"Hemos hecho historia y hemos pasado la página de la posguerra", dijo Bukele ante los suyos al proclamar su victoria. "Ganamos en primera vuelta y sumamos más votos que Arena y el FMLN juntos" agregó mientras los fuegos artificiales estallaban en la capital. "Hemos ganado en los 14 departamentos del país". En la acera de enfrente, Calleja admitió la derrota y reconoció la limpieza de los comicios celebrados este domingo.
Bukele ha barrido a sus contrincantes con un discurso muy básico y repetitivo centrado en el combate a la corrupción y una activa campaña en redes sociales que ha calado en el electorado más joven, de 30 años o menos. A su arrolladora victoria ha contribuido el hundimiento del partido en el poder, el FMLN, después de diez años de Gobierno: ha pesado como una losa la corrupción, la falta de resultados frente a la violencia y la ausencia de respuesta a las demandas tradicionales de la izquierda.
Aunque las encuestas auguraban una cómoda victoria, el hartazgo del electorado antes los últimos escándalos de corrupción vinculados al cobro de sobresueldos y el hecho de que los tres últimos presidentes estén procesados, ha terminado de movilizar a los simpatizantes de Bukele forma masiva.
Para evitar la segunda vuelta, el exalcalde de San Salvador necesitaba la mitad de los sufragios más uno. Esa cifra, sin embargo, se ha quedado corta: Bukele ha superado con creces el techo, lo que le ha permitido convertirse de forma automática en próximo presidente salvadoreño, por primera vez en la historia reciente del país desde la firma de los acuerdos de paz en 1992. Las aspiraciones de Arena pasaban por que al FMLN no cayera de forma apabullante para poder forzar una segunda ronda en marzo.
Bukele (1981) comenzó su carrera política en el FMLN, bajo cuyas siglas llegó a ser jefe del Gobierno capitalino entre 2015 y 2018. Durante esa etapa se dio a conocer como un eficaz gestor capaz de recuperar el tenebroso centro de la capital. Posteriormente, se enfrentó con su partido, que no pensaba en él como candidato presidencial. Para materializar sus ambiciones no le importó abandonar la formación y unirse a un partido, Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), señalado de graves casos de corrupción pero que le proporcionó el registro electoral que necesitaba. Durante la batalla con su antiguo partido, con la derecha y con la gran prensa de salvadoreña forjó su imagen de rebelde e idealista que ha encandilado a sus votantes.
Consecuencias regionales
La estrepitosa derrota del FMLN de Sánchez Cerén tendrá también consecuencias regionales. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pierde uno de los escasos apoyos latinoamericanos que le quedaban. Cerén fue uno de los cuatro mandatarios junto al cubano Agustín Díaz Canel, el nicaragüense Daniel Ortega y el boliviano Evo Morales, que acudieron a la proclamación de Maduro en Caracas en enero. Bukele ha comparado a Ortega con el dictador Anastasio Somoza.
Entre sus propuestas de gobierno destacan un ambicioso plan de infraestructuras que incluyen un puerto y un tren, pero falta información detallada sobre cómo financiará las obras, una tarea complicada dado el enorme déficit público salvadoreño. El nuevo presidente no lo tendrá fácil: la parálisis política amenaza sus primeros años en el Ejecutivo. Bukele deberá hacer política en una Asamblea dominada por los dos partidos hegemónicos en El Salvador —Arena y el FMLN— y en la que su nueva formación —GANA— apenas cuenta. El nuevo jefe de Estado y de Gobierno tiene dos años para intentar trasladar su mediático arrastre a las elecciones a la Asamblea, que se celebrarán en 2021.
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