Jafar Panahi (Mianeh, Irán, 11-07-1960), el director de cine iraní que ganó el Oso de Oro en Berlín ha vencido la censura y recibe galardones en el mundo filmando películas de bajo presupuesto. Jafar Panahi tenía 10 años cuando escribió su primer libro, con el que ganó un concurso literario. También a esa edad comenzó a interesarse por el cine rodando películas en 8mm, actuando en una de ellas y ayudando a completar una segunda. Más tarde se dedicó a la fotografía. Durante el servicio militar, que Panahi pasó durante la guerra Irán-Iraq (1980-88), hizo un documental sobre su experiencia en ese conflicto.
Estudió dirección en la Facultad de Cine y Televisión de la Universidad de Teherán. Su carrera profesional la comenzó rodando varias películas para TV; también trabajó como ayudante del director Abbas Kiarostami en la película A través de los olivos (1994). A partir de entonces comenzó a dirigir.
Los críticos de cine lo llaman el “neorrealista” de la nueva ola iraní. Su método es simple y parece que las películas fueran fáciles de filmar. Pero el resultado logra una poesía y una profundidad que difícilmente resida en la (supuesta) improvisación y frescura de lo que Jafar Panahi filma.
El director de 54 años, que este domingo sumó una distinción más a su carrera al ganar el Oso de Oro en el festival de Berlín por su película Taxi, ha tenido que sortear una serie de complicadas barreras en su vida creativa. Por ahora, igual se sale con la suya, a base de rodar filmes de muy bajo presupuesto (entre US$ 2.500 y US$ 25.000, por ejemplo) y de obtener premios destacados.
Si Abbas Kiarostami es el cineasta filosófico, entonces Panahi es el realista que se mete con los conflictos de quienes, por diferentes motivos, sufren los embates del régimen fundamentalista que gobierna Irán desde 1979.
Panahi saltó a la palestra internacional con El globo blanco, en 1995. Esta película que cuenta la anécdota de una niña que pierde su billete cuando va a comprar un pececito al mercado y deambula con otros niños por las calles de Teherán con una emoción tal que recuerda a Ladrón de bicicletas o a Los cuatrocientos golpes. Con este filme ganó la cámara de oro en Cannes.
Con El espejo, de 1997, Panahi muestra el complejo viaje de regreso a su casa de una niña cuya madre no pasó a buscarla por la escuela.
Si al comienzo la mirada del director se centró en la infancia, luego saltó al mundo de las mujeres, con El círculo (2000). En la película, un grupo de mujeres en diferentes circunstancias deben sobrevivir una noche entre un robo, la cárcel y un nacimiento.
Luego vino Sangre y oro, un oscuro policial que Panahi filmó en 2003 y que fue censurado en Irán. En 2006 filmó Offside, sobre una muchacha fanática del fútbol que no puede ver un partido de la selección iraní porque las mujeres tienen prohibido entrar a los estadios.
Después de los incidentes políticos de 2009, Panahi y un grupo de artistas fueron encarcelados en 2010 por el régimen del entonces presidente Mahmoud Ahmadinejad. Recibió una condena de seis años de cárcel y veinte de prohibición para filmar.
La comunidad del cine internacional puso el grito en el cielo, pero Panahi recién fue liberado con una fianza y con la condena en suspenso. Sin saber si iba a poder volver a rodar, con su teléfono y en su casa filmó Esto no es una película, un auténtico experimento.
El cambio de gobierno lo liberó y pudo filmar Closed curtain en 2013 y Taxi en 2014, donde él mismo conduce un vehículo por Teherán con diferentes clientes. La cámara de Panahi sigue prendida.
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