A Alma Zadic le llovieron las felicitaciones cuando fue nombrada ministra de Justicia de Austria el pasado enero. No era para menos: primera en el cargo por el partido de Los Verdes, a sus 35 años la más joven de la historia en el puesto y, sobre todo, la primera en escalar hasta un ministerio austriaco sin haber nacido en el país. Por esto último, por su origen bosnio y pasado de refugiada, también se desató sobre ella una tormenta de odio en las redes sociales animada desde la ultraderecha.
Hasta 25.000 mensajes racistas y sexistas se publicaron en torno a los días en que Zadic tomó posesión como miembro del nuevo Gobierno de coalición del conservador Sebastian Kurz con los ecologistas. Desde un “márchate por donde has venido”, pasando por comentarios afirmando que intentaría imponer la sharía —Zadic no es musulmana—, hasta el escalofriante “hay una bala reservada para ti”. Motivo suficiente para ponerle escolta policial.
Los medios austriacos dicen que tres policías de la unidad de élite Cobra la están vigilando durante todo el día, aunque el gobierno no ha confirmado eso.
Pero las amenazas e insultos también desataron una ola de solidaridad hacia la nueva ministra y pusieron el foco sobre una biografía que la ha convertido en un símbolo de las dificultades de migrantes y refugiados cuando empiezan de cero en Austria. Y de las posibilidades de triunfar, con algo de suerte pero sin que te regalen nada. Alma Zadic (Tuzla, 1984) huyó junto a sus padres y hermano menor de la guerra en Bosnia-Herzegovina y llegó a Viena a los 10 años. Los inicios “no fueron fáciles”, ha contado.
En su primera escuela era la única que no hablaba alemán y en una ocasión, cuando pidió ayuda para entender un problema de matemáticas, la profesora le quitó el folio del ejercicio y le espetó: “De todas formas, no lo vas a conseguir”. La familia cambió de barrio, a uno multicultural, y en un nuevo colegio recibió el apoyo que necesitaba para no romperse.
A partir de ahí se labró una trayectoria que la llevó a estudiar Derecho en Viena, ampliar estudios en Nueva York, hacer prácticas en la Corte Penal Internacional en La Haya (en el sumario por la masacre de Srebrenica) y en la Organización Mundial para las Migraciones. Durante ese periplo aprendió que uno de sus puntos fuertes es una identidad múltiple: “Soy austriaca y bosnia, y europea”.
Le siguieron seis años en un despacho internacional de abogados especializado en empresas antes de dar el salto a la política en 2017 de la mano de un pequeño grupo escindido de Los Verdes, la Liste Jetzt. “Se lo pensó bien porque era una decisión de cambio de vida, quería meterse en política para quedarse”, recuerda Alfred Noll, también abogado, que la animó a compartir candidatura al Parlamento. “Con su experiencia de niña refugiada conoce de primera línea los problemas y tenía ideas de cómo pasar de la pancarta a favor de la integración a la acción”, añade.
Memoria y política
Aunque como abogada de éxito su origen había quedado en segundo plano, Zadic percibía desde la memoria de la guerra balcánica las señales de peligro de la xenofobia en Austria, un país de 8,7 millones de habitantes con una cuarta parte de la población extranjera o con trasfondo migrante, y una ultraderecha en auge, especialmente al desatarse la crisis de los refugiados.
“En 2015 tuve la sensación de que la sociedad tomaba una dirección que no me parecía buena.
Se notaba el aumento de la división y el acoso contra personas no nacidas en Austria, que llegan como refugiados. Quería hacer algo, demostrar que la solidaridad y la diversidad nos hacen fuertes”, explicaba el pasado otoño en un vídeo sobre su trayectoria.
Su ascenso ha sido meteórico. Tras foguearse en el Parlamento como miembro de la Liste Jetzt, decidió en el verano de 2019 dejar la formación, entonces en vías de desintegración, y se pasó a Los Verdes, por lo que fue criticada por algunos excompañeros. El partido ecologista la colocó directamente en un puesto de salida en la lista de las elecciones del pasado otoño.
“Cuando se acabó la Liste Jetzt, pensé: ‘Es alguien para Los Verdes”, cuenta Terezija Stoisits, exparlamentaria de ese partido que conoce a Zadic. “Es una mujer segura de sí misma, inteligente, una gran jurista. Y con una experiencia de vida que la ha fortalecido. No sabemos qué pasará con la crisis del coronavirus, pero tiene la base para ser una buena ministra”, la alaba.
El auge de Los Verdes ha metido a Zadic en un Gobierno con los democristianos del canciller Kurz, que antes gobernó en una fallida coalición con la ultraderecha a la que esta política no ahorró críticas. Siempre sonriente, ahora parece haber sacado su vena pragmática para lograr lo posible en esa novedosa coalición. “No se deja llevar por utopías, es realista. Eso sí, tendrá que aprender a imponerse”, asegura Noll.
La ultraderecha la tiene enfilada y la ataca con el hecho de que haya sido condenada a una multa de 700 euros por un post en el que ante una foto de un hombre con el brazo alzado escribió: “Ninguna tolerancia con neonazis, fascistas y racistas”. El aludido alegó que solo saludaba.
Ella ha recurrido la multa y ha hecho de la lucha contra el acoso en las redes sociales una de sus prioridades. Desde la máxima de que “no puede haber diferencias por el origen, la religión, género u orientación sexual”, dice que está en la política “para devolverle a la sociedad” lo que ella ha recibido: “Oportunidades”.
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