Días pasados el periodista Emiliamno Cotelo entrevistó al presidente del Frente Amplio Dr Javier Miranda. Así dio comienzo: Emiliano Cotelo —Difícil dilucidar cuál de los dos actos fue el más concurrido. Lo que nadie discute es cuán movilizado estuvo este arranque del año. Los auto convocados del agro primero, el 23 de enero, y el Frente Amplio (FA) este domingo, 4 de febrero, con motivo de su aniversario 47. Es imposible no vincular un acto con el otro, por más que hayan aclarado que el del agro no era contra el FA ni el del oficialismo era contra los autoconvocados. La contraposición quedó. Uno de los que más la hicieron notar, aunque no de manera directa, fue el tercer orador del acto del FA, Javier Miranda. Se refirió a intentos desestabilizadores, criticó a la oposición con dureza, anticipó una victoria en 2019 para el partido de Gobierno. Hay unas cuantas preguntas para formular a propósito de lo que fue esta movida. Para eso está con nosotros el doctor Javier Miranda.
¿Consiguió una buena laptop después del domingo?
JAVIER MIRANDA (JM) —Tengo varias, pero sí, tuvimos un fallo técnico, se murió la batería, qué curioso. No estaba previsto.
EC —Dos veces debió interrumpir el discurso porque la laptop en la que estaba leyendo se le trancó…
JM —Había que tener laptop porque había mucho viento y los papeles se vuelan. Y yo los discursos en general no los improviso, y creo que este 4 de febrero no era momento para improvisar, había que haber estudiado.
EC —Me llamó la atención, sí, que si iba a leer el discurso recurriera a una computadora, que siempre tiene algún riesgo.
JM —Sí, pero le tenía más miedo al viento. En fin, son anécdotas, queda como parte del anecdotario de un acto, nada más.
EC —Desde el punto de vista de la organización, de lo que se había planificado, ¿qué relación tenía este acto del domingo con las manifestaciones del agro del mes de enero?
JM —De ninguna manera pretendíamos ni pretendemos que el acto del cumpleaños del Frente fuera una contestación al 23 de enero. Lo dijimos expresamente.
EC —Pero ustedes hicieron una exhortación especial a la militancia para que concurriera a Piriápolis.
JM —Por supuesto, porque entendimos que valía la pena reafirmar. Festejamos el cumpleaños del FA todos los años, cada 5 de febrero el FA hace un acto.
EC —Pero esta vez tuvo una connotación especial.
JM —En el contexto político en que se vivía, en el que había sin duda una contestación muy fuerte a las políticas del Gobierno, pero no solo por la movilización del 23 de enero, sino por el contexto político que eso generó, era natural que hubiera una mayor movilización. Y de hecho la hubo.
EC —Entonces, ¿cómo lo concebían?, ¿qué era ese acto?
JM —Era un acto de festejo del cumpleaños del FA, en el que el FA festejaba su cumpleaños, fijaba una vez más su línea y reafirmaba su apoyo a las políticas que venimos llevando adelante.
EC —Un detalle llamativo fue que en el FA se apropiaron del hashtag, de la etiqueta de Twitter #FocaPalooza, que era una broma de los críticos de la izquierda en redes sociales.
JM —Claro, es normal.
EC —Todo era un tema de réplica, porque FocaPalooza, a su vez, era una respuesta a otro hashtagsarcástico, aquel de #AgroPalooza que muchos frenteamplistas habían usado en las redes sociales para cuestionar el acto de los autoconvocados de Durazno.
JM —Sí. Esas cosas suceden, son respuestas. Se nos acusa de focas –que las focas no aplauden en realidad, los que aplauden son los lobos, pero no importa– porque vamos y aplaudimos. Lo tomamos en tono de broma y nos autodenominamos focas y FocaPalooza y ya está. No pasa de ser un juego de comunicación, creo que no da para mucho más que eso.
EC —Pero no era la reacción obvia, la de tomarlo, la de asumirlo. Usted mismo en el discurso llamó a la gente “focas”, “focapaloozas, aplaudan”.
JM —Claro, porque eso descoloca a aquellos que nos venían atacando. Es un recurso de comunicación y de convocatoria.
EC —Sobre este aspecto, unas semanas atrás acá en En Perspectiva entrevistamos a Diego Barcia, que es especialista en redes sociales, sobre lo que había ocurrido en redes en torno a la movida del 23 de enero. Pero ayer de tarde lo consultamos de nuevo sobre esto que había pasado en Piriápolis…
(Audio Diego Barcia)
Creo que fue un uso muy inteligente, no sé si fue organizado o no, pero fue muy inteligente. Más allá de que se haya transformado o no en un vehículo feliz del elemento de social media, como el hashtag FocaPalooza, no deja de hablar del tema, de esa rivalidad que hay, en qué lugar había menos gente, o quién trucaba más las fotos, o quién hacía referencia a ese evento sin manejar los ejes de la comunicación del evento. Tanto para el AgroPalooza como para el FocaPalooza. De hecho, en esta conversación los estamos mencionando así, y no dejan de ser el acto del agro y el acto del Frente Amplio.
(Fin audio)
EC —¿Lo preocupa esa consecuencia de haber terminado entrando en ese terreno?
JM —No, no. No, porque creo que hay que volver a centrar la discusión en los temas de ideas.
Son recursos de comunicación, de convocatoria.
EC —Pero una parte del debate quedó en ese terreno, en el de FocaPalooza o no.
JM —Está bien, pero hay que descentrarlo de ahí. Insisto, creo que son juegos de comunicación que se hacen en la sociedad, en una sociedad que está comunicada por redes. Yo no soy el más activo en las redes y sin embargo esto de FocaPalooza, AgroPalooza y qué sé yo me llegó. Hay estas batallitas en las redes, es una realidad. Y uno utiliza los recursos de la sociedad para convocar a la gente, no es más que eso, creo. Preferiría discutir más los fondos de los contenidos.
EC —Lo vamos a discutir.
JM —No se lo digo a usted, en general en la sociedad me gustaría mucho más discutir los contenidos programáticos e ideológicos que están en los discursos, en las intervenciones, en las movilizaciones y en las propuestas que estas cuestiones, que no son menores, vivimos en una sociedad de comunicaciones en que el recurso de comunicación es fundamental.
EC —Vamos a su alocución, y a uno de los pasajes que provocaron más revuelo, cuando se refirió a la oposición, o a “las oposiciones”. Dijo: “Frente a las políticas de igualdad, de distribución de derechos, que propone y realiza efectivamente el Frente Amplio, la única propuesta de las oposiciones es el ‘no’, que nada propone y solo busca obstaculizar”. No es la primera vez que hace un planteo así. ¿Por qué insiste en esto de que del otro lado no hay propuestas cuando ya le han contestado?
JM —Porque las respuestas que hay… contestaba por ejemplo el senador Bordaberry ayer: “Hemos presentado tantos proyectos de ley”.
EC —Sí: “Hay más de cien propuestas presentadas a la Presidencia y a los ministros; no las pidan si no les van a prestar atención, por favor”, escribió Bordaberry en Twitter.
JM —Creo que no se entiende… En fin, entiendo también la lógica de la dialéctica en la que esto se plantea, que es cuál es el programa de Gobierno, cuál es el programa de país, no la ley esta, la ley aquella, la ley puntual. No, sino qué idea tiene usted de cómo se proyecta el país. Sobre el final hablo de la construcción del programa del FA, nosotros salimos a construir el programa del FA en todo el país, debatiendo en todo el país. Es un programa, no es la ley 1, la ley 2, la ley 3, o el proyecto de ley tal, tal y tal, es una integralidad, un proyecto de sociedad, un proyecto país. Eso es lo que no veo que aparezca en las oposiciones.
Lo cual si se quiere es hasta una invitación, en una parte digo “invitamos al debate de ideas y a los uruguayos, incluso más allá del FA, a que discutamos estos programas”. Yo quiero una oposición que me presente un programa alternativo, porque quiero discutir en el terreno de las ideas, no en el terreno de la reacción puntual. ¿Cuál es la reacción puntual? Aumentemos las penas. Ante un robo o un homicidio repudiable, condenable, presentamos un proyecto de ley para agravar las penas. Esta es la lógica con la que se han movido, creo yo, las oposiciones. No las subestimo, quiero provocar el debate de ideas en la sociedad. ¿Se entiende? Desafío a ese debate.
EC —Otro punto en el que usted se apoyó el domingo y en el que acaba de insistir también es “las oposiciones”.
JM —Claro, no hay una única oposición, hay variantes dentro de la oposición.
EC —De esa forma también busca dividir, fomentar la división, incentivar la división.
JM —Insisto, la confrontación es buena, la democracia consiste en buena medida en la confrontación de modelos de país, de proyectos de país. Pero si voy a confrontar con otro, que además procura ganarme en una futura elección, no voy a abroquelarlo en un único sector. Esa es la tendencia, la lógica ha sido intentar abroquelar a la oposición, y no lo han logrado, cuando nosotros no tuvimos las mayorías parlamentarias la oposición no logró pasar más que comisiones investigadoras. Ahí está la lógica de la oposición.
¿Qué pasó cuando el famoso affaire del voto 50 en la Cámara de Representantes, del que tanto se habló? Dígame cuántos proyectos de ley logró llevar adelante la oposición, ahora dicho en singular. Ninguno, fueron puras mayorías en comisiones investigadoras. Y esta es la lógica, primero, de la oposición, de la […], y por otro lado de que hay una pluralidad de oposiciones. Y es natural que exista, existe un Partido Colorado (PC). El diputado Amado ayer me envió una carta abierta a mi oficina…
EC —La tengo acá y sobre eso quería preguntarle. Él no quedó nada conforme con lo que usted dijo en el discurso.
JM —Está bien, creo que Amado también aprovechó a contrastar conmigo para posicionarse. Lo cual también es legítimo en términos políticos. Yo tengo una excelente relación con el diputado Amado, hemos hablado mucho, tengo la mejor opinión de su posicionamiento político y efectivamente ha sido uno de los legisladores que han colaborado, cuando ha entendido que correspondía, en proyectos de ley.
EC —Sí, pero ahora está molesto, resalta el hecho de que usted haya introducido ese matiz de las varias oposiciones y cuestiona que “luego haya vuelto a englobar a ‘la oposición’ endilgándonos la falta de proyectos o, lo que es peor, enunciando cuál es el proyecto de la oposición según su visión”. Amado sostiene “mi práctica es de oposición constructiva, algo que tanto usted como el propio presidente Tabaré Vázquez saben”.
JM —Absolutamente, lo sabemos y lo compartimos. Pero cuando uno hace un discurso público no le habla a cada uno, hace el corte grueso. Pongo un ejemplo clarísimo: nos proponen que bajemos el costo del Estado a través de la no incorporación de los jubilados al Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS). Esa fue una propuesta de la principal asesora del senador Lacalle Pou el año pasado o el otro con respecto al Fonasa. Porque es deficitario el sistema de salud. Evidentemente eso no corresponde a Amado, porque Amado apoya el SNIS […]. Cuando uno hace un discurso, hace el discurso grueso. ¿Dónde tengo yo el principal interlocutor en la discusión política hoy?
EC —Hablando del SNIS, dice Amado: “Miranda indicó que la oposición no quiere un sistema integrado de salud. Se equivoca, nosotros queremos mantener y mejorar el sistema…”.
JM —Amado.
EC —Sí.
JM —Amado quiere eso.
EC —“… Lo que no queremos es tener una dirección de ASSE salpicada por la corrupción y moviéndose con total falta de transparencia, desbordando soberbia y a la que le cuesta rendir cuentas”.
JM —Eso es una generalización de Amado.
EC —También agrega que no quiere “que los recursos de ASSE se destinen a enriquecer empresarios amigos”.
JM —Estamos totalmente de acuerdo, coincido totalmente con eso, pero no quiero entrar en una polémica vis-à-vis con Amado, que además no es precisamente el principal contendor que tiene el FA en la discusión política hoy. Sin perjuicio de que, insisto, es un actor político relevante, con el que hemos mantenido diálogo y con el que seguramente sigamos dialogando. Creo que acá hay también una jugada del diputado Amado, legítima, de posicionarse políticamente en un discurso.
En todo caso me parece bastante más inteligente que otros actores.
EC —Vamos a otro pasaje revulsivo que tuvo su alocución del domingo.
JM —¿Tan revulsivo le pareció?
EC —Sí, hubo frases, sí.
JM —Mire usted…
EC —Por ejemplo, esta: “Debemos estar alertas frente a los que pudieran verse tentados –y no estamos libres– de las aventuras desestabilizadoras de la institucionalidad política. Sin miedo, con firmeza, debemos responder con responsabilidad a esos trasnochados, con más democracia, con más política”. Esto, dicho en el contexto de las movilizaciones de los autoconvocados, dio pie a interpretaciones distintas. Por eso ayer llamamos a Marcelo Nougué, uno de los voceros de este movimiento. Señalaba esto:
(Audio Marcelo Nougué)
En el caso de Miranda, me parece que si hace esas referencias, lo que debería hacer, por el cargo que ocupa en una fuerza política, sería dar nombre y apellido. Para decir quiénes son los que están desestabilizando, incluso para que el propio movimiento esté alerta y los pueda ir sacando. Hacer una acusación de ese tipo genérico no conduce a nada y no corresponde.
(Fin audio)
EC —¿Usted tiene nombre y apellido, como pide Nougué?
JM —No. Lo que acaba de decir Nougué es exactamente lo que dijo el presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional (PN), exactamente, las mismas palabras. Y creo que lo dijo el senador García también. El mismo día que estábamos celebrando el acto vandalizaron el comité de base de La Floresta, en forma muy violenta, con escritos “Astori (palabras irrepetibles)”, etcétera. ¿Hay trasnochados? Sí, claro que los hay. ¿Yo estoy diciendo que el movimiento de autoconvocados es un movimiento violento, desestabilizador? De ninguna manera. Lo que digo es que hay algunos trasnochados y que tenemos que estar alerta. Hubo una de estas peliculitas que salen en WhatsApp en la que agarraban un cordero, lo castraban, lo capaban y decían “Vení, Astori”. Eso es fomentar la violencia. ¿Esa es la actitud del PN? De ninguna manera. ¿Es la actitud del PC? De ninguna manera. ¿Es la actitud de los autoconvocados? De ninguna manera. Pero hay trasnochados.
EC —Pero ¿por qué subrayaba recién que la pregunta que hacía Nougué es la misma que hizo el presidente del directorio del PN, la misma que hizo Javier García?
JM —Porque creo que se está manipulando, [creo que lo que hay es cómo empiezan a jugar los actores políticos, la movida política]. Esto no debe ser y no es la intención mía ni la del FA un contraste entre el FA y los autoconvocados. Nosotros discutimos en términos de partido, el FA es un partido político, es una fuerza política. Su interlocutor de debate son los otros partidos políticos y en los proyectos de país. Desde luego tomamos nota de la realidad, uno tiene que escuchar el movimiento social incontestable, insoslayable, que se reunió el 23 de enero, no lo puede subestimar, hay reivindicaciones que son legítimas, hay reivindicaciones que no son compartibles, pero la discusión en el terreno político es en el terreno político. Hay también intentos de jugar en el terreno político a través de las movilizaciones. Eso también está dentro de las reglas de juego. Pero yo no voy a contestarle al movimiento de autoconvocados, de ninguna manera.
EC —Entonces, ¿quiénes son los desestabilizadores?
JM —¡Estos tarados que pintan los comités de base! ¡Estos imbéciles que ponen estas cosas en WhatsApp! Los que dicen “tenemos que llamar a los muchachos”. ¡Es una alerta!
EC —Ahí quizás usted está…
JM —Abriendo el paraguas.
EC —No, ahí quizás se está deteniendo en personas, en locos sueltos.
JM —Sí, claro, porque no quiero que crezcan y que se conviertan en […] y por eso genero la advertencia.
EC —Sí, pero hizo un planteo un poco más general, dijo: “En países del subcontinente han avanzado los nuevos restauradores del orden injusto, sin miramientos al orden democrático. En Honduras, en Paraguay, en Brasil, entre otros, se han alzado contra la democracia y contra el pueblo, derrocando gobernantes electos para restaurar modelos económicos de desregulación laboral y de recuperación de los privilegios. Y no pararon frente a las instituciones, eso también nos desafía a todos los uruguayos”. Y fue después de todo esto que dijo “debemos estar alerta frente a los que pudieran verse tentados de las aventuras desestabilizadoras”.
JM —Y sí.
EC —Parece aludir a algo un poco más organizado, un poco más global.
JM —No, no, estoy abriendo el paraguas, porque yo no creo en brujas pero que las hay las hay. No quiero caer en el maniqueísmo de decir “aquí viene lo mismo que sucedió en Brasil, lo que sucedió en Paraguay”. Lo que quiero es alertar.
EC —Según la crónica de El País, en la reunión de la Agrupación Nacional de Gobierno, ese mismo domingo…
JM —El País no es el órgano […].
EC —… Juan Castillo, el secretario general del Partido Comunista (PCU), habló de esto mismo y dijo: “Ahora vienen por nosotros”, “hay un desafío de las clases dominantes”.
JM —Eso es un posicionamiento del PCU, deberá consultar a Juan Castillo y está bien. Lo que yo digo es: atenti.
EC —¿Se está hablando de “las clases dominantes”?
JM —Yo no hablé de las clases dominantes, dije acá hay –estoy convencido y quiero que no sea más que eso– una serie –lo digo en términos casi burdos– de tarados que creen que con la polarización y con medidas como la del comité de La Floresta generan un clima de inestabilidad que es muy malo para la política. Incluso digo que eso nos desafía a todos los uruguayos, no al FA. Cuando hablo de la antipolítica, también digo “y acá nos va la vida a todo el sistema político”. Yo creo en el sistema institucional político, puedo tener enormes diferencias con el PN, con el PC en cuál es el modelo de país, pero quiero discutir en términos de democracia con el PN y con el PC cuál es el camino. No quiero los atajos que algunos han intentado. ¡Pero no es una historia nueva! Lo que estoy haciendo es abrir el paraguas, no digo que esté sucediendo. Digo: ojo, no caigamos en la tentación de, de la que no estamos libres.
EC —Hablando de reacciones políticas, ayer consultamos al diputado Pablo Abdala, del PN, que había comentado que ese tipo de declaraciones podían funcionar como “profecías autocumplidas”. Agregó esto:
(Audio Pablo Abdala)
De pronto no hay desestabilización, pero de tanto hablar de ella y de tanto denunciarla, quien en todo caso se supone que es víctima termina siendo quien finalmente la genera. O la protagoniza. Creo que apelar a ese tipo de recursos dialécticos es peligroso, porque termina generando en la sociedad una suerte de división entre amigos y enemigos, entre buenos y malos, entre los que están de un lado y los que están del otro. Y todos tenemos el deber –el Gobierno lo tiene más que nadie, pero también lo tenemos los partidos de la oposición– de construir alternativas de integración en nuestra sociedad política y en la sociedad en general. Y por lo tanto no generar grietas, no dividir.
(Fin audio)
EC —¿Qué dice?
JM —Estamos totalmente de acuerdo, no hay que dividir, no hay que fogonear.
EC —¿De hecho no se corre el riesgo de estar dividiendo, de estar ampliando la grieta?
JM —No, creo que no, yo estoy alertando de hechos objetivos. Me gustaría escucharlo al senador Abdala condenar el atentado al comité de base de La Floresta y decir “ese no es el camino, nosotros no estamos dispuestos”. Quiero escuchar a estos legisladores decir “condenamos el video en el que aparecía un cordero que había sido capado”. Atajemos la violencia, pero no para instalarla, sino para prevenirla. El sistema político no acompaña de ninguna manera los movimientos violentos, los movimientos que nos generan un mal clima. Yo quiero discutir a muerte, el FA quiere discutir a muerte con los distintos actores políticos en términos de ideas. Pero condenemos todos, y por eso apelé y fui preciso y por eso el discurso es leído, no es un discurso improvisado, nos va la vida al sistema político.
EC —Pero un planteo como ese también puede verse como un recurso para generar unidad, para abroquelar al FA agredido, presuntamente agredido desde afuera, etcétera.
JM —Se puede ver así, no digo que no, pero insisto en que la preocupación es otra. El mismo día había un comité vandalizado, vean las redes sociales, hay que cortar. Algún abogado con búsqueda de fama dice que el Gobierno y el FA son una organización criminal. Ese tipo de jugadas en el discurso público son complicadas para una democracia. Defendamos la institucionalidad democrática todos los partidos políticos, y después discutamos nuestros distintos proyectos de país. Esa para mí es la clave.
EC —Ha generado una cantidad de mensajes de los oyentes. Por ejemplo, a propósito de la crítica a “las oposiciones” en cuanto a la falta de programa, dice Pablo: “Si entra a la página web del Partido Colorado se va a encontrar varios tomos de programa”.
Otro dice: “Si el debate es a propósito de programas, ¿por qué no se junta con líderes de la oposición para discutir sobre ese tema en particular?”.
JM —De acuerdo, con mucho gusto. Creo que es lo que hay que hacer, hay que generar esos debates públicos, y entramos en un período en el que seguramente suceda. Lo que digo es que nosotros construimos nuestro programa en base al debate de la sociedad. En el año 2018 vamos a un congreso el 1º de diciembre, que es el congreso programático, en el que se sanciona el programa del FA.
Ese programa se construye discutiéndolo en todo el territorio, en nuestros comités de base, en nuestros comités funcionales, discutiendo, recogiendo las ideas, haciendo síntesis y volviendo a dar la discusión. Creo que somos el único partido que construye el programa así.
EC —Me llamó la atención el tono que usó en su discurso. Si bien estaba leyendo, usted recién lo recalcaba, había escrito con mucho cuidado usted mismo ese texto, en consulta dentro del FA, pero lo había escrito, lo planteó, lo dijo con un estilo parecido al de una arenga. Era un Javier Miranda “recargado”, diferente del que estamos acostumbrados a escuchar en entrevistas, etcétera. ¿Qué pasó?
JM —Es cierto, yo soy un tipo muy cauto, muy razonable en las conversaciones. Pero si me ven dar clase en facultad, pregúnteles a mis estudiantes, soy un tipo muy apasionado y más en la escena, sea la escena del salón o la escena de la tribuna. Yo estaba muy contento, realmente creo que estábamos todos muy contentos, fue un acto muy cálido, muy emotivo, de mucho entusiasmo, y creo que valía la pena levantar, había una vocación de levantar a los miles de personas que estaban delante del Pabellón de las Rosas el domingo. Es eso. Pero soy un tipo bastante apasionado.
EC —¿Y por qué se volcó al triunfalismo? ¿Era necesario jactarse de que el FA va a ganar la próxima elección y que va a gobernar por cuarta vez?
JM —Sí, sí, claro, porque hay que alentar a la gente. Vamos por un cuarto Gobierno, queremos ganar el cuarto Gobierno. En un pasaje digo “pusimos cuarta y echamos a andar”, recordando una vieja canción, “hemos dicho basta y echado a andar”. Ahí me reconciliaba además con la tradición de los 70, del FA fundacional, pero sí, vamos a un cuarto Gobierno, creemos que tenemos una altísima chance de ganarlo y hay que entusiasmar a la gente para esa movilización.
EC —Se decía en La Mesa del lunes acá que el hecho de que la gente respalde a un Gobierno, por ejemplo que confirme al FA otra vez en las urnas, no limpia errores que se puedan haber cometido y que requieren rectificaciones.
JM —Por supuesto.
EC —¿No está faltando poner el énfasis ahí, además de criticar como se critica a la oposición, además de hacer advertencias, etcétera?
JM —Dos cosas. El día de mi cumpleaños yo no voy a hacer un acto para ser crítico conmigo mismo, de lo mal que hemos andado. En el momento del festejo, de levantar a la gente y de generar la unidad parece que el énfasis no va a estar ahí. Así y todo, si lee el discurso, que está publicado, hay algunos llamados de atención al propio FA, “tenemos que ir a más”, el peligro de la soberbia.
EC —Sí, existieron los llamados de atención, y me gustaría saber por qué esos.
JM —El de la soberbia me parece un tema fundamental. Hemos insistido mucho, en particular yo he insistido mucho en que hay que tener cuidado con creérnosla. El ejercicio continuado del poder puede llevar a falta de humildad, de hecho lleva a falta de humildad. Tenemos que alertar frente a eso, tenemos que escuchar más. Nos pasa incluso en la gestión de Gobierno, uno dialoga con algunos actores y dicen “no, esto es así, no hay ninguna chance de discutirlo de otra manera”. El ejercicio del poder siempre tiene el riesgo del desvío de poder, y el desvío de poder es hijo de la soberbia. Entonces creo que había que alertar. Eso es un llamado a la humildad, un llamado a la humildad en la política en general, y en particular en las políticas que ejerce el Gobierno. Llamado a la cultura del trabajo.
EC —Antes dijo: “Conducir el poder con humildad, escuchando, razonando, analizando, con las orejas bien abiertas y la razón despierta”. Ahora mismo, ¿no le pasó algo de eso al Gobierno en el primer manejo que hizo de los planteos de las gremiales del agro? Pateó la pelota para adelante, habían pedido una reunión, la tiraron para febrero… Hubo que corregir cuando la cosa empezó a caldearse, cuando vino la movilización…
JM —Puede ser. Puede ser, no tengo tan claro que se haya pateado para adelante. En todo caso me parece que el Gobierno en la situación reaccionó bien. Llama inmediatamente al diálogo, constituye mesas de trabajo, hablemos sector por sector. No me doy cuenta de si en realidad la pateó para adelante. En todo caso, si así fue, rectificó. Es lo que hay que hacer.
EC —Sigamos con las otras autocríticas o advertencias.
JM —El terreno ético por supuesto, creo que aquí hay un desafío mayor para todo el sistema político. El discurso tiene una columna vertebral muy fuerte en la reivindicación de la política como forma de organización de la sociedad. Esto lo hablamos incluso el año pasado, el año pasado insistí mucho con un libro que estaba leyendo, La contrademocracia, de [Pierre] Rosanvallon, realmente me tenía muy preocupado. Creo que la sociedad contemporánea está haciendo algunos procesos de antipolítica que son muy riesgosos, no hemos encontrado otra forma de organización de la sociedad que no sea a través de la política, creo que la política es la forma de organización de la sociedad. Entonces esa apelación facilonga “que se vayan todos”, “los políticos son todos iguales”, “son todos una manga de corruptos” es un discurso peligrosísimo. Pero la política también y los políticos también nos tenemos que poner en balde para defender la política, y defenderla no con palabras, sino con hechos. Entonces las desviaciones éticas son una de las principales causas de horadación de la credibilidad de la población en la política, de la credibilidad de la población en el sistema democrático. Ahí hay que ser duro.
EC —El FA ha tenido sus buenos sacudones en esa materia.
JM —Por supuesto. Fíjese lo que digo: ninguna desviación ética, intransigentes ante las desviaciones éticas, y con las garantías del debido proceso –no es en balde–, juzgar y sancionar a los responsables de las violaciones. Nadie está libre de esto, nadie. Ni el FA, ni ningún partido, ni ninguna organización, porque en las organizaciones privadas también entra la corrupción. Odebrecht no era un agente público.
EC —Cultura del trabajo, también puso ese punto en el capítulo de llamados hacia dentro.
JM —¿Se acuerda un Primero de Mayo de un discurso de Richard Read que impactó mucho, cuando dice “está bien, pero también nosotros los trabajadores tenemos responsabilidad, tenemos que ser los mejores trabajando”, no recuerdo exactamente cómo lo dijo. Fue un cimbronazo. Después el actual ministro de Trabajo, Ernesto Murro, ha utilizado esta expresión cultura de trabajo y creo que el presidente la retomó. Incluso pongo algunos ejemplos, pongo uno en particular que es indignante, el de las certificaciones médicas para faltar. Me invento una dolencia para no ir a trabajar, y además consigo un médico –acá está la colusión otra vez– que me certifique y no voy a trabajar. Tenemos un problema de ausentismo enorme en el trabajo, tanto en la esfera pública, que es muy grande y es preocupante, como en la esfera privada.
EC —Pero eso es en todo caso para un acto del PIT-CNT o de un gremio, no de un partido político.
JM —No, porque es una cultura de la sociedad.
EC —¿A quiénes les estaba hablando? ¿Les estaba hablando a los jerarcas del FA en cargos de Gobierno?
JM —No, les estoy hablando a todos los trabajadores, a todas las personas, a todos los que somos trabajadores –porque esta es la otra, hablan de los trabajadores como si otros fueran los trabajadores, y en realidad la gran mayoría somos trabajadores– de una conducción ética. Creo que una seña de la izquierda, que no es patrimonio exclusivo de la izquierda, debe ser la conducción ética. Entonces yo, con mi posicionamiento político, con mi filosofía política, no puedo trampear tampoco en estas cuestiones.
EC —¿Y ha aflojado la gente, incluso la gente frenteamplista ha aflojado en esta materia de la cultura del trabajo?
JM —Ah, creo que sí, francamente creo que hemos aflojado. Sí, creo que sí.
EC —Básicamente estos fueron los mensajes hacia dentro, los llamados, las advertencias. ¿No faltaron otros?
JM —Emiliano… estoy festejando un cumpleaños, déjeme poner tres notas, que son los equilibrios dentro de un discurso.
EC —Sí, está bien, pero usted fue muy crítico con “las oposiciones”, por ejemplo. ¿Y el Gobierno? Por ejemplo, educación, está culminando dentro de poco el tercer Gobierno del FA, hay un debe grande ahí…
JM —Hay un debe importante.
EC —¿No faltó ese tema? O “errores” en la gestión, como los de Ancap, que terminaron en las pérdidas en que terminaron. ¿Esos temas no faltaron el domingo?
JM —Creo que no faltaron, son temas que están en el debate, que hay que seguir debatiendo y que no entraban en un discurso que tiene una determinada extensión, determinados equilibrios y no era la instancia de ser autocríticos. Insisto, es cómo se lee.
EC —Pero habría sido bueno que estuvieran para que el discurso fuera más equilibrado, justamente.
JM —Está bien, usted piensa eso y es legítimo que lo piense. Este es el discurso, en todo caso lo que habilita es este tipo de conversaciones. Yo intenté con la conducción colectiva del Frente, tuvimos un secretariado para discutir cuáles deberían ser los grandes ejes de la intervención, porque el presidente del FA expresa al FA, este no es el discurso de Javier Miranda, más allá de que uno tiene su pluma, su impronta, sus énfasis, pero había que generar ciertas líneas. En esas líneas había que meter algunos temas que fueran autocríticos y tenía que haber un fuerte desafío a ir a más. Casi concluyendo el discurso digo “reivindicamos la política”, ese era un eje principal del discurso, “y estamos orgullosos de lo que hemos alcanzado. Pero no basta”. Estoy muy contento de lo que hemos avanzado realmente en los Gobiernos del FA, pero no basta. ¿Cometimos errores? Sí, cometimos errores, y además tenemos que ir a nuevos cambios, más profundos.
En materia de educación seguramente tenemos debes. Pero también se ha avanzado mucho, francamente se ha avanzado mucho. Hay muchas más escuelas de tiempo extendido y de tiempo completo, hay mejor calidad edilicia, hay mucha más gente en la educación. Lo señalo en el discurso, por primera vez en muchas familias hay una primera generación de estudiantes universitarios, cuando en este país era impensable que algunos actores familiares llegaran a la enseñanza universitaria. ¿Falta? Por supuesto que falta. ¿Mucho? Falta mucho.
EC —Por ejemplo, ¿falta que el Estado sea más eficiente? Porque aparece la discusión a propósito del gasto público, y usted contestó a los reclamos más radicales de “bajen el costo del Estado”.
JM —No solo los más radicales, son los más habituales. Y no de hoy, este es un cuento viejo.
EC —Pero… ¿no hay un problema con el nivel que ha alcanzado el gasto y sobre todo el déficit público, que implica que cada año se agrande la deuda, etcétera?
JM —Sí, claro.
EC —¿No falta un Estado más inteligente?, ¿no falta que se cumpla aquella reforma del Estado de la que se viene hablando desde hace tantos años?
JM —Sin duda hay que hacer un Estado más eficiente, sin duda el tema del déficit fiscal es un problema serio. Yo lo señalo en el discurso cuando hablo de los equilibrios, y hablo de los equilibrios económicos. Ahora, aquí sí hay una diferencia de concepción fundamental de la función de la economía, que es para qué generar la riqueza. La riqueza se genera para las políticas sociales, dicho muy groseramente. La riqueza se genera para financiar la satisfacción de los derechos de las personas, porque el fin del Estado no es enriquecerse, es posibilitar que la población acceda a los derechos fundamentales: la salud, la educación, la vivienda. Esa es la finalidad. El Estado no es una empresa para enriquecerse.
EC —Pero le menciono un ejemplo de una discusión que es enorme: si para llevar a cabo esas políticas sociales y otras de las funciones del Estado usted termina conformando un gasto tan grande que provoca un déficit complicado y entonces los combustibles tienen que ser más caros de lo debido, porque con los combustibles se recauda para bancar ese déficit, después tiene un problema en la producción, y va a tener un problema en cuanto a la cantidad de puestos de trabajo, etcétera.
JM —Esos son los equilibrios que hay que buscar, ese es el arte de la gestión de Gobierno. Sin duda, es real, no se puede negar, hay que generar los equilibrios, hay que ver hasta dónde puede ir la presión tributaria, de tal manera que no ahogue la producción de riqueza, que es la que financia los derechos.
EC —¿Acá no hay un llamado de atención?, ¿no hay una luz amarilla que el FA tendría que estar considerando?
JM —Por supuesto que sí, y hay que ponerla, y de hecho se pone. Hay una preocupación seria con el déficit fiscal. Pero tengo algunos problemas estructurales con el déficit fiscal, por señalarlo, seguramente en seguridad social, es uno de los temas claves. Mire Europa, mire lo que fue el enrome desarrollo de la socialdemocracia europea de la posguerra y la crisis en que entra, que tiene un montón de factores, pero no hay duda de que uno de los factores que inciden en el Estado de bienestar europeo, de la socialdemocracia europea, es la seguridad social. Tengo un problema serio. Hoy mismo está la noticia en el diario de que US$ 550 millones –no US$ 600 u US$ 800 millones para capitalizar una empresa del Estado, sino que año a año US$ 550 millones– y tal vez lleguemos a US$ 700, de una caja paraestatal…
EC —La caja militar.
JM —La caja militar, que implica un trasiego. ¿Esto es ir contra los militares? No, es intentar corregir un aspecto de la seguridad social que todavía no entró en el régimen universal de seguridad social porque nos genera problemas serios. Ahora, si la quinta parte de los que se retiran hoy, de los jubilados hoy, ya no militares, sino civiles, lo hacen por incapacidad, hay que mirar más de cerca qué está pasando. Si 20 de cada 100 que se me jubilan se me están jubilando por incapacidad estoy con un problema serio
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Discurso de Javier Miranda pronunciado en el acto del 47º aniversario del Frente Amplio
Febrero 6, 2018 0 Comentarios Frente Amplio, Javier Miranda
Discurso del presidente Javier Miranda pronunciado en el acto del 47º aniversario de nuestra fuerza política.
Piriápolis 4 de febrero de 2018
Perseguimos utopías, construimos realidades
Javier Miranda
Piriápolis, 4 de febrero de 2018
Salud frenteamplistas! Salud uruguayas y uruguayos. Cuánta alegría compartida, cuánto entusiasmo reunido aquí, hoy, en Piriápolis. Cuántas focas paloozas que hacen temblar las raíces de los árboles e inquietan a algunos. De todas partes vienen, están aquí, sangre y coraje.
Feliz cumpleaños, mi querido Frente Amplio. Ése, el de los fundadores lúcidos, generosos, que un 5 de febrero de hace 47 años, con la enseña artiguista por bandera, desafiaron el despotismo, abandonaron sectarismos, y forjaron la admirable alarma de la unidad del pueblo. Fueron mujeres y hombres de su tiempo, que aquel verano del 71, dijeron basta y echaron a andar. Fue Alba Roballo y Luis Pedro Bonavita; fue Arismendi y Cardozo; Héctor Rodríguez y Juan Pablo Terra; fue Zelmar y Arturo Baliñas; y fueron Seregni y Licandro (y tantos otros que mi discurso no nombra, pero que laten en el corazón de cada una de nosotras). Aquellos que encendieron la chispa que fue fogón y alumbró las causas populares, que nos dio calor en la larga noche de la dictadura y emergió fortalecido para alumbrar la democracia.
Salud a los fundadores y aquellos cuyos nombres el libro no guarda, pero que en cada comité de base, en cada rincón del país, se atrevieron a soñar y tuvieron la valentía de tejer esta maravillosa, acogedora, colcha de retazos.
De allí venimos; por esa huella transitamos, de ese manantial bebemos, por la sed de un Uruguay solidario, de un Uruguay integrado.
El Frente Amplio es un proyecto político. Un proyecto de sociedad. Proponemos a todos las uruguayas, a todos los uruguayos, una forma de vivir en sociedad. Sobre la base de valores que nos identifican. Somos una propuesta de integración social, donde aspiramos a que nadie quede al costado del camino. Que toda persona pueda vivir dignamente y llevar adelante su proyecto de vida integrado en la sociedad. Por eso unas de nuestras señas básicas de identidad política es la inclusión social. Por eso nuestro énfasis en las llamadas políticas sociales. Defender la integración social, realizar esfuerzos por la inclusión de todas las personas, es defender las políticas sociales.
Ello expresa también uno de los valores cardinales de la izquierda, de esta izquierda: la solidaridad. Aquí, hoy, para nosotros, “nadies es más que nadies”. Y todos debemos aportar nuestro esfuerzo, nuestra inteligencia, para que todos los habitantes de la República gocen efectivamente de los derechos fundamentales que permiten una vida digna. De eso se trata, para nosotros, la política. Eso justifica la razón de ser de ese artificio humano que es el Estado: la realización de los derechos fundamentales de todas las personas.
Y eso significa la igualdad. Igualdad en derechos fundamentales. Esa es la seña identitaria de la izquierda: la igualdad. A diferencia de la derecha, consideramos que la igualdad es un fin a perseguir. No nos resignamos a eslogan facilongo de la “realidad es así, qué le vas a hacer”, del “siempre ha habido pobres y ricos; la naturaleza es así”, “las mujeres son distintas y por eso no acceden a los cargos de conducción en la sociedad, y por eso es natural que ganen menos, es natural que se dediquen al hogar”. No. Nos sublevamos frente a la resignación, al inmovilismo, a la indiferencia, a la indolencia. Porque nos duele cada ser humano que no se realiza como persona en sociedad.
Sí, perseguimos utopías (esas que dan sentido a nuestro caminar; para eso sirven). No nos resignamos a la desigualdad, esa que es hija de los privilegios. De los privilegios de cuna, de los privilegios heredados generación tras generación, de los privilegios del que tiene más (más poder, más dinero, más fuerza). Contra esos privilegios nos alzamos en esta rica historia del Frente Amplio.
Desde luego, cuando con nuestras políticas concretas -esas que venimos llevando adelante a nivel nacional hace más de una década- tocamos aquellos privilegios, consolidados por los gobiernos de los partidos históricos de este país, algunos saltan, algunos reaccionan. Allí están los reaccionarios. Aquellos que nada proponen, sino que sólo se oponen a las transformaciones igualitarias de las políticas de nuestros gobiernos. Así se expresa, aquí y ahora, la confrontación de modelos de país. Un Frente Amplio que propone programas concretos y no campañas publicitarias para ganar votos, “slogans bonitos desarrollados en una empresa de publicidad”. ¿Cuál es el proyecto político de las oposiciones? El de minar el desarrollo y profundización de un sistema nacional integrado de salud que permitió el acceso universal de todas las uruguayas, de todos los uruguayos, a las prestaciones de salud. Aquél que sugiere que para bajar el costo del Estado no se integre a los jubilados al sistema de salud. Qué caro que nos cuestan los viejos. Esa es su preocupación. Aquellos que reaccionan porque el salario real haya aumentado en 13 años de gobiernos del Frente Amplio en más de un 50% -eso que permite que lo que hoy obtengo con mi trabajo me permita acceder a más y mejores bienes y servicios-. Quieren que esa sea la variable de ajuste de la economía, para asegurar la rentabilidad de algunos. Frente a las políticas que permitieron el acceso de personas que son la primera generación en una familia a la enseñanza universitaria y en todo el país, reaccionan con la cantinela de “bajen el costo del Estado por favor”. Aunque eso signifique no invertir en educación, no invertir en la UTU, en la UTEC, en la Universidad de la República en todo el país, y que sólo algunos -los que se lo merecen, por cuna o por fortuna- puedan realizar estudios terciarios, técnicos y profesionales.
Frente a las políticas de igualdad, de distribución de derechos, que propone y realiza efectivamente el Frente Amplio, la única propuesta de las oposiciones es el “no”, que nada propone y sólo busca obstaculizar.
Existe también una vertiente reaccionaria que enarbola el discurso de la antipolítica. Lo hemos escuchado reiteradas veces, y no sólo en países vecinos (se acuerdan de aquel “que se vayan todos”), lo hemos escuchado también aquí, recientemente, mezclado con reclamos sectoriales. Y esto es muy preocupante. Es la negación de la organización de la sociedad a través del diálogo y el debate de ideas. Es la afirmación extrema de la ley del más fuerte, el único que sobreviviría en una sociedad sin reglas articuladas. Cuidado con el discurso que niega a la política y a los políticos, que conduce, o bien al autoritarismo mesiánico que ya vivimos, o a la desregulación que deja librada a las fuerzas brutas y ciegas de los intereses corporativos, donde se profundiza la desigualdad y se afirman los privilegios.
Y aquí, señores de las oposiciones, nos va la vida de todo el sistema democrático. En esto -y aquí sí confiamos en la madurez de todo el sistema político e institucional del Uruguay, de todo el sistema de partidos- se juega la estabilidad democrática del país.
En países del subcontinente han avanzado los nuevos restauradores del orden injusto, sin miramientos al orden democrático. En Honduras, en Paraguay, en Brasil, entre otros, se han alzado contra la democracia y contra el pueblo, derrocando gobernantes electos, para restaurar modelos económicos de desregulación laboral y de recuperación de los privilegios. Y no pararon frente a las instituciones. Eso también nos desafía a todos los uruguayos. Debemos estar alertas frente a los que pudieran verse tentados –y no estamos libres- de las aventuras desestabilizadoras de la institucionalidad política. Sin miedo, con firmeza, debemos responder con responsabilidad a esos trasnochados, con más democracia, con más política.
Frente a estas vertientes de la reacción, el Frente Amplio no se siente cuestionado; nos sentimos desafiados. Desafiados a seguir proponiendo ideas y llevando adelante políticas de igualdad, de justicia social. A profundizar y renovar esas políticas que mejoran la calidad de vida de la gente y, en particular, de los más necesitados, de los más postergados.
En ese marco, convocamos a las oposiciones a que presenten propuestas alternativas, ideas que expresen otros modelos. Y convocamos a todas las uruguayas, a todos los uruguayos, más allá incluso del Frente Amplio, a discutir estas ideas y propuestas.
Frente al reaccionario antipolítico, reafirmamos la necesidad de la política, como camino de diálogo en la sociedad. Reafirmamos la participación del Estado en la sociedad, planificando, orientando y actuando. En el Frente Amplio, reafirmamos la democracia, defendemos la democracia, con ideas y con hechos.
Ahora, la reivindicación de la política exige también que la política sea consciente y responsable de su función. También es un deber nuestro, central, fortalecer la credibilidad en la política. Y quiero señalar hoy, aquí, dos factores que me parecen esenciales tener en cuenta para no abonar el descrédito y para fortalecer la política.
Uno es la ética en la función pública y la lucha contra la corrupción. Es un deber de cada agente público, de cada uno, conducirse éticamente. No sólo no robar, sino también no engañar, hacer realidad cotidiana la idea de servidor público. No procurar el beneficio propio o de los nuestros, sino el de la comunidad, sin amiguismos. Desde luego que ningún grupo, ningún partido, ningún gobierno, está libre de las caídas antiéticas de algunos de sus miembros. Pero frente a ello hay que actuar, no tolerar los desvíos éticos y, con las garantías de debido proceso, juzgar y sancionar a los responsables de conductas corruptas. Sin concesiones.
Otro factor que es importante para la credibilidad de la política, es la responsabilidad con la que ejercemos las funciones públicas. Y esa responsabilidad tiene que ver también con nuestra actitud ante el trabajo. La “cultura de trabajo” de la que hemos hablado. Somos responsables también políticamente, por cómo nos desempeñamos cotidianamente. Dar lo mejor de nosotros. Con nuestras limitaciones, claro, pero con honestidad. No son aceptables el trabajo a desgano, las falsas certificaciones para justificar inasistencias y tantas flaquezas que justifican el malestar de nuestra gente. También ello es un deber ético de la política: el trabajo responsable, la cultura del trabajo.
Somos una fuerza política de paz y pacificadora. Nacimos hace 47 años como opción pacificadora en una sociedad violenta. Demostramos, en todos estos años, ser garantía de paz y de institucionalidad en el país. Cómo no recordar al Gral. Seregni, convocándonos a todos desde un balcón, apenas haber sido liberado, a la paz, a ser fuerza constructora del futuro. El Frente Amplio es garantía de democracia. Convocando permanentemente, con palabras y con hechos, al diálogo social. No promovemos polarizaciones irracionales, falsas dicotomías; no fogoneamos el descontento. Invitamos constantemente a mesas de trabajo para intercambiar opiniones. Con firmeza en nuestras ideas y con la actitud crítica de nuestras acciones.
También allí -y más aún tras 13 años de ejercicio del Gobierno nacional- tenemos que estar atentos. Combatamos nuestra propia soberbia, a la que el ejercicio continuado del poder nos puede desviar. Es un desafío también, un desafío del presente, conducir el poder con humildad, escuchando, razonando, analizando, con las orejas bien abiertas y la razón despierta. Con articulación y con diálogo, con firmeza en nuestras posiciones y con capacidad de escucha y rectificación, reivindicamos la política.
Somos el proyecto político orientado a la realización de los derechos fundamentales de todos los habitantes del país. Pero los derechos cuestan. Cada escuela que se abre, cada CAIF que se instala, cada patrullero que sale a la calle, cada policlínica, cuesta. Y hay que sostener con recursos esas herramientas que satisfacen los derechos. Para ello precisamos producir riqueza. Para ello promovemos un país productivo. Es imperioso promover la base material de la sociedad, el desarrollo económico. No como un fin en sí mismo, sino como medio de financiar el costo de los derechos. Esa también es una responsabilidad de la conducción política del país. Y se precisa inteligencia, trabajo y planificación para fortalecer la producción de la riqueza, cuidando los equilibrios. Los equilibrios económicos y los equilibrios ambientales. Desarrollo sí, pero desarrollo sustentable, desarrollo responsable; desarrollo humano.
Y seguido a la producción, la distribución y redistribución de los beneficios del desarrollo. En estos años de gobierno nacional, hemos crecido económicamente como nunca antes en la historia del país. Y no todo fue “viento de cola”. Hemos diversificado la producción y abierto como nunca nuevos mercados para nuestros productos y servicios. Y a diferencia de otros periodos de cierto crecimiento económico, donde a pesar de ello aumentó la desigualdad (¿se acuerdan de los noventa?), generamos políticas que permitieron que muchos más accedieran a los resultados del crecimiento. Estos son los datos duros, incontrastables, resultado de una conducción política del Estado, de un proyecto de país.
Reivindicamos la política y estamos orgullosos de lo que hemos alcanzado. Pero no basta. No es suficiente. Debemos ir a más. Todavía subsisten desigualdades. Tenemos que “ponernos a rueda” con los nuevos desafíos. Los nuevos desafíos del trabajo; los nuevos desafíos de la educación; los insoslayables desafíos de cuidado del medio ambiente.
En este año, que va a estar marcado para los frenteamplistas por la discusión del programa de nuestro futuro cuarto gobierno (sí, lo dije claramente, vamos al cuarto gobierno consecutivo del Frente Amplio; pusimos cuarta y echamos a andar), en este año, compañeras, compañeros, tenemos que multiplicar las instancias de diálogo, de debate, de escucha, para forjar ese programa. En ese proceso nos precisamos todos. Aquí no sobra nadie. Ese programa debe atender la profundización de nuestras políticas, la consolidación de lo alcanzado. Pero tenemos que ir a más. Seamos atrevidos, disconformes, salgamos de nuestra zona de confort y arriesguemos nuestras ideas. Para eso nos precisamos todos.
Y precisamos, hoy, no como futuro, a los jóvenes. Vengan, arrimensé. Necesito tu irreverencia, quiero tu rebeldía, tu disconformidad crítica, quiero tu razón nueva y tu nueva causa. Enseñame el mundo que está por venir. No son el futuro; los jóvenes no son el futuro, son el presente necesario que nos sacude, que nos renueva. Nosotros, los ya más veteranos, tenemos que abrir esos espacios. Y si nos los abrimos, vengan a patearnos la puerta. No nos quedemos quietos. Uruguay se mueve, el Frente se mueve.
A redoblar compañeras, a redoblar compañeros. En unidad, con fraternidad, con la ilusión intacta, con la esperanza inclaudicable. Uruguay tiene futuro porque hemos forjado este presente. Y nos animamos, con esa unidad, a seguir haciendo temblar las raíces de los árboles. Por cada uno de nuestros hijos, por los chiquitos que vienen, orientales al Frente!!!
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