El presidente de Francia, François Hollande, a diferencia del gobierno de Italia, se ha negado a retirar el vino de la mesa para complacer al presidente iraní, Hassan Rouhani y finalmente se ha suspendido el almuerzo previsto para ayer jueves en la histórica visita de las autoridades del país a Francia tras 17 años.
Tras la polémica en Roma, donde las autoridades decidieron tapar las esculturas que representaban el cuerpo humano desnudo, pues es algo prohibido en la religión islámico y no querían "ofender" al invitado, los franceses han dejado claro que no están dispuestos a realizar "concesiones culturales".
En París, el almuerzo previsto en el palacio del Elíseo, contaba con vino y Hollande no está dispuesto a ceder a las demandas de la presidencia iraní, que exigieron a las autoridades que la carne y el vino fuera retirado de la misa, citando "tradiciones republicanas".
El Ministerio de Cultura acaba de prohibir la palabra "vino" de los libros publicados en la República Islámica, sobre la base de que se trata de un "intento de invasión cultural orquestado por Occidente".
Está por ver si estas "tensiones" entre Rouhani y Hollande afectan a las relaciones económicas entre ambos países justo en un momento clave para Irán.
¿Se puede renunciar a la propia cultura para no ofender a nuestro huésped?, esta es la pregunta que campea hoy en la prensa y entre la opinión pública italiana después de la decisión de ocultar tras paneles de madera blanca algunas de las estatuas de la época romana y helenística de los Museos Capitolinos durante la visita de Rohani.
En la rueda de prensa cómo conclusión de su visita, el presidente iraní ha afirmado que la polémica que ha estallado por las estatuas tapadas "es un caso sólo periodístico" y ha asegurado que él no ha pedido nada.
Eso sí, ha destacado que los italianos "son un pueblo muy hospitalario e intentan hacer de todo para que uno se encuentre a gusto".
Por ello, parece ser que Italia ha pecado de demasiado celo para no ofender al mandatario, aunque su visita haya dejado al país contratos económicos con empresas italianas por un valor de 17.000 millones de euros.
En algunos editoriales italianos de hoy se puede leer que “una cosa es no servir el vino en las mesas de gala y otra es renunciar a la identidad cultural”.
Para la mayoría, no se puede mostrar con orgullo el área arqueológica de los Foros Imperiales, con los restos de las columnas que formaron sus fastuosos templos o los arcos del triunfo del que fue el mayor Imperio, y después ocultar las desnudeces de las esculturas romanas iconos de la belleza clásica.
El pasado lunes, el Gobierno de Matteo Renzi había querido presumir del patrimonio de Roma al organizar la comparecencia tras la reunión que mantuvo el primer ministro con Rohani en un lugar insólito hasta ahora respecto a otras visitas de mandatarios: la sala Esedra de los Museos Capitolinos, en vez del habitual salón de la sede gubernamental.
De esta manera, Rohani podría disfrutar en su apretada agenda de la visión privilegiada de los Foros y de las maravillas del arte clásico y helenístico reunidas en los Museos Capitolinos.
Pero durante los preparativos, los emisarios de la delegación iraní hicieron notar que sería adecuado ocultar algunas esculturas, pues la religión islámica prohíbe la representación del cuerpo desnudo.
Así, las curvas marmóreas de la Venus capitolina, la copia romana de una escultura helenística de la diosa que se intenta cubrir púdicamente con sus manos y atribuida a Praxíteles, quedaron ocultas bajo una caja de madera.
Acabaron tras los contrachapados de madera otras estatuas como la de un Dioniso desnudo, o la Venus Esquillina o los grupos escultóricos que representan un león que muerde un caballo, u otro de dos niñas que juegan.
Ahora nadie quiere tomar la responsabilidad de la decisión de haber cubierto estas esculturas. El ministro de Cultura, Dario Franceschini, ha asegurado que ni él ni Renzi habían sido informados de esta decisión, que ha tachado de "incomprensible".
"Pienso que habría sido fácil encontrar otro modo para respetar la sensibilidad de un invitado extranjero, que es algo importante, pero sin la decisión incomprensible de cubrir las estatuas", ha afirmado hoy Franceschini.
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