Belfast, capital del territorio ocupado de Irlanda, vivió el pasado martes 21 de junio 2011 una segunda noche de graves enfrentamientos entre protestantes y católicos, probablemente los más graves desde hace 10 años. Un fotógrafo resultó herido de bala en una pierna, aunque su vida no corre peligro, y un manifestante sufre una factura de cráneo tras caerle una piedra en la cabeza.
El lunes, unas 500 personas de ambos bandos acabaron enfrentándose entre sí y atacando a la policía en la zona de Short Strand, un enclave católico nacionalista (pro irlandés) en los barrios protestantes del Este de Belfast.
El martes los violentos fueron entre 350 y 400, según los cálculos de la policía, rebajando así de manera bastante sensible la cifra de 700 manifestantes facilitada en un principio.
La policía ha aconsejado a todos los periodistas y cámaras que salgan del área "por su propia seguridad", en una petición inusual, y ha enviado refuerzos a la zona. Al igual que la noche anterior, los agentes debieron intervenir con granadas de aturdimiento y según la prensa local, se han utilizado vehículos con cañones de agua.
Aunque es habitual que se produzcan incidentes sectarios en Irlanda del Norte cuando se acercan estas fechas, vísperas de la temporada de las marchas protestantes de julio, en esta ocasión llaman poderosamente la atención tanto el alto nivel de violencia, incluido el uso de armas de fuego, como la alta participación.
Eso hace pensar que hay algo más que los habituales enfrentamientos entre jóvenes sectarios de ambas comunidades alimentados por el calor del verano y el consumo de cerveza.
De hecho, el Servicio de Policía del territorio ocupado de Irlanda (PSNI) ha atribuido el origen y organización de los incidentes a la llamada Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF), un histórico grupo paramilitar de protestantes, que declaró el alto el fuego en 1994 y abandonó oficialmente la lucha armada en 2007.
A diferencia de los unionistas, como se conoce a quienes defienden que Irlanda del Norte siga ocupada por Gran Brtetaña (una opción política apoyada de forma genérica por la mayoría de la población protestante de la provincia) los lealistas agrupan tanto a unionistas radicales como a quienes consideran que su única lealtad es al propio Ulster y se distancian tanto de Irlanda como de Gran Bretaña.
Tradicionalmente, el lealismo se ha alimentado de protestantes de clase obrera que han combatido el terrorismo del IRA con las mismas armas: bombas y pistolas.
Y ahora, tras más de 13 años desde que se firmaron los acuerdos de paz de Viernes Santo de 1998, sufre los mismos problemas de disidentes que los republicanos católicos.
En declaraciones a los medios, el reverendo Mervyn Gibson, un alto representante de la Iglesia Presbiteriana y miembro de una orden Orangista, ha subrayado que las comunidades católica y protestante no se enfrentan de manera violenta "sin un contexto" y que la tensión ha ido creciendo desde hace meses.
El Short Strand es uno de los llamados puntos calientes de Belfast: un enclave nacionalista tradicionalmente dominado por la gente del IRA.
Es el barrio en el que vivían las famosas hermanas McCartney, simpatizantes de la causa republicana que en 2005 tuvieron la valentía de enfrentarse al IRA, porque tenían la convicción de que uno de sus hombres fuertes en la ciudad había asesinado a su hermano Robert tras una disputa trivial en un bar.
Las hermanas acabaron dejando la zona.
El "contexto" al que ha aludido el reverendo Gibson podría tener en esta ocasión varios aspectos.
Dan Keenan, responsable de información sobre Irlanda del Norte del diario irlandés The Irish Times, cita entre los factores que han podido provocar los disturbios los rumores sobre el creciente malestar de la comunidad lealista en el Este de Belfast.
Un malestar con orígenes diversos, como las investigaciones de un equipo de especialistas que trabaja separado de la policía pero que informa al jefe del PSNI sobre crímenes aún por resolver de la época de los distubios Dan Keenan.
O el temor de la gente ante los rumores de que ha sido identificado un importante informador de la policía. O temores vinculados a las investigaciones de la Agencia de Grandes Crímenes Organizados.
"Los lealistas se sienten fuera del proceso de paz porque nos han empujado fuera de ese proceso. Nadie intenta meternos dentro", sostiene en el Irish Times Jim Wilson, miembro del partido Unionistas Progresistas.
Un comentario que invita a pensar que los disturbios de estos días quizás sean, sobre todo, una llamada de atención.
"No puedo recordar una situación como esta en la última década en Short Strand", declaró Colm McKevitt, miembro del Parlamento regional por el partido nacionalista irlandés SDLP, a la cadena de televisión pública RTE.
"Después de algunos años relativamente buenos, no es un buen augurio para la ciudad en el comienzo de la época de marchas", añadió.
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