Decenas de organizaciones en todo el mundo han lanzado simbólicamente, flechas de Robin Hood para hacer diana en el G-20 (grupo de 20 países más desarrollados), que este fin de semana vuelve a reunirse en París.
En la punta de la flecha, la tasa del 0,05% a las transacciones financieras especulativas, una propuesta que ya ha estado en la mesa de otras reuniones del grupo tras el estallido de la actual crisis, pero que sigue en el aire hasta alcanzar un mayor consenso.
La ONG española Intermón Oxfam, que como el resto de la alianza de la que forma parte conoce este gravamen como tasa Robin Hood, ha entregado su particular flecha al embajador francés en España, Bruno Delaye, para que su país, que preside en la actualidad el G-20, mantenga su postura favorable.
"El problema para que se aplique la tasa no es técnico sino político" ha manifestado en conversación telefónica Susana Ruiz, miembro de Intermón Oxfam y portavoz de la Alianza Tasa Robin Hood.
Esto es, existen medios técnicos para gravar las transacciones especulativas -Ruiz pone como ejemplo el uso del software CLS (Continuos Linked Settlement) utilizado en el mercado de divisas-, pero falta consenso en los Gobiernos para su aplicación.
Según los cálculos manejados por Intermón, si se aplicara a los flujos de capital especulativos (derivados financieros, intercambio de divisas o acciones, emisión de bonos) una tasa del 0,05% se podría recaudar unos 300.000 millones de euros al año para luchar contra la pobreza.
Si cada transacción hecha en España perdiese por el camino un 0,05% en favor de políticas de desarrollo, la recaudación sería entonces y según un informe de La Fundación Ideas de entre 1.300 y 6.300 millones de euros anuales.
"España, como Francia,está a favor de la tasa -así lo defendió el presidente Zapatero durante una cumbre de la ONU en septiembre-, pero falta el último paso para que la defiendan con la misma intensidad" ha señalado Susana Ruiz.
Pero no solo de lucha contra la pobreza y desarrollo vive la tasa Robin Hood.
El segundo efecto de su aplicación sería la corrección del mercado.
Un bien necesario para evitar crisis como la actual en el que coinciden tanto Intermón, su alianza, como el estudio de la Fundación Ideas y el catedrático de Economía de la Autónoma y presidente de Transparencia Internacional España, Jesús Lizcano Álvarez.
Según los datos de Lizcano, las transacciones financieras tienen un importe 75 veces superior al de las transacciones reales (bienes y servicios), mientras que el mercado de divisas, el mayor del mundo, alcanza un volumen de negocio 15 veces superior al PIB mundial.
"La tasa tiene más viabilidad ahora que cuando la propuso hace más de 30 años [el economista estadounidense James] Tobin" ha explicado por teléfono Lizcano. "Gracias a la tecnología, hoy sería más fácil de controlar".
No obstante, el catedrático advierte que igual que la tecnología ayudaría a recaudar ese 0,05% de cada operación, también abriría y abre con más facilidad los caminos a deslocalizar en "paraisos fiscales" esas transacciones.
"La solución estaría en penalizarlo". Lizcano plantea que al consenso del G-20 -de producirse- tendría que unirse el FMI.
El embajador francés Delaye, flecha en mano, ha adelantado que ya son siete los países que apoyan la tasa: Francia, España, Noruega, Austria, Bélgica, Benín y Brasil. ¿Qué pasa con el gran mercado británico?
"Londres es el mayor centro financiero", ha aclarado Lizcano durante la conversación. "Sería el que más tendría que perder si las transacciones se desviasen a otros puntos".
Buen trabajo tiene todavía Robin Hood en su propia casa.
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