Es casi como si Brasil estuviera pagando un alto precio por ser una democracia con una prensa libre, mientras que Venezuela y otras cleptocracias –gobiernos de ladrones– que no respetan las reglas democráticas pueden salirse con la suya saqueando los recursos de sus países y manteniendo sus escándalos ocultos del público.
La ironía me vino a la mente cuando leí que el gobernante de facto de Venezuela Nicolás Maduro dijo el 21 de mayo que el “gobierno fascista de Brasil está cayendo” debido a la “corrupción”. ¡Qué caradura!
Por supuesto, la indignación en Brasil por la última investigación de corrupción contra el presidente Michel Temer está totalmente justificada. Los fiscales de Brasil están haciendo su trabajo, y han encontrado tanta corrupción que, a la hora de escribir esto, no está claro si Temer seguirá en su cargo.
Temer está tambaleando tras la aparición de una cinta en la que parece avalar un soborno para silenciar a un ex legislador encarcelado. Temer también está siendo investigado por presuntamente haber presidido una reunión en 2010 en la que se conversó sobre pagos de $40 millones de la empresa brasileña Odebrecht para su partido político. Temer niega haber violado la ley.
El ex presidente de Odebrecht, Marcelo Odebrecht, ha declarado que entre 2005 y 2014 su empresa pagó sobornos a funcionarios de 11 países, incluyendo $349 millones en Brasil, $98 millones en Venezuela y $92 millones en República Dominicana.
Pero los escándalos de corrupción de Brasil son casi anecdóticos en comparación con lo que ocurre en Venezuela, uno de los países más ricos de América Latina antes de que el presidente Hugo Chávez y Maduro lo convirtieran en un desastre económico. Hoy en día, Venezuela tiene la peor crisis económica de la región, escasez de alimentos, la tasa de inflación más alta del mundo, una creciente pobreza y emigración masiva. Gran parte de ello se debe a la corrupción.
Según el último Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, Venezuela es uno de los países mas corruptos del mundo. En ese ranking de corrupcion de 176 países, que va de los menos a los más corruptos, Venezuela ocupa el puesto 166, muy por debajo de Brasil (79º), Argentina (95º), México (123º) y Zimbabwe (154º).
Si comparamos el escándalo de Odebrecht en Brasil y el saqueo del monopolio estatal petrolero venezolano PDVSA, los políticos corruptos de Brasil parecen monaguillos. En Venezuela, los sobornos se miden en miles de millones de dólares.
Mientras que Odebrecht pagó US$ 349 millones en sobornos a funcionarios brasileños entre 2005 y 2014, PDVSA pagó US$ 11,000 millones a funcionarios gubernamentales y sus amigos durante el mismo período, según una investigación de la Comision de Contraloria de la Asamblea Nacional de Venezuela, controlada por la oposicion, en octubre de 2016.
A principios de este año, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos de América acusó al vicepresidente venezolano, Tarek El Aissami, de ser un capo de la droga. El Departamento de Estado dijo que los activos del grupo de El Aissami bloqueados en Estados Unidos ascienden a “cientos de millones” de dólares.
El Departamento del Tesoro identificó al empresario venezolano Samark López como un testaferro del vicepresidente. Según la cadena Univision, López vivía en Miami en un apartamento de US$ 3.4 millones que compró en efectivo, posee otros dos apartamentos valorados en US$ 4.3 millones, y tenía acceso a un avión de 9 millones de dólares.
Mi opinión: los fiscales brasileños merecen aplauso por investigar la corrupción, y los periodistas hacemos bien en informar sobre sus hallazgos.
Pero también tenemos que poner las cosas en perspectiva, y no dejar que Maduro –que no permite fiscales independientes ni una prensa libre– se salga con la suya acusando a otros presidentes de ser corruptos. ¡Él es el rey de la corrupción, y cada articulo sobre escándalos de corrupción en otros países debería señalarlo !
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