La Nicaragua sangrienta gobernada por Anastasio Somoza Debayle en sus dos últimos años (1978-1979) y la actual gobernada por Daniel Ortega guardan mucha similitud en la manera en que resuelven los conflictos sociales mediante la represión irracional a través de sus fuerzas de seguridad y escuadrones que actúan impunemente. En ambos casos sus blancos favoritos han sido los jóvenes, según coinciden un defensor de los derechos humanos y un sociólogo. En las fotos portadas del Diario La Prensa de abril de 1979 muestran la represión en contra de la juventud por parte del gobierno del dictador Anastasio Somoza
Los archivos del Diario LA PRENSA, de esos últimos años del dictador Somoza, muestran la crueldad del tirano. Aparecían jóvenes asesinados por todos los barrios de Managua, en León, Estelí, Masaya, Granada y Rivas, así como el ataque a los recintos universitarios.
La causa de tantos crímenes era que había una rebelión popular que pedía la salida de Somoza del poder, como lo pide ahora la ciudadanía con Ortega, luego de la brutal masacre de más de 80 personas, según organismos de derechos humanos, en su mayoría, estudiantes universitarios, entre abril y mayo de este año. Esta ha sido considerada la mayor masacre gubernamental en la Historia de Nicaragua.
Otro argumento de Ortega que coincide con el de Somoza es que interpreta que las demandas ciudadanas de que abandone el poder tienen las intención de un golpe de Estado.
Portadas del Diario La Prensa de abril de 1979 muestran la represión en contra de la juventud por parte del gobierno del dictador Anastasio Somoza y las denuncias de la Iglesia católica por la represión.
Portadas del Diario LA PRENSA de abril de 1979 muestran la represión en contra de la juventud por parte del gobierno del dictador Anastasio Somoza y las denuncias de la Iglesia católica por la represión.
Para el defensor de derechos humanos Álvaro Leiva Sánchez, “a Somoza y Ortega los caracteriza la injusticia, la indolencia y la impunidad. Ambos son dictadores crueles que privan de la vida y violentan profundamente los derechos humanos y el derecho de la vida, como un derecho humano fundamental”, expresó Leiva Sánchez, secretario ejecutivo de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
De acuerdo con Leiva, Somoza y Ortega son autores de crímenes de lesa humanidad. “Los crímenes de ambos dictadores por sus fuerzas de seguridad y sus paramilitares son de lesa humanidad que tendrán que ser castigados en el tiempo, porque no prescriben y un día tendrán que pagar ante la justicia”, sostiene.
Para el defensor de derechos humanos Álvaro Leiva Sánchez, “a Somoza y Ortega los caracteriza la injusticia, la indolencia y la impunidad. Ambos son dictadores crueles que privan de la vida y violentan profundamente los derechos humanos y el derecho de la vida, como un derecho humano fundamental”, expresó Leiva Sánchez, secretario ejecutivo de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
De acuerdo con Leiva, Somoza y Ortega son autores de crímenes de lesa humanidad. “Los crímenes de ambos dictadores por sus fuerzas de seguridad y sus paramilitares son de lesa humanidad que tendrán que ser castigados en el tiempo, porque no prescriben y un día tendrán que pagar ante la justicia”, sostiene.
La denuncia de la Iglesia
Los asesinatos generados por los escuadrones de la muerte y las fuerzas de seguridad, tanto de Somoza como de Ortega, también han merecido la denuncia de la Iglesia católica. En abril de 1979, el entonces arzobispo de Managua, Miguel Obando y Bravo, en una visita que realizó a Costa Rica, denunció que en Nicaragua se estaba “exterminando a la juventud” de manera violenta por pedir la salida de Somoza Debayle.
En ese mismo año, el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Manuel Salazar, denunció ante el mundo que en Nicaragua “había una carnicería contra la juventud”.
Ante la represión gubernamental del gobierno de Ortega, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, ha denunciado el “dolor por tantos nicaragüenses asesinados cruelmente por la dura represión” orteguista.
Para el sociólogo Óscar René Vargas, Ortega es copia de Somoza en el modelo de represión. “La violencia y la represión indiscriminada de Ortega es la misma que usó Somoza y sus blancos eran los jóvenes que eran asesinados por paramilitares y escuadrones. Recordemos que como a Somoza, también a Ortega le piden que abandone el poder y ambos han pensado igual: que les querían dar golpe de Estado”, afirmó Vargas.
El sociólogo explicó que en cuanto al uso de los paramilitares o escuadrones de la muerte, Somoza “reprimía de día y Ortega lo hace de noche”.
Los asesinatos generados por los escuadrones de la muerte y las fuerzas de seguridad, tanto de Somoza como de Ortega, también han merecido la denuncia de la Iglesia católica. En abril de 1979, el entonces arzobispo de Managua, Miguel Obando y Bravo, en una visita que realizó a Costa Rica, denunció que en Nicaragua se estaba “exterminando a la juventud” de manera violenta por pedir la salida de Somoza Debayle.
En ese mismo año, el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Manuel Salazar, denunció ante el mundo que en Nicaragua “había una carnicería contra la juventud”.
Ante la represión gubernamental del gobierno de Ortega, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, ha denunciado el “dolor por tantos nicaragüenses asesinados cruelmente por la dura represión” orteguista.
Para el sociólogo Óscar René Vargas, Ortega es copia de Somoza en el modelo de represión. “La violencia y la represión indiscriminada de Ortega es la misma que usó Somoza y sus blancos eran los jóvenes que eran asesinados por paramilitares y escuadrones. Recordemos que como a Somoza, también a Ortega le piden que abandone el poder y ambos han pensado igual: que les querían dar golpe de Estado”, afirmó Vargas.
El sociólogo explicó que en cuanto al uso de los paramilitares o escuadrones de la muerte, Somoza “reprimía de día y Ortega lo hace de noche”.
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