El apartamento de Jaime Roos en la Ciudad Vieja tiene una de las mejores vistas de Montevideo. Su profundidad de campo es acojonante y Roos la domina desde su estudio, su rincón en el mundo. Allí, entre libros y discos, tiene una foto con Eduardo Mateo, tapas de los discos de su tío George Roos, todas las temporadas de Sopranos en DVD, varios reconocimientos (entre ellos el de Senado argentino) y su tapa de la revista Rolling Stone. Acaba de editar un nuevo disco (En vivo en el Río de la Plata) en el que recopila "la magia" de cuatro de sus recitales entre 2008 y 2013. De eso, de la apreciación que se tiene de su obra, del momento cultural del Uruguay y de por qué —un reclamo que ve injustificado— hace 7 años que no saca un disco con canciones nuevas habló en una charla con el diario montevideano El País.
—¿Qué tiene este disco de diferente a sus otros discos en vivo?
—Este es mi tercer álbum en vivo. El primero, fue breve e irregular —Esta noche— y, si bien tiene unos cuantos destellos, no lo considero importante. El segundo, Concierto aniversario, se puede decir que es básico en mi discografía y lo veo como mi primer disco en vivo. En vivo en el Río de la Plata es un álbum que quiero mucho y que publico con cierto alivio. Haber trabajado 200 horas en el estudio en el sonido de estas canciones, remasterizarlas y publicarlas como un todo siendo que pertenecen a cuatro conciertos distintos, se convierte en un testimonio de lo que fueron mis cinco años arriba del escenario con distintos espectáculos, formaciones e invitados. Por otro lado, tiene la motivación de ver publicado algo que de otra forma se lo llevaría el viento.
—Los conciertos son apenas instantes.
—Y tienen momentos de magia que inevitablemente se pierden: no se filman todos los partidos y menos los recitales. De hecho, este disco existe porque se hicieron cuatro programas de televisión de los cuales se extrajo el sonido. No hay ninguna corrección: lo que está tocado, tocado está. Este disco logra capturar esas magias que se dieron en estos cinco años y convertirlas en mi segundo álbum en vivo. Se completan así mis tres horas en vivo publicadas en 45 años arriba del escenario. Dicho así, asusta.
—¿Le sigue emocionando sacar un nuevo disco?
—Sí porque lo saco cuando tengo ganas y para mí, un album no es moco de pavo. Por ejemplo, con respecto a los compilados, hay una enorme confusión en la gente y que a veces llega a la prensa: los compilados no los saca el artista, los saca la compañía que es la dueña de la grabación.
—Usted dice que no saca muchos "grandes éxitos", en contra de la creencia de alguna gente.
—Cuando muchas veces me dicen que saco muchos compilados me causa gracia. Por un lado me dan ganas de decirle, en plan asqueroso "por algo será" pero por otro lado salvo excepciones, como Brindis por Pierrot o Cuando juega Uruguay que eran compilados con canciones nuevas (o Candombe murga y rocanrol que era un plan del sello Sony para editar mi música para América Latina que luego se pinchó), todos los otros compilados son decisiones de las compañías.
—Pero capaz que la acusación de que tiene muchos compilados esconde en realidad un reclamo de más discos con material inédito.
—Sí. Me insisten con un disco nuevo. Pero algunos periodistas que me reclaman eso desconocen la esencia del arte. Acepto el reclamo de aquellos que conozcan mi obra a fondo, que conozcan los 35 años de grabaciones mías o de producciones para otros artistas importantes como el Canario Luna, Estela Magnone o Adriana Varela, en donde yo puse mi alma. Pero noto que hay mucho reclamo de gente que conoce sólo 50 canciones mías. Me dan ganas de decirles: "muchachos cuando escuchen las otras 100, ahí sí les voy a decir disculpen, ando un poco haragán".
—Ahora que salió a la prensa para hablar de este nuevo disco, se lo han preguntado muchas veces.
—Tengo la sensación de que hay unos cuantos periodistas que no se han tomado la molestia de escuchar este álbum y de entender de qué se trata un disco en vivo pero igual me reclaman un disco de canciones nuevas. Esto me lo dijeron toda la vida. En 1990, tres años después de Sur me preguntaron si no iba a sacar más discos. Hace poquito le dije a un periodista de Clarín que me lo preguntó, "miren hagan de cuenta que me morí".
—Al final del documental Estamos rodeados usted dice "cuando me queden sin ideas no voy a grabar más".
—Buena memoria. Eso es de 1991 y decía "el día que no tenga nada más para decir no sacaré más discos".
—¿Llegó ese momento?
—No. Yo tengo mis tiempos. La película 3 millones, esa "peliculita" que tuvo éxito, para mí fue como hacer el equivalente de un álbum triple: dos horas veinte exprimiéndome como a una naranja que no da más jugo para sacar la creatividad de donde fuere, encerrado 18 meses, obviamente dejando pasar la vida. Ese periplo terminó en 2012. Muchos de los que hablan no saben dónde está la pelota. Muchos de los que hablan aún no escucharon a fondo Fuera de ambiente, que es un disco que tiene siete años.
—Es cierto, es un buen disco que no fue apreciado del todo.
—Si tengo que elegir tres discos de mi vida, ese está.
—Pero, por ejemplo, hace poco salió el libro 111 discos uruguayos…
—Un libro muy bueno y a la vez necesario.
—Pero bueno, ahí se menciona su etapa de Siempre son las cuatro, Mediocampo, Aquello.
—Sí. Los 70 y los 80.
—¿No le molesta estar mencionado por discos que ya tienen más de 30 años?
—Pero en ese libro faltan Estamos rodeados, La Margarita y Fuera de ambiente. El autor aclara que hay determinados artistas a los que evitó sobreexponer. Me siento muy orgulloso que incluya en el libro esos discos míos.
—Volvamos a su último disco con material inédito, Fuera de ambiente. ¿Qué pasó entre ese album y la gente?
—La gran mayoría de la gente del ambiente cultural no se tomó la molestia de escucharlo como corresponde. Atención, hasta el día de hoy sigo recibiendo líneas que me dicen "no puedo creer lo que es Fuera de Ambiente". Es un disco con efecto retardado.
—Tiene canciones muy buenas: "El hombre solo" está a la altura de algunos de sus clásicos. "Esquela", lo mismo. Está "Postales para Mario".
—Después de Fuera de ambiente, además de otras cosas, hice el espectáculo Hermano te estoy hablando. Para mí tocar en vivo es muy importante: es el ying y el yang con el estudio de grabación. Hermano te estoy hablando es uno de los mejores shows que hice en mi vida. Y eso me llevó cuatro meses de preparación y después el espectáculo, la grabación, el disco, el DVD. ¿Vos te crees que es soplar y hacer botellas? Eso me consumió un año y medio. Y después vino 3 millones y me pasó por arriba. Cuando terminó quedé agotado. Yo no quiero andar haciendo alegatos. Yo sé por dónde va la pelota.
—Y ya dijo que la gente no sabe por dónde va la pelota.
—El proceso de creación es desconocido por la mayoría de los que escriben en las páginas de arte. Es exactamente al revés, acá no se trata que la gente me pida un disco nuevo como si yo hiciera camisas. Si trabajara en ese rubro, por supuesto que haría camisas nuevas a pedido de la gente. En el arte es al revés: cuando yo tenga que algo que ofrecer, lo mostraré y a la gente le gustará o no. Es así.
—O sea, y perdón mi insistencia, quiere decir que ahora no tiene cosas nuevas para mostrar.
—¿Vos te crees que cuando saqué Fuera de ambiente en diciembre de 2006 las canciones las escribí en julio de 2006? "Por amor al arte" que es una de mis murgas favoritas e incluida en ese álbum la escribí en 1998.
—Sí pero eso también ha sido una acusación a ese disco de que muchas de las canciones eran creaciones viejas.
—¿Viejas de qué? ¿"Por amor al arte es vieja"?
—Es de 1998. Había una canción que había hecho para Natalia Oreiro.
—¿Vieja por qué? Si nunca la había publicado. "Amándote", 1987, álbum Sur: yo la había escrito en 1981. No fue en Siempre son las cuatro porque no me parecía del estilo unitario del álbum. Tampoco tenía el estilo de Mediocampo. Al final la grabé en Sur y es quizás el tema más exitoso de mi vida. Estuvo siete años en el cajón y yo sabía que tenía un potencial. Otra vez: la gente no sabe dónde está la pelota. El día que no tenga nada para decir me voy a callar la boca. Y quizás llegó el momento, o quizás no, yo que sé. En este momento tengo mucho para grabar. Y hay ciertas cosas en las que me he puesto un tanto cascarrabias y digo, voy a cambiar de rumbo porque estoy muy enojado con algunas cosas del mundo.
—¿Por qué está enojado?
—(risas) ¿Sabés por qué? Porque los huevos no tienen gusto a huevo, los tomates no tienen gusto a tomate, los equipos no suenan como antes, el CD no es como el vinilo. Mi barrio no es como era mi barrio. Y no estoy hablando como un viejo choto si no que estoy hablando de algo reciente y sabés qué, está bravo para andar por la calle. O si querés hablamos de que cada vez hay más pobres en América Latina. Cómo no voy a estar enojado.
—Ya está, cambiemos de tema. Durante todo este tiempo, una gran parte del secreto de sus canciones han sido sus bandas. ¿Cuál fue la mejor?
—Prefiero decir cuál fue mi primera gran banda: La Escuelita. Hasta ese entonces yo tenía que soportar el acertado comentario de que sonaba mejor en estudio que en vivo. Me mortificaba. A partir de 1989 hice un enorme esfuerzo para armar una banda que no solo incluyera a grandes músicos, sino que además tuvieran ganas de ser unos cracks. Eso fue La Escuelita y es la de la gira A las 10. Un equipo que se retiró de la cancha siendo campeón. Y después La Doble Uruguaya, donde entraron los Ibaraburu, Montemurro todos bien jóvenes y salir con ellos era como tocar con la primera banda del barrio. Con Contraseña, la banda de 2001, que tiene el mejor coro con que ha trabajado, con esa murga de bolsillo. Y la actual es 3 millones.
—En la Escuelita estaban Hugo Fattoruso, Diego Ebeler...
—Quintana, Etchenique, Popo Romano, el Nego Haedo, Pinocho Routin, Benjamin Medina, Pifuto Lombardo, el zurdo Bessio.
—Spinetta hizo un show con todas sus bandas. ¿No siente nostalgia de reunirlos?
—No, sería reencontrarse con una vieja novia con la que da para tomarse un café y rememorar con alegría y nostalgia, las viejas épocas pero qué querés que te diga. No tengo ganas de retomar algo que por algo se fue.
—Volviendo al nuevo disco, cuál fue el criterio de selección del material?
—Fue muy simple: lo que me gustaba más de cada concierto. El hecho de que diga Antología 2008-2013 no significa que sean los temas más famosos de mi carrera. Son los mejores temas que pude extraer de distintos conciertos. Y hay temas de los denominados clásicos ("Adiós juventud", "El hombre de la calle", "Brindis por Pierrot") pero también hay tema de los escondidos ("Esquela", "Lluvia con sol"). Lo que primó era lo que más me gustaba, asi de infantil y lo que tenía ganas de escuchar. Y ahí se armó ese cuadro de 20 canciones de las que hubo que sacar tres.
—¿Cuál es su vínculo con sus canciones?
—Tengo un problema que nace de un gran privielgio. El hecho de haberme vuelto un artista popular hace que haya todo un sector del público que solo conoce el estante de los grandes éxitos. En la gira 2007 que hicimos por todo el país, incluimos seis canciones de Fuera del ambiente y seis de las no tan conocidas. Y cuando llegaban esas canciones, el aplauso bajaba notoriamente y había caras aburridas. Eso es muy difícil de manejar.
—¿Como analiza el momento cultural nacional?
—Hay mucha información en la juventud que efectivamente internet es una fuente atómica en cuanto a la información. Pero es información fragmentada: se picotea mucho pero no se va a fondo como si se buscara petróleo.
—¿Cómo está su relación con el público uruguayo?
—Mi vínculo con el público uruguayo está cambiando. Nuestra sociedad está cambiando. Siento que hay un desplazamiento un poco curioso en donde me doy cuenta que estoy dejando de ser un artista para ser algo institucional y que hay jóvenes que se refieren a mi como el viejo. Y tienen razón. Tengo malditos o benditos 61 años. Tengo un muy buen vínculo con el público uruguayo pero es curioso tocar para un público que nació escuchando esas canciones. El público es un misterio.
El amor de Argentina y un toque en Uruguay
La agenda de Jaime Roos siempre está ocupada. Poco después de la sesión de fotos que ilustra esta nota viajaba a Mendoza. En la Argentina juega cada vez más de local y en escenarios de gran porte. Es el premio al trabajo de muchos años.
“Son más efusivos que los uruguayos”, dice. “Me respetan y les interesa mi opinión”. Es a menudo entrevistado por los medios argentinos.
Dice que lo ubican en la misma batea ideológica de Ruben Blades, Joan Manuel Serrat, Caetano Veloso, entre otros, muchos de los cuales, dice, son sus amigos. Es un buen lugar para estar.
También toca en Uruguay. Tiene planeado un recital en La Trastienda para el 10 de diciembre que servirá como una excusa para presentar En vivo en el Río de la Plata, su nuevo disco.
El show empieza a las 21.00 y habrá un repaso a las canciones del disco, y a otros clásicos de un repertorio al que le sobra material. La selección es amplia y puede haber más de una sorpresa.
Estará acompañado por 3 millones, su actual banda de la que está particularmente orgulloso.
Las entradas para el recital de La Trastienda ya están a la venta con precios que van de 250 pesos a 650 pesos.
Potente álbum en vivo
En vivo en el Río de la Plata reúne material de cuatro recitales de Jaime Roos entre 2008 y 2013. Hay momentos en el Solís, el Teatro de Verano, el Auditorio Adela Reta y en el Luna Park porteño, por ejemplo, que rescatan la comunicación de Roos con el público y de éste con sus canciones. Participan Emiliano Brancciari de No Te Va Gustar, Christian Cary de La triple Nelson y Martín Buscaglia entre otros.
Como el propio Roos dice en esta nota, no es un antología en el sentido de un “grandes éxitos” sino que son los mejores momentos de estos cinco años de recitales. El repertorio incluye clásicos (“Tal vez Cheché”, “El hombre de la calle”, “Los olímpicos”, “Luces en el Calabró”) con temas más “oscuros” de su cancionero como “Lluvia con sol”, “De la canilla”, “Esquela” o “Catalina”; son 17 canciones.
El sonido que consigue con su nueva banda, actualiza las canciones. En vivo en el Río de la Plata es editado por Montevideo Music Group.
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