El FMI no ha dejado de sacudir el peligro de la deflación europea durante la semana. Habría que retroceder muchas décadas para ver tal inquietud por el tímido avance de los precios. La inflación ha inquietado históricamente al alza, ha sido un temor permanente en Europa y una verdadera pesadilla en Berlín, pero la virulencia y duración de esta crisis ha dado también un giro a eso y ha llevado a la primera responsable del FMI a advertir de que “una baja inflación prolongada heriría tanto el crecimiento como el empleo”.
Una advertencia similar por parte de Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) cayó como un rayo en el Banco Central Europeo (BCE) la semana pasada, ya que esta presionó al organismo europeo en la víspera de su reunión mensual sobre política monetaria. Ahora el FMI no ha evitado ponerlo como uno de los peligros principales para la reactivación europea, si bien esta vez la francesa quiso dar por hecho que la institución con sede en Fráncfort iba a actuar: “Anima el hecho de que el BCE haya reiterado su compromiso de usar las medidas no convencionales necesarias”, dijo. “Creo que ahora va a ser una cuestión de calendario”, añadió.
Medidas no convencionales
Estas “medidas no convencionales” incluyen desde una rebaja de tipos (ya está en el 0,25%), a inyecciones de crédito barato o compras de activos que estimulen la demanda, el crédito y tiren de los precios. Eso que, usando la jerga de la política monetaria, es poner en marcha la máquina de imprimir dinero. El IPC subió un 0,5% en marzo en la zona euro, el nivel más bajo desde 2009, y España es, según los cálculos del FMI, el país con mayor riesgo de deflación, entendida esta como una caída generalizada y persistente de los precios que deprime aún más la economía.
Inmerso el país en un duro proceso de devaluación interna (caída de salario y de costes), los bajos precios son un problema doméstico porque hacen más difícil el pago de la deuda (el peso real sube) y también exterior ya que la baja inflación de los socios del euro se comen buena parte de ese esfuerzo de recuperación de la competitividad.
Lagarde, que tenía una reunión previsto con el BCE, se esmeró en destacar que su visión del problema se encontraba alineada con la del banco europeo, pero no es así: mientras que la autoridad europea se declara preparada pero considera que el peligro no es inminente, el FMI sí considera que esas actuaciones deben llevarse a cabo cuanto antes. “Respetamos el criterio el BCE”, insistió, no obstante. “Las cosas resultan bastante obvias, el BCE lleva mucho tiempo sin querer actuar y ahora se les ha venido el problema de la deflación encima”, comenta el analista de un banco central estos días en Washington, en el marco de la cita del FMI.
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