El Museo del Prado, una de las mayores pinacotecas del mundo, desconoce el paradero de 885 obras de arte según el Tribunal de Cuentas de España. La cifra llegó a ser mayor hace unos años: entre 2008 y diciembre de 2012 el Servicio de Depósitos localizó 41 obras de las 926 que llegaron a engrosar la lista de piezas no localizadas.
Su pérdida y posterior recuperación se atribuyó a la “reordenación de colecciones” con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Doce obras de arte “estaban depositadas en diversas instituciones”, refleja el informe del organismo fiscalizador, relativo al ejercicio de 2012.
El inventario de bienes históricos-artísticos del Prado contaba hace dos años con 27.509 objetos, de los que 15.480 corresponden a dibujos y estampas y 4.408 a esculturas y artes decorativas. El resto son pinturas desde el periodo anterior a 1.700 (1.716), del siglo XIX (2.394)...
Una portavoz del Prado resta importancia al número de objetos cuya localización se desconoce y afirma que la mayoría desapareció en incendios e incluso conflictos bélicos. “Pero no vale con la sospecha, si no hay constancia de que se han destruido no se pueden quitar del inventario”, explica. De hecho, entre 2001 y 2006 aparecieron una docena de obras.
Otra parte significativa de las obras en el limbo pertenecería a la colección del Museo de la Trinidad, formada por bienes expropiados en la desamortización de Mendizábal y de los que un número sin detallar no habrían ingresado en el Prado tras la fusión de sus colecciones en 1872. Los gestores del Museo ya dieron por perdidos alrededor de 350 lienzos de la pinacoteca en los años ochenta del pasado siglo. Una década más tarde, el inventario reflejaba que 500 obras del Prado habían sido destruidas o se habían perdido. Entonces el Prado contaba con un fondo de 8.000 piezas, 20.000 menos que las actuales.
Las explicaciones del Prado no convencen al Tribunal, que insiste en “proseguir” con la búsqueda de aquellas obras que constan “en antiguos inventarios”. Y entiende que es “imprescindible” que el Museo continúe con las tareas de “seguimiento y control” de los depósitos constituidos en otras instituciones, dentro de lo que se conoce como Prado Disperso. En este sentido, la “ausencia” de un informe periódico sobre el estado de las colecciones es una “debilidad” que los fiscalizadores recomiendan subsanar. Lo mismo sucede con el “elevado número y dispersión” de obras depositadas en otras instituciones, lo que “dificulta especialmente el seguimiento y control” de su conservación y seguridad. A eso se añade la “inejecución” del proyecto de creación del Centro de Gestión de Depósitos y la “insuficiencia de medios humanos” asignados a la gestión directa de dichos depósitos.
Eso sí, el tiempo transcurrido tras la desaparición de buena parte de las obras registradas no localizadas hace que “no pueda desprenderse responsabilidad alguna por la no localización de las mismas”, entiende el Tribunal. Sin embargo, tras la fiscalización del ejercicio de 2005 el Tribunal de Cuentas trasladó el asunto a la Fiscalía General del Estado, con el objetivo de depurar las posibles responsabilidades penales.
En 2012 el Prado participó en 15 exposiciones en el país —algunas se celebraron en varias sedes— a las que han enviado 176 obras. En el extranjero se participó en 33 exposiciones con 288 obras. En el caso del Prado Itinerante (que el Museo lo organiza con otras instituciones) fueron 164 las obras que se trasladaron a tres exposiciones.
De las 3.206 obras en depósito fuera del Museo, 2.975 obras se encontraban en 263 instituciones españolas. Tras solicitar la certificación de 1.789 de ellas a 82 entes nacionales, el 64,63% fueron confirmadas por 53 de las instituciones (no contestaron la basílica de San Francisco el Grande de Madrid, el Ayuntamiento de Badajoz, el Palacio Carvajal de Cáceres y el Complejo Cultural San Francisco, en la misma ciudad). En la información remitida por 25 instituciones se puso de manifiesto que “con cierta regularidad existía discrepancia en relación con la procedencia y la pertenencia de los depósitos”. Especialmente si se trataba de depósitos del Prado o del Reina Sofía. En estos casos se recomendó “clarificar la procedencia, realidad y ubicación de los bienes depositados”.
A juicio del Tribunal de Cuentas esta deficiencia tiene un carácter meramente formal, y que es consecuencia de diversas circunstancias, “especialmente por la antigüedad de dichos depósitos” otorgados algunos por instituciones en la actualidad inexistentes, así como por los “escasos” controles realizados por las instituciones depositantes.
Un plan de actuación para el periodo 2013-2016 contempla la revisión “in situ” de obras depositadas en distintas comunidades autónomas y analizar su estado, condiciones de conservación, de seguridad y acceso a las mismas. Durante la vigencia del plan se pretende revisar 1.500 obras en 130 instituciones. A dicha actuación se sumará una campaña de fotografiado de depósitos. Además se desarrollará una aplicación informática para la gestión de los fondos.
La Ley reguladora del Museo del Prado establece que deberá “velar por la integridad y seguridad de las colecciones y fondos museísticos”, además de “garantizar la protección y conservación” de los bienes del Patrimonio Histórico Español dentro de su competencia.
Buscando en Suiza
En 1991, el abogado y millonario Manuel Villaescusa dejó al Museo del Prado como heredero de todos sus bienes. Pero no legó obras de arte, sino una fortuna inmensa: 7.000 millones de pesetas de la época (42 millones de euros). Todo ese dinero debía emplearse en adquirir obras maestras de arte con las que enriquecer el museo. Pero el Tribunal de Cuentas, a pesar de los años transcurridos, considera que la pinacoteca “no ha culminado” las “actuaciones para detectar posibles nuevos bienes del denominado Legado Villaescusa”.
El museo, en sus alegaciones al informe auditor, replica que ya en 2009 “se había retomado la búsqueda de un posible patrimonio de su propiedad situado fuera de España”. De hecho, la pinacoteca contrató los “servicios de un despacho de abogados especializado en esta materia, que realizó múltiples gestiones en distintos bancos suizos durante más de un año sin obtener resultado positivo alguno”. En 2010, se dio por finalizada la búsqueda.
Sin embargo, en marzo de 2013, se descubrieron diversos inmuebles en Madrid. Y se puso en manos de los abogados del Estado su recuperación. En abril de ese año, el museo tuvo conocimiento de que sí existían cuentas en Suiza con “efectivo en distintas monedas” y “valores bursátiles”. Finalmente, en noviembre de 2013, el banco helvético entregó 1,1 millones de euros más al museo, que fueron ingresados en una cuenta abierta adonde van todos los fondos del Legado Villaescusa.
Con la fortuna del abogado, el Prado ha adquirido en estas décadas obras de Adriaen Thomasz Key, Georges de La Tour, El Greco o Van der Hamen.
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