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lunes, 5 de diciembre de 2016

SERGIO "CHAPITA" BLANCO: "ME COMÍ EL CUENTO DE QUE EL FÚTBOL URUGUAYO ERA POBRE"

El periodista Marcelo Decaux le realizó una entrevista imperdible al futbolista bohemio Sergio "Chapita" Blanco para el diario El Observador. Aquí está el contenido: Cómo fue su infancia? Divina. Nací y me crié en La Teja, barrio humilde, gente trabajadora. Sin muchos lujos, pero con mi madre y mis abuelos que hacían que no me faltara nada. Tengo los mejores recuerdos y esa frase: "qué locos cuando queremos crecer". Mucha felicidad y amor. El invalorable esfuerzo de mi madre criándome soltera con su pareja y haciendo todo el esfuerzo para darme todo lo que podía, igual que mis abuelos.

¿Qué es Wanderers?

Todo. Es mi casa y la siento así. Las veces que me fui, antes de pasar por mi casa iba al Viera a ver a la Flaca (la canchera), al Cani (el equipier), antes estaba Gloria que era la madre de la Flaca. Es una familia con la que crecí, que me enseñaron muchas cosas. Me vieron reír, llorar, sufrir, putear. Me abrazaron cuando me tuvieron que abrazar, me felicitaron y cuando me tuvieron que corregir, me corrigieron. Pasaron a ser mi familia. Yo llegaba del aeropuerto y antes de ir a casa, los iba a ver a ellos. Es mi lugar en el mundo, donde más feliz me sentí, donde más sufrí también. Porque cuando tenés un sentido de pertenencia tan grande como tengo yo, se disfruta mucho, pero cuando se sufre, se sufre un poquito más de lo normal. Los valores que me enseñó, los amigos que dejé como Diego Bonilla, Seba Eguren, Dadomo, Bengua, Diego Irigoyen, Cherruti, Fabio Pereira, me van a acompañar el resto de mi vida. Eso es algo que indefectiblemente está pegado a mi sangre, a mis raíces y a lo que más disfruto que es cuando estoy en el Viera.

¿Le gusta conocer la historia del club?

Sí porque es el club que siento parte mía. Una vez me operaron antes del partido final contra El Tanque, fue el padre del presidente de ahora, el Dr. Nin, a verme al sanatorio. Conoció a Obdulio (Varela) y yo le preguntaba cómo era. Después con la famosa historia del Tito Borjas que murió cuando se iba del Franzini cuando salieron campeones en 1931 porque no pudo jugar. Es una historia increíble. Y conocer cómo actuaba, cómo se manejaba uno de los máximos referentes del fútbol uruguayo como Obdulio Varela, es algo que me apasiona cada vez más.

¿Cómo es la historia de que si no se hubiera ido de un picado en La Teja, capaz que no había Chapita Blanco profesional y no llegaba a Wanderers?

Sí, es así. Había entrenado dos meses en preoctava de Cerro, pero al final me fui porque habíamos ido con el padre de un amigo que no quedó de entrenador. Y un día estábamos jugando un partido en la calle en La Teja y vinieron dos amigos a decir que había prueba de aspirantes en Wanderers. Estaba muy bueno el partido, no daba para irse, no me quería ir. Mis amigos insistieron y fui a la primera práctica. Así llegué a Wanderers con 12 años.

Previo a su debut en Primera cuando almorzaban lo fue a saludar el Chifle Barrios. ¿Qué sintió?

Estábamos en la sede de San Fructuoso almorzando. Yo tenía 16 años y no sabía ni dónde quedaba. Tengo muy pocos recuerdos de ese momento, quizás por los nervios, pero el Chifle Barrios me presentó y fue algo increíble. El otro momento fue cuando entré por Mauri Leites contra River en el Viera.

¿Qué opina de que a una figura legendaria del club como Barrios le hayan realizado un homenaje en vida poniéndole el nombre a una tribuna?

Es algo espectacular porque los homenajes en vida son lo más disfrutable que pueda pasar, nada menos en una cancha que para él es tanto. Es el ídolo máximo de la institución. Me alegró muchísimo, como su vuelta a la gerencia deportiva del club, aunque luego se alejó. Espero que vuelva pronto. Tengo un lema que dice "en Wanderers, los de Wanderers". Es algo que tratamos de imponer. Y bueno: en Wanderers, el Chifle. Tiene que estar en el club por lo que es. Encima hizo goles. Ahí está la prueba de que las casualidades existen. (Se ríe),

¿Con qué técnico rindió más?

Con Daniel Carreño. En el último campeonato con Alfredo Arias también. Pero Daniel fue junto con Ángel Varela, quien me formó, el que más me marcó lejos.

¿Por qué?

Me ayudó a salir tres veces goleador del fútbol uruguayo que no es poca cosa. Me ayudó a madurar, a crecer. Debe ser por su forma de ser porque capaz que es muy parecido a mí. Capaz que chocábamos demasiado, pero nos gustaba a los dos chocar, porque yo aprendía mucho y creo que él también. Me encantaría que me dirija y disfrutarlo de otra manera y entenderlo, porque hoy entiendo cosas que me decía y que yo discrepaba o me calentaba. Me encantaría poder tenerlo para decirle "te voy a bancar en esta, porque tenés razón". Lo admiro mucho como entrenador, pero más como persona. Si tengo que elegir una personalidad para ser, compro la de él. Porque me encanta la forma de ser, cómo se maneja, los códigos que tiene, la sinceridad, la desfachatez, el que no le importe nada en el buen sentido. La verdad es que es un tipo que a mí me enamoró totalmente. Ayer justo hablaba de él. Es un tipo que te atrae. Estás siete horas escuchándolo y quedás copado. Tiene es don.

De chico, ¿tenía algún ídolo?

(Enzo) Francescoli, quien estaba muy vinculado a Wanderers. Fue el primer jugador de fútbol con el que tuve mi cuarto empapelado.

¿Después el Chino Recoba?

Sí, después el Chino. Me gustaba mucho también el Patito Aguilera. Pero te lo resumo: cuando me quedé alguna vez sin el 11 en otro equipo, elegí la 20 por el Chino.

¿Y se lo dijo alguna vez?

¡No! Me daría mucha vergüenza.

Pero no hay nada de malo.

Me acuerdo que muchas veces hacíamos de sparring contra la selección y él estaba. Me moría por tener algo de él. Tenía unos zapatos verde flúo y no me acuerdo cómo, me los mandó. Los tuve un tiempito, pero quedaron en el Viera cuando me fui a jugar afuera, y los agarró alguien. Pero bueno, los zapatos están para usar.

Perder el Uruguayo ante Danubio, ¿fue el dolor más grande de tu carrera?

Sí, sin duda. Lo que pasa es que después de haber estado cuatro días encerrado en mi casa sin salir, después que pasó el dolor, la amargura, cuando pude salir me di cuenta que habíamos hecho algo que era increíble. Cosas de la vida, una pelota entró y la otra no. Es que a su vez había vivido el mejor momento de mi vida deportiva. Fue raro. Si te toca pelear un descenso, llevás tiempo consolidándolo, y lo vas sufriendo más. Pero acá pasamos de la gloria, algo de ser inalcanzable como ganar el Clausura, a perder la final y encima me lastimé la rodilla el día antes de la final y no la pude jugar. Fue como agarrar todas las sensaciones y meterlas en la licuadora y batimos y vemos qué pasa.

Fue frustrante también.

Aparte no tenía posibilidad. Fui a ver a Alberto (Pan, el actual médico de la selección) que es como un tío para mí y no había posibilidad. Ni infiltrarla, ni anestesiarla. Y fue increíble cómo se dio, en una práctica. Me quedó la tranquilidad de que me lastimé por ser yo, porque era para sacar la pierna, pero no la saqué.

Quienes lo conocen bien dicen que es sincero, solitario, imbancable cuando se pierden los partidos, como que le cuesta relacionarte con los demás.

No aprendí a disfrutar –y no es un ejemplo, porque trato de inculcar lo contrario-. Porque cuando me va bien, cuando el equipo gana, las cosas salen, cuando hago goles y juego bien, no lo disfruto como lo tendría que disfrutar. ¿Por qué? Porque yo trabajo para eso. Entonces, como que es normal. Y cuando pasa al revés, lo sufro mucho. Cuando resuma mi carrera, el gran debe mío va a ser ese: no haber logrado el equilibrio de disfrutar lo bueno y no sufrir tanto lo malo. Si no hubiese sido así, seguramente no hubiese sido lo que soy o lo que fui. Porque no me considero un virtuoso de condiciones, físicamente no soy un dotado. Si logré algo, fue más en base a eso, a las ganas, al amor que tengo por el fútbol. Yo muero por el fútbol. Mi estado de ánimo depende del domingo. Está mal que lo diga. Pero lo saben mi familia y mis íntimos y ahí me lo preguntaste. Recién el miércoles cuando hago el chip, puedo salir un poquito a la calle y a la realidad.

¿Y qué significa que lo que los quieren digan que es sincero? ¿Que es frontal o que no se guarda nada?

Es uno de los mejores elogios que me pueden decir como persona. Sé que eso me ha costado mucho también, y es raro. Porque sé que mucha gente no me quiere o discrepa conmigo –mismo en Wanderers- no por lo que soy dentro o fuera de la cancha, sino porque voy de frente. Yo a la persona que más valoro es a esa, la que va de frente. Mañana seguramente me van a decir: 'Sergio, mirá, no podés jugar más'. Y yo le voy a contestar: 'Vamo' arriba. Muchas gracias por todo, ojalá les haya dejado algo'. Después, todas esas cosas que se manejan a veces que son más de película o de comedia, no las comparto. La tranquilidad que tengo es que de los compañeros que tuve, con todos me llevo bien. Me ha pasado con alguno que los primeros tres meses no me podían ni ver. Y después se dieron cuenta cómo soy. Es la caricia al alma más grande que tengo yo.

Cuando dice cosas que "son más de película o de comedia", ¿a qué se refiere?

A que algunos te dicen a vos una cosa y por atrás dicen otra. O confabular con tres o cuatro personas para matarte a vos. Si yo tengo un problema contigo, es contigo. No tengo que involucrar a otro o tratar de convencerlo de que estás equivocado con lo que estás escribiendo. Si yo creo que está mal lo que estás escribiendo, te lo digo. Son cosas que en el fútbol se dan. Respeto la trayectoria y la jerarquía. No respeto el poder. Te respeto por lo que sos o por lo que hiciste, pero no por lo que tenés.

¿Qué piensa del hecho de que es el máximo goleador en lo que va del siglo XXI en Uruguay por encima de Tony Pacheco, Nacho Risso, Carlos Bueno y el Cacique Medina?

Son nombres muy fuertes, en los cuadros grandes, Nacho que jugó en Defensor y Danubio. Estar arriba en algo del Tony Pacheco y del Cacique es algo que nunca me imaginé. El otro día cuando lo leí, dije '¡Qué loco! ¿Dónde hice tantos goles?'. Está bueno. Joaco mi hijo vino corriendo y me decía '¡Papá, papá, mirá esto!'. Son caricias al alma que están buenas y que hablan de que uno fue muy serio con la profesión.

Y que venga Joaquín su hijo a comentarle eso, ¿lo mueve un poco?

Sí, ni que hablar. Además me preguntó: "Papá, ¿y tenés más goles que (Luis) Suárez?" Y tuve que explicarle que Suárez solo jugó medio año acá. Vivir todo eso con él, son cosas lindas. De repente ese momento lo dejé pasar por alto porque hacía tres partidos que no hacía un gol, y estaba recaliente. Entonces me dije: "Pará, pará. Disfrutá esto, no te calientes por lo otro. Disfrutá las cosas que están buenas".

¿Qué significó el Loco Abreu en tu llegada a América de México?

Un apoyo constante, totalmente necesario que me ayudó en todo lo que estaba a mi alcance, él y su familia porque yo me fui solo. Me hicieron sentir parte de su familia. Porque estaba fea. Yo con 19 años salir de La Teja al DF de México era otro mundo que a mí me agobió y tenerlos a ellos al lado al menos para ir a comer. Por eso tengo un agradecimiento eterno hacia él y su familia.

Y de su paso por China, ¿qué puede decir?

Fue una etapa espectacular. Me fui con muchas dudas con 24 años, mi hijo de tres meses, había salido goleador del campeonato. Me fui medio mal y llegué allá y me encontré con una realidad divina. Tenía a Osvaldo Giménez y el profe Balbi, Petete Correa, Diego Alonso. Éramos una minicomunidad.

Petete y Diego venían de Europa, ¿no?

Claro. Yo era al que agarraban de pinta. Ellos venían de Europa. El primer día que nos dieron libre nos fuimos a una feria y nos dividimos. Al rato los esperaba con una bolsita con dos calzoncillos boxers que había comprado. Yo loco de la vida porque los había comprado rebaratos. Y aparecieron ellos dos con 48 bolsas, tres mochilas, dos valijas. Y ahí me dije: "¡Qué lejos que estoy!" (risas). El último día nos juntamos ahí con Diego y allí fui yo el que compró y emparejé un poco.

Después llegó a Nacional. ¿Cómo se dio?

Me rompí el tendón de Aquiles y vine a Uruguay a trabajar con Walter Ferreira. Soy un agradecido a él porque si hoy juego al fútbol es por él y por Carlos Voituret y Alberto Pan que me operaron. Yo quería jugar en Uruguay y los empresarios que me manejaban me trajeron la posibilidad de arreglar en Peñarol. Yo les dije que jugaba en Wanderers o en Nacional. Y se arregló lo de Nacional. Ahí también tengo un cariño incondicional de la gente hacia mí y mío hacia ellos por los dos años y medio que pasé allí. Todos los recuerdos que tengo son buenos. Y ese cariño te vuelve, genera una comunión muy fuerte que hace que te vayas de Nacional sintiendo todo lo que sentís por Nacional.

¿Por qué no quiso ir a Peñarol?

Quería jugar en Nacional. Si no era en Wanderers, eso era lo que quería en ese momento.

Y haber hecho un gol en un clásico debe haber sido especial.

Es lo máximo. Más en ese momento en que ya estaba consustanciado con el club y la gente. Nacional venía de muchos partidos sin ganarle a Peñarol y justo cortar esa racha ganando 1-0 con un gol mío, fue un plus. La verdad es que estuvo muy bueno.

Sporting Cristal fue un mojón en su carrera.

Espectacular. Porque yo necesitaba salir un poco del año y medio que había pasado en Wanderers de todas las sensaciones que hablábamos. Y quería jugar con un amigo como Jorge Cazulo que me pidió que fuera. Volver a encontrarnos (nos habíamos llevado muy bien en Nacional) y lograr todo lo que logramos, fue alto que está entre los puntos más lindos de mi carrera.

Su presentación fue un blooper.

Sí, fue buenísima. Hubo dos. Cuando llegué la prensa me preguntaba si yo era goleador. "Yo no soy goleador", les contesté. Al otro día titularon "Sporting Cristal trajo a un delantero que no es goleador". Me empezaron a matar antes de la conferencia que era al otro día. Ya en la presentación me seguían preguntando cuántos goles iba a hacer y estaba medio fastidiado. Y me consultaron: "¿Qué sabe de Sporting Cristal?" Y yo dije: "Sé que es un equipo grande de México...". Y el Chino Benavídez que era el gerente deportivo me codeaba y me decía por lo bajo "Perú, México no, Perú". Y ahí la arreglé.

La selección, ¿por qué no se dio?

Seguramente por no estar en nivel de selección. Entre 2002 y 2006 alterné en varias convocatorias y cuando me fui a China, como que me alejé porque no llegaba nada acá. Me tocó volver, ser goleador, pero agarré una selección en la cual es muy difícil entrar. El Tanque Silva la estaba rompiendo y no tenía lugar. Hoy hay jugadores que están en muy buen nivel y no tienen lugar. Porque están los que están que la están rompiendo y están haciendo algo que está buenísimo para ellos: no dejar el lugar. "La 9 es mía y no me la saca nadie" dijo Suárez. Y Cavani dijo: "La 21 es mía". Y el Cacha y todos. Eso está bueno porque consolida este grupo que te está dando todos estos resultados. Gastón Rodríguez la rompió hace poco, pero no tiene lugar. Se cerraron tanto, están haciendo las cosas tan bien, que no lo abren.

¿Qué piensa de esta selección?

Lo mejor. Capaz que a veces pensás que podíamos haber jugado un poquito mejor. Pero los resultados, la entrega, la hidalguía, el compromiso por la causa que tiene esta selección con este cuerpo técnico. Lo que lograron, lo que generaron, es increíble. Estar tan compactos, que no dejan entrar a nadie y que tampoco les entre nada, de las críticas u otras cosas. Lograron algo que se llama un grupo de verdad encabezado por el Maestro y sus ayudantes y cabalgado por los fenómenos que están ahí adentro.

Y el Maestro lo dirigió. ¿Qué opinión tiene?

Lo que opinan todos, no es un tipo que haya dos opiniones de él. El otro día estuve con mi hijo en el complejo y lo vi. Te da esa seguridad, esa tranquilidad que tiene de haber hecho lo que tiene que hacer. Hablando de los reconocimientos en vida, estamos muy a tiempo de hacerle algo porque creo que nos brindó demasiado.

Y de la violencia en el fútbol uruguayo, ¿qué puede decir?

Que estamos muy mal. No sé si soy ejemplo para decirlo, pero en Inglaterra eran los peores. Te prendían fuego la ciudad. Hasta que un día se cambió todo. Hoy es la liga más competitiva del mundo, la que más plata mueve, se abrazan con los hinchas, pasan por al lado de la hinchada rival y no pasa nada. Se pusieron las normas y te atenés a las consecuencias. Acá no pasa nada. Yo te voy a ver y sos mi rival, no sos mi enemigo. A alguien tenemos que responderle. Yo le respondo a mi mamá. Me dice que necesita pan, y le llevo pan. Me dice para ir a la playa, y vamos a la playa. Y necesito que mis hijos me respondan a mí. Si un policía te dice, "flaco, correte", y... correte. No es que está abusando de la autoridad. No se respeta nada. Antes yo veía un policía y pensaba "epa". Hoy perdemos la identidad del orden y a quién responderle. Si no vamos a terminar en la ley de la selva, cada uno andará por la calle con un arma. Y no es así. La sociedad es otra cosa. Yo me acuerdo de la Colombes compartida en los clásicos. ¿Cuándo perdimos eso? ¿Cuándo empezó el hecho de que el del otro equipo por tener otra camiseta ser enemigo, querer matarlo, querer pegarle, querer putearlo? ¿Cuándo empezó eso? En mi familia tengo hinchas de Peñarol, de Wanderers y de Nacional. Tengo amigos igual. Yo comparto. Te juro que no entiendo qué es lo que le ven al otro. ¿Qué me hizo el otro? Me quiso ganar. Divino. Después te voy a ganar yo. Me muero de vergüenza si mañana voy a un partido y puteo con Joaquín mi hijo al lado. Hoy es al revés, les enseñan a putear y lo filman cuando está puteando al juez. ¿Qué tiene que ver el juez? Eso es algo que se copia de Argentina que parece que está normal y "me voy a descargar a la cancha". No. Descargate en el psicólogo. O andá a la playa solo o en el Palermo con una bolsa de arena y descargate ahí. No es "me descargo con el otro" y menos en un deporte que me quieren ganar. No nos vamos a dar cuenta porque hoy culpamos a la pasión con la razón. Entonces alguien nos tiene que poner reglas, para darnos cuenta en algún momento. Si tiro una piedra y no pasa nada, todos van a tirar una piedra porque piensan que está bien. No. Ahora, si tiro una piedra y voy dos mesesitos preso, por lo menos sé que no está bien. Entonces vamos a poner las reglas claras.

¿Qué hará después del fútbol?

Me gustaría ser entrenador, pero tengo mucho miedo a no estar preparado. Quiero sentirme preparado. No quiero hacerlo para hacerlo. Quiero ser como entrenador, lo que no fui como jugador. O sea, me gustaría ser buen entrenador. Y no sé si estoy preparado para ser bueno. Me encantaría poder laburar algún día con Daniel (Carreño).

De la lucha de los futbolistas locales, ¿qué piensa?

Soy parte de eso y estoy totalmente de acuerdo de que algo hay que cambiar. Que no estamos bien, que estamos muy mal y es el momento de ver cómo hacer para mejorar un poco todo. Los primeros que tienen que mejorar son los clubes que a veces no tienen para pagar un sueldo. Wanderers, gracias a Dios, pudo pagarnos porque jugamos una buena copa. Pero nos falta tener un complejo en condiciones de verdad, con vestuarios, con canchas lindas, con infraestructura. Poder darles algo a los juveniles que es el único que tenemos. Porque yo mucho tiempo decía: "El fútbol uruguayo es pobre". Me comí el cuento. Porque iba a ver a Wanderers, llevábamos 1.000 personas a $ 200 y no me daban las cuentas. Pero no es eso el fútbol. Hay plata por otro lado. El tema es, ¿qué plata llega al fútbol? Estaría bueno que todos nos juntemos y digamos: "Pará, no puede ser que Wanderers no pueda tener esto. Vamos a buscar la solución. De dónde se saca. Pero el fútbol uruguayo da plata. Me parece que no está llegando como tiene que llegar a donde tiene que llegar. Hagamos una autocrítica". Porque todos los dirigentes dicen: "No tengo para pagar". Y entonces, ¿qué hacemos? ¿Cerramos? ¿Nos vamos? Vamos a buscar soluciones. Porque no podés decirme que no tenés para pagarme. El único empleado en Uruguay que no cobra durante cuatro meses es el jugador de fútbol. Los empleados cobran todos. El del súper, el del gas. Todos cobran. Acá no es como pasa en otros lados que jugaste un año y generaste económicamente para vivir 10. Acá cobrás el mes y no te da para vivir el mes. La mayoría de los casos, 90% o capaz que más. Entonces algo está mal, vamos a replantearnos cómo podemos mejorarlo. Eso es lo que los jugadores queremos, despertar a todos: a los clubes, a la gente, a la televisora.

¿Y cómo se puede cambiar?

No podemos seguir así. El otro día escuché a un compañero hablar de un equipo que no está cobrando, que un jugdor le pidió plata a un compañero plata para el boleto para ir a entrenar al otro día. Si un tipo viene a pedirme a mí, es porque está muy mal, porque ya le pidió en todos lados, a la madre, a la señora, al hermano y a los amigos. Está mal de verdad. No es un cuento. Es mentira que todos los jugadores de fútbol son multimillonarios. Y en Uruguay, ninguno. Yo juego 20 años en Wanderers y no me compro una casa, porque entre lo que cobro y lo que tengo que vivir, no me da para comprar una casa. Hay mucha gente que le pasa eso también fuera del fútbol. Pero si nos dimos cuenta que hay, no seamos tan ciegos de decir que no tienen para pagarme. A mí si viene un dirigente y me dice que no tiene para pagarme, le digo: "Y bueno hermano, ¿y yo qué hago? ¿Cómo le digo al de la luz que no tengo para pagar? Me la cortan. ¿Cómo le digo al almacenero que no tengo para la leche? No me la da". Creo que es tiempo de reaccionar y aparte con el apoyo de los fenómenos de verdad que hablábamos (de la selección) que se meten en el tema nuestro cuando no tienen nada que ver porque con todo lo que hicieron y sus condiciones, capaz que nunca necesitarán para el boleto, pero acá sí. Entonces, algo está mal. Ojalá que nos demos cuenta todos. Porque si nos damos cuenta los jugadores, y los dirigentes y los clubes no, vamos a seguir en la misma. Hay que ser un poco honestos.

¿Cree que ustedes se demoraron un poco en darse cuenta de eso?

Sí. Yo me compré una casita porque jugué en el exterior. Capaz que si seguía acá no hubiese podido seguir jugando al fútbol y habría trabajado en otra cosa que me pagara más, porque le pasa a muchos, a muchos ex compañeros que eran muchísimo mejores que yo. Entonces vamos a hacerlo profesional al fútbol. Porque es mentira que es profesional. Es profesional porque es televisado. Nada más. Hay una desigualdad muy grande. El otro día jugué contra Fénix que hacía 15 días que no entrenaban.

Y casi les ganan...

Por el amor y el corazón que tenemos los jugadores del fútbol uruguayo. Porque en cualquier otro lado del mundo, le hacen ocho goles. Pero acá porque ellos tienen ese amor y valentía, que la tengo yo en la misma situación, casi nos ganan. Por eso el uruguayo triunfa afuera. Por las ganas y el hambre que tiene. Pero no está bien. El otro día discutí con un dirigente de Wanderers porque me decía "estamos atrasados un mes, tampoco es tanto". Y yo le contesté: "No, flaco. Está mal". Y me dijo: "Pero mirá que normalmente pagamos al día". Y yo seguí: "Y sí, pero es lo normal pagar al día. ¿O vos a tu empleado en la empresa le podés pagar atrasado? No. Te prende fuego la fábrica. O viene el PIT-CNT y te paró la producción". Entonces está bueno que en el fútbol uruguayo no es todo color de rosa. Llegamos muy tarde, sí. Pero estoy tranquilo porque llegamos y me tocó ser parte de esto. Y ojalá que sea parte del cambio para bien, pero no para mí que yo ya estoy, sino para los que vengan después. Es dejar algo. Por eso me saco el sombrero con los jugadores de la selección.

LOS GOLEADORES DEL SILGO XXI


JUGADOR GOLES

SERGIO BLANCO 112

IGNACIO RISSO 100

CARLOS BUENO 100

ANTONIO PACHECO 97

ALEXANDER MEDINA 92

Estadísticas: Gustavo Martín




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