La bautizaron como la restauración más insólita de la historia del arte. Su imagen dio la vuelta al mundo, inundó las redes sociales y sirvió como base para decenas de chistes en los programas de humor. En agosto de 2012 cobró celebridad cuando se reveló la restauración defectuosa de Cecilia Giménez Zueco (Borja, 5-06-1927), una aficionada a la pintura que antes había realizado algunos pequeños trabajos de restauración en otros centros religiosos; como retocar un lienzo de la Virgen del Carmen en el convento de Santa Clara de Borja. Debido al mal estado de conservación que presentaba el mural decidió comenzar el proceso de restauración sin contar con los conocimientos técnicos necesarios. La señora Giménez, que primero había retocado o repintado la túnica, perdió el control de la situación con el rostro de Cristo. Un corresponsal de la BBC en Europa dijo que la obra se transformó en un "esbozo de un mono muy peludo con una túnica mal amarrada". Pero ahora se ha transformado en una inesperada fuente de ingresos para la localidad.
Una exposición inaugurada ayer de la pintora que transformó un fresco religioso de escaso valor en un ícono popular, conmemora el primer aniversario de su descubrimiento.
'Hemos pasado momentos duros. Habrá poca gente que se haya enfrentado a una situación como esta en la historia', dijo a The Associated Press Juan María Ojeda, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Borja, donde se encuentra el cuadro. 'Pero los beneficios de la promoción de la ciudad son evidentes y es algo que tendremos que aprovechar de cara al futuro', añadió.
La protagonista.
Cecilia Giménez, de 81 años, fue la involuntaria protagonista de un culebrón que sacudió los medios de comunicación nacionales e internacionales en agosto del año pasado. Giménez decidió restaurar un pequeño fresco religioso de 1930, deteriorado por la humedad en la pared de una ermita olvidada de Borja.
Y desfiguró por completo la imagen original de Cristo, que aparecía con una corona de espinas antes de la crucifixión. Un pasaje conocido como "Ecce Homo" (¡He aquí el hombre!, las palabras pronunciadas por Poncio Pilato al presentar a Jesús ante la multitud que pedía su muerte).
Luego, la curiosidad de la gente se abrió paso entre la burla y la incredulidad iniciales. Solo en este año, más de 40.000 personas han visitado el fresco en su capilla original de Borja, un municipio de apenas 5.000 habitantes al nordeste de España conocido por sus bodegas de vino. En septiembre, el ayuntamiento decidió cobrar 1 euro (1,32 dólares) por visita, y entre la entrada y los donativos voluntarios se calcula que la recaudación ha superado los 50.000 euros (66.285 dólares).
Según el Ayuntamiento, el dinero se ha destinado íntegramente a una fundación social llamada Sancti Spiritus, dueña de la Iglesia en la que se ubica el fresco. Dicha fundación, cuyo origen se remonta a la edad media, vivía sepultada bajo una montaña de deudas ante la falta de donaciones por la crisis económica. El dinero que ahora reciben les ha permitido gestionar desahogadamente una residencia de ancianos en la que cuidan a 60 personas.
Para Giménez la vida también ha dado un vuelco. Unas bodegas de la zona crearon un vino con su nombre. La etiqueta que ilustra la botella es un nuevo Ecce Homo pintado por ella, que ahora se puede visitar hasta el próximo 24 de agosto en una exposición de la artista con otra veintena de cuadros de temática variada.
'Ahora parece que está todo el mundo contento', dijo Giménez al diario local Heraldo de Aragón. 'Doy gracias de que ya esté todo más tranquilo', añadió.
Dentro de unos días, el 21 de agosto, Giménez firmará un convenio con el ayuntamiento para la explotación oficial de los derechos de imagen del Ecce Homo en postales, llaveros, mecheros, platos y camisetas. La artista recibirá el 49 % de los beneficios, mientras que la fundación se quedará con el 51 % restante.
'Es un acuerdo oportuno', afirmó Ojeda. 'El dinero se ha usado para fines benéficos. El comportamiento de la gente ha sido muy bueno, y al final todo aquel revuelo ha sido para bien.
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