Luego de dejar su cargo de Sub Secretario de Educación en el segundo gobierno del presidente Tabaré Vázquez, el Licenciado Fernando Filgueira se juntó con otros referentes de educación que, sin mirar banderas políticas, crearon EdUy21. Ellos definen el movimiento como una iniciativa ciudadana que busca generar un “sistema educativo integrado orientado a la formación de las competencias del siglo XXI”. La próxima semana presentarán un documento que harán llegar a todos los partidos y que esperan se convierta en el plan del próximo gobierno.
—El historiador José Rilla dijo a El País que a nadie le importa la educación. Miguel Brechner, del Plan Ceibal, se expresó en un sentido parecido y advirtió que del 20% de los hogares más ricos solo egresan del liceo el 70%. ¿A quién le importa la educación?
—A la gente le importa. En contexto de relativa bonanza aparecen dos temas en las encuestas: educación y seguridad. En contexto más complicado aparecen el empleo y el salario. Lo que sí es cierto es que hace mucho tiempo ya que la educación parece ser un espacio del que la ciudadanía no tiene algo para decir. Decimos los problemas que hay al inicio de clases, pero la idea de que hay una política pública sobre la que podemos incidir ha quedado de costado. La contraposición a lo que dice Miguel, que es cierto, son las colas de padres y madres bajo la lluvia intentando colocar a los chiquilines en la UTU o en el bachillerato tecnológico. Lo que tenemos es un sistema educativo que por muchos años ha transmitido una idea de impenetrabilidad. Otro problema es la percepción de lo que la educación aporta sustantivamente en términos de la vida futura. Es necesario un plan estructurado de mediano plazo donde todas las propuestas estén puestas en una secuencia determinada. Uno de los problemas del malestar docente, de la percepción de la ciudadanía, es que nadie colocó un plan a diez años.
—Hoy se valora el emprendedurismo y el éxito sin el estudio a nivel empresarial. ¿Cuánto conspira eso contra el cambio que se pretende hacer?
—La valoración que la gente hace sobre la educación siempre importa. No está bien cuando desde las élites políticas se dice que lo que importa es la universidad de la calle. Los políticos y los empresarios que creen que a la gente que nunca vio un arado no hay que valorarle sus conocimientos le hacen mal a la educación. Lo fundamental es que construyamos un sistema educativo que no expulse a nuestros jóvenes en la educación media y que lo hagamos con una oferta de excelencia pertinente para el siglo XXI. Tanto políticos como empresarios no se dan cuenta que aunque pudieron triunfar de esa manera, son la minoría de los casos. La educación sigue siendo un canal de protección y promoción de sus proyectos de vida, y lo es a nivel individual y a nivel colectivo. Si uno mira cualquier gráfico entre nivel educativo de una Nación y desarrollo económico verá confirmado que esto importa. Lo que pasa con Uruguay es que es un caso desviado. Presenta tasas de egreso de educación media del 40%, cuando dado su PIB per cápita debería estar en el 70%. Tiene un caso de importante crecimiento de su PIB y sin embargo tiene tasas de egreso similares a Honduras o Guatemala. Cuando eso sucede hay algo que tienen que tener claro los que están tomando decisiones y es que o el país ajusta sus tasas de egreso a su PIB o va a terminar ajustando su PIB a sus tasas de egreso.
—Tomando en cuenta el alto porcentaje de extra edad en Primaria, las dificultades en lectura y matemática y que el director ejecutivo del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), Mariano Palamidessi, dijo a Búsqueda esta semana que si se mantiene la baja tasa de egreso liceal en unos años la mitad de la población no tendrá educación Secundaria, ¿se corre el riesgo de tener una mano de obra que solo sea capaz de trabajar en los sectores primarios de la economía?
—Efectivamente, si nosotros no logramos generar estas capacidades que hacen a lo que es la economía del siglo XXI no es que se nos va a primarizar la economía, es que directamente no vamos a encontrar como país inserción internacional y lo vamos a sufrir en términos de no tener empleo. Los puestos de trabajo que van a existir en el futuro requieren de cierta incorporación de capacidades, que hoy no las está produciendo la educación media porque los contenidos que damos están orientadas al modelo preuniversitario y no a dar una masa grande de personas alfabetizadas. Tanto porque no estamos produciendo los conocimientos suficientes como porque no tenemos la tasa de egreso necesaria nos vamos a quedar con una población que crecientemente va a pagar un costo en competitividad a nivel internacional. Esto sucederá en términos de empleabilidad a nivel nacional y con una fractura social que se va a hacer muy notoria entre quienes logran por otras vías educativas alfabetizaciones que les permiten insertarse y otros que no. No es solo un problema económico sino de fractura social, de desigualdad.
—Se habla de capacitar a los estudiantes para el futuro. El niño que hoy entra en nivel 4 va a egresar del bachillerato en 2030. ¿Cómo va a ser ese Uruguay?
—No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que para ese Uruguay hay que saber juntar información, plantearse problemas, navegar entre distintas disciplinas, alfabetizarse tecnológicamente, incorporar mucho más la matemática, ciencia, tecnologías informáticas e ingeniería. Las dos cosas que caracterizan el cambio en el mundo es la enorme aceleración y la incertidumbre. Si a Julio Verne lo pusiéramos hoy le erraría como a las peras. Se hace difícil saber qué pasará de acá a 15 años.
—Viendo el panorama de la educación en Uruguay hoy, ¿no es ambicioso de más pretender una universalización de la educación media? ¿Cree que se va a lograr en este período?
—No, la meta de democratizar y universalizar la educación media es clave y tiene que ser fundamental en el gobierno. La evidencia muestra que en este período no se va a lograr, si no se toma un conjunto de medidas y no se lo hace con cierta continuidad de esfuerzo y calendario. En esta Rendición de Cuentas se está planteando premiar a los docentes titulados y que concentran más horas en los centros de educación media donde está concentrada la crisis. Si se hace eso, lo que va a suceder es que lo que pasa hoy, que existe un sistema en donde el grueso de los docentes interinos se concentran en las zonas periféricas mientras que los titulados grado 4 a 7 ganan más se concentran en los de la costa y de bachillerato, se acentúe. A diferencia de la educación primaria, nuestra educación media paga más por alumno de contexto socioeconómico más alto. El Consejo Directivo Central (Codicen) es el que debe decir que no se puede aceptar ese modelo de distribución de recursos. La decisión tiene que ser terminante y provenir de un liderazgo fuerte: así no se va a continuar y a partir de ahí nos sentamos a conversar
—¿Hay liderazgo fuerte del Codicen?
—Yo lo que veo es un discurso que va en la dirección de plantear que una meta fundamental es la universalización de la educación media, pero luego no veo sobre todo en nuestro gran cuello de botella, que es la educación media, un avance en medidas.
—La ministra María Julia Muñoz dejó entrever la posibilidad de eliminar el Codicen. ¿Esa sería una solución?
—Si es eliminarlo y nada más es una barbaridad, lo que necesitamos es una autoridad central.
—Ella lo planteó con la posibilidad de que esa autoridad sea el Ministerio...
—Si ese es el planteo puede ser una opción, que sea como es en casi todos los países del mundo en donde la autoridad política la ejerce el Ministerio. Ahora lo que muchos dicen cuando dicen eso es que no sirve para mucho el Codicen, basta con tener los desconcentrados. Eso es una barbaridad y es en parte lo que nos llevó a estos problemas, porque no es tener un sistema educativo sino tres subsistemas que no dialogan entre ellos. La matrícula total cayó en los últimos años, pero ¿se ha escuchado que tenemos menos problemas de infraestructura? Eso tiene que ver con que no miramos los recursos como un todo. Una autoridad central, entonces, es absolutamente importante. Los problemas de coordinación también se ven en las estrategias pedagógicas. Nuestro modelo es uno de mucha autonomía de órganos tecnoburocráticos colectivos, y casi nula autonomía de los centros educativos. Tenemos que ir a un modelo de mayor vinculación del poder político y la autoridad educativa y a una mayor autonomía de los centros para dar mayor independencia en la innovación curricular y la gestión de recursos.
—¿Esto implica también hacer cambios en los programas educativos?
—Sí, pero cambiar a una forma de gobierno de marco curricular común es más que simplemente cambiar programas. La primera discusión es sobre las metas que se plantea la educación, para ver qué individuo queremos educar, con qué competencias. La segunda es cuál es la progresión que esperamos de esas habilidades. En tercer lugar se decide qué contenidos, pero se hace dándole más margen a los docentes. No es bolilla 1 instrucciones del año XIII. Lo que hay es sugerencias: la habilidad que tiene que tener el chiquilín en primero es la de entender su historia, la de su país, entender el tiempo que la compone y los actores que operaron en ella. Lo que cambia es mucho más que un programa.
—¿Pero cómo se hacen todas esas modificaciones en el sistema con un sindicato tan combativo con el que hay en Secundaria?
—El Plan Ceibal con mucha resistencia implementó los laboratorios tecnológicos. Se hizo porque los docentes en la medida que veían la riqueza lo apoyaban. Claro que va a haber resistencias, pero si queremos hacer los cambios... Lo que no podemos es seguir sin plan, sin convocatoria a que docentes se empoderen y sin hoja de ruta creíble para transitar de un modelo a otro. Hoy el Plan Ceibal y el Ineed son islas de racionalidad en el sistema e intentan desarrollar innovaciones, pero la forma en que tenemos armado el sistema desde lo curricular hasta la gestión y lo institucional lo bloquean.
—¿Volvería a votar al Frente Amplio?
—Sí, podría ser, depende de muchas cosas. Yo hoy me considero frenteamplista. Eso no quiere decir que esté de acuerdo con este gobierno en todas las políticas. Creo que los partidos políticos son herramientas y en tanto sirven al propósito que uno ideológica y programáticamente cree, uno los sigue votando. En dos o tres años no puedo decir que mi voto va a ser al Frente Amplio, pero claramente no voy a decir que mi voto no va a ser al Frente Amplio. Es algo abierto. Creo que si la izquierda, de lo cual si es una identidad a la que no renuncio, no logra plantearse y desarrollar un proyecto de calidad educativo genuinamente inclusivo estaría fracasando en uno de los pilares centrales de un gobierno de izquierda, que no debe ser solo el del bienestar general de la población si no el de igualación de posibilidades, oportunidades y resultados. Entonces eso va a pesar mucho, no solo para mí, sino para muchas personas, en el voto que ejerzan. Se necesitan partidos comprometidos con una transformación educativa. Con una idea que tiene costos políticos, costos fiscales, pero que tiene enormes beneficios para la población en su conjunto.
EdUy21 apunta a seducir a todos los partidos.
—El viernes EdUy21 presenta el "Libro Blanco: hoja de ruta para un cambio educativo profundo y sustentable 2020-2030". Suena a propuesta de gobierno...
—Suena a propuesta que queremos que todo el sistema político adopte. Vamos a interpelar a docentes, empresarios, sindicatos, a todos a lo largo de este año. Luego vamos a definir una hoja de ruta de cambios y luego los vamos a interpelar.
—Considerando lo que pasó con usted y Juan Pedro Mir en este gobierno parece difícil llevarlo adelante.
—Las líneas generales son similares a las que habíamos propuesto pero lo vamos a hacer desde EdUy21. La peor pelea es la que no se da.
—¿Es más factible que el Partido Nacional pueda llevar adelante esa propuesta siendo que hay muchos blancos en EdUy21?
—Hay mucha gente del FA.
— Pero son los que están en desacuerdo con las posturas de las autoridades educativas de hoy.
—Hay gente de EdUy21, como inspectores, que hoy están en el sistema educativo impulsando cambios.
—Pero ninguno con poder político.
—Las autoridades del Codicen obviamente que no van a estar en EdUy21. Justamente considerando lo que nos sucedió a nosotros y a un proyecto que no se plasmó es que surgió EdUy21. Por qué se entiende que el camino de procurar solo desde adentro del sistema y desde la interna acotada de correlación de fuerzas de este Frente Amplio no había viabilidad, por lo tanto hay que salir a convocar a otros actores más amplios, convocar a un acuerdo nacional, generar esta propuesta e interpelar. Nada garantiza que en el futuro un gobierno del Partido Nacional o del Frente Amplio va a tomar la totalidad de la propuesta, pero el que exista el proceso de interpelación y que sostengamos en el debate público estas ideas y hagamos pedagogía de qué implican las ideas es uno de los caminos posibles. El otro es decir que depende de un resultado electoral. Yo creo que hay que aumentar las posibilidades ante cualquier resultado electoral.
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