Setenta años después de la masacre de Katyn, Rusia reconoce oficialmente que la orden de fusilar a miles de oficiales polacos la primavera de 1940 la dieron las autoridades soviéticas, es decir, el todopoderoso dictador bolchevique Iósif Stalin. La Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento ruso) ha aprobado la declaración correspondiente por amplia mayoría y con el voto en contra solo de los diputados comunistas.
"Los materiales publicados, que durante muchos años estuvieron guardados en archivos secretos, muestran no sólo la magnitud de esa terrible tragedia, sino también que el crimen de Katyn fue perpetrado por orden directa de Stalin y otros dirigentes soviéticos", se señala en la declaración parlamentaria.
Más de 20.000 oficiales polacos fueron internados en territorio ruso en el otoño de 1939.
Cuatro años después, luego de la ocupación de las regiones occidentales de la URSS por parte de las tropas alemanas, aparecieron noticias sobre el fusilamiento de los polacos por parte de soldados del Comisariado del Pueblo de Asuntos Interiores (NKVD).
Las ejecuciones habrían tenido lugar en el bosque de Katyn, ubicado a 14 kilómetros al oeste de la ciudad de Smolensk.
La comisión investigadora creada en la URSS en 1944 culpó a los nazis del fusilamiento de los polacos, versión que la propaganda soviética continuó defendiendo hasta el final; es decir, hasta principios de los años noventa.
Pero después de la desintegración del imperio comunista, se abrieron los archivos, en los que se podía comprobar que las ejecuciones fueron parte de una operación para eliminar a los prisioneros polacos que el NKVD comenzó a preparar en febrero de 1940.
Sin embargo, pocos fueron los que pudieron leer aquellos documentos; hubo que esperar hasta el pasado abril para que, a iniciativa del presidente Dmitri Medvédev, Rosarjiv (la Agencia Federal de Archivos de Rusia) publicara copias electrónicas de algunos de los documentos secretos sobre la matanza de Katyn.
El tenebroso Lavrenti Beria (ex ministro del Interior o como se denominaba entonces, comisario del pueblo del NKVD) escribió el 5 de marzo de 1940 una nota a Stalin, cuya copia colgó Rosarjiv en la Red, en la que proponía "examinar de manera especial" los casos de los polacos, es decir, "sin citar a los detenidos y sin presentarles acusaciones".
Beria decía que a esos más de 20.000 prisioneros de guerra, en su mayoría oficiales, había que aplicarles "la pena máxima, el fusilamiento". El texto lleva el visto bueno en lápiz azul de Stalin y de otros dirigentes soviéticos.
De 20.000 y pico internados en 1939, más de 4.000 fueron fusilados y enterrados en el bosque de Katyn. Las ejecuciones del resto transcurrieron en Kiev, Járkov, Jersón, Minsk y en la cárcel de Kalinin.
Al bosque de Katyn los llevaban en grupos de entre 350 y 400 hombres, a los que les decían que pronto los enviarían de vuelta a su patria.
Los fusilamientos comenzaron a principios de abril de 1940 y continuaron hasta mediados de mayo.
En la cárcel de Kalinin las ejecuciones eran más prosaicas: los llevaban a una habitación especial, les disparaban un tiro en la nuca y en un camión cubierto transportaban los cadáveres al pueblo de Médnoye, donde los enterraban.
El NKVD trató, por supuesto, de que los lugares de los fusilamientos masivos no fueran descubiertos.
Y en parte lo logró: las tropas alemanas no llegaron a Médnoye y las sepulturas de los alrededores de Járkov no fueron reconocidas como polacas, ya que allí fueron ejecutados otras decenas de miles de soviéticos.
Sin embargo, los ocupantes alemanes sí descubrieron en abril de 1943 los restos de los oficiales polacos en el bosque de Katyn.
Los comunistas rusos, que se opusieron a la declaración, siguen sosteniendo que los culpables son los nazis.
Se niegan a reconocer lo evidente y argumentan, como ha dicho el diputado Víctor Iliujin, que todo se basa en documentos falsificados por "Goebbels y su equipo".
Como se dice no hay peor ciego que el que no quiere ver
La mentira en torno a Katyn enturbió durante años las relaciones ruso-polacas y tanto el presidente Medvédev como el primer ministro Vladímir Putin, habían declarado ya que debe reconocerse que los dirigentes de la Unión Soviética fueron los culpables de esa tragedia.
Tragedia que tuvo su continuación hace unos meses: el 10 de abril pasado, el avión en el que viajaba el presidente polaco Lech Kaczynski con una numerosa delegación para rendir homenaje a sus compatriotas en Katyn, se estrelló cuando intentaba aterrizar con mal tiempo en Smolensk.
En abril pasado Rusia en un gesto de acercamiento a Polonia publicó en versión electrónica los documentos que prueban la responsabilidad de la URSS por la matanza de 22.000 ciudadanos polacos en Katyn en 1940.
Los documentos eran conocidos y habían sido ya estudiados por los historiadores, pero la novedad es su aparición por primera vez en páginas oficiales del Archivo Estatal de Rusia en Internet (www.archives.ru y www.rusarchives.ru).
El interés que han despertado ha sido tal que a los pocos minutos de conocerse su difusión, el acceso electrónico a los archivos estatales quedó colapsado por los dos millones de personas, la mayoría desde Polonia, que intentaban asomarse electrónicamente a una de las páginas más siniestras de las relaciones entre Moscú y Varsovia.
Memorial, la ONG que vela contra el olvido de los crímenes del estalinismo, ha acogido positivamente la difusión electrónica de los documentos, pero sus responsables han recordado que aún quedan pasos importantes por dar, a saber reanudar la investigación de los crímenes de Katyn, cerrada y declarada secreta en 2004, establecer responsabilidades y rehabilitar a las víctimas.
Tras la catástrofe aérea de Smolensk, en la que pereció el presidente polaco y casi un centenar de dirigentes y ciudadanos polacos que se dirigían a Katyn, Rusia parece dispuesta a saldar las cuentas con este capítulo del estalinismo.
Memorial se apuntó una victoria el 21 de abril, cuando el Tribunal Supremo de Rusia dictó sentencia para que un tribunal municipal admita a trámite la querella (que anteriormente había rechazado) de Memorial contra la Fiscalía Estatal por haber interrumpido la investigación sobre Katyn y haber declarado secretos la mayor parte del centenar de tomos que la integran.
Desde Dinamarca, donde estaba en visita oficial, el presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, prometió que la publicación de documentos continuará.
"Considero que es nuestro deber", manifestó. Precisó Medvédev que el archivo de Katyn está abierto, pero que existen "materiales que todavía no se han entregado a nuestros socios polacos".
"He dado orden de realizar el trabajo correspondiente y después de los trámites necesarios entregar estos materiales que interesan a nuestros colegas polacos", señaló.
Medvédev dijo que los materiales se habían publicado para "que todos vean lo que se hizo, quien tomó la decisión, quien dio orden de aniquilar a los oficiales polacos. Todo está escrito ahí. Están todas las firmas. Los personajes son todos conocidos".
Los documentos difundidos pertenecen a la llamada "carpeta número uno" del Politburo del PCUS (el máximo organismo colegiado de la dirección soviética).
En abril de 1990 el líder de la URSS Mijaíl Gorbachov entregó al presidente de Polonia, General Wojciech Jaruzelski, materiales secundarios que probaban la responsabilidad soviética (y no alemana como había sido la versión oficial de la URSS) por los crímenes de Katyn.
Posteriormente, en septiembre de 1992, el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, entregó papeles de la carpeta número uno a su colega polaco Lech Walesa.
Entre los documentos aparecidos en el Internet está la nota del comisario de Interior, Lavrenti Beria de marzo de 1940 con la propuesta de fusilar sin juicio y sin investigación a los oficiales polacos presos.
El documento lleva la firma de aprobación de Stalin.
También está la disposición del Politburo del 5 de marzo de 1940 en la que se expresa acuerdo con la propuesta de Beria.
Figura además la nota de 1959 en la que el entonces jefe del Comité de Seguridad del Estado, Aleksandr Shelepin, informa a los dirigentes comunistas que ha hecho desaparecer los documentos sobre el fusilamiento de los oficiales polacos.
Fuente:El País
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