El primer semestre del 2010 muestra un extraordinario dinamismo de la economía uruguaya. El PBI creció 9,6%, cifra relativamente similar a las alcanzadas en países de la región, como Argentina y Brasil.
Los factores externos volvieron a jugar un papel importante en el crecimiento regional. Ello es fruto del dinamismo de las economías emergentes como China e India, ya que los países desarrollados siguen sufriendo recesión, con altas tasas de desempleo, o han enlentecido sus ritmos de crecimiento económico.
El alto crecimiento de la economía uruguaya surge del dinamismo de la demanda externa, a través de las exportaciones, y de la demanda interna, tanto de la inversión como del consumo final del sector privado.
Las exportaciones crecieron en el primer semestre al 10,5% en términos de volumen físico, y especialmente en el segundo trimestre, donde aumentaron en 17,3%.
Si en cambio tomamos su valor en los 8 primeros meses del año, crecieron al 22,2%, como consecuencia del aumento de los precios internacionales de los productos de exportación.
Éstos permitieron compensar la caída del tipo de cambio real, pero además son uno de los factores más relevantes para el aumento de la producción y la introducción tecnológica, que han permitido importantes aumentos de la productividad.
En términos de dinamismo, en los primeros 8 meses del año, de acuerdo a la información de Uruguay XXI, la soja creció 51,6%, la leche 49,8%, los quesos 39,7%, la madera 21,8% y las carnes, que siguen siendo el principal rubro de exportación, en alrededor de 20%.
Si analizamos las exportaciones por destino, en los primeros 8 meses del año, Brasil sigue siendo el principal comprador, con ayuda de la muy fuerte apreciación del real, creciendo 22%.
Hay una importante recuperación de Argentina, que crece al 43%, desmintiendo los certificados de defunción del Mercosur.
También son muy importantes los aumentos de las exportaciones a Rusia 82%, China 71%, Alemania 71% y España 32%.
En el continente americano destacan las exportaciones a Venezuela, que crecen 22%, mientras que las exportaciones a USA aumentan 8% y representan menos del 3% de las exportaciones de bienes en los primeros 8 meses del año.
La demanda interna tiene muy fuerte crecimiento en el primer semestre del año. La formación bruta de capital se incrementa en un 20% y la inversión bruta fija al 11,5%.
Ésta es fundamentalmente del sector privado -la inversión pública desciende- y de maquinaria y equipos, ya que la construcción no crece en el semestre.
El elevado nivel de inversión que genera aumento de la capacidad instalada, asegura la continuidad del crecimiento futuro.
El consumo final privado crece en el primer semestre del año al 9,4%, casi al mismo ritmo que el PBI, mientras que el consumo del gobierno aumenta al 5,1%.
El aumento del consumo privado es fruto también de las mejoras en el empleo y los salarios y de la apreciación de la moneda nacional, que facilita el consumo de bienes importados, abaratados por el descenso del tipo de cambio nominal y real.
En esencia el dinamismo de la demanda interna es fruto de las acciones del sector privado, mientras que en el 2009 había sido explicado por el sector público.
Si analizamos el crecimiento de la producción por el lado de la oferta, el sector de electricidad, gas y agua, aumentó en el semestre 328%, por el uso de la energía hidráulica, que había retrocedido en el 2009 como consecuencia de la sequía.
El sector comercio, reparaciones, restaurantes y hoteles, crece al 13,5%, especialmente el comercio de productos importados con precios abaratados por el descenso del tipo de cambio.
Las importaciones totales, en términos de volumen físico, crecen en el semestre 14,1%.
También crece transporte, almacenamiento y especialmente, comunicaciones, al 15%, fruto de la venta de celulares y trasmisión de datos.
Se destaca que la construcción se mantiene constante, el agropecuario solo aumenta el 2,6% y la industria manufacturera el 5,2%.
Cuánto influye la política económica en este importante crecimiento económico ?
Uruguay tiene una excelente imagen internacional, fruto de ser un país democrático y estable, con acuerdos políticos que dan imagen de unidad nacional, que ha honrado el pago de su deuda externa, que da seguridad jurídica, que le otorga un tratamiento similar a la inversión privada nacional que a la extranjera.
Además, su nivel de inflación es de 6,5% en agosto con respecto a los doce meses anteriores y mantiene una desmesurada exoneración de impuestos, a tal punto que se exonera el 60% de la recaudación del impuesto a las actividades económicas (IRAE).
Estos elementos, junto a la suba de los precios internacionales de los principales bienes de exportación del país, que otorgaron rentabilidad a nuevos productos, son explicativos del considerable incremento de la inversión extranjera directa en los últimos años.
Si analizamos los distintos instrumentos de política económica, nos encontramos con el siguiente panorama: La política cambiaria, con fuerte descenso del tipo de cambio nominal y real, facilitó un importante aumento del consumo de bienes importados, especialmente de bienes de consumo duradero.
Por otro lado, facilitó el control de la inflación y permitió un considerable descenso de la relación deuda/PBI.
En efecto, esta relación que era de alrededor del 100% en el 2004 cae al 69% en el 2009, pero si mantenemos el tipo de cambio del 2004 sería de 88%.
Cuando el gobierno se fija como meta alcanzar una relación deuda/producto del 40% para el 2014, está suponiendo un tipo de cambio de 19,50.
La política cambiaria facilitó también un descenso del pago de intereses. Estos aumentaron en dólares, pero en el registro presupuestal aparecen en pesos, con menores valores, porque se compraron los dólares más baratos.
Ello también facilitó el aumento de gastos en otros rubros y el descenso del déficit fiscal.
Pero todas estas mejoras se hicieron a costa de la competitividad por la baja del tipo de cambio, que en estos años se compensó con la suba de los precios internacionales y la apreciación del real brasileño.
La pérdida de competitividad pone en riesgo el futuro del Uruguay productivo.
La política monetaria ha presentado como objetivo prioritario el combate a la inflación.
Las autoridades del Banco Central, en diversas declaraciones lo presentan como el objetivo exclusivo, violando su carta orgánica, que establece prioridades similares para la estabilización de precios, el crecimiento y el empleo, al estilo de la Reserva Federal de USA.
La política salarial contempla la mejora del salario real, pero con una actitud cautelosa, para que no afecte el empleo, la competitividad y la inflación.
No hay demostración empírica de que el aumento de salarios afecte el empleo, porque no se puede sustituir con facilidad cambios tecnológicos desde técnicas intensivas, en mano de obra, a intensivas en capital.
Los salarios en dólares son altos, como lo son los inmuebles, los autos y todos los bienes y servicios. Pero ello es consecuencia de la apreciación de la moneda nacional y no del poder de compra de los salarios.
Lo que afecta la competitividad no son los altos salarios en dólares sino el bajo precio del dólar.
La mejora de salarios aumenta la demanda interna pero ello no trae inflación, como claramente se muestra en las cifras del primer semestre.
Puede influir en la inflación por la vía de costos, en determinados rubros, pero en general los aumentos de salarios han estado por debajo del crecimiento de la productividad.
La política tributaria ha buscado una mayor equidad. En el primer gobierno del FA el gasto público sobre el PBI descendió con respecto al período anterior.
En el presupuesto que se analiza actualmente en el parlamento se proyecta un nuevo descenso.
Fuente:La República
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