Tras su mejor semana política, Cem Özdemir, (21-12- 1965, Bad Urach, Baden-Württemberg) el copresidente de Los Verdes (Die Grünen) alemanes llega a un café a la orilla del Landwehrkanal, en el barrio berlinés de Kreuzberg, protegido del fresco primaveral por un abrigo grueso, una bufanda y las patillas que luce desde hace un par de años.
Más o menos desde que accedió a la presidencia del partido en 2008. En Berlín aún no se disfrutaba esta semana del clima comparativamente privilegiado de Baden-Württemberg, el Estado de Alemania donde Özdemir nació en 1965, en una familia de ascendencia turca y en el que, hace una semana, Los Verdes lograron un resultado histórico del 24,2% de los votos en las elecciones regionales.
Nunca habían obtenido apoyo suficiente para liderar un Gobierno regional en Alemania. Ahora podrán hacerlo en Stuttgart, la capital de un conservador Estado federado donde casi cada pueblo alberga una empresa notable.
Porsche y Mercedes fabrican allí sus automóviles de gran cilindrada, pero también alberga múltiples empresas pequeñas y medianas, verdadero motor económico del país.
Tras casi 60 años de sucesivos Gobiernos de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, el verde Winfried Kretschmann presidirá pronto una coalición con los socialdemócratas para gobernar uno de los territorios más prósperos de la primera economía europea. Su jefe federal en el partido, Cem Özdemir, lo conoce desde la juventud.
Pregunta. ¿Qué ha cambiado más para que esto sea posible, Los Verdes o Alemania?
Respuesta. Ambos. Baden-Württemberg, que es un lugar de innovación y tecnología, también puede ser de vanguardia en otros procesos. Aparte de la clientela típica de Los Verdes, hemos ganado votantes, por ejemplo campesinos, que siempre habían confiado en los democristianos. Es gente que puede estar descontenta con el Gobierno, pero que nunca votaría a la izquierda socialdemócrata.
Así que somos la alternativa. Además, hay una clase media muy concienciada ecológicamente. El coche siempre ha sido importante en Baden-Württemberg desde hace más de un siglo, pero ahora la gente ve cómo hemos perdido la carrera de los motores híbridos y se pregunta qué parte tendremos en el coche del futuro.
Ante las urnas, los ciudadanos de Baden-Württemberg no pensaron solo en su idílico land. En lo más profundo de Alemania, donde el filósofo Martin Heidegger escribió sus apologías del provincianismo, un accidente nuclear acaecido en la otra cara del globo ha dado un drástico vuelco al panorama político de toda Alemania.
La CDU de Merkel se mantuvo como primera fuerza, con un nada desdeñable 39% de los votos.
Pero Los Verdes, cuya principal seña de identidad es la oposición a la energía atómica, se dispararon 12,5 puntos respecto de las elecciones de 2006.
"Tras Fukushima", argumenta Özdemir, "apremia saber qué usaremos después del átomo. Los pronucleares no pudieron ofrecer una respuesta. Nosotros la damos".
P. ¿Cree que la conversión antinuclear de CDU y FDP les ha costado el Gobierno de Stuttgart?
R. No solo esa conversión. Defendían el servicio militar obligatorio hasta que lo abolieron casi de improviso. Criticaban nuestra ley de desconexión nuclear de 2002 y ahora la quieren emular. Criticaban nuestra ley de inmigración, pero cuando Wolfgang Schäuble (CDU) accedió a Interior, fundó la Conferencia del Islam y dijo que la religión musulmana es parte de Alemania.
El actual jefe de Interior [el socialcristiano bávaro Hans-Peter Friedrich (CSU)] le contradice ahora.
Las bases democristianas están desorientadas. Sus líderes hacen una política pendular: dicen una cosa, después la contraria. Podría pasar lo mismo con sus opiniones sobre energía atómica. A Angela Merkel se le ha perdido la brújula y no sabe ni dónde buscarla.
P. Esa coherencia de Los Verdes que destaca ¿no viene de que llevan tantos años sin responsabilidades políticas notables?
R. Hace años que mejoramos en las elecciones, pero no cabe duda de que estamos en un punto de inflexión y ante un reto.
P. Con las posiciones antinucleares va a ser difícil atraer más votantes: casi todos lo son a estas alturas.
R. No soy tan cínico. Me da igual quién apague las nucleares, mientras sea para siempre. En eso creo que descansa nuestra credibilidad.
P. ¿ Es un guiño a la CDU para las elecciones generales de 2013 ? El ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen (CDU), al que Merkel ignoró cuando él proponía mayor mesura en la prolongación de la vida útil de las nucleares, anduvo estos días con una corbata verde.
R. La CDU sabe que el FDP está tan debilitado que podría quedar fuera de juego en 2013. Si quieren hablar con nosotros, tienen que apagar las nucleares. Con el SPD tenemos más puntos comunes, pero el criterio es: cuanto más verde, mejor.
Que un partido copresidido por una persona de ascendencia turca haya obtenido el éxito en las urnas es otro aspecto destacable de la elección del domingo pasado.
Özdemir considera que Alemania va camino de quitarse "las gafas étnicas" para valorar a sus líderes. También aquí percibe un cambio positivo, pese al retroceso que supuso la polémica desatada por el socialdemócrata Thilo Sarrazin y su libro superventas antimusulmán
Alemania se suprime.
Hace 10 días sorprendía ver al presidente de Los Verdes apoyando en televisión las sanciones contra Gadafi y enfrentándose a representantes de los demás partidos para defender el mandato de la ONU que permitió el ataque al régimen libio.
P. Es usted mucho más crítico con el ministro de Exteriores y líder liberal, Guido Westerwelle, que con Angela Merkel.
R. Ambos cometieron un enorme error. Él fue tan torpe de responder en la ONU a una pregunta que nadie le había hecho: se abstuvo en la votación porque, decía, "no habrá soldados alemanes en Alemania". ¡Pero una cosa no obliga a la otra!
Gadafi guerrea con armas alemanas contra los rebeldes... y Westerwelle se abstiene. Merkel y Westerwelle querían ir a la guerra de Irak en 2002, pero resulta que se han convertido a un perverso pacifismo electoralista.
Cuando se fundó en 1979, Los Verdes era el partido de los contestatarios y subversivos de 1968. Para sus críticos a la izquierda se ha convertido en "un partido como otro cualquiera" y la oposición al átomo es el único principio fundacional que mantienen.
Özdemir ingresó en el partido en 1981, con 15 años de edad. Hoy pasa por un dirigente pragmático. Vivió desde la tercera fila los duelos entre los realistas y los fieles a los principios fundacionales a finales de los años ochenta, que ganaron los primeros con Joschka Fischer a la cabeza, que después fue ministro de Exteriores en el Gabinete del socialdemócrata Gerhard Schröder (1998-2005).
P. Su partido provocaba miedos casi cervales entre los conservadores...
R. No nos presentamos proponiendo la revolución. No prohibiremos los Porsche ni obligaremos a andar en bicicleta. Es un cambio tranquilo.
P. ¿Votar verde no es una especie de bálsamo para las conciencias de personas acomodadas que, en el fondo, no quieren renunciar a su buena vida ?
R. Qué quiere que le diga. Es cierto que todos vivimos con contradicciones. Al menos, nosotros hablamos de muchas cosas que otros ignoran. Y tratamos de encontrar soluciones. Tenemos una dirección. Eso es lo que ofrecemos, de modo que eso que dice no es del todo cierto.
Tenemos que tratar con las empresas y otras fuerzas sociales. Hay una serie de grandes empresarios que son intratables para nosotros, pero con otros muchos, sobre todo de pymes, estamos de acuerdo en cambiar las cosas sin frenar el crecimiento y creando empleo. Lo que las empresas quieren es lo mismo que la gente: credibilidad.
Fuente:El País
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