurso de Dilma Rousseff, emitido anoche sobre las 22.00 horas de Uruguay. Estaba muy emocionada. Escuchábamos el pasaje en que agradecía a Lula, y en ese momento no pude evitar recordar aquello que tú habías indicado, hace ya algunos días, cuando señalabas que Lula “creó” a esta candidata.

La presentación de anoche fue larga, estuvo cargada de tecnicismos, fue muy diferente de lo que uno está acostumbrado a escuchar de un líder político en la noche de una elección. ¿Cómo viste tú ese primer contacto de Dilma Rousseff, ahora sí ya presidenta electa?

MR – De la misma forma que tú lo describís. Hay que entender primero que Rousseff no es una persona carismática, pero además no tiene trayectoria electoral, no tiene el fogueo que tienen muchos políticos cuando conquistan un cargo electivo de esta relevancia.

Ella es sobre todo una administradora, que además no está acostumbrada –se vio durante toda la campaña– a los discursos improvisados. No es alguien que se caracterice por despertar emoción durante sus intervenciones.

Además –es necesario mencionarlo– hizo una campaña totalmente al amparo de una figura que aquí en Brasil es gigante, como la del presidente Lula. El presidente Lula la impuso en su Partido de los Trabajadores (PT) y es el gran responsable de la consagración de Rousseff.

A su vez, ella representa para los brasileños la única forma de tener un poco más de Lula, un poco más de este presidente tan popular aquí.


Creo que el discurso, salvo la parte en la que justamente habló del presidente y que escuchábamos recién, pecó sin duda de falta de emotividad…

EC - …Sí, parecía el discurso del día de la asunción, ese discurso ante el Congreso, ante las autoridades. Fue un discurso lleno de anuncios, de políticas que va a llevar adelante, etcétera.

MR – Sí, fue un discurso más formal en el que ella de alguna manera intentó cumplir con todos los sectores del país. Pero, salvo en ese pequeño pasaje que fue el que escuchábamos hace un ratito, no le habló al brasileño de a pie, al que la votó. Probablemente con buen asesoramiento, con un poquito de tiempo en el Gobierno, eso va a mejorar con el paso de los días.

EC – ¿Alguien contó la cantidad de veces que tomó agua durante el discurso? Eso de tomar agua muchas veces es una señal de nerviosismo, ¿no?

MR – Ella durante los debates tuvo una característica muy peculiar que era esa que tú estás mencionando y que algunos conocedores mencionaban que tiene que ver con el nerviosismo que ella enfrenta cuando habla en público. Supongo que eso con el paso del tiempo lo va a ir superando, deberá superarlo rápidamente.

EC – Miraba las cifras del Brasil de Lula y algunas son fuertes, este año el crecimiento que está previsto es de 7%, hay casi 30 millones de personas que salieron de la pobreza en ocho años. Entonces, ¿de qué deberá ocuparse primero Dilma Rousseff, cuál será la prioridad número uno de su Gobierno?

MR – Vamos a completar el panorama que tú dabas porque si bien las cifras son globalmente positivas hay datos que todavía son tristes y bastante duros, lo reconoce el Gobierno y lo reconoce la ganadora de la elección.

Este es un país en donde la distribución de la renta es pésima, hay 20 millones de personas en un total de poco más de 190 millones que viven en la pobreza extrema y hay casi 14 millones de analfabetos que es uno de los temas que Dilma Rousseff recurrentemente aborda en sus discursos. En Brasil hay además enormes problemas de saneamiento e infraestructura.

Esos son desafíos muy grandes para Dilma Rousseff que ayer dijo que se compromete a eliminar la pobreza extrema en Brasil.

EC – Sí, fue uno de los primeros planteos de su discurso y uno de los más destacados, ¿no?

MR – Sí, ella lo reiteró en realidad porque ese fue uno de sus compromisos de campaña. Sin embargo, respondiendo a tu pregunta ese –el problema de la pobreza extrema que sin duda es enorme- no va a ser la prioridad inmediata por lo menos no debería serlo en sus primeros días de Gobierno.

Su principal preocupación va a ser dejar conforme a la variopinta y muy numerosa coalición de partidos que la apoyó cuando ella arme su gabinete y va a tener que hacerlo de forma de no comprarse problemas en el congreso y tampoco entre los muy influyentes gobernadores de los Estados.

Y como amanece ese punto –la conformación de su gabinete- va a ser clave para Rousseff con el elemento adicional de que ella no forma parte del núcleo duro fundador del PT y por lo tanto va a depender del apoyo de terceros.

Lula podría ser y seguramente será uno de esos terceros que la van a apoyar en esta etapa para solidificar las alianzas que le permitan mantener la gobernabilidad.

EC – Si miramos ahora hacia fuera, hacia la región, hacia Uruguay pero también hacia el resto del mundo, ¿después de un Gobierno tan internacionalizado como ha sido el de Lula qué es lo que puede esperarse de la gestión de Dilma Rousseff en ese plano concretamente?

MR – El papel que Brasil adquirió en los últimos años en el escenario internacional tiene por supuesto mucho que ver con Lula y también con dos personas que son quienes llevan de hecho adelante la política exterior en Brasil que son el canciller Celso Amorín y el asesor presidencial Marco Aurelio García quien para darte una pauta fue uno de los asesores principales en la campaña de Rousseff.

EC – ¿Eso quiere decir una continuidad en la diplomacia brasileña?

MR – La diplomacia brasileña tiene varios principios, casi dogmas que le son caros hace muchos años, es decir que la noción de continuidad no sería nueva. Brasil tiene interés nacional en seguir buscando una reforma de la Organizaciones de Naciones Unidas (ONU) que le permita integrarse de forma permanente al Consejo de Seguridad de la ONU que es el organismo ejecutivo que toma las grandes decisiones mundiales.

Aunque el consenso aquí en Brasil entre los especialistas es que en este plano baje un poco el perfil en esa búsqueda por el propio carácter de Dilma Rousseff.

Algunos dicen que Amorín podría continuar tal vez un año como canciller para que no haya un quiebre o mejor dicho una disociación con el Gobierno saliente, porque quiebre no habrá, en un área en la que Brasil ha avanzado muchísimo como es la diplomacia.

Amorín no lo confirma obviamente pero hay muchos temas que fueron obra de él, muchos temas en agenda que fueron obra de él y en los cuales él está personalmente involucrado.

Por mencionar un par podríamos decir las negociaciones de liberalización comercial en la Organización Mundial de Comercio, la famosa e inconclusa ronda de Doha; o el acuerdo Mercosur-Unión Europea entre otros.

EC – Ya que mencionaste al Mercosur, qué se puede esperar en ese capítulo que para Uruguay es tan importante.

MR – Rousseff ha hablado exactamente con las palabras de Lula sobre el Mercosur las pocas veces en las que se ha referido a este tema públicamente: profundizar la integración, priorizar la relación con los vecinos. Esas son las expresiones que ella utiliza.

El Mercosur tiene ya muchos años y está, como sabemos los uruguayos y sabemos quienes formamos parte de los países que integran el bloque, está estancado en un montón de cuestiones comerciales que su creación debería haber resuelto y particularmente en los últimos años lo discursivo le ganó a las acciones. Eso es indudable y no hay elementos para pensar que a corto plazo eso vaya a modificarse.

En todo caso no hubo de parte de Rousseff propuestas concretas sobre este tema –Mercosur- a diferencia de lo que ocurría con su rival derrotado José Serra que quería cambiar rotundamente el bloque, desligar un poco a Brasil de ese grupo de países, algo que dudo que los demás miembros hubieran aceptado fácilmente pero era su postura.

Para redondear lo que se refiere a Rousseff hacia afuera de Brasil creo que no va a haber aventuras y habrá lógicamente un período de adaptación sobre todo la adaptación de los líderes mundiales al Brasil de Rousseff esencialmente porque nadie tiene realmente claro cuál será el estilo Rousseff.

EC – Sí, Lula era ya un viejo conocido cuando Brasil consolidó este nuevo papel de interlocutor internacional hace algunos años.

MR – Sí, exactamente. A mí me tocó cubrir actividades del presidente Lula en un montón de cumbres en América Latina, en Estados Unidos, en foros como el G20 o la Asamblea de la ONU, también en la Unasur, él se mueve con una comodidad en ese medio increíble.

En cualquier caso los próximos dos meses van a definir mucha cosa sobre el Brasil de Rousseff sobre como será la gestión de esa candidata sobre el perfil que le va a dar a su Gobierno y los vecinos, Uruguay incluido, por supuesto van a tener que seguir lo que pase aquí sin duda con mucha atención.

Fuente: El Espectador de Montevideo

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