Ya no habrán más lágrimas en el cielo. Eric Clapton, el músico que compuso, junto a Will Jennings, ‘Tears in heaven’, aquel himno perfecto para comunicarse con aquellos que se fueron antes que nosotros, ya no tocará su guitarra. ‘El dios de las seis cuerdas’ le dice adiós a la música, antes de que esta lo haga primero, contrario a lo que hacen muchos músicos de su época que tocan hasta su último aliento.
No lo hace por capricho, una enfermedad nerviosa paraliza la mitad de su cuerpo, impidiéndole tocar sin padecer una inmensa molestia. “He sentido mucho dolor durante el último año. Empezó con un dolor lumbar y después se desplazó a otros lugares”, le dijo Clapton a la revista Classic Rock.
El guitarrista, cantante y compositor británico de rock y blues padece neuropatía periférica, enfermedad que compromete específicamente las piernas y manos, por lo que es complejo que utilice la guitarra —cuyo manejo era tan maravilloso, que solía ser llamado ‘Slowhand’ (mano lenta), por la delicadeza con la que tocaba—, debido a que se siente una especie de descarga eléctrica.
El médico Mario Germán Ospina explica que “esta enfermedad es una patología en los nervios a nivel periférico, que afecta generalmente las extremidades. Tiene gran incidencia en la calidad de vida. Más que ser mortal, es una enfermedad incómoda porque los pacientes padecen dolores de difícil manejo que los medicamentos comunes no alivian”.
Esta patología “también puede ocasionar pérdida de sensibilidad, los pacientes pueden presentar lesiones aún sin darse cuenta, lo que produce procesos infecciosos que desencadenen en amputaciones”, agrega el médico.
Entre los síntomas que sufre quien es llamado ‘Dios de la guitarra’ están cosquilleo en las manos y en los pies, la sensación de tener puestos guantes o calcetines apretados, repentinos dolores agudos, insensibilidad en los dedos y debilidad de las extremidades.
En 2013, Clapton tuvo que cancelar varios compromisos debido a los dolores de espalda. Sus causas son múltiples, pueden ser traumas, caídas, predisposición genética, obesidad, diabetes, inactividad y por las sustancias tóxicas y los excesos, que fueron muchos.
Aunque ahora, a sus 71 años, tenga la apariencia de un viejo lord sedentario, Clapton no fue ajeno a los vicios. Es por eso que, pese a su enfermedad, considera “una gran cosa el estar vivo. Por alguna razón fui arrancado de las fauces del infierno y tuve otra oportunidad”.
“Con todo derecho tuve que haber estirado la pata hace mucho tiempo”, reconoció el músico que acaba de sacar su 23 álbum grabado en estudio, titulado ‘I Still Do’, que podría traducirse como ‘Todavía lo hago’.
Como escribió el novelista brasileño Paulo Coehlo en alguno de sus libros “escoger un camino significa abandonar otros. Si pretendes recorrer todos los caminos posibles acabarás no atravesando ninguno”. Eso pasa con Clapton, quien reconoce la senda que le espera: “Debo encontrar la forma de lidiar con algunas otras cosas del envejecimiento”, dijo a la revista británica especializada en rock.
Pese a su decisión, su trabajo no cesa. A finales del año se publicará una colaboración con los Rolling Stones. Tal vez su última obra. Sin embargo, si hay algo que Clapton, nacido en Ripley, Inglaterra, el 30 de marzo de 1945, ha demostrado en más de una ocasión, es su capacidad para resurgir de las cenizas.
La estrella comenzó a consumir drogas y alcohol a los 15 años. Su menú incluía heroína, cocaína, analgésicos y dos botellas de vodka al día.
“Lo único que le impidió suicidarse por tercera vez, después de intentarlo anteriormente ingiriendo pastillas y luego colgándose de un árbol, fue la idea de que un hombre muerto no puede beber”, escribió Paul Scott, periodista del Daily Mail y autor de la biografía ‘Motherless child: The definitive biography of Eric Clapton’, publicada el año pasado para conmemorar las siete décadas del artista.
El artista británico emprendió una decidida batalla contra las drogas que finalizó con éxito en 1998, tras haberlo intentado desde 1987 en diferentes centros de desintoxicación de medio mundo, tratado con distintas terapias que no dieron el fruto esperado. Incluso, ha confesado públicamente que, hasta que llegó a la treintena, no mantuvo relaciones sexuales estando sobrio o sin haber consumido drogas.
“El miedo a la pérdida de identidad era descomunal. Tal vez eso había nacido con el asunto de ‘Clapton es Dios’, que había hecho que basara buena parte de mi autoestima en mi carrera. Cuando tuve que pasar a centrarme en mi bienestar como ser humano, y en la consciencia de que era un alcohólico que sufría la misma enfermedad que todos los demás, sufrí un colapso”, dijo sobre su debacle.
A propósito de sus adicciones, una de sus canciones más populares, aunque es de la autoría del músico norteamericano JJ Cale, es ‘Cocaine’, cuya letra dice: “Si quieres quedarte un rato, has de tener cocaína; si quieres deprimirte hasta caer al suelo, cocaína. Ella no miente. Si tienes malas noticias, quizá te agrade deshacerte en la tristeza. Cocaína. Cuando el día se acaba y tienes ganas de escapar, cocaína”.
Y es que el consumo de drogas parecía ser el común denominador entre los grandes genios de la época. Keith Richards ha dicho que en los comienzos de The Rolling Stones se consumía todo tipo de drogas porque no conocían sus efectos. Iggy Pop tuvo una adicción tan fuerte a la heroína, al punto que él mismo decidió internarse en un centro psiquiátrico en busca de ayuda. Y Steven Tyler era tan fanático de dicha sustancia, que incluso la inhalaba durante sus conciertos. Ozzy Osbourne, por hacer la lista finita, mantuvo durante 40 años un romance con el alcohol; reveló a la prensa que consumía cuatro botellas de coñac al día.
Sin embargo, Clapton ha intentado hacer las pases con su destino. Hace siete años se despidió de setenta de sus guitarras, en una subasta de corte caritativo. El monto económico obtenido rompió todas las cifras previstas.
Una Martin, de 12 cuerdas, con la que Eric grabó el espiritual ‘Motherless Child’, comenzó con una oferta de US$ 10.000, llegó hasta los US$ 70.000, mientras que una réplica de la Stratocaster ‘Blackie’, imprescindible para el músico a finales de los años 60, fue comprada por US$ 30.000.
No era la primera vez que Clapton ofrecía sus pertenencias en subasta pública. En 1999 consiguió más de US$ 5 millones, vendiendo objetos como vajillas, prendas de vestir, teléfonos móviles, pianos, partituras, discos, colecciones propias; y cinco años más tarde, en 2004, donó más de US$ 7 millones, obtenidos por material de procedencia idéntica, al centro Crossroads, donde Eric logró recuperarse de sus adicciones.
Pese a su generosidad, pecó por varios comentarios tildados de racistas. En un concierto en Birmingham en 1976, hizo una declaración en apoyo del político Enoch Powell (quien había criticado la invasión de inmigrantes de antiguas colonias británicas): “Enoch está en lo cierto. Debíamos mandar todos esos hombres negros de vuelta a la tierra de ellos y mantener la Inglaterra blanca”. Ese fue uno de los incidentes que llevó a la creación de ‘Rock contra el racismo’, campaña contra la expansión del nacionalismo británico. Clapton más tarde negó ser racista. Y aunque siguió apoyando a Enoch Powell, no se ha identificado de nuevo con sus ideales segregacionistas.
RÉCORDS HISTÓRICOS
Eric ‘Manolenta’ Clapton es un hombre de récords. No brinca como un Rolling Stone en sus conciertos, prefiere rasguear su guitarra sentado y cantar suave, pero eso no le quita que siga siendo una deidad de la música.
Es el número 2 de la lista ‘Los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos’ de la revista Rolling Stone y el 55 de su especial ‘Inmortales: Los 100 artistas más grandes de todos los tiempos’. En 2005 la revista Guitar World incluyó cinco de sus canciones entre los mejores solos de guitarra de todos los tiempos.
Hacen falta grandes superlativos para describirlo, como dice el periodista y musicólogo Juan Carlos Garay, quien cuenta que a Clapton a los 20 años ya le decían ‘el dios de la guitarra’. A los 35 decía que prefería que lo llamaran ‘el mejor guitarrista del mundo’. A los 58 la prensa seguía sin escatimar títulos grandilocuentes, para entonces, en una revista norteamericana lo catalogaron como ‘El hombre que reescribió la historia de la guitarra’”.
Desde 2003 se habló de su supuesto retiro. Se llegó a decir que dedicaría el resto de sus días a criar aves de corral y a jugar dominó. Ante el anuncio, sus seguidores colmaron estadios en Estados Unidos, Europa, Japón, Rusia y Oriente Medio. Para entonces salió el disco ‘One more car, one more rider’, como si se tratara de un epílogo de su carrera, un álbum doble que registró 120 minutos de un show con gran calidad de sonido.
Justamente en mayo de 2016 Clapton lanzó su vigésimo segundo álbum de estudio, ‘I Still Do’, publicado por la compañía discográfica Surfdog Records. Según Rubén Cetrángolo, de Diario Popular de Argentina, “este reafirma el porqué de ese mote de mesías de las seis cuerdas. Con una prolija selección de temas ajenos, apenas dos composiciones propias (Spiral y Catch The Blues), producido por Glyn Johns y con una portada elaborada por el genio creativo de Sir Peter Blake, responsable de la tapa de Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, de Los Beatles, es un disco vibrante en el que una vez más Clapton vuelve por sus raíces bluseras con recreaciones de temas compuestos por sus maestros JJ Cale y Robert Johnson y otros referentes del género como Leroy Carr, Skip James, Paul Brady y John O’Kane, por citar solo algunos”.
Cabe recordar que a lo largo de su carrera, Clapton se ha decantado por varios estilos musicales y en todos ha sido considerado un maestro. Formó parte de grupos como John Mayall’s Bluesbreakers, The Yardbirds y Cream; tocó con Derek and the Dominos y Blind Faith y colaboró con The Beatles en un álbum. Como solista llegó a lo más alto con canciones como ‘Change the world’ o ‘My father’s eyes’.
Para 1966 era el indiscutible monarca de la guitarra. Formaba parte de Cream, un trío de Inglaterra completado por Jack Bruce al bajo y Ginger Baker en la batería. Todos eran considerados deidades. Fue famoso un graffiti que se repetía en los muros de las calles británicas en el que se leía: “Clapton es Dios”.
Una vez fue derrotado, se conoce como ‘El Día que Hendrix mató a Dios’. Jimi Hendrix, un joven guitarrista zurdo afroamericano, fue a Londres conocer a Clapton, ya que era fan de Cream. El 1 de octubre de 1966 Cream dio un concierto en el London Polytechnic, Hendrix quien estaba tras bambalinas, solicitó lo que nunca nadie se había atrevido: que lo dejaran interactuar con Cream. Los músicos lo subieron al escenario con ellos. Y Jimi sugirió: “¿Qué tal si tocamos ‘Killing Floor’?” aludiendo al popular tema de Howlin’ Wolf, y le pidieron a Hendrix comenzar. Este con su Stratocaster blanca comenzó a ejecutarlo con velocidad y precisión, Bruce y Baker siguieron el ritmo, mientras que Clapton, el gran Dios británico de la guitarra, sudaba, pues no podía igualar su técnica y velocidad.
Perturbado, Eric abandonó el escenario a media canción; encendió un cigarrillo y cuando Bryan James ‘Chas’ Chandler, mánager de Hendrix, se acercó a él, le espetó: “¡Tú sabías que eso pasaría!, ¡Nunca me dijiste que era tan pinche de bueno!”.
CLAPTON, UN PICAFLOR TRÁGICO
Eric Clapton y su hijo Connor, quien inspiró su canción ‘Tears in heaven’.
La vida de Eric Clapton podría ser el libreto de una película de Hollywood con todo el drama de una telenovela mexicana.
Nació bajo el nombre de Eric Patrick Clapton Shaw. Su padre fue un piloto de la Segunda Guerra Mundial de origen canadiense que se marchó a su tierra antes de que él naciera. Su madre tenía 16 años cuando quedó embarazada, por lo que Eric creció creyendo que su abuela Rose y su segundo marido, Jack, eran sus padres, e ignorando que su hermana mayor era su progenitora.
Clapton se enteró de la verdad a los 9 años cuando su madre y su hermanastro fueron a visitarlo, noticia que influyó considerablemente en sus estudios y su relación con el resto de la familia.
Y aunque fue un niño solitario y callado, es conocido por su sentido del humor. El amor por la música lo heredó de su abuela Rose, quien tocaba el piano. Su primer contacto con una guitarra acústica fue a la edad de 13 años, cuando le regalaron una por su cumpleaños, aunque no lo hacía muy bien.
Es conocido por sus múltiples romances. Con la fotógrafa Pattie Boyd se casó en 1979, quien había estado casada con el ‘Beattle’ George Harrison. Ella, dijo durante una exposición fotográfica que lo que más recuerda de estos dos matrimonios fueron las infidelidades y los excesos de ambos con las drogas y el alcohol.
En 1984 durante la grabación ‘Behind The Sun’, Clapton comenzó a salir con Yvonne Kelly, directora del estudio de grabación. Tuvieron a su hija Ruth Kelly Clapton en enero de 1985.
De su relación con la modelo italiana Lory Del Santo, nació su hijo, Conor, quien murió el 20 de marzo de 1991, a los cuatro años de edad, cuando cayó de una ventana del piso 53 de un edificio en Manhattan, Nueva York.
“Ese día el teléfono sonó y Lori me dijo que mi hijo estaba muerto. Traté de creer que era un error. Hasta que llegué al edificio y vi a la policía. Fui al sanatorio para reconocerlo. Luego, partí a verlo otra vez a la funeraria para disculparme por no haber sido un padre mejor”, contaba Eric al Time.
Nueve meses después de la tragedia le dedicó su canción ‘Tears in heaven’ (Lágrimas en el cielo), que aparece en el concierto Unplugged de MTV y se convirtió en un éxito mundial. “¿Dirías mi nombre si me vieras en el cielo?”, dice la primera estrofa del tema que en 1993 ganó tres Grammy, a ‘Canción del año’, ‘Grabación del año’ y ‘Mejor interpretación vocal pop masculina’.
En 2001 se casó con Melia McEnery en 2001. Tienen tres hijas: Julie Rose (2001), Ella May (2003) y Sophie (2005).
En la lista de mujeres con las que supuestamente mantuvo un affaire figura Lady Di. La chispa surgió en San Lorenzo, un exclusivo restaurante italiano en Londres. Según un amigo de Clapton, la atracción entre ellos era “obvia. Había mucha mirada seductora”. Aunque ambos estaban solteros, su chispa no dio para mucho y Eric la describió como “una manipuladora”.
Otro de sus baches amorosos se sitúa en un concierto de los Rolling Stones al que fue con Carla Bruni. Ella estaba empeñada en conocer a Mick Jagger. “Mick, por favor. Ella no. Creo que estoy enamorado”, le pidió Clapton a Jagger, quien no prestó atención a la súplica de su amigo y la modelo francesa y el rockero iniciaron una relación.
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