Acabar con los derechos que la mujer había adquirido en Afganistán en los últimos 20 años es uno de los principales objetivos de la dictadura de ultra derecha talibán. Bajo los preceptos de la interpretación más estricta del islam y apoyados sobre pilares tribales ancestrales, los fundamentalistas justifican la imposición de ropajes que las ocultan por completo, la prohibición de que viajen solas, así como las trabas a la educación (prohibida a las niñas de secundaria), el empleo o el deporte. En definitiva, quieren relegar a casi la mitad de una población de 40 millones de personas a una especie de mazmorra social permanente.