El júbilo de los ultras se ha traducido desde primera hora de la mañana en exigencias concretas y amenazas a que el temido efecto dominó de la consulta británica se vuelva realidad. “Ha vencido la Libertad”, ha tuiteado Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional Francés. “Como llevo pidiendo hace años, ahora hay que convocar un referéndum en Francia y en el resto de partidos de la UE”. Lo mismo ha pedido Geert Wilders, el holandés de cabellera oxigenada que lidera los sondeos en su país con un proyecto político abiertamente antiinmigración. “Queremos ser dueños de nuestro propio país, de nuestro dinero, nuestras fronteras y nuestra política migratoria”, ha dicho en un comunicado el líder del PVV, el partido de la Libertad holandés. “Los holandeses necesitamos tener la oportunidad de expresar nuestra opinión sobre nuestra pertenencia a la UE lo antes posible”, ha añadido agitando el fantasma del Nexit, la hipotética salida de Holanda de la Unión, que hoy se perfila más posible que nunca. Ambos países son miembros fundadores de la UE.
Los holandeses expresaron claramente su enfado esta primavera, durante el referéndum contra el acuerdo de asociación de la UE con Ucrania, que ganaron de calle los euroescépticos. En 2005, los holandeses ya rechazaron el proyecto de Constitución Europea, después rebajado en forma del Tratado de Lisboa. “Si me convierto en primer ministro, habrá un referéndum para dejar la UE”.
Las elecciones están previstas para la primavera próxima y Wilders parte como claro vencedor en las encuestas. El boicoteo del resto de partidos aleja sin embargo sus posibilidades de Gobierno.
En Italia, Matteo Salvini, de la Liga Norte, felicitó a “los ciudadanos libres” que no han sucumbido “al chantaje, las mentiras y las amenazas”.
Seis días antes del referéndum, los euroescépticos celebraron una cumbre en Viena, bautizada “la primavera de los patriotas”. Se trataba de arropar a los partidarios del Brexit, pero también de escenificar su creciente poderío paneuropeo como miembros de un grupo en la Eurocámara, que les sirve para torpedear desde dentro el proyecto comunitario. Allí, Le Pen defendió una Europa a la carta, que cumpla los deseos y exigencias de cada país miembro. El líder del también exitoso FPÖ austriaco, Heinz Christian Strache, puso el énfasis en la democracia directa y en la conveniencia de consultar a la población sobre su futuro como acaban de hacer los británicos. Suiza dijo, es su modelo. Su partido, el austriaco FPÖ, acaba de perder las elecciones presidenciales por la mínima y ahora disputa el resultado en los juzgados. El hartazgo de los austriacos con el bipartidismo, y la búsqueda de una identidad que sienten corre el riesgo de diluirse con la llegada de 90.000 demandantes de asilo al país el año pasado, han catapultado a los ultras austriacos.
El timing del Brexit, como dicen los británicos para referirse al momento en que se producen los hechos, no ha podido ser mejor para los populistas de derechas. Saben que el caldo de cultivo es propicio para sus intereses y cuentan con que los partidos tradicionales y Bruselas serán incapaces de reaccionar en tiempo y forma. Sienten que ha llegado su momento.
Los escaños de los ultras
Liga Norte de Matteo Salvini cuenta con cinco eurodiputados en Bruselas de 73 que le corresponden a Italia, 15 senadores (de 315) y 18 representantes, de 630, en el Parlamento nacional.
El Frente Nacional de Marine Le Pen tiene dos de los 577 escaños de la Asamblea nacional francesa. El partido cuenta además con 23 representantes en la Eurocámara de los 74 que le corresponden a Francia
El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) cuenta con cuatro representantes en el Parlamento Europeo de los 18 que le corresponden al país, 40 escaños en el Consejo nacional, cuatro (de 62) en el Consejo federal y 101 en el Parlamento austriaco, de un total de 440 representantes.
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