Brasil, pese a su lejanía geográfica de los conflictos africanos, se ha situado en el mapa sudamericano entre los países que más refugiados acoge en su territorio: un total de 4.294, de los cuales 2.789 provienen de África.
El gigante sudamericano recibió una primera oleada de refugiados en las décadas de los setenta y ochenta, cuando las dictaduras militares de Argentina y Chile forzaron a miles de disidentes a cruzar la frontera huyendo de la persecución política y las violaciones de derechos humanos.
Posteriormente, a principios de los noventa, un gran número de angoleños llegaron a las costas brasileñas a bordo de buques de los que desconocían su rumbo y destino. Hoy, Brasil contabiliza 76 nacionalidades en el microuniverso de los refugiados que residen en su territorio, según el último informe Tendencias globales 2009, redactado por el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR).
"Si miramos los números sin más, Brasil no tiene un papel relevante en la acogida de refugiados. Pero si los analizamos, llegaremos a la conclusión de que la importancia es tremenda, ya que Brasil es un país que asume en la región un papel fundamental para el reasentamiento de refugiados", explica a EL PAÍS Renato Zerbini, coordinador de la Comisión Nacional de Refugiados del Gobierno brasileño.
El Ejecutivo de Brasilia lanzó en 1999 el Programa de Reasentamiento Solidario en colaboración con ACNUR.
Con ello se intenta paliar la delicada situación que se vive en Ecuador y Costa Rica ante el permanente flujo de desplazados colombianos que deciden cruzar la frontera dejando atrás el poliédrico conflicto que enfrenta en su país a guerrilla, paramilitares, narcos y Estado.
"Brasil, junto a Chile, hace un esfuerzo humanitario para abrir su territorio a los refugiados colombianos que se encuentran en Ecuador, que son unos 60.000", apunta Zerbini, satisfecho ante el hecho de que hace un par de días el Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, el ex primer ministro portugués António Guterres, hizo una mención especial en Ginebra a la labor brasileña en este terreno. El reasentamiento consiste en reubicar en otro país a aquellos refugiados que continúan sufriendo amenazas, persecuciones o falta de integración en su primer país de refugio.
Según Zerbini, "el abanico de 76 nacionalidades que se observa en el mapa de los refugiados en Brasil significa que la gente que llega aquí no encuentra serios problemas para integrarse en relación a los fundados temores de persecución en sus países de origen". El informe de ACNUR apunta a Angola como el primero de los países de origen de los refugiados que llegan a Brasil (1.688).
Después se sitúa Colombia, que ya ha mandado 589 personas que huyen por "fundados temores de persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, grupo social u opinión política". De este número, 254 llegaron a Brasil a través del Programa de Reasentamiento, es decir, previo paso por Costa Rica o Ecuador. Los siguientes en la lista son República Democrática del Congo (420), Liberia (259) e Irak (199).
Cuba también está presente, con 132 refugiados. Curiosamente, Venezuela no cuenta con refugiados en Brasil, ni siquiera con solicitudes de refugio. "Aquí también entra en juego que para entrar a Brasil desde ciertos países es necesario atravesar una frontera extremadamente complicada, que es la selva amazónica", explica el responsable brasileño para los refugiados.
En el caso de los países africanos, Zerbini aclara que, pese a la lejanía, el 90% de los refugiados llega a Brasil clandestinamente a bordo de navíos sin saber exactamente cuál es su destino. Llegan al país como podrían llegar a cualquier otro lugar. "Lo que pasa es que el tráfico marítimo entre Brasil y África es grande, pero inicialmente ellos no escogen el destino", apunta.
El último informe de ACNUR muestra que, a finales de 2009, 43,3 millones de personas se vieron forzadas a desplazarse de sus países huyendo de conflictos o persecuciones. Es el número más elevado de desplazamientos forzados desde mediados de la década de los noventa. La tendencia es igualmente preocupante si se analiza la caída en picado del número de refugiados que el año pasado decidieron regresar a su país de origen y que alcanzó su nivel más bajo de los últimos 20 años.
"Conflictos que parecían estar acabando o en vías de solución, como los de Irak o el sur de Sudán, parecen ahora estar estancados. Como resultado, 2009 fue el peor año de las últimas dos décadas para la repatriación voluntaria", señaló recientemente Guterres.
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