En caso de tener razón, esta cepa se sumará a los tantos otros virus que portan los murciélagos.
Las epidemias del síndrome respiratorio agudo grave (SRAS, por su sigla inglés) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por su sigla en inglés) fueron ocasionadas por coronavirus de murciélagos, al igual que una epidemia viral altamente destructiva que se presentó en los cerdos.
Un murciélago puede ser portador de distintos virus sin enfermarse. Son la reserva natural de los virus de Marburgo, Nipah y Hendra, que han ocasionado enfermedades y brotes en humanos en África, Malasia, Bangladés y Australia. Se cree que son la reserva natural del virus del Ébola. También son portadores del virus de la rabia, pero en ese caso los murciélagos sí son afectados por la enfermedad.
Su tolerancia a los virus, que supera a la de otros mamíferos, es una de sus muchas cualidades particulares. Son los únicos mamíferos que vuelan, devoran toneladas de insectos portadores de enfermedades y son fundamentales para la polinización de muchas frutas como los plátanos, los aguacates y los mangos. También son un grupo bastante diverso, pues conforman alrededor de una cuarta parte de todas las especies de mamíferos.
No obstante, su capacidad para coexistir con los virus que pueden transmitirse a otros animales, en especial a los humanos, puede tener consecuencias desastrosas cuando los comemos, los comercializamos en mercados ganaderos e invadimos su territorio.
La manera en que transmiten los virus y sobreviven con ellos ha sido una gran incógnita para la ciencia, y las investigaciones recientes sugieren que la respuesta podría residir en la forma en que las adaptaciones evolutivas de los murciélagos que les permiten volar modificaron su sistema inmunológico.
En un ensayo de 2018 publicado en Cell Host and Microbe, científicos de China y Singapur dieron a conocer su investigación acerca de cómo los murciélagos lidian con algo llamado percepción del ADN. La energía que requiere el vuelo es tal que las células del cuerpo se rompen y liberan fragmentos de ADN que se quedan flotando donde no deberían hacerlo. Los mamíferos, incluidos los murciélagos, tienen maneras de identificar y responder a esos fragmentos de ADN, los cuales podrían indicar la invasión de un organismo que podría provocarles una enfermedad; sin embargo, descubrieron que en los murciélagos, la evolución ha debilitado ese sistema, que normalmente les causaría inflamación mientras su cuerpo combate los virus.
Los murciélagos han perdido algunos genes que influyen en esa respuesta, lo cual tiene lógica porque la inflamación en sí misma puede ser muy dañina para el cuerpo. Tienen una respuesta debilitada, pero sigue ahí. Por lo tanto, escribieron los investigadores, esta respuesta debilitada quizá les permite mantener un “estado equilibrado de respuesta efectiva pero no ‘exagerada’ en contra de los virus”.
Por supuesto, en este momento es de vital importancia saber cómo se manejará y contendrá el brote actual del virus conocido oficialmente como CoV-2019, pero rastrear su origen y emprender acciones para combatir más brotes podría depender en gran parte del conocimiento que se tenga respecto a los murciélagos y su monitoreo.
“El brote puede contenerse y controlarse”, afirmó Daszak, “pero si desconocemos su origen a largo plazo, entonces este virus puede seguir diseminándose”.
Es cierto que los roedores, los primates y las aves también son portadores de enfermedades que pueden transmitirse a las personas y lo han hecho; en ese aspecto, los murciélagos están lejos de ser los únicos en la mira. No obstante, hay razones para creer que estuvieron implicados en varios brotes de enfermedades y que podrían relacionarse con más.
Su población es numerosa y su presencia es generalizada. Aunque los murciélagos representan una cuarta parte de las especies de mamíferos, los roedores constituyen el 50 por ciento y después está el resto de nosotros. Los murciélagos viven en todos los continentes, excepto en la Antártida, y están cerca de los humanos y sus granjas. Su capacidad de volar hace que abarquen grandes territorios, lo que contribuye a la propagación de los virus, además de que sus heces fecales también pueden propagar enfermedades.
Habitantes de diversas partes del mundo comen murciélagos y los venden en mercados de animales vivos, los cuales fueron la fuente del SRAS y probablemente del brote más reciente de coronavirus que comenzó en Wuhan. Con frecuencia también viven en grandes colonias dentro de cuevas, donde las condiciones de hacinamiento son ideales para la transmisión de virus de un organismo a otro.
En un informe publicado en 2017 en Nature, Daszak, Kevin J. Olival y otros colegas de EcoHealth Alliance reportaron que habían creado una base de datos de 754 especies de mamíferos y 586 especies virales, y analizaron qué mamíferos albergaban qué virus y cómo estos afectaban a su huésped.
Confirmaron las sospechas de los científicos: “Los murciélagos son huéspedes de una proporción bastante más alta de zoonosis en comparación con el resto de los mamíferos”. Las zoonosis son enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos.
Los murciélagos no solo sobreviven a los virus que portan, sino que son extraordinariamente longevos para ser un mamífero tan pequeño. El Eptesicus fuscus, o murciélago moreno, es una especie común en Estados Unidos y puede vivir casi 20 años en estado silvestre. Otros viven casi 40 años. Un pequeño murciélago en Siberia vivió hasta los 41 años por lo menos. Animales como el ratón doméstico viven aproximadamente dos años en promedio.
Aunque es necesario estudiar a los murciélagos, entender su fisiología y monitorear los virus que portan por el bienestar de la salud pública, eso no significa que sean los culpables del brote.
Un murciélago puede ser portador de distintos virus sin enfermarse. Son la reserva natural de los virus de Marburgo, Nipah y Hendra, que han ocasionado enfermedades y brotes en humanos en África, Malasia, Bangladés y Australia. Se cree que son la reserva natural del virus del Ébola. También son portadores del virus de la rabia, pero en ese caso los murciélagos sí son afectados por la enfermedad.
Su tolerancia a los virus, que supera a la de otros mamíferos, es una de sus muchas cualidades particulares. Son los únicos mamíferos que vuelan, devoran toneladas de insectos portadores de enfermedades y son fundamentales para la polinización de muchas frutas como los plátanos, los aguacates y los mangos. También son un grupo bastante diverso, pues conforman alrededor de una cuarta parte de todas las especies de mamíferos.
No obstante, su capacidad para coexistir con los virus que pueden transmitirse a otros animales, en especial a los humanos, puede tener consecuencias desastrosas cuando los comemos, los comercializamos en mercados ganaderos e invadimos su territorio.
La manera en que transmiten los virus y sobreviven con ellos ha sido una gran incógnita para la ciencia, y las investigaciones recientes sugieren que la respuesta podría residir en la forma en que las adaptaciones evolutivas de los murciélagos que les permiten volar modificaron su sistema inmunológico.
En un ensayo de 2018 publicado en Cell Host and Microbe, científicos de China y Singapur dieron a conocer su investigación acerca de cómo los murciélagos lidian con algo llamado percepción del ADN. La energía que requiere el vuelo es tal que las células del cuerpo se rompen y liberan fragmentos de ADN que se quedan flotando donde no deberían hacerlo. Los mamíferos, incluidos los murciélagos, tienen maneras de identificar y responder a esos fragmentos de ADN, los cuales podrían indicar la invasión de un organismo que podría provocarles una enfermedad; sin embargo, descubrieron que en los murciélagos, la evolución ha debilitado ese sistema, que normalmente les causaría inflamación mientras su cuerpo combate los virus.
Los murciélagos han perdido algunos genes que influyen en esa respuesta, lo cual tiene lógica porque la inflamación en sí misma puede ser muy dañina para el cuerpo. Tienen una respuesta debilitada, pero sigue ahí. Por lo tanto, escribieron los investigadores, esta respuesta debilitada quizá les permite mantener un “estado equilibrado de respuesta efectiva pero no ‘exagerada’ en contra de los virus”.
Por supuesto, en este momento es de vital importancia saber cómo se manejará y contendrá el brote actual del virus conocido oficialmente como CoV-2019, pero rastrear su origen y emprender acciones para combatir más brotes podría depender en gran parte del conocimiento que se tenga respecto a los murciélagos y su monitoreo.
“El brote puede contenerse y controlarse”, afirmó Daszak, “pero si desconocemos su origen a largo plazo, entonces este virus puede seguir diseminándose”.
Es cierto que los roedores, los primates y las aves también son portadores de enfermedades que pueden transmitirse a las personas y lo han hecho; en ese aspecto, los murciélagos están lejos de ser los únicos en la mira. No obstante, hay razones para creer que estuvieron implicados en varios brotes de enfermedades y que podrían relacionarse con más.
Su población es numerosa y su presencia es generalizada. Aunque los murciélagos representan una cuarta parte de las especies de mamíferos, los roedores constituyen el 50 por ciento y después está el resto de nosotros. Los murciélagos viven en todos los continentes, excepto en la Antártida, y están cerca de los humanos y sus granjas. Su capacidad de volar hace que abarquen grandes territorios, lo que contribuye a la propagación de los virus, además de que sus heces fecales también pueden propagar enfermedades.
Habitantes de diversas partes del mundo comen murciélagos y los venden en mercados de animales vivos, los cuales fueron la fuente del SRAS y probablemente del brote más reciente de coronavirus que comenzó en Wuhan. Con frecuencia también viven en grandes colonias dentro de cuevas, donde las condiciones de hacinamiento son ideales para la transmisión de virus de un organismo a otro.
En un informe publicado en 2017 en Nature, Daszak, Kevin J. Olival y otros colegas de EcoHealth Alliance reportaron que habían creado una base de datos de 754 especies de mamíferos y 586 especies virales, y analizaron qué mamíferos albergaban qué virus y cómo estos afectaban a su huésped.
Confirmaron las sospechas de los científicos: “Los murciélagos son huéspedes de una proporción bastante más alta de zoonosis en comparación con el resto de los mamíferos”. Las zoonosis son enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos.
Los murciélagos no solo sobreviven a los virus que portan, sino que son extraordinariamente longevos para ser un mamífero tan pequeño. El Eptesicus fuscus, o murciélago moreno, es una especie común en Estados Unidos y puede vivir casi 20 años en estado silvestre. Otros viven casi 40 años. Un pequeño murciélago en Siberia vivió hasta los 41 años por lo menos. Animales como el ratón doméstico viven aproximadamente dos años en promedio.
Aunque es necesario estudiar a los murciélagos, entender su fisiología y monitorear los virus que portan por el bienestar de la salud pública, eso no significa que sean los culpables del brote.
Como otros han señalado, los humanos han invadido la vida de los murciélagos, no al contrario.
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