Un año antes, Uruguay se había clasificado ganando, ante Perú y Venezuela, todos los puntos de las eliminatorias, algo nunca repetido. El técnico fue el mayor del Ejército Rafael Milans. Sin embargo, para la fase final de la Copa la AUF eligió a Ondino Viera, una primera figura entre los entrenadores.
Ondino, como le decían todos, estableció un ambicioso plan de preparación, aunque la disputa de la Libertadores le impidió contar con los jugadores de Peñarol hasta el 20 de mayo, día de la final con River argentino en Santiago. Cuando estuvo todo el grupo, se realizó una gira por Cercano Oriente y Europa, para desembarcar por fin en Londres.
Los 22 uruguayos de aquel Mundial fueron Ladislao Mazurkiewicz (Peñarol), Horacio Troche (Cerro), Jorge Manicera (Nacional), Luis Ubiña (Rampla Juniors), Néstor Gonçálvez (Peñarol), Omar Caetano (Peñarol), Julio César Cortés (Peñarol), Milton Viera (Nacional), José Sasía (Defensor), Pedro Rocha (Peñarol), Domingo Pérez (Nacional), Roberto Sosa (Nacional), Nelson Díaz (Peñarol), Emilio Álvarez (Nacional), Luis Ramos (Nacional), Eliseo Álvarez (Rampla Juniors), Pablo Forlán (Peñarol), Víctor Espárrago (Nacional), Héctor Silva (Peñarol), Héctor Salvá (Danubio), José Urruzmendi (Nacional) y Walter Taibo (Peñarol).
Ya en el debut Uruguay tuvo que vérselas contra Inglaterra en el estadio de Wembley, tras una inauguración con toda la pompa ante los ojos de la reina Isabel. Viera trazó un plan defensivo perfecto que permitió mantener el empate a cero. Fue el único punto que dejaron los ingleses en su camino al título.
Después, se dio vuelta ante Francia un partido que se perdía, con goles de Rocha y Cortés. Y la clasificación se consiguió gracias a un sufrido empate a cero ante México. Estaba claro uno de los males celestes de esos años: escasa fuerza ofensiva.
El rival en cuartos fue Alemania Federal en Sheffield, con el arbitraje del inglés James Finney. Al mismo tiempo, Argentina enfrentaba a Inglaterra en Wembley, con un juez alemán, Rudolf Kreitlein. Las designaciones fueron realizadas por el propio presidente de la FIFA, el inglés Stanley Rous.
Ya el Mundial navegaba entre controversias. Los árbitros habían tolerado el juego violento contra Pelé, con lo cual Brasil quedó eliminado. Tampoco hubo sanciones para el juego sucio del inglés Nobby Stiles.
Los celestes arrancaron bien ante los alemanes. A los cinco minutos, un remate de Cortés dio en el travesaño y, según los jugadores, picó adentro. Casi enseguida, un cabezazo de Rocha se metía cuando el tal Schnellinger -un excelente defensa también- la sacó con la mano, como haría Suárez ante Ghana 44 años más tarde. Pero no se cobró penal, ni hubo cámaras que repitieran la incidencia de todos los ángulos. Unos días después, el documento llegó a través de la revista alemana Stern. Ahí estaba, clarita, la mano.
Pese al dominio uruguayo, Alemania se puso 1-0 mediante un gol de rebote. A poco de comenzado el segundo tiempo, Troche resultó expulsado por agredir a un rival. Y poco más tarde también Héctor Silva, por protestar. Once contra nueve, Alemania llevó el resultado a un duro 4-0, que marcó la eliminación de los celestes.
“Los uruguayos fueron fantásticamente desafortunados en los primeros siete minutos, pero después perdieron la cabeza”, comentó el diario británico Sunday Telegraph.
La Copa siguió sin Uruguay. Y sin Argentina, que sufrió ante los ingleses la expulsión de su capitán Rattin. Pero las polémicas no terminaron. Inglaterra le ganó 4 a 2 la final a Alemania, tras un alargue. Solo el línea ruso vio el tercer gol, una pelota que dio en el travesaño y picó hacia afuera. Y cuando llegó el cuarto gol, algunos hinchas estaban en plena cancha festejando por anticipado, por lo cual no debió ser validado.
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