La decisión de Juan Castillo de renunciar a su cargo de titular del club tomó por sorpresa a Isabel, aunque ya lo había tenido que suplantar en varias ocasiones: cuando estuvo enfermo, por viajes y luego con la suspensión del Tribunal de Disciplina que le impidió ejercer su cargo por 45 días. “Cuando hace tres días nos dijo que iba a renunciar, recién me cayó la ficha”, dijo quien se considera una mujer de carácter y no teme tomar las riendas del club, aunque reconoce que suplantar a Castillo la frena un poco.
“Es una figura tan pública y ha llevado tan
bien al club que ocupar su lugar, sobre todo como persona, me cohibe un
poco. Me preocupa poder estar a su altura. Juan es un gran mediador y
transmite paz. Es una persona muy humilde y carismática. Con él los
cargos no se ven ni se sienten. Él iba a la concentración y le cocinaba a
los futbolistas”, contó la mujer que quedará en la historia del fútbol
uruguayo.
A Castillo lo conocía del barrio, pero no tenían demasiado trato. Fue cuando crearon un comité de emergencia para planificar qué hacer en el club cuando empezaron a trabajar juntos, incluso con algunos integrantes de la directiva anterior encabezada por Blasina y le gusta destacarlo.
Un día Castillo llegó a su casa y le anunció que se había armado la lista y que ella sería la vicepresidenta.
A Castillo lo conocía del barrio, pero no tenían demasiado trato. Fue cuando crearon un comité de emergencia para planificar qué hacer en el club cuando empezaron a trabajar juntos, incluso con algunos integrantes de la directiva anterior encabezada por Blasina y le gusta destacarlo.
Un día Castillo llegó a su casa y le anunció que se había armado la lista y que ella sería la vicepresidenta.
Cuna picapiedra. Isabel nació en una familia
picapiedra. Su padre era hincha fanático; su hermano Juan Carlos jugó en
el club y su otro hermano, Héctor, fue kinesiólogo de la institución.
“Siempre me gustó el fútbol, desde niña. Dejaba todo por escuchar los
partidos y llegué a escuchar los últimos relatos de Solé”, contó quien
aclaró que en su familia no hay hinchas de Cerro, como sucede en otras
del barrio. “Pero no soy anti nada. Hay que respetar la rivalidad, pero
después que termina el partido se acaba todo y no vale la pena seguir en
malas relaciones”.
El tema de la violencia le preocupa, pero está convencida que no se trata de un asunto exclusivo del fútbol, sino de una sociedad que está enferma. “De pronto en el fútbol buscan pasar inadvertidos, pero se van de un lado para el otro. Es la sociedad que está mal. Hoy uno de mis objetivos es que los jóvenes de Rampla sigan por el buen camino. Que no se contagien de nadie, eso es prioridad. Y que esta zona donde conviven dos instituciones viva en paz. Y nosotros tenemos que dar el ejemplo”.
Aún se recuerda cortando papelitos con su madre y sus tías durante toda la noche para recibir al equipo en la campaña que terminó con el asenso en 1980. Y estuvo a cargo del fútbol femenino de Rampla durante 23 años, hasta que se retiró por diferencias con la directiva de Blasina, aunque siempre siguió colaborando desde afuera.
Es más, apenas asumió como vicepresidenta se propuso regresar el fútbol femenino, pero había otros temas más urgentes que atender. “Por suerte ahora el plantel está al día, el 10 cobraron el mes de mayo y no se les debe nada. También tuvimos que solucionar juicios laborales con los que nos encontramos. Primero había que encaminar todo esto”.
Isabel estuvo colaborando con la tesorería y con sus contactos se hizo una colecta en el barrio para pagarle a los futbolistas el premio por ganarle el clásico a Cerro. “Luego hicimos una cena para ellos y me gustó que repartieron con el kinesiólogo y con el padre de Cervetti, el herido de bala. Es un grupo muy humano. El sacrificio que haya que hacer por ellos es poco”.
El tema de la violencia le preocupa, pero está convencida que no se trata de un asunto exclusivo del fútbol, sino de una sociedad que está enferma. “De pronto en el fútbol buscan pasar inadvertidos, pero se van de un lado para el otro. Es la sociedad que está mal. Hoy uno de mis objetivos es que los jóvenes de Rampla sigan por el buen camino. Que no se contagien de nadie, eso es prioridad. Y que esta zona donde conviven dos instituciones viva en paz. Y nosotros tenemos que dar el ejemplo”.
Aún se recuerda cortando papelitos con su madre y sus tías durante toda la noche para recibir al equipo en la campaña que terminó con el asenso en 1980. Y estuvo a cargo del fútbol femenino de Rampla durante 23 años, hasta que se retiró por diferencias con la directiva de Blasina, aunque siempre siguió colaborando desde afuera.
Es más, apenas asumió como vicepresidenta se propuso regresar el fútbol femenino, pero había otros temas más urgentes que atender. “Por suerte ahora el plantel está al día, el 10 cobraron el mes de mayo y no se les debe nada. También tuvimos que solucionar juicios laborales con los que nos encontramos. Primero había que encaminar todo esto”.
Isabel estuvo colaborando con la tesorería y con sus contactos se hizo una colecta en el barrio para pagarle a los futbolistas el premio por ganarle el clásico a Cerro. “Luego hicimos una cena para ellos y me gustó que repartieron con el kinesiólogo y con el padre de Cervetti, el herido de bala. Es un grupo muy humano. El sacrificio que haya que hacer por ellos es poco”.
Cosiendo hasta la madrugada.
A pesar que Rampla es su gran pasión, Isabel no se
casó con un hincha picapiedra. Es más, a su marido no le gustaba el
fútbol. Quedó viuda y crió sola a su hijo Juan Pablo. Trabajó en una
peletería cosiendo y también por su cuenta. La madrugada es según
aseguró la mejor hora para coser y a veces lo hace hasta las 4. La suya
fue una vida de mucho sacrificio, pero el fútbol y Rampla fueron una
especie de escape para ella.
No se presentará a las elecciones.
Isabel estará al frente del club hasta el mes de
diciembre cuando están previstas las próximas elecciones en el club. Aún
no está claro la fecha, porque se entiende que tanto diciembre como
enero son meses especiales y puede que se posterguen para febrero. De
todos modos, seguir en el cargo no pasa por la cabeza de la presidenta
picapiedra. “Lo mío es circunstancial. Quiero darle paso a la savia
nueva y seguir colaborando con el club como he hecho siempre”.
Tiene una presidenta que hace historia: Isabel Peña
El domingo vivió su primer partido como titular en el Olímpico, le dio un beso a cada jugador y bancó cargadas.
SILVIA PÉREZmar jun 20 2017 04:02
Isabel Peña aún sufría las consecuencias del
intenso frío del domingo en el estadio Olímpico, cuando por primera vez
como presidenta vio ganar a Rampla Juniors. Esa tarde saludó a todos los
futbolistas con un beso antes que salieran a la cancha a enfrentar a
Boston River. Y tuvo que aguantar las cargadas de algunos hinchas y
compañeros de directiva, que la saludaban llamándola “presi”.
La decisión de Juan Castillo de renunciar a su cargo de titular del club tomó por sorpresa a Isabel, aunque ya lo había tenido que suplantar en varias ocasiones: cuando estuvo enfermo, por viajes y luego con la suspensión del Tribunal de Disciplina que le impidió ejercer su cargo por 45 días. “Cuando hace tres días nos dijo que iba a renunciar, recién me cayó la ficha”, dijo quien se considera una mujer de carácter y no teme tomar las riendas del club, aunque reconoce que suplantar a Castillo la frena un poco. “Es una figura tan pública y ha llevado tan bien al club que ocupar su lugar, sobre todo como persona, me cohibe un poco. Me preocupa poder estar a su altura. Juan es un gran mediador y transmite paz. Es una persona muy humilde y carismática. Con él los cargos no se ven ni se sienten. Él iba a la concentración y le cocinaba a los futbolistas”, contó la mujer que quedará en la historia del fútbol uruguayo.
A Castillo lo conocía del barrio, pero no tenían demasiado trato. Fue cuando crearon un comité de emergencia para planificar qué hacer en el club cuando empezaron a trabajar juntos, incluso con algunos integrantes de la directiva anterior encabezada por Blasina y le gusta destacarlo.
Un día Castillo llegó a su casa y le anunció que se había armado la lista y que ella sería la vicepresidenta.
La decisión de Juan Castillo de renunciar a su cargo de titular del club tomó por sorpresa a Isabel, aunque ya lo había tenido que suplantar en varias ocasiones: cuando estuvo enfermo, por viajes y luego con la suspensión del Tribunal de Disciplina que le impidió ejercer su cargo por 45 días. “Cuando hace tres días nos dijo que iba a renunciar, recién me cayó la ficha”, dijo quien se considera una mujer de carácter y no teme tomar las riendas del club, aunque reconoce que suplantar a Castillo la frena un poco. “Es una figura tan pública y ha llevado tan bien al club que ocupar su lugar, sobre todo como persona, me cohibe un poco. Me preocupa poder estar a su altura. Juan es un gran mediador y transmite paz. Es una persona muy humilde y carismática. Con él los cargos no se ven ni se sienten. Él iba a la concentración y le cocinaba a los futbolistas”, contó la mujer que quedará en la historia del fútbol uruguayo.
A Castillo lo conocía del barrio, pero no tenían demasiado trato. Fue cuando crearon un comité de emergencia para planificar qué hacer en el club cuando empezaron a trabajar juntos, incluso con algunos integrantes de la directiva anterior encabezada por Blasina y le gusta destacarlo.
Un día Castillo llegó a su casa y le anunció que se había armado la lista y que ella sería la vicepresidenta.
Cuna picapiedra. Isabel nació en una familia
picapiedra. Su padre era hincha fanático; su hermano Juan Carlos jugó en
el club y su otro hermano, Héctor, fue kinesiólogo de la institución.
“Siempre me gustó el fútbol, desde niña. Dejaba todo por escuchar los
partidos y llegué a escuchar los últimos relatos de Solé”, contó quien
aclaró que en su familia no hay hinchas de Cerro, como sucede en otras
del barrio. “Pero no soy anti nada. Hay que respetar la rivalidad, pero
después que termina el partido se acaba todo y no vale la pena seguir en
malas relaciones”.
El tema de la violencia le preocupa, pero está convencida que no se trata de un asunto exclusivo del fútbol, sino de una sociedad que está enferma. “De pronto en el fútbol buscan pasar inadvertidos, pero se van de un lado para el otro. Es la sociedad que está mal. Hoy uno de mis objetivos es que los jóvenes de Rampla sigan por el buen camino. Que no se contagien de nadie, eso es prioridad. Y que esta zona donde conviven dos instituciones viva en paz. Y nosotros tenemos que dar el ejemplo”.
Aún se recuerda cortando papelitos con su madre y sus tías durante toda la noche para recibir al equipo en la campaña que terminó con el asenso en 1980. Y estuvo a cargo del fútbol femenino de Rampla durante 23 años, hasta que se retiró por diferencias con la directiva de Blasina, aunque siempre siguió colaborando desde afuera.
Es más, apenas asumió como vicepresidenta se propuso regresar el fútbol femenino, pero había otros temas más urgentes que atender. “Por suerte ahora el plantel está al día, el 10 cobraron el mes de mayo y no se les debe nada. También tuvimos que solucionar juicios laborales con los que nos encontramos. Primero había que encaminar todo esto”.
Isabel estuvo colaborando con la tesorería y con sus contactos se hizo una colecta en el barrio para pagarle a los futbolistas el premio por ganarle el clásico a Cerro. “Luego hicimos una cena para ellos y me gustó que repartieron con el kinesiólogo y con el padre de Cervetti, el herido de bala. Es un grupo muy humano. El sacrificio que haya que hacer por ellos es poco”.
El tema de la violencia le preocupa, pero está convencida que no se trata de un asunto exclusivo del fútbol, sino de una sociedad que está enferma. “De pronto en el fútbol buscan pasar inadvertidos, pero se van de un lado para el otro. Es la sociedad que está mal. Hoy uno de mis objetivos es que los jóvenes de Rampla sigan por el buen camino. Que no se contagien de nadie, eso es prioridad. Y que esta zona donde conviven dos instituciones viva en paz. Y nosotros tenemos que dar el ejemplo”.
Aún se recuerda cortando papelitos con su madre y sus tías durante toda la noche para recibir al equipo en la campaña que terminó con el asenso en 1980. Y estuvo a cargo del fútbol femenino de Rampla durante 23 años, hasta que se retiró por diferencias con la directiva de Blasina, aunque siempre siguió colaborando desde afuera.
Es más, apenas asumió como vicepresidenta se propuso regresar el fútbol femenino, pero había otros temas más urgentes que atender. “Por suerte ahora el plantel está al día, el 10 cobraron el mes de mayo y no se les debe nada. También tuvimos que solucionar juicios laborales con los que nos encontramos. Primero había que encaminar todo esto”.
Isabel estuvo colaborando con la tesorería y con sus contactos se hizo una colecta en el barrio para pagarle a los futbolistas el premio por ganarle el clásico a Cerro. “Luego hicimos una cena para ellos y me gustó que repartieron con el kinesiólogo y con el padre de Cervetti, el herido de bala. Es un grupo muy humano. El sacrificio que haya que hacer por ellos es poco”.
Cosiendo hasta la madrugada.
A pesar que Rampla es su gran pasión, Isabel no se
casó con un hincha picapiedra. Es más, a su marido no le gustaba el
fútbol. Quedó viuda y crió sola a su hijo Juan Pablo. Trabajó en una
peletería cosiendo y también por su cuenta. La madrugada es según
aseguró la mejor hora para coser y a veces lo hace hasta las 4. La suya
fue una vida de mucho sacrificio, pero el fútbol y Rampla fueron una
especie de escape para ella.
No se presentará a las elecciones.
Isabel estará al frente del club hasta el mes de
diciembre cuando están previstas las próximas elecciones en el club. Aún
no está claro la fecha, porque se entiende que tanto diciembre como
enero son meses especiales y puede que se posterguen para febrero. De
todos modos, seguir en el cargo no pasa por la cabeza de la presidenta
picapiedra. “Lo mío es circunstancial. Quiero darle paso a la savia
nueva y seguir colaborando con el club como he hecho siempre”.
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