"El nuestro es el país más distinto de América Latina, tal vez nos parezcamos un poco a España, pero en realidad no nos parecemos a nadie por la cantidad de ateos que tenemos", dice el sociólogo Néstor Da Costa, docente e investigador especializado en sociología de la religión, uno de los autores del estudio.
El informe, cuyas conclusiones se publicarán en enero de 2018, se basa en una serie de entrevistas a 80 personas en cada una de las ciudades involucradas. Los investigadores discuten luego los resultados de estas entrevistas a la luz de los registros estadísticos conocidos en materia de religiosidad.
El informe, cuyas conclusiones se publicarán en enero de 2018, se basa en una serie de entrevistas a 80 personas en cada una de las ciudades involucradas. Los investigadores discuten luego los resultados de estas entrevistas a la luz de los registros estadísticos conocidos en materia de religiosidad.
Precisamente, los últimos datos disponibles provienen de una encuesta realizada en 2014 por Pew Research Center, en la que 42% de los uruguayos consultados se identificaron como católicos, 15% como evangélicos y menos del 6% de otras religiones. En tanto, 24% se define como creyente pero no afiliado, 10 % como ateo y 3% como agnóstico. "Uruguay es un caso por lejos atípico, siendo el país más secular de América Latina", señala el informe.
"La forma de vivir la religiosidad está muy determinada por nuestra historia como país", sostiene Da Costa. Ya desde el siglo XIX se manifestaban los primeros signos de este fenómeno. El estudio recuerda que en 1861 el gobierno de la época nacionalizó los cementerios en todo el país, rompiendo así sus afiliaciones a las iglesias. Poco después también prohibió a las iglesias tener un papel en la educación pública o la emisión de certificados de matrimonio. El alejamiento de lo religioso continuó con más vigor aún durante el siglo XX, donde la Constitución terminó por consagrar la separación de la iglesia del Estado, las referencias a Dios fueron retiradas del juramento parlamentario y se eliminaron referencias religiosas en varios nombres de ciudades y pueblos del país.
Con esos antecedentes históricos no es extraño entonces que tan solo 28% de los uruguayos diga que la religión es muy importante en sus vidas. En ninguno de los otros países encuestados la proporción es menor a cuatro de cada diez personas que responde esto. En consonancia con ello 29% de los uruguayos dice rezar todos los días, en tanto que solo 13% asiste a los servicios religiosos semanalmente. En Brasil, por ejemplo, 61% dice rezar a diario y el 45% va con regularidad a los servicios religiosos.
Algunos temas directamente vinculados a la religiosidad tienen correspondencia en la opinión más extendida entre los uruguayos. Así 62% está de acuerdo con que personas del mismo sexo contraigan matrimonio y 54% de los adultos aprueba la legalización del aborto.
"El concepto arraigado de laicidad que tenemos los uruguayos es también muy peculiar", sostiene Da Costa, "por ejemplo en Suecia, donde imperan los mismos principios, en la escuela te llevan a ver todos los templos religiosos de tu barrio para que los conozcas ya que son parte de la realidad social. Acá directamente no se habla del asunto".
Catolicismo a la uruguaya.
Los investigadores se llevaron las primeras sorpresas al hacer foco sobre los católicos. En este grupo encontraron una gran heterogeneidad, ya que algunos se sienten más cercanos a la institución religiosa y siguen las prácticas tradicionales, pero otros se dicen alejados de las estructuras eclesiásticas y viven su catolicismo por fuera de la iglesia. Otros mezclan las prácticas tradicionales con algunas no ortodoxas.
En este abanico de posibilidades, algunos creyentes consultados declararon seguir las prácticas tradicionales porque así dicen sentirlo. Lucía, una de las jóvenes entrevistadas, asume la práctica no como un deber sino porque siente necesidad de hacerlo. "Trato de rezar todos los días, por lo general de noche antes de acostarme. A veces puede ser rezar un Rosario o una oración más sencilla, depende. No es que me lo exija pero sí siento la necesidad de hacerlo", contó Lucía.
Jorge es otro de los testimonios relevados, un trabajador que encontró la fe en la edad adulta y que dice asistir regularmente a misa, aunque si no puede hacerlo no se siente en falta.
"Cuando estaba en el Centro sí iba todos los domingos, ahora allá lejos no voy a venir al Centro todos los domingos para ir a la iglesia. Yo no necesito estar metido adentro de la iglesia para ser un creyente. Eso es lo que quiero que la gente entienda. La gente piensa que porque va a la iglesia todos los domingos o todos los sábados a misa ya son creyentes. Yo tengo mi manera de pensar y no voy a cambiar", reflexionó Jorge ante el investigador.
Otro testimonio, en este caso de un joven de clase media identificado como Camilo, da cuenta de otro matiz en la concepción del catolicismo. "Para mí ser católico es tener presente a Dios en las decisiones que tomás día a día, en cómo actuás con otras personas. Creo que ser católico es una forma de vivir, una forma de estar pensando en las otras personas, que en ellos sé que está Dios", opinó el joven.
Por otros caminos.
"Me parece interesante eso de que, más allá de los caminos oficiales de la fe alguien encuentre su propia espiritualidad a su ritmo, con sus caminos, por sus vías. Me parece valioso y me veo en eso más que en los caminos tajantes como podría ser definirse como ateo o como creyente de tal cosa", sostuvo Rodrigo, que se declara como ateo.
Sin llegar a definirse como ateos, otros expresan su desapego a una u otra religión, aunque no a la búsqueda de la espiritualidad. "Quizás me pueda sentir más identificada con unas (religiones) que con otras, pero no al cien por ciento con ninguna, sino que más bien tomo de cada una lo que me va pareciendo, lo que me gusta", dice Paula, que se define como una creyente sin iglesia.
Muchos tienen una visión muy crítica sobre la Iglesia Católica, asociada a los temas que han jalonado su historia a lo largo de los siglos: la inquisición, las complicidades con el poder de turno, los casos de pederastía, el papel durante la "conquista de América".
El estudio de este grupo en particular de entrevistados lleva a los investigadores a pensar que conforman una suerte de nueva categoría no ajustada a los seguidores de algún culto pero que se encuentran en busca de una espiritualidad.
Un estudio que se hace en 5 ciudades.
Este avance del informe sobre religiosidad comparada guarda todavía varias sorpresas. "Tenemos decenas de entrevistas que procesar todavía, luego discutir y ponernos a escribir para tener pronto el trabajo a principios de 2018", señala el sociólogo Néstor Da Costa, quien además se desempeña como docente en el Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh). El estudio se lleva a cabo en cinco ciudades en forma simultánea (Lima, Córdoba, Montevideo, Roma y Bilbao), los investigadores se reúnen periódicamente en el Boston College, una universidad católica con sede en la ciudad de Chestnut Hill, Massachussets (EE.UU.). El producto final de este estudio serán dos libros, uno de carácter técnico y el otro para el gran público que se publicarán sobre principios de 2018, según los planes del equipo de investigadores académicos.
El umbandismo y los cultos afro.
Los cultos afro surgieron con fuerza creciente durante el siglo XX; según los expertos comenzó a gestarse en la década de 1940. Fueron traídos por esclavos desde África. El que más se arraigó en Uruguay es el umbanda. "En una primera aproximación se observa que la mayoría de los entrevistados umbandistas provienen de familias de origen católico, no muy practicantes, y su acercamiento a la religión umbanda se da a través de conocidos que les sugieren acercarse a algún templo", señalan los investigadores.
El grupo de los evangélicos.
Como una versión pretendidamente más aggiornada del cristianismo las iglesias pentecostales o cultos evangelistas se han extendido por el país en los últimos años. Según la citada encuesta del Pew Research Center los evangélicos son el segundo grupo después de los católicos, entre quienes se declaran como seguidores de una fe. En esta categoría se ubica 15% de los consultados por Pew, en tanto que el resto de las religiones conforma el 6%. La iglesia Misión Vida para las Naciones, fundada por el pastor Jorge Márquez, es la mayor de estas congregaciones.
"La forma de vivir la religiosidad está muy determinada por nuestra historia como país", sostiene Da Costa. Ya desde el siglo XIX se manifestaban los primeros signos de este fenómeno. El estudio recuerda que en 1861 el gobierno de la época nacionalizó los cementerios en todo el país, rompiendo así sus afiliaciones a las iglesias. Poco después también prohibió a las iglesias tener un papel en la educación pública o la emisión de certificados de matrimonio. El alejamiento de lo religioso continuó con más vigor aún durante el siglo XX, donde la Constitución terminó por consagrar la separación de la iglesia del Estado, las referencias a Dios fueron retiradas del juramento parlamentario y se eliminaron referencias religiosas en varios nombres de ciudades y pueblos del país.
Con esos antecedentes históricos no es extraño entonces que tan solo 28% de los uruguayos diga que la religión es muy importante en sus vidas. En ninguno de los otros países encuestados la proporción es menor a cuatro de cada diez personas que responde esto. En consonancia con ello 29% de los uruguayos dice rezar todos los días, en tanto que solo 13% asiste a los servicios religiosos semanalmente. En Brasil, por ejemplo, 61% dice rezar a diario y el 45% va con regularidad a los servicios religiosos.
Algunos temas directamente vinculados a la religiosidad tienen correspondencia en la opinión más extendida entre los uruguayos. Así 62% está de acuerdo con que personas del mismo sexo contraigan matrimonio y 54% de los adultos aprueba la legalización del aborto.
"El concepto arraigado de laicidad que tenemos los uruguayos es también muy peculiar", sostiene Da Costa, "por ejemplo en Suecia, donde imperan los mismos principios, en la escuela te llevan a ver todos los templos religiosos de tu barrio para que los conozcas ya que son parte de la realidad social. Acá directamente no se habla del asunto".
Catolicismo a la uruguaya.
Los investigadores se llevaron las primeras sorpresas al hacer foco sobre los católicos. En este grupo encontraron una gran heterogeneidad, ya que algunos se sienten más cercanos a la institución religiosa y siguen las prácticas tradicionales, pero otros se dicen alejados de las estructuras eclesiásticas y viven su catolicismo por fuera de la iglesia. Otros mezclan las prácticas tradicionales con algunas no ortodoxas.
En este abanico de posibilidades, algunos creyentes consultados declararon seguir las prácticas tradicionales porque así dicen sentirlo. Lucía, una de las jóvenes entrevistadas, asume la práctica no como un deber sino porque siente necesidad de hacerlo. "Trato de rezar todos los días, por lo general de noche antes de acostarme. A veces puede ser rezar un Rosario o una oración más sencilla, depende. No es que me lo exija pero sí siento la necesidad de hacerlo", contó Lucía.
Jorge es otro de los testimonios relevados, un trabajador que encontró la fe en la edad adulta y que dice asistir regularmente a misa, aunque si no puede hacerlo no se siente en falta.
"Cuando estaba en el Centro sí iba todos los domingos, ahora allá lejos no voy a venir al Centro todos los domingos para ir a la iglesia. Yo no necesito estar metido adentro de la iglesia para ser un creyente. Eso es lo que quiero que la gente entienda. La gente piensa que porque va a la iglesia todos los domingos o todos los sábados a misa ya son creyentes. Yo tengo mi manera de pensar y no voy a cambiar", reflexionó Jorge ante el investigador.
Otro testimonio, en este caso de un joven de clase media identificado como Camilo, da cuenta de otro matiz en la concepción del catolicismo. "Para mí ser católico es tener presente a Dios en las decisiones que tomás día a día, en cómo actuás con otras personas. Creo que ser católico es una forma de vivir, una forma de estar pensando en las otras personas, que en ellos sé que está Dios", opinó el joven.
Por otros caminos.
"Me parece interesante eso de que, más allá de los caminos oficiales de la fe alguien encuentre su propia espiritualidad a su ritmo, con sus caminos, por sus vías. Me parece valioso y me veo en eso más que en los caminos tajantes como podría ser definirse como ateo o como creyente de tal cosa", sostuvo Rodrigo, que se declara como ateo.
Sin llegar a definirse como ateos, otros expresan su desapego a una u otra religión, aunque no a la búsqueda de la espiritualidad. "Quizás me pueda sentir más identificada con unas (religiones) que con otras, pero no al cien por ciento con ninguna, sino que más bien tomo de cada una lo que me va pareciendo, lo que me gusta", dice Paula, que se define como una creyente sin iglesia.
Muchos tienen una visión muy crítica sobre la Iglesia Católica, asociada a los temas que han jalonado su historia a lo largo de los siglos: la inquisición, las complicidades con el poder de turno, los casos de pederastía, el papel durante la "conquista de América".
El estudio de este grupo en particular de entrevistados lleva a los investigadores a pensar que conforman una suerte de nueva categoría no ajustada a los seguidores de algún culto pero que se encuentran en busca de una espiritualidad.
Un estudio que se hace en 5 ciudades.
Este avance del informe sobre religiosidad comparada guarda todavía varias sorpresas. "Tenemos decenas de entrevistas que procesar todavía, luego discutir y ponernos a escribir para tener pronto el trabajo a principios de 2018", señala el sociólogo Néstor Da Costa, quien además se desempeña como docente en el Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh). El estudio se lleva a cabo en cinco ciudades en forma simultánea (Lima, Córdoba, Montevideo, Roma y Bilbao), los investigadores se reúnen periódicamente en el Boston College, una universidad católica con sede en la ciudad de Chestnut Hill, Massachussets (EE.UU.). El producto final de este estudio serán dos libros, uno de carácter técnico y el otro para el gran público que se publicarán sobre principios de 2018, según los planes del equipo de investigadores académicos.
El umbandismo y los cultos afro.
Los cultos afro surgieron con fuerza creciente durante el siglo XX; según los expertos comenzó a gestarse en la década de 1940. Fueron traídos por esclavos desde África. El que más se arraigó en Uruguay es el umbanda. "En una primera aproximación se observa que la mayoría de los entrevistados umbandistas provienen de familias de origen católico, no muy practicantes, y su acercamiento a la religión umbanda se da a través de conocidos que les sugieren acercarse a algún templo", señalan los investigadores.
El grupo de los evangélicos.
Como una versión pretendidamente más aggiornada del cristianismo las iglesias pentecostales o cultos evangelistas se han extendido por el país en los últimos años. Según la citada encuesta del Pew Research Center los evangélicos son el segundo grupo después de los católicos, entre quienes se declaran como seguidores de una fe. En esta categoría se ubica 15% de los consultados por Pew, en tanto que el resto de las religiones conforma el 6%. La iglesia Misión Vida para las Naciones, fundada por el pastor Jorge Márquez, es la mayor de estas congregaciones.
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