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miércoles, 30 de agosto de 2017

CITRICOS: URUGUAY CONTINUARA PRODUCIENDOLOS ?

Parece una pregunta absurda considerando que el acuerdo que permite a Uruguay exportar cítricos a los Estados Unidos de América recién está vigente desde julio del 2013 y que tenemos una larga trayectoria en esta producción en los departamentos del litoral Oeste y de exportación a Europa y otros mercados. La pregunta puede parecer retórica hasta que uno ve un tractor triturando árboles de mandarinas en un gran campo de este departamento.


Esta es la información que un productor mediano brindó al diario El País y en unas imágenes enviadas se puede apreciar cómo se están cortando con una motosierra árboles cargados con frutas y luego un tractor, con un equipo especial pasa por el campo y tritura todo hasta reducirlo a abono. Las imágenes son impactantes. Nos pusimos a buscar información.

Este productor cuya propiedad se encuentra a 20 kilómetros de la capital del departamento, ya trituró 40 hectáreas y se propone este año erradicar plantas de mandarinas de hasta 400 hectáreas, en un campo vecino, en la ruta nacional 3 a la altura del kilómetro 380 otro productor liquidó ya 300 hectáreas. ¿La causa es una peste, alguna medida sanitaria? No, en absoluto, son árboles totalmente sanos y en producción, la razón es solamente económica y pone sobre la mesa la pregunta con la que abrimos esta nota.

¿Qué se plantará en esas tierras donde se liquidó la producción de cítricos? Básicamente soja o forestación. El impacto será inmediato, los cítricos en la temporada requieren de mucha mano de obra, para la poda, la recolección, la selección y el empacado de las frutas, cualquiera de las otras dos producciones, soja o forestación, donde antes trabajaban cientos de trabajadores, se reducirá a unos pocos, se puede decir que 20 o 30 veces menos personal, lo que cargará nuevos costos a la seguridad social y los planes de ayuda del MIDES.

La razón es que la producción histórica de cítricos, en especial mandarinas, que son las frutas más demandadas en los mercados del norte, en nuestro país no se ha renovado adecuadamente y las variedades que se producen mayoritariamente dan pérdidas importantes.

Las mandarinas Satsuma y las naranjas Valencia son las que predominan en nuestra producción. Tomando como ejemplo la mandarina Satsuma, tiene un costo de producción por tonelada (poda, cura, cosecha, empaquetado) de entre 500 y 600 dólares y su precio integral (exportación y venta en el mercado local básicamente para jugo) promedia los U3 30 dólares la tonelada.

Los precios de esta variedad han caído por los cambios que experimentó la producción en Europa de las mandarinas Afourer que les permitió extender la cosecha hasta el mes de marzo con lo cual Uruguay y la región perdieron las ventajas de la venta contra temporada. Es obvio que con estos números, e incluso no realizando las podas y las curas y, de esta manera reduciendo los costos - con todo el peligro que ello comparta para las planta -, no hay manera que los números le cierren a los productores y a las diferentes empresas.

¿Tiene remedio esta situación? Si, el extremo negativo es la destrucción, la erradicación de la producción en un momento muy prometedor por la apertura a nuevos mercados, como los Estados Unidos. Si tomamos como ejemplo otras variedades, las Clementinas y en particular las Clemenules, pueden alcanzar el mismo costo de producción y exportarse a Us 1.200 dólares la tonelada. En el caso de las Afourer, que tiene una muy alta productividad por hectárea y su precio de exportación es entre 1100 1200 dólares por tonelada. Las diferencias para todo el sector es evidente.

Estas variedades tienen costos (royalty) que se pagan a Marruecos, su país de origen a razón de 50 dólares por hectárea anualmente. Incluso con esos costos extras las diferencias en cuanto a resultados son abismales.

Existe hace pocos años la variedad Tango, surgida de los laboratorios de investigación en California Estados Unidos, cuyo royalty es de 4.500 dólares la hectárea y el costo anual es de 40 dólares por tonelada, superior a la variedad de Marruecos, pero el valor de exportación actual es de 1.400 dólares la tonelada. Son todas variedades de mandarinas sin semillas.

La productividad media es de 60 toneladas por hectárea.

Los consumidores, tanto de naranjas como de mandarinas prefieren casi exclusivamente fruta sin semilla y esto plantea una dificultad complementaria. Las abejas son muy importantes para la polinización de las plantas, pero al moverse entre plantaciones de frutas con y sin semillas, modifican las plantas e introducen variaciones que hace que todas las frutas tengan semillas. Esto exige un tratamiento e incluso normas para proteger estos cultivos. En Europa existen normas que impiden instalar colmenas a menos de 10 kilómetros de los campos de producción de este tipo de plantaciones de citrus sin semilla, para evitar los cambios introducidos por las abejas.

Seguiremos investigando específicamente sobre la situación en el sector de las naranjas, pero es muy similar al de las mandarinas en cuanto a la necesidad de una profunda reconversión de las producciones.

Actualmente Uruguay tiene 20 mil hectáreas de producción citrícola, y exporta anualmente entre 80 y 100 millones de dólares de mandarinas, naranjas, pomelos y limones.

Los productores que entrevistamos en esta primera ronda de contactos, en todos los casos nos dijeron que si se introducen los cambios en la variedad de cítricos en producción en la mitad de la superficie en, unas 10 mil hectáreas, en 3 o 4 años las exportaciones totales de este rubro podrían alcanzar los 600 millones de dólares anuales, e incluso con baja de precios, serían un muy buen negocio para el país, para los productores, las plantas procesadoras y empacadoras y utilizaría una gran cantidad de mano de obra.

El impacto social de esta reconversión productiva y en la calidad de la fruta permitiría mantener y aumentar la mano de obra empleada, que son miles de trabajadores, sin la necesidad de recurrir en forma permanente a la extensión de los plazos del seguro de paro o los planes sociales.

Estamos investigando en torno a los costos que tiene esta reconversión, que básicamente se puede realizar de dos maneras o de forma combinada. En un 70% de la superficie se puede hacer el cambio de las variedades en la copa de los árboles, implica podar los árboles originales e injertarles las nuevas variedades; y el 30% restante de las 10.000 hectáreas a través de la renovación total de las plantas. Los costos estimados son muy diferentes: en los cambios en la copa promedian los 4.500 dólares por hectárea mientras que en la renovación total son de 15.000 dólares con la variedad Tango y de 12.000 dólares las clemenules.

Este es el típico caso donde los esfuerzos de apertura comercial que hace el país deben acompañarse con los cambios y avances productivos necesarios.

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