El enfrentamiento personal entre dos de los narcotraficantes más conocidos de las últimas décadas ha sembrado el caos en la ciudad donde cada día, durante los últimos meses, se viven episodios de la que ya se ha convertido en la disputa entre bandas más delictiva de la historia de la República. Las autoridades están desbordadas. En determinadas calles, la presencia policial ya es de 24 horas de lunes a viernes. Pero los detectives lo tienen claro: la pesadilla no terminará hasta que uno de los dos líderes sea aniquilado.
Los protagonistas hacen honor a su fama. Por un lado, Christy Kinahan, de 61 años: se mueve por Europa en su helicóptero privado, habla cuatro idiomas, tiene dos títulos universitarios y los beneficios de su negocio se cuentan por billones. Por otro, Gerry Hutch, de 55 años. Su estilo de vida extremadamente disciplinado hizo que fuera bautizado como el “El Monje” por Veronica Guerin, la aclamada periodista irlandesa famosa por sus investigaciones sobre bandas que acabó siendo asesinada en 1996, mientras esperaba un semáforo.
Los tiroteos tienen lugar en cualquier momento, en cualquier lugar. Se han vivido escenas de película en pleno centro de Dublín
A pesar de los llamamientos de políticos, líderes de la comunidad y figuras clave de la Iglesia para poner fin al derramamiento de sangre, el cártel de Kinahan parece decidido a acabar con la banda de Hutch y cualquiera que perciba como leal a ella.
Los enfrentamientos con disparos tienen lugar en cualquier momento, en cualquier lugar. En las últimas semanas, se han vivido escenas de película incluso en áreas como Sheriff Street, localizada en el centro de Dublín, donde ahora los agentes armados están estacionados en coches fuera de las casas asociadas con Hutch. Patrullas similares se han desplegado también las veinticuatro horas del día en zonas consideradas como fortalezas para los de Kinahan, como Crumlin y Ballyfermot, al sur del río Liffey.
Todo comenzó en septiembre de 2015, cuando Gary, el sobrino de Hutch, fue asesinado en España. La venganza salió en los periódicos de todo el mundo a principios de 2016, cuando los hombres de Hutch protagonizaron una espectacular entrada en el importante combate de boxeo que se organizó en el hotel Regency, en el norte de Dublín. La banda, que fue con la intención de matar a un grupo de hombres que creían que estaban vinculados con Kinahan, entró con dos individuos armados, disfrazados de policía, que portaban rifles de asalto AK-47, y otro vestido de mujer, que llevaba una pistola automática.
Las cámaras de seguridad y las propias televisiones que estaban cubriendo el combate capturaron todo el asalto. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. David Byrne, uno de los “soldados” de Kinahan, fue asesinado a tiros. Cuando llegó el turno de Kinahan, trece personas perdieron la vida, entre ellos, dos civiles inocentes que fueron tomados erróneamente como colaboradores del enemigo.
Dentro de esta masacre que tiene atemorizada a Dublin, el último en morir el mes pasado ha sido Derek Coakley-Hutch, sobrino de Hutch, quien fue asesinado mientras esperaba dentro de un coche cerca de la prisión de Wheatfield. El joven, de 27 años, formaba parte de un plan para arrojar un paquete de drogas al otro lado del muro de la cárcel.
El campo de batalla se ha extendido también a las prisiones de máxima seguridad de Irlanda. Los delincuentes condenados que tienen vínculos con ambas bandas deben estar en unidades separadas para evitar enfrentamientos.
El clima de miedo se ha extendido a los barrios donde se desarrolla la “guerra”. En ciertos pubs y clubes, localizados en el centro o el norte de la ciudad, hay personas que se levantan y se van a toda prisa cuando creen que entra alguien sospechoso o amenazado. Nadie sabe cuándo puede producirse el próximo tiroteo.
Según 'The Guardian', Kinahan habría ofrecido desde sus diversas bases en toda Europa, África y Medio Oriente, una recompensa de varios miles de euros para que su acérrimo rival sea secuestrado y asesinado de una forma lenta y dolorosa.
La recompensa no sólo refleja el odio personal arraigado, sino también todo lo que hay en juego en el negocio. Durante décadas, los de Hutch han tenido el control de las rutas de contrabando con base en el puerto de Dublín. El cártel de Kinahan siempre ha deseado hacerse con esta red y parece que ahora no va a parar hasta conseguirlo, a menos que su líder sea asesinado antes.
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