Una voz se alzó en medio de la tormenta para denunciar el secreto de los campos de concentración nazi y clamar contra el exterminio de millones de judíos europeos, pero nadie quiso escucharle.
Se trataba del diplomático polaco Jan Karski, un hombre valiente, honesto y
sincero en medio de la tragedia en la que se veía sumido su país tras la
ocupación nazi.