El general retirado John Kelly, designado ayer lunes a la cabeza del
Departamento de Seguridad Interior, se convertirá en el tercer militar
en integrar el gabinete del futuro presidente de Estados Unidos de América, Donald
Trump.
Este ex marine de 66 años, es "la persona indicada para
llevar a cabo la urgente misión de frenar la inmigración ilegal y
mantener la seguridad de nuestras fronteras", estimó el mandatario
electo en un comunicado.
Kelly, que sucederá al demócrata Jeh
Johnson, deberá asegurar el control de las fronteras exteriores de
Estados Unidos de América, la inmigración y las naturalizaciones y tendrá bajo su
órbita la seguridad interna.
Entre 2012 y 2016 este oficial,
que perdió a un hijo militar en Afganistán, dirigió al Comando Sur, la
dependencia del ejército estadounidense encargada de América Latina.
Como ocupante de ese puesto era responsable de la controvertida cárcel
de Guantánamo, instalada en territorio de Cuba.
Esa experiencia
"le aportó un conocimiento único de los desafíos a los cuales Estados
Unidos se ve enfrentado a nivel de su frontera meridional", asegura el
comunicado del equipo de transición de Trump, quien basó gran parte de
su campaña en la propuesta de una política dura en materia de
inmigración.
"El pueblo estadounidense votó en esta elección en
favor de frenar el terrorismo, recuperar la soberanía de nuestras
fronteras y poner fin a la actitud políticamente correcta que rigió
durante demasiado tiempo nuestra visión de la seguridad nacional", dijo a
su vez Kelly, citado en el comunicado.
Trump ya había designado
a otros dos generales retirados en su gabinete: Michael Flynn fue
nombrado asesor en seguridad nacional, un cargo clave en la elaboración
de la política exterior y de defensa de Estados Unidos, mientras James
Mattis, otro exmarine, asumirá la conducción del Departamento de
Defensa.
Mattis será el primer general en dirigir el Pentágono
luego de George Marshall, nombrado en 1950 por el presidente Harry
Truman.
La incorporación de tantos militares al futuro equipo de
gobierno suscitó la preocupación de observadores que defienden el
principio de un control civil sobre los cargos relacionados con la
defensa y la seguridad interna.
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