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lunes, 17 de marzo de 2014

LA OPINION DE UGO CODEVILLA: LA DESAPARICION DE LA IZQUIERDA

La izquierda post soviética dejó de serlo. Al desincorporarse como una fuerza anticapitalista y abandonar el socialismo como destino fundamental de su lucha, dejó de representar una opción de fondo al modo de producción dominante.



Para muestra un botón. ¿Cómo definen la izquierda los seguidores de la senadora Constanza Moreira? “En primer lugar es una actitud ética: seguir sintiendo indignación ante la injusticia, la desigualdad, la falta de derechos”. Huelgan los comentarios, incluidos los de la propia Constanza, quien me merece respeto y admiración. Una mujer valiente cuyo “experimento” mayor se llama democracia.

No dudo que en estos últimos tiempos se aprecie como tal a los luchadores por los derechos humanos, ecologistas, defensores de las libertades sexuales, del derecho al aborto, adalides de minorías como la de los pueblos originales y por supuesto, los socialdemócratas, convencidos de que sí existe un capitalismo bueno, ocultando que es éste uno de los orígenes del malo. Como dijo el Dr. Alejando Dabat, viejo amigo de la Facultad de Economía de la UNAM, el capitalismo es salvaje siempre que puede.

Todos estos frentes abiertos no son exclusivos de nadie. Son promovidos por organizaciones políticas e incluso financiadas por transnacionales. Entiendo, y por suerte no solamente yo, que lo que define una posición de izquierda es su irrenunciable convicción de que para transformar la anarquía de mercado que hoy vive el mundo, es menester ponerle un punto final al capitalismo y las sociedades divididas en clases.

Con esto no quiero aducir que regresemos a los años sesenta y formemos una célula armada con el propósito de tomar el poder. Ya Zibechi se encargó de aclarar que la vía armada no es la principal, aunque lo fue para la burguesía en su afán de convertirse en la clase dominante en el mundo entero. Las guerras del siglo XIX son testigo de tal propósito. Sumadas las luchas de independencia que fueron parte de la revolución burguesa, o “revoluciones” como prefiere señalar Wallerstein.

En todo caso, pretendemos aclarar que no hay futuro en el capitalismo; ante todo, por la brutal concentración de riqueza manifestada, dominio político y gravosa acumulación de pobres y desempleados. Sin olvidar que la militarización planetaria y la afectación generalizada a la especie y al planeta, son argumentos más que suficientes para comprender lo que afirmamos.

Ni hay capitalismo bueno que no derive en uno salvaje, ni esperanza para la humanidad de no acabar con el dominio de los sociópatas que hoy gobiernan el mundo. Como bien decía la gran Rosa Luxemburgo: Socialismo o barbarie.

Ahora bien, que no exista una izquierda claramente anticapitalista, no es solamente responsabilidad de los que lucran agitando esas banderas, sino que también responde a una avanzada iniciada en los ochenta que desnutrió la lucha de clases y permitió imponer fenómenos como el “pensamiento único”. Con ello, no solamente se desvirtuó el pensamiento crítico, sino que se considera outsider a quien piense de forma distinta a lo que pregonan los grandes líderes de opinión.

Los espacios independientes son cada vez menores y los gobiernos declarados de izquierda se ocupan más de defenderse del anatema internacional que de vivificar una posición clara, fuerte, formada e informada, bajo una premisa superior a la Doctrina Social de la Iglesia. Menos crear espacios de pensamiento abierto, así como la imprescindible producción de cultura. Hoy, esta última ha sido abandonada al mercado. Uno dominado por empresas que siguen la línea del cautivador nihilismo posmoderno o el “pensamiento único” auspiciado por los neoliberales declarados o de closet.

La “nueva izquierda” no construye izquierda: en todo caso medra con las reminiscencias de lo que fue, mientras que en la actualidad se somete a los dictados de los grandes centros de control. Debiendo admitir que han descubierto un resquicio por donde escapar del ominoso sometimiento de países como México, Perú, Colombia, Honduras y Paraguay; sin que por ello se debilite su preferencia por el capitalismo.

Causa tristeza ver cómo la izquierda en nuestros días se ve representada por individuos o grupos marginales sin que aparezca en el horizonte la posibilidad de nutrir una orgánica coherente, por lo menos con la misma fuerza de la derecha que prospera en casi todo el planeta. Lo de Ucrania (así como Grecia, Italia, Francia, España, Portugal, Austria, Estados Unidos de América) es un aviso de emergencia que presagia un nuevo aplastamiento político mundial. Ayer como hoy, a cuanto menos izquierda, más derecha.



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