Giancarlo Bruni -candidato a doctorado en el Departamento de Biología Molecular, Celular y de Desarrollo en CU- explicó que tanto las bacterias como los humanos utilizan pequeños impulsos eléctricos generados por iones de calcio para transmitir información del ambiente circundante al sistema nervioso y sensorial (o su equivalente bacterial). "No somos tan diferentes", afirmó.
El estudio fue publicado en la revista especializada y realizado en conjunto con Joel Kralj, Andrew Weekley y Benjamin Dodd.
Antes de la realización de esta investigación, se sabía que las bacterias reaccionaban a su ambiente y se comportaban de manera distinta al enfrentarse a azúcar o si están sobre una superficie rígida o blanda. La información nueva que se encontró es que las bacterias "sienten" su ambiente".
Con el objetivo de comprobarlo, Bruni y sus colaboradores pusieron bacterias E. coli dentro de una superficie pegajosa y las observaron con un microscopio. Si nada tocaba a las bacterias, se mantenían "apagadas". Pero si se las tocaba o empujaba, se "encendían". Emitían una tenue luz indicando que dentro de la bacteria se estaba usando electricidad para transmitir información.
Antes de la realización de esta investigación, se sabía que las bacterias reaccionaban a su ambiente y se comportaban de manera distinta al enfrentarse a azúcar o si están sobre una superficie rígida o blanda. La información nueva que se encontró es que las bacterias "sienten" su ambiente".
Con el objetivo de comprobarlo, Bruni y sus colaboradores pusieron bacterias E. coli dentro de una superficie pegajosa y las observaron con un microscopio. Si nada tocaba a las bacterias, se mantenían "apagadas". Pero si se las tocaba o empujaba, se "encendían". Emitían una tenue luz indicando que dentro de la bacteria se estaba usando electricidad para transmitir información.
"Creemos que lo que podría estar sucediendo es que las bacterias usan esas señales eléctricas para modificar su estilo de vida", explicó el profesor Kralj, quien también es parte del Instituto BioFrontiers en CU-Boulder.
Eso significa que bacterias y humanos comparten "una herramienta común para sentir el ambiente circundante": las señales eléctricas.
Por tanto, los orígenes del sistema neuronal humano -desde una perspectiva evolutiva- se remontarían a "miles de millones de años", ya que claramente están presentes entre los organismos más antiguos del planeta.
A su
vez, se demuestra que la "herramienta común" podría usarse en contra de
las bacterias, debido a que les permite a ciertas bacterias sobrevivir a
los antibióticos y eventualmente volverlos inoperantes. Por ello, los
investigadores indicaron que seguirán buscando la manera de determinar
de qué manera las bacterias usan sus impulsos eléctricos para infectar células humanas.
"Si bloqueamos la actividad eléctrica bacterial, quizá las bacterias tengan menos posibilidades de infectar", básicamente, porque no sabrán dónde están y, por lo tanto, tampoco sabrán cómo actuar, afirmó Kralj.
"Si bloqueamos la actividad eléctrica bacterial, quizá las bacterias tengan menos posibilidades de infectar", básicamente, porque no sabrán dónde están y, por lo tanto, tampoco sabrán cómo actuar, afirmó Kralj.
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