A pesar de las críticas del presidente, Donald Trump, Estados Unidos de América envía señales de que no abandonará a Catar, mientras que los esfuerzos diplomáticos se aceleran para encontrar una salida a la crisis del Golfo.
Dos navíos de la marina de guerra usamericana arribaron al puerto de Hamad, al sur de Doha, para "participar en un ejercicio conjunto con la Marina" de Catar, señaló la secretaría de Defensa yanqui.
Por otro lado, el Pentágono anunció el miércoles que el secretario de Defensa, Jim Mattis, y su homólogo catarí, Jaled Al Attiyah, habían alcanzado un acuerdo para la venta de aviones de combate F-15.
"La venta de 12.000 millones de dólares aportará a Catar una tecnología de punta y aumentará la cooperación en temas de seguridad [...] entre Estados Unidos y Catar", indicó el Pentágono.
Estados Unido de América dispone de una gran base aérea en el desierto de Catar, donde también se encuentra la sede del Centcom, el mando central estadounidense que dirige las operaciones contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), contra el que se dirigen ofensivas en Siria e Irak.
Estos anuncios se produjeron diez días después de que estallara una crisis diplomática que opone a Catar y a Arabia Saudita y sus aliados. Estos últimos rompieron sus relaciones con Doha el 5 de junio, acusando a Catar de "apoyar a organizaciones extremistas" y de acercarse a Irán, gran rival de las petromonarquías sunitas de la región.
Mattis y Al Attiyah destacaron "la importancia de rebajar las tensiones para que todos los socios de la región del Golfo puedan concentrarse en las próximas etapas para alcanzar [sus] objetivos comunes", según el comunicado estadounidense.
En su primer viaje al extranjero a finales de mayo, el presidente Trump afirmó en Arabia Saudita que la lucha contra el extremismo islamista era la prioridad para Washington. "Expúlsenlos", lanzó a los dirigentes de unos cincuenta países árabes y musulmanes. Una de cal y una de arena
Desde el estallido de la crisis, Washington ha dado una de cal y una de arena. En un primer momento, Trump pareció apoyar el aislamiento contra Catar, al que acusó de financiar "el terrorismo a un muy alto nivel". Sin embargo, el departamento de Estado y el Pentágono se han prodigado en llamados a la calma y al diálogo.
Un baile diplomático que continúa para encontrar una salida a esta escalada de las tensiones que llevó a los adversarios de Doha a cerrar sus fronteras aéreas, marítimas y terrestres con Catar. Doha denunció un "bloqueo" y que las consecuencias para la población serán "inaceptables".
El rico emirato, acusado de mantener estrechos lazos con la cofradía de los Hermanos Musulmanes, también defendió "la independencia" de su política exterior.
Además de Estados Unidos, Turquía, Kuwait y Francia han aumentado sus esfuerzos diplomáticos para solucionar la crisis.
El ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, estuvo el miércoles en Catar y el jueves debía viajar a Kuwait. El viernes estará en Arabia Saudita para reunirse con el rey Salmán, según la agencia progubernamental Anadolu.
El reino saudí "tiene la capacidad de resolver la crisis" como "hermano mayor de la región y actor importante", declaró el portavoz de la presidencia turca.
El presidente, Recep Tayyip Erdogan, hablará por teléfono con Trump en los próximos días.
El portavoz de la presidencia turca también indicó que se habían programado conversaciones tripartitas entre Ankara, París y Doha.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, se reunirá próximamente en París con un dirigente de Emiratos Árabes Unidos, que juega un importante papel, junto con Riad, en la campaña contra Catar.
Además, Kuwait, que no rompió relaciones con Catar, también ha intentado mediar desde el inicio de la crisis, una acción diplomática que cuenta con el "pleno apoyo" del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
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