Analizamos una nueva investigación que revela nuevos vínculos entre el asesinato de la reconocida ambientalista Berta Cáceres, los servicios de inteligencia militar hondureños y Estados Unidos de América. Cáceres fue asesinada hace un año en su casa ubicada en la localidad de La Esperanza, Honduras, justo antes de la medianoche, el 2 de marzo de 2016. Fue cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras. En el año 2015, recibió el premio Goldman, prestigioso premio en asuntos medioambientales, por su larga lucha de una década contra la construcción de la represa hidroeléctrica Agua Zarca, un proyecto planeado en las aguas de un río sagrado para el pueblo indígena lenca. 8 hombres fueron detenidos como sospechosos del asesinato de Cáceres, entre ellos un mayor del ejército en actividad y dos miembros de las fuerzas armadas retirados. Según se informa, dos de los sospechosos recibieron entrenamiento militar en Estados Unidos de América. Para saber más de este tema, hablamos con Nina Lakhani, periodista independiente que ha trabajado en México y América Central en los últimos cuatro años. Su artículo más reciente publicado por el periódico Guardian se titula "Berta Cáceres court papers show murder suspects’ links to US-trained elite troops" (Documentos judiciales muestran los vínculos de los sospechosos del asesinato de Berta Cáceres con las tropas de elite entrenadas en USA)
AMY GOODMAN: Concluimos el programa de hoy recordando a la activista medioambiental de renombre, la hondureña Berta Cáceres, que fue asesinada hace un año en su casa en La Esperanza, Honduras, justo antes de la medianoche, el 2 de marzo de 2016. Berta Cáceres fue una de las fundadoras de COPINH, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras. En el año 2015, recibió el prestigioso Premio Medioambiental Goldman por su lucha a lo largo de una década contra la construcción de la represa hidroeléctrica de Agua Zarca, un proyecto planeado en las aguas de un río sagrado para el pueblo indígena lenca. Cientos de personas se reunieron el jueves a las puertas del edificio de la Corte Suprema de Honduras para exigir justicia por Berta Cáceres y para que la licencia de la compañía que está detrás de la represa hidroeléctrica Agua Zarca sea anulada. Ocho hombres fueron detenidos como sospechosos del asesinato de Cáceres, entre ellos un general del ejército en activo y dos miembros de las fuerzas armadas retirados. Según se informó, dos de los sospechosos recibieron entrenamiento militar en Estados Unidos. También el jueves, aquí en Washington, D.C., el congresista por el estado de Georgia Hank Johnson, reintrodujo la "Ley de Derechos Humanos en Honduras de Berta Cáceres", que trata de retener la ayuda militar por parte de Estados Unidos a Honduras hasta que el gobierno de dicho país se ocupe de las violaciones de derechos humanos cometidas por la policía y las fuerzas de seguridad. Pasamos ahora a analizar una reciente investigación que revela nuevos vínculos entre el asesinato de Berta Cáceres, los servicios de inteligencia militar de Honduras, y Estados Unidos. Nos acompaña desde Londres Nina Lakhani, una periodista independiente que ha estado reportando desde México y América Central durante los últimos cuatro años. Su artículo en el periódico The Guardian lleva por título: "Documentos judiciales muestran los vínculos de los sospechosos del asesinato de Berta Cáceres con las tropas de élite entrenadas en EE.UU." Nina, bienvenida a Democracy Now! ¿Cuáles son los mencionados vínculos?
NINA LAKHANI: Durante la última década más o menos, Estados Unidos se han enfocado muchísimo en sus entrenamientos militares de las fuerzas especiales en Centroamérica. Sabemos que en un periodo de más o menos cinco años, entre 2008 y 2014, EE.UU. acudieron veintiuna veces a Honduras para entrenar a sus fuerzas especiales. Dos de los militares que han sido acusados del asesinato de Berta Cáceres y del intento de asesinato de Gustavo Castro forman parte de las fuerzas especiales. El mayor Mariano Díaz era un veterano oficial de las fuerzas especiales, donde estuvo al menos siete años, de acuerdo a su historial militar. Y también Henry Hernández, el sargento Henry Hernández, quien había dejado el ejército en 2013, pero que formó parte de las fuerzas especiales durante tres años y trabajó bajo el mando directo del comandante Díaz.
AMY GOODMAN: ¿Y Douglas Giovanni Bustillo?
NINA LAKHANI: Creo que Bustillo sí que recibió algún tipo de formación como cadete, justo antes de terminar su entrenamiento militar preliminar. Tanto él como Díaz, que además entraron en el ejército juntos, fueron a EE.UU. para recibir cursos de formación. Allá por el año 1997, Bustillo recibió algo de entrenamiento inicial en la Escuela de las Américas.
AMY GOODMAN: Háblenos de los indicios que usted ha presenciado, desde los mensajes de texto a las llamadas telefónicas. Y si puede, recree para nosotros lo que piensa que ocurrió.
NINA LAKHANI: Los indicios apuntan ciertamente hacia una operación militar perfectamente planeada que tuvo lugar aquella noche. Lo que sabemos a través de los testigos es que hay un puesto de control policial y militar a la entrada de La Esperanza. Y esa noche, muchos testigos nos comunicaron a mí y a otros investigadores que nadie se encontraba en el lugar. No había nadie en la base esa noche. Sabemos por registros telefónicos y por testimonios que Hernández y Bustillo, que se conocían entre sí a raíz de trabajar en seguridad privada, en los meses previos al asesinato de Berta habían trabajado juntos en el sector de la seguridad privada. Sabemos que estuvieron en La Esperanza al menos tres veces durante las semanas previas al asesinato. Por lo tanto, al menos cuatro personas estuvieron allí esa noche. Hernández admitió haber estado allí. Gracias a análisis derivados de llamadas telefónicas se sabe que al menos otros tres civiles, que han sido acusados de homicidio, estuvieron en la casa de Berta. Entraron, sabían lo que estaban haciendo. Sabían a dónde se dirigían. Todas las pruebas apuntan hacia la casa. Habían estado vigilándola tanto por dentro como por fuera. Habían estado allí varias veces. Su casa estaba situada detrás de la puerta principal: se trataba de una urbanización vigilada. Esa noche, había allí un centinela con el que muy probablemente tenían comunicación. Habían contactado con él con anterioridad, porque fueron capaces de entrar. Estaba muy oscuro, se trata de un lugar aislado. Ellos sabían dónde se encontraba la puerta y sabían donde estaría ella durmiendo. Así que las pruebas apuntan a que su casa y los alrededores habían sido vigilados, estudiados previamente. Todo ello apunta hacia una auténtica operación de tipo militar, y Hernández es el militar que se sabe estuvo allí esa noche. Como he señalado, pertenecía a las fuerzas especiales. Trabajó bajo el mando de Díaz. Había sido un francotirador altamente condecorado. No está claro si fue él quien apretó el gatillo, pero parece ser que él estaba al mando de la operación esa noche.
AMY GOODMAN: ¿Y por qué querrían...
NINA LAKHANI: Era un militar de bajo nivel y ascendió hasta el rango de sargento.
AMY GOODMAN: Nina, ¿por qué querrían a Berta Cáceres muerta?
NINA LAKHANI: Es bastante probable que los arrestados no fueran los interesados. El contexto de la muerte de Berta es el siguiente: ella era la activista más conocida, no solamente en Honduras, sino probablemente en toda América en el momento de su asesinato. Ninguno de los que estuvieron arrestados, ninguno de los ocho, tenía nada personal que ganar con que ella muriera. Y la idea de que alguien tan ilustre como ella pueda ser asesinada sin al menos el conocimiento implícito de la gente de rango superior en las Fuerzas Armadas o incluso el gobierno, creo que es muy poco probable. Ninguno de los ocho que estuvieron bajo arresto tenía nada personal que ganar.
AMY GOODMAN: Pero, ¿y el gobierno? ¿Ha rendido cuentas EE.UU.?
NINA LAKHANI: No creo que el gobierno de Estados Unidos fuera a admitir responsabilidad alguna por el asesinato de Berta. Es importante que recordemos la entrevista que le hice a Berta Cáceres en el año 2013 justo después de las elecciones, en la que ella denunció públicamente que le habían dicho y que había sido informada de que su nombre se encontraba en la cabeza de una lista de objetivos militares en la que creo que había 16 objetivos. Ella era una de los 16 activistas. Ella se lo estaba diciendo a la gente.
Fuente: Democracy Now
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