Tras el descubrimiento de la primera barca funeraria de Khufu en 1952, la sospecha que la trinchera colindante, de idénticas características guardaba otro navío semejante, sólo se confirmó en 1987 por parte de los especialistas de la universidad japonesa de Waseda, gracias al uso de radar electromagnético.
Semanas después arqueólogos patrocinados por la National Geographic Society introdujeron una cámara fotografiándola. Si bien la cámara fue introducida sin que se produjera contaminación desde el exterior, se comprobó entonces que la trinchera no era estanca y que agua e insectos había penetrado en ella.
Entre 1992 y 1993, la universidad nipona realizó cuatro sesiones de estudio de la madera con una técnica conocida como difracción de rayos X, comprobándose que su conservación no era la óptima deseable. Asimismo se observó que las muestras de aire tomadas eran casi idénticas a las del aire actual, confirmándose la falta de estanqueidad y no sólo eso, sino que la madera era ligeramente anterior al reinado de Khufu, es decir, que fue construida con madera procedente de los almacenes reales ¿Quizá parte de esa flotilla de madera traída por Esnefru (padre de Khufu) desde el Líbano?
Los trabajos preliminares del rescate comenzaron en junio del año 2011, con el levantamiento de las inmensas losas de piedra (41 en total, cada una con un peso de 14 toneladas) que cubrían la trinchera; pero la extracción propiamente dicha del barco desmontado no comenzó hasta dos años después, junio del 2013.
9456407161_1060816a55Como era previsible, un acontecimiento de esta envergadura supuso que acudieran al lugar el ministro egipcio de Antigüedades, el embajador japonés en El Cairo y el director científico del proyecto Sakuji Yushimura para realizar la ceremonia del levantamiento de los primeros fragmentos de madera, que llevaron a cabo embutidos en trajes protectores.
Periodistas y resto de personas autorizadas pudieron seguir todo el proceso transmitido por video a las pantallas de televisión dispuestas en una jaima cercana, levantada ex profeso para la ocasión. Terminadas las indispensables tonterías políticas, los científicos pudieron ponerse en marcha y, vestidos también con sus trajes protectores desechables, se pusieron manos a la obra para impedir que desaparezca uno de los pocos objetos que se conocen del constructor de la Gran Pirámide. Y en ello siguen.
El trabajo de consolidación y restauración de las piezas de madera del barco será largo, porque si el primero está formado por 1.224 de ellas, otras tantas se pueden esperar de su gemelo. El proceso de montaje, en cambio, será sin duda más sencillo, porque las piezas se escanean según se terminan y eso permitirá realizar cuantos montajes virtuales sean necesarios antes del definitivo.
Hace sesenta años, Hag Ahmed Yusuff, el genial artesano (restaurador jefe del Servicio de Antigüedades Egpcias) encargado de la tarea, tuvo que copiar todas las piezas en miniatura para aprender a montar el barco. Como éste se descubrió justo en el año de la revolución de los generales, en un ambiente de absoluto nacionalismo los egipcios rechazaron cualquier ayuda extranjera para trabajar con la barca, lo cual supuso para Yussuf trabajar en solitario (con sus ayudantes, evidentemente) a lo largo de los veinte años que tardó en terminar su trabajo. Esperemos que cuando los egiptólogos japoneses terminen el suyo ambas barcas se exhiban juntas en el nuevo Museo de las Civilizaciones que se construye en Guiza.
Fuente: http://www.laaventuradelahistoria.es
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