4 muertos y 193 heridos dejó la rebelión policial del jueves 30 de setiembre 2010 en Ecuador, durante la cual el presidente Rafael Correa, secuestrado en el hospital policial por los insubordinados, fue rescatado por fuerzas militares y policiales de élite.
El presidente Rafael Correa calificó el levantamiento como "golpe de Estado" y recibió el respaldo unánime de la comunidad internacional, incluyendo a la ONU y la OEA, además de Estados Unidos de América y de distintos gobiernos latinoamericanos.
Entre estos últimos, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) condenó la sublevación durante una cumbre convocada de urgencia en Buenos Aires, la noche del jueves, expresando en su declaración final "la necesidad de que los responsables de la asonada golpista sean juzgados y condenados".
La cumbre también resolvió el viaje de los cancilleres de la Unasur este viernes a Quito para brindar su respaldo a Correa.
"Hoy el presidente no ha claudicado como hicieron otros cobardes", dijo Correa al ser recibido como un héroe ante una multitud congregada frente al Palacio de Gobierno, tras su rescate armado, aludiendo a su negativa a negociar con los policías que lo retuvieron durante unas doce horas.
"Jamás aceptamos negociar nada bajo presión, nada. Por el diálogo todo", afirmó Correa, que más temprano les había dicho a sus captores: "O salgo como presidente de una nación digna o salgo como un cadáver".
El levantamiento de los policías se inició el jueves por la mañana con la toma de varios cuarteles en Quito, Guayaquil (oeste) y Cuenca (sur), en protesta por una ley que recorta ciertos beneficios económicos a miembros de los cuerpos de policía, entre otros empleados estatales.
El presidente acudió a uno de los cuarteles en Quito a hablar con los policías y a decirles que no cedería ante sus presiones.
"Señores si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos", exclamó Correa al realizar un gesto dramático: se aflojó la corbata y se desabotonó el cuello de la camisa.
Los sublevados atacaron al mandatario y a su comitiva a la salida del cuartel con gases lacrimógenos, y Correa tuvo que ser ingresado en camilla en un hospital policial aledaño, donde fue cercado por los policías.
Luego, policías rebeldes ocuparon el Parlamento, y militares de la Fuerza Aérea bloquearon la pista del aeropuerto de Quito.
"Dos policías murieron luego de ser trasladados al hospital de su institución", dijo el portavoz de la Cruz Roja, Fernando Gandarillas, en referencia al operativo que permitió rescatar a Correa de su reclusión en el hospital y añadió que otras 37 personas resultaron heridas a causa de los disparos entre fuerzas leales y uniformados rebeldes.
Correa aseguró que los policías sublevados planeaban asesinarlo y agradeció en particular al Grupo de Operaciones Especiales de la Policía (GOE), "que se portó muy leal y resguardó las instalaciones del hospital policial".
"Si no, esa horda de salvajes que querían matar, que querían sangre, hubieran entrado al hospital a buscar al presidente y probablemente no estaría contando lo que estoy diciendo en estos momentos porque ya hubiera pasado a mejor vida", señaló el mandatario en el Palacio de Gobierno.
También anunció que destituirá a los policías que tomaron parte de la sublevación y dijo que no derogará la ley que motivó el amotinamiento. Estos "supuestos policías nacionales avergüenzan a la institución policial, tendrán que salir de las filas policiales", afirmó.
En este contexto, el comandante de la Policía nacional, general Freddy Martínez, renunció a su cargo, indicó un portavoz policial que requirió el anonimato.
El dimitente jefe de la Policía de Ecuador, General Freddy Martínez, afirmó que la institución vive una "relativa calma" tras la rebelión de un grupo de uniformados, durante la cual el presidente Rafael Correa fue agredido y secuestrado por doce horas.
"Las cosas han tomado una relativa calma", dijo el oficial a la prensa, al confirmar que dimitió al cargo después de que fuera irrespetado por sus subalternos al intentar conjurar la sublevación en protesta por una ley que consideran que les quitará beneficios económicos.
Martínez manifestó que Correa está "sano y salvo" en la casa de gobierno, luego de ser rescatado en un operativo militar, que dejó, según la Cruz Roja, dos muertos y 37 heridos durante un fuerte tiroteo con los insubordinados.
"Es el momento oportuno para presentar mi renuncia", señaló Martínez, quien será reemplazado por el jefe de Estado Mayor, general Florencio Ruiz, según la agencia pública Andes.
Añadió que "un comandante irrespetado, maltratado y agredido por sus subalternos no puede quedarse al frente de ellos" y sostuvo que ayer "fue un día lamentable, crítico y caótico, pues estaba de por medio la seguridad del presidente", quien fue retenido por los manifestantes.
Martínez estimó que en la protesta hubo "infiltración de gente interesada en desestabilizar a la Policía", que cuenta con unos 40.000 miembros, y planteó al gobierno que revise la ley "que causó esta serie de desatinos".
Durante su secuestro, Correa denunció que enfrentó un intento de golpe de Estado de la oposición y sectores de las Fuerzas Armadas y la Policía afines al ex mandatario Lucio Gutiérrez, derrocado en abril de 2005.
El canciller uruguayo, Dr. Luis Almagro y sus pares de Argentina y Bolivia, Héctor Timerman y David Choquehuanca, respectivamente, llegaron a Quito y se reunieron con el presidente de Ecuador, Rafael Correa en el Palacio Carondelet, para transmitirle la solidaridad de todos los mandatarios de la Unasur.
Los cancilleres llegaron acompañados por Rafael Foloniel, quien viajó en representación del secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Néstor Kirchner y por el responsable de Política Latinoamericana de Cancillería, Diego Tetamanti.
El palacio de Corondelet, sede del gobierno, amaneció el viernes con el tráfico restringido una cuadra a la redonda, mientras que unos 250 militares rodeaban la instalación en pleno centro colonial.
Los hechos se desencadenaron temprano el jueves cuando inesperadamente Correa llegó al principal cuartel policial de la capital para afrontar reclamos de los uniformados por la eliminación de una serie de beneficios salariales derivados de una nueva ley de servicio público que está a punto de ser aprobada.
La situación derivó en agresiones al mandatario quien tuvo que recluirse en un hospital policial cercano, en donde permaneció retenido por 10 horas. Fue liberado tras una balacera que dejó una saldo de 4 muertos y decenas de heridos.
La situación recordaba a los golpes de estado ejecutados en Ecuador contra los presidentes, democráticamente elegidos: Abdalá Bucaram, populista derrocado en 1997; Jamil Mahuad, demócrata cristiano que cayó en el 2000 y Lucio Gutiérrez, populista destituido en el 2005.
El analista político y docente de la Universidad Andina, Hernán Reyes, dijo a la agencia de noticias AP, que "de forma inmediata la figura del presidente (Correa) sale fortalecida, hubo un desenlace positivo para él, fue liberado ... retomó el mando desde el palacio de Carondelet y finalmente dejó la imagen ante la ciudadanía de que no claudicó ante los sublevados".
En medio de su virtual secuestro, Correa había advertido que "yo salgo de aquí (del hospital) como presidente o como cadáver, pero no voy a perder mi dignidad".
Reyes destacó el hecho que "hasta hace pocos días se hablaba que el apoyo popular al presidente estaba bastante alto, por sobre el 70%, pero ayer se vio que la movilización de apoyo ciudadano fue focalizada en Quito y relativamente débil, en comparación con los aparentes niveles de apoyo que tiene a su gestión".
Añadió que "habrá que ver si el gobierno tiene capacidad, sagacidad y estrategias diferentes para lograr el proceso de reconstitución de la confianza de la sociedad civil en la policía, cuya imagen y profesionalismo quedaron seriamente lesionados".
Correa, que se define como un cristiano de izquierda y seguidor del socialismo del siglo XXI, al igual que su colega venezolano Hugo Chávez, llegó al poder en enero del 2007 y tras un cambio de constitución fue reelegido en el 2009 para un período que termina en el 2013.
Gustavo Larrea, que se desempeñó como Ministro de Seguridad Interna y Externa de Correa, dijo a la AP que "la democracia y la institucionalidad ganaron tras lo ocurrido ...pero el gobierno tiene que hacer algunas rectificaciones y una lectura serena de los acontecimientos ...es imprescindible que el gobierno abra las puertas al diálogo".
Advirtió que está por delante la aprobación de leyes polémicas, como la de servidores públicos, educación superior, ley de aguas, de comunicación y en todas esas leyes hay sectores afectados "no solo se trata de hacer las transformaciones que el país necesita ... sino hacerlo y mucho mejor si hay diálogo con los involucrados".
Añadió que la lección que debe dejar la violenta jornada del jueves es "rectificar posiciones" aunque advirtió que al interior del gobierno hay una corriente que pugna por "afianzar" el discurso confrontativo y cerrar puertas al diálogo aduciendo que (Correa) tiene la legitimidad ganada en las elecciones, pero eso ... en términos democráticlles, al tiempo que los comercios y la banca operan sin inconvenientes.
La AP llegó al cuartel policial donde se produjo la sublevación, al norte capitalino y desde el exterior se mostraba relativa calma y con actividades de apariencia normal. No se permitió el paso a periodistas.
El hospital donde por casi 10 horas estuvo recluido Correa y vecino al cuartel, presenta daños de consideración en sus puertas y ventanales.
El personal médico mantiene su trabajo.
En la madrugada del viernes renunció el comandante de la policía, general Freddy Martínez y ha sido nombrado como reemplazo temporal el general Florencio Ruiz.
El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, afirmó el viernes que la democracia no corre peligro en América Latina y que eso quedó demostrado tras la condena unánime a la insurrección policial en Ecuador y el apoyo irrestricto que recibió el mandatario Rafael Correa.
"La democracia en América Latina ya no corre peligro", afirmó Lula al ser preguntado por periodistas.
"Lo que ocurrió (el jueves) en Ecuador ha sido condenado por todos los presidentes democráticos del mundo, por tanto, creo que hoy los golpistas ya se han dado cuenta de la estupidez que cometieron itentando darle un golpe (de Estado) a Rafael Correa", añadió.
Lula aprovechó para condenar "de la forma más vehemente posible ese intento de golpe en Ecuador" y expresó el apoyo irrestricto a Correa, quien el jueves estuvo secuestrado en un hospital por policías que se sublevaron.
El presidente brasileño también elogió las elecciones legislativas venezolanas, ocurridas el pasado domingo, considerándolas "la consolidación del proceso democrático en Venezuela" porque "ya no pueden ser contestadas".
Lula hizo estas declaraciones en su ciudad Sao Bernardo do Campo, área metropolitana de Sao Paulo, donde el domingo votará en las elecciones que definirán a su sucesor en la presidencia de Brasil.
Los líderes de Unasur se reunieron hasta la madrugada en Buenos Aires para analizar la situación de Ecuador, al tiempo que la OEA repudió de forma unánime "cualquier intento de alterar la institucionalidad democrática" en el país.
El presidente uruguayo José Mujica fue el primero de los mandatarios de los países de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) en llegar anoche, a las 23.05, a la sede del Palacio San Martín, la cancillería argentina. Antes que él habían ingresado el líder sindical Luis D' Elía y el embajador ecuatoriano en Argentina, Wellington Sandoval.
Mujica fue recibido por el canciller Héctor Timerman y sobre las 23.30, llegaron el presidente boliviano Evo Morales y el secretario general de Unasur, Néstor Kicrhner.
Luego esperaron el arribo de los mandatarios de Colombia, Juan Manuel Santos; Perú, Alan García; y Chile, Sebastián Piñera, para dar inicio a la reunión.
"Esta noche comienza la reunión de presidentes de Unasur en Buenos Aires. Repudio total al levantamiento contra el presidente Correa. CFK preside la reunión", anunció vía Twitter el canciller Timerman.
A las afueras del sitio donde tuvo lugar el encuentro hubo una concentración de diversos movimientos sociales, kirchneristas y peronistas que corearon cánticos de apoyo a Correa al son de los tambores. Había algunas banderas del Frente Amplio y del MPP.
Más temprano, el secretario general de Unasur, el ex presidente argentino Dr. Néstor Kirchner, había expresado "el firme compromiso y la más absoluta solidaridad del bloque regional" con Correa ante el intento de "sublevación al orden constitucional de sectores corporativos de las fuerzas de seguridad".
En una Asamblea general convocada de urgencia en Washington, la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó de manera unánime una resolución que repudió "cualquier intento de alterar la institucionalidad democrática en el Ecuador" y llamó a los "sectores políticos y sociales a evitar todo acto de violencia".
La Organización decidió "respaldar decididamente al gobierno constitucional del presidente Rafael Correa (...) en su deber de preservar el orden institucional, democrático y el Estado de derecho", según dice el texto.
Durante el encuentro, el secretario general del bloque, José Miguel Insulza, afirmó que en Ecuador "está en marcha un golpe de Estado", pero advirtió que todavía "no se ha consumado" y "la manera de evitarlo es actuar rápidamente", por lo que pidió a hacer "toda la presión internacional posible".
"Tenemos una situación muy grave", dijo Insulza, quien conversó por teléfono durante la jornada con Correa mientras estaba en una habitación del hospital Policial, tras haber sido agredido.
Informó que, según el avance de la situación, no descartaba convocar a reunión de cancilleres de la OEA y realizar un viaje a Ecuador en las siguientes horas.
La OEA "debería mostrar la misma unidad" que evidenció ante Honduras, país que fue separado del organismo tras el golpe de Estado de junio de 2009, dijo Insulza.
Varios países llamaron a ver lo sucedido en ese país, donde el propio Insulza ha admitido que una temprana intervención de la OEA podría haber evitado el golpe, como una lección.
"Que no se convierta esto en hecho consumido y estemos observando desde lejos que otro país más caiga en las garras de los golpistas", dijo el paraguayo Bernardino Saguier.
"Están tratando de tumbar al Presidente Correa. Alerta los pueblos de la Alianza Bolivariana! Alerta los pueblos de Unasur! Viva Correa!!", escribió el mandatario venezolano Hugo Chávez en Twitter.
La Comunidad Andina de Naciones (CAN), que Ecuador integra junto con Bolivia, Colombia y Perú, expresó su "solidaridad y respaldo" a Correa y su rechazo "a las medidas de hecho y actos de violencia que pretenden alterar el orden democrático interno de Ecuador".
Los presidentes de Colombia y Perú cerraron sus fronteras con Ecuador temporariamente.
Alan García calificó los hechos como una "intromisión de gorilas".
Los países de la Alianza Bolivariana de los pueblos de América (Alba) exigieron que se garantizara a Correa "el pleno ejercicio de sus facultades" y pidieron a los países latinoamericanos que "acompañen solidariamente" a Ecuador.
Cuba expresó su "más enérgico rechazo" al "golpe de Estado que se está desarrollando en Ecuador" y Brasil expresó su "total apoyo y solidaridad" a Correa y reclamó una "respuesta firme y coordinada" del Mercosur, la Unasur y la OEA, según una nota de la cancillería.
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