Según la información publicada hace algunas semanas, la IMM, el Municipio B, el Ministerio de Turismo y el Grupo Centro, ha llevado adelante un Plan Piloto que busca desalentar a vándalos que agreden las cortinas metálicas y las cubren con grafitis con insultos o frases sin ingenio. Resultado ? a los 2 días de haber pintado esas cortinas con interesantes pinturas ciudadanas, como era de esperar ya estaban dos de las pinturas garabateadas. Hasta cuando las autoridades van a seguir permitiendo que inadaptados sociales le den a la ciudad una imagen de absoluta y desagradable suciedad ? para que pagamos altos impuestos departamentales los ciudadanos ?
Para
ello esa tarea se convocó a artistas interesados en realizar intervenciones
plásticas de acuerdo a ciertas pautas temáticas.
La Intendencia asume el
costo de $ 120.000, equivalente a $ 8.000 por cada uno de los 15
trabajos previstos. Las pinturas, aerosoles y elementos necesarios para
la limpieza y tratamiento de las cortinas antes de plasmar las obras
fueron proporcionados por el Municipio B. Los 15 murales ya han sido
realizados. Y hay otros, costeados por los propios comerciantes.
Planteado
así, el proyecto parece seductor, porque de acuerdo a lo que señala
Marcelo Carrasco, presidente del Grupo Centro, hay experiencias
realizadas en ciudades como México o Buenos Aires que indican que una
cortina pintada con arte es más respetada que una en blanco. Inclusive,
los impulsores de la idea hasta han sugerido temas para que los artistas
desarrollen en sus trabajos: Fosforito, Eduardo Mateo, el Carnaval, la
Cumparsita, sin condicionarlos a que se ciñan a esos tópicos ciudadanos.
Pero tal utopía es irrealizable.
Y ya van perdiendo 2 a 0: el pasado
martes, dos murales ya fueron "tagueados" por anónimas pintadas con
aerosol, pese a que se les había destinado vigilancia. ¿Las cámaras de
seguridad no lo registraron?
Más allá
del optimismo y buenas intenciones que plantea esta iniciativa, es
indudable que con pintar artísticamente 15 cortinas de 18 de Julio el
problema no se arregla y nadie asegura que gracias a las estampas de
Fosforito o Matos Rodríguez las chapas sean inmunes a los vándalos
del aerosol. No puedo creer que sus impulsores confiaran en esa
protección tan bienpensante y que con ocho mil pesitos por cortina iban a
arreglar lo que es un problema cultural.
Porque el
tema no pasa solo por las cortinas. ¿Y las paredes? ¿Y las marquesinas
de los comercios impresas sobre lonas? ¿Alguien ha recorrido la calle
José E. Rodó entre Carlos Roxlo y Bulevar Artigas mirando con atención
las paredes, portones y cortinas metálicas de sus cuadras? Esa calle,
una de las tantas vandalizadas a mansalva, es solo una muestra de
la impunidad total de la que disfrutan los grafiteros. Ignoro quienes
son y cuándo perpetran sus ataques a la propiedad privada y al derecho
de los vecinos a preservar las fachadas de sus viviendas, pero no he
escuchado aún ninguna iniciativa que los controle y penalice si son
encontrados infraganti. Eso sí, la Intendencia obliga a los vecinos a
reparar sus veredas y se las cobra.
Hay que
andar por Montevideo —no solo por 18 de Julio— para comprobar hasta qué
punto es agredida y afeada por pintadas de todo tipo —incluidas las
deportivas y las políticas—, y apreciar el grado de deterioro cultural.
No es de recibo, para justificar ese flagelo, decir que muchas de las
grandes ciudades del orbe también sufren los grafitis.
Siguiendo
el razonamiento de los impulsores de la solución para las cortinas del
Centro, habría que estampar calles enteras con murales artísticos y
esperar que el respeto surgiese como por milagro en las mentes de los
que se expresan de manera bárbara sobre una pared que no les
pertenece. Como dijo Shalman Rushdie, vivimos en la cultura de la
ignorancia agresiva.
Hugo Burel
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