El 31 de marzo pasado una mujer paró el auto en
avenida Italia y Alto Perú. Dentro del vehículo estaba su madre y su
hijo pequeño de 8 meses de edad. De pronto, un desconocido se arrimó,
encañonó al bebé y exigió el poco dinero que la abuela tenía encima. Desde octubre del año 2015, cuando en el barrio se
instalaron los antiguos residentes de un asentamiento precario que
fueron realojados, los asaltos en la zona son moneda corriente. Y lo
peor es que son cada vez más violentos, según aseguraron al diario El País, Luis y
Mónica, un matrimonio que vive en un edificio de la zona.
"Esto se viene dando desde que en la zona se dieron
viviendas a los habitantes de los asentamientos que se encontraban más
próximos a Hipólito Irigoyen", explicó Mónica, una mujer que se dedica a
la docencia y confiesa su voto frenteamplista.
El realojo fue ubicado a tres cuadras de avenida Italia
y Alto Perú. En el barrio se maneja que varias de esas viviendas fueron
vendidas por poca plata a otras personas que no tienen nada que ver con
los moradores del asentamiento.
"Esto no quiere decir que todos los habitantes de las
viviendas que se encuentran sobre la Rambla Euskalerría sean
delincuentes, la mayoría debe ser gente esforzada y trabajadora, pero en
nuestra cuadra y en zonas aledañas se ha incrementado el índice de
delitos desde que se instalaron", afirmó.
La pareja estima que en su cuadra se están viviendo
un promedio de entre dos y tres rapiñas al día las que se pueden ver a
las dos de la tarde o a las ocho de la noche. Muy pocos se atreven a
andar por la zona en horas de la madrugada.
Miedo.
Suplicio.
BARRIO ENORME.
Carrasco "tranquilo" y Malvín violento.
Una zona extensa y con grandes diferencias.
"En el caso de nuestra familia, a mi marido lo
asaltaron a las dos de la tarde del día 30 de diciembre al ir a buscar
el auto, lo amenazaron con un arma y lo golpearon. A mi hija la robaron a
las 8 de la noche, si bien no la lastimaron le arrancaron la cartera y
fueron muy violentos", explicó Mónica.
En todos los casos las personas asaltadas presentaron
la denuncia correspondiente ante la Policía y no hubo ningún tipo de
resultados.
El barrio está compuesto por casas bajas, comercios
de distintos rubros y una estación de servicio que acumula decenas de
asaltos. Muy cerca de la esquina hay un único edificio, testigo de
épocas más tranquilas y prósperas para la zona, cuya entrada cuenta con
reja perimetral y un cerco eléctrico que llega al segundo piso.
Llama la atención la enorme inversión en rejas y
cercas electrificadas en el barrio. Cada casa o comercio tiene algún
implemento de seguridad a la vista. Algunas fachadas y techos están
rodeados de "concertinas", una especie de alambre de púa como el que se
usa en la entrada de las cárceles.
Preocupados por la situación, los vecinos decidieron
hablar con autoridades del Ministerio del Interior y de la Policía.
También fueron recibidos por dos diputados y el alcalde local.
Ahora formaron un grupo de WhatsApp llamado "vecinos
en alerta". Cada vez que ven algo raro sacan fotos y avisan al resto
del barrio. Ya cuentan con un banco de imágenes bastante extenso. Hay
fotografías donde aparecen personas que se sientan a drogarse frente a
sus casas o gente en actitud sospechosa.
"Somos gente trabajadora, nuestro barrio era eso, un
barrio donde los vecinos hablaban en los jardines y los niños jugaban
tranquilos. En este momento salimos con mucho miedo y volvemos con más
miedo aún. ¿Qué podemos hacer cuando el señor Ministro del Interior dice
abiertamente que se exagera con el problema de la inseguridad y que
poco menos que los asaltos son culpa de las víctimas?", dijo Mónica.
Mientras los vecinos hablan con El País por la calle
Alto Perú pasan transeúntes apurados. Las mujeres apuran el paso y
llevan sus carteras bien agarradas. Dos personas van rumbo al barrio
señalado por los vecinos, llevan electrodomésticos sobre sus espaldas.
Uno va con un televisor y otro con una cocina.
Estacionar el auto, ir al supermercado y hasta
dormir son momentos de la vida cotidiana que pueden terminar mal en el
límite entre Malvín Norte y Malvín sur. Estaba cayendo el sol cuando
Alejandra estacionó su coche en un garaje del lado sur, cruzó la
avenida, vio gente sospechosa en la parada de ómnibus y dio un largo
rodeo hasta llegar a la entrada de su casa.
Mientras abría el portón de la reja de su edificio
alguien le tocó el hombro, ella se dio vuelta y le arrancaron una
cadenita del cuello. Terminó en el piso. Dice que la salvaron los
vecinos porque vieron la agresión y comenzaron a gritar. Solo pudo ver
que los ladrones huían en bicicleta rumbo al norte.
Tras el asalto, la mujer se acostó a dormir. En
medio del sueño sintió ruidos. Creyó que estaba delirando pero no, esta
vez los ladrones estaban escalando por su apartamento.
Su marido, que usa armas por razones profesionales,
se asomó a la ventana y encontró a un hombre colgado. El ladrón tuvo
suerte y pudo huir. Cuando llegó la Policía ya era tarde.
Alejandra sale a la vereda de su edificio con su
pequeño hijo que lleva un celular en sus manos.
Mientras la mujer cuenta
a El País los dramas de inseguridad de su barrio el chico se aleja unos
metros.
Como de la nada aparece otro niño, en este caso de
unos 10 años, en bicicleta. Entrepara, mira al niño y Luis le grita que
se vaya. "No te quiero ver más por acá", le dice el vecino, ya harto de
los ladrones.
Diego Murara, concejal del Municipio E,
correspondiente a los barrios Carrasco, Malvín, Unión, Las Canteras,
Carrasco Norte, Punta Gorda, Buceo y La Blanqueada, aseguró que las
quejas principales de los vecinos de la zona son por seguridad y
limpieza.
"Parece que desde hace un año más o menos Carrasco
está un poco más tranquilo y la inseguridad más fueret pasó a la zona de
Malvín, parece que el problema se trasladó", afirmó el concejal que
también integra la comisión de apoyo a las seccionales de la zona.
Desde el Municipio es "muy poco" lo que se puede
hacer por la seguridad, dijo. No obstante, mencionó que han intentado
mejorar la iluminación y no han podido.
"Hemos pedido apoyo a la Intendencia y nos dicen que no se puede, que están fundidos", señaló Murara.
Otro tema que se abordó es la limpieza de predios
baldíos que eventualmente puedan servir como refugio a los delincuentes.
Uno de esos terrenos que fueron limpiados fue uno contiguo a la
Facultad de Ciencias ya que los alumnos, docentes y funcionarios venían
siendo asaltados por delincuentes que salían desde allí. También se ha
resuelto podar árboles para mejorar la visión en determinadas zonas.
Avenida Italia es el límite jurisdiccional de la
seccional 15. Hasta ese lugar tiene a su cargo la tradicional comisaría
del barrio La Unión, situada en 8 de Octubre y Gobernador Viana, a 2,7
kilómetros de avenida Italia y Alto Perú. Más allá de la distancia
geográfica que tienen con la sede policial, los vecinos han resuelto
denunciar todo los episodios delictivos que sucedan en la zona.
Los vecinos víctimas de asaltos y rapiñas,
producidos en los últimos seis meses, con los que pudo hablar El País
señalaron que hasta ahora no han recibido respuestas. Uno de los
asaltados dijo que le informaron que su caso pasó a la Brigada de Hurtos
y Rapiñas.
Una vecina que fue asaltada y que le llevaron hasta
los documentos, señaló el sábado pasado a El País que tuvo que pagar por
la renovación de su cédula de identidad. La mujer recordó que semanas
atrás el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, anunció que no se
cobrará la renovación de la cédula de identidad cuando se produce un
hurto.
Fuente: El País
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