–¿Cuál es esa tarea?
-Estoy desde hace un año y medio en América Latina tratando de dar a conocer la lucha de las mujeres kurdas, pero también la lucha de todo el pueblo kurdo y la situación en general del Kurdistán, un pueblo compuesto por más de 40 millones de personas. Los kurdos no tienen reconocimiento, no tienen un Estado nación, pero están en una lucha permanente. Aunque tenemos el reconocimiento de varios movimientos, queremos la solidaridad de este continente. No sólo la solidaridad; también queremos conocer las experiencias que existen en América Latina, que es para nosotros un continente muy importante por la tradición revolucionaria que tiene. Además, nos interesa porque existe una noción del movimiento confederal democrático que se está practicando en el Kurdistán y que es un ejemplo hoy para todo Medio Oriente y para el mundo. También nos parece importante el trabajo diplomático que se puede realizar aquí. Yo soy miembro de la Comisión de Relaciones Internacionales del Congreso Nacional del Kurdistán y parte de nuestro trabajo es también crear un contacto entre el pueblo kurdo y sus instituciones con los gobiernos de América Latina. El año pasado hicimos una gira con actividades y reuniones con parlamentarios, diputados del Parlasur, otros representantes estatales, movimientos sociales e instituciones de derechos humanos. Fue el primer paso para empezar a conocernos, a abrazarnos, y también es muy importante que haya países que nos reconocen como una visita oficial, lo cual puede servir de mensaje para las instituciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas [ONU]. Porque el pueblo kurdo todavía está buscando un reconocimiento o un estatuto político, aunque ya tenemos un reconocimiento de los pueblos.
–El confederalismo democrático que recién mencionaba es el pilar de la lucha del movimiento kurdo. ¿Cómo lo definiría?
-Todo se resume en que no queremos un Estado nación. El confederalismo democrático es otra forma de organización, es un sistema donde todos los pueblos que viven en el territorio pueden vivir como quieren. Es una forma de organización y de autodeterminación.
–O sea que el Congreso Nacional del Kurdistán no coincide con los grupos kurdos que quieren un Estado de Kurdistán.
-La creación de un Estado no es el objetivo del movimiento. Cuando dividieron el Kurdistán en cuatro partes entre Turquía, Irán, Siria e Irak, los kurdos quedamos viviendo en esos estados pero bajo regímenes opresores. La historia del pueblo kurdo es una historia de lucha, hubo siempre genocidios, masacres, y lo que proponemos es crear en el territorio de los kurdos su propia forma de confederalismo democrático. Podemos ser parte de esos cuatro estados, también, pero con nuestras propias instituciones y estructuras. Por ejemplo, la primera tarea del único partido político kurdo en el Parlamento de Turquía -que hoy en día tiene 60 diputados- es democratizar ese país. Se trata del Partido Democrático de los Pueblos [HDP, de izquierda], que toma el confederalismo democrático en su forma política y diplomática. Es el único partido en Turquía, y podemos decir que en todo Medio Oriente, que no es sólo de los kurdos, sino que representa a todos los pueblos que viven en Turquía: armenios, turcos, turcomanos, árabes, chechenos. Distintas minorías que viven en Turquía y también distintos grupos religiosos que están participando. Es la primera vez en la historia de Turquía que no existe sólo un partido, un idioma, una bandera, una religión y una nación. Por otro lado, la lucha de las mujeres kurdas está presente en el partido y en todas las estructuras políticas. Un ejemplo es el sistema de copresidencia: cada organización tiene un presidente y una presidenta y la cuota de género de 50%. También el programa oficial del partido contiene criterios y principios que definen la liberación de las mujeres, porque la ideología viene del Movimiento de Mujeres de Kurdistán. En este contexto, antes que la liberación de la nación, creemos que es necesaria la liberación de las mujeres. Si queremos una sociedad libre, tenemos que tener a las mujeres libres, y no creemos que en el siglo XXI los estados nación puedan ser una solución para los problemas de la sociedad. Tampoco definen la democracia. Es una perspectiva que tiene el Movimiento de Mujeres, que está en todas las organizaciones y no sólo en la montaña con las guerrilleras. Los primeros pasos fueron dados en los [años] 90 y en los 2000, en las montañas, pero paso a paso están apareciendo en la sociedad y en la política.
–¿Cómo se dio ese proceso?
-Hace 40 años las mujeres estaban luchando contra Turquía, Irán, Irak y Siria, pero podrían haber participado en la política, tener su propia representación entre los partidos políticos. Sin embargo, no pudieron. En primer lugar, decimos que nosotras tenemos que tener nuestra propia forma de autonomía, y si tenemos nuestras propias instituciones, nuestro propio Ejército y nuestras propias casas, las mujeres podemos organizar al pueblo y cambiar la mentalidad feudal que existe en Medio Oriente. Cuando el pueblo y las mujeres estén listas para eso, podrán entrar en las estructuras políticas. Por otro lado, en los medios hay una imagen de las mujeres kurdas muy simpática, como que luchan contra Estado Islámico con armas, pero nos molesta un poco esta imagen romántica. Está bien porque se hicieron famosas, pero nosotros queremos que muestren su lucha dentro de la sociedad, los otros instrumentos de la lucha. La autodefensa con armas es una cosa muy importante, sí. Pero nosotros definimos la lucha armada de las mujeres como 10% de lo que hacen; el otro 90% es la lucha dentro de la sociedad. Estamos hablando de una sociedad, en Medio Oriente, en la que hace 20 años las mujeres no podían salir y eran asesinadas en nombre del honor. Hoy hay una sociedad donde las mujeres no sólo tienen un papel, sino que son mujeres que hacen la revolución. El cambio no ocurre sólo dentro de los partidos políticos o en las formas de organización de las estructuras políticas. El cambio está dentro de la sociedad.
–Cuando dice “la sociedad”, ¿se refiere a la kurda o en general a la cultura de los cuatro países en los que viven?
-Todo Medio Oriente es así. La influencia de la religión del islam es así. Los estados nación y las fuerzas políticas usaron la religión como un instrumento muy importante para practicar su ideología. El patriarcado es un ejemplo. Tenemos que luchar contra el manejo de la sociedad en nombre de la religión y contra la opresión del pueblo. ¿Por qué los pueblos en Turquía votaron por el HDP en 2015? Porque vieron que cambian sus casas y su sociedad también. Fue una esperanza. Pero también hay miedo. Además, hay una propaganda en contra, y todos los medios, especialmente después del intento de golpe de Estado, trabajan para [el presidente de Turquía, Recep Tayyip] Erdogan. Creo que hay que saber cómo nació el PKK [Partido de los Trabajadores del Kurdistán], con una perspectiva marxista-leninista para ganar un Estado nación, pero luego cambió la estrategia porque entraron las mujeres al movimiento, a la lucha armada guerrillera, y vivieron una paradoja. Los hombres eran revolucionarios, hablaban sobre la democracia, y las mujeres no habían podido ir a la escuela, por ejemplo, y vieron las montañas como una esperanza. No saben quién es Marx, quién es Lenin, qué es la revolución, y en los 90 vivieron en las montañas como un lugar libre en el que los hombres eran los mismos. En ese momento, empieza a plantearse la necesidad de buscar soluciones. ¿Cómo podemos luchar por una sociedad libre si todavía los hombres tienen una mentalidad patriarcal? Tenemos que cambiar la mentalidad de las mujeres también. Entonces hay que analizar otra vez la ideología que tomamos del socialismo real. Antes de la liberación de la nación está la liberación de las mujeres. La primera clase que fue oprimida no fue la trabajadora, sino las mujeres. Hay que volver a la historia. La crítica del confederalismo democrático es a cuatro aspectos: nacionalismo, fundamentalismo, cientificismo y sexismo. ¿Quién practica hoy esos cuatro aspectos? Los estados nación. El Estado nación, que no tiene una historia muy larga, es el último instrumento del patriarcado y el más fuerte. Entonces hay que empezar a analizar desde ahí y luego definir. Tenemos que preguntarnos: ¿Es posible un Estado socialista? ¿Un Estado democrático? ¿Es suficiente ser socialista y tener un Estado nación? Esas son nuestras preguntas y tenemos las respuestas. Un Estado nación tiene una ideología, una bandera, un idioma y una identidad. Además, tiene estructuras, por lo que nunca puede ser independiente. Nosotros, el movimiento kurdo, creemos que para tener en Medio Oriente un Estado que de verdad sea socialista, libre o democrático no puede ser un Estado nación. Nosotros en el norte de Siria estamos luchando con un Estado nación desde hace miles de años. Nunca nos permitieron tener un Estado propio. Si hoy los kurdos en esa región piden tener un gobierno autónomo, un Estado, en un segundo lo vamos a tener, porque controlar un Estado nación es más fácil que controlar el sistema de confederalismo democrático. Pero el Estado tiene estructuras y son estructuras patriarcales. Se puede reformar, no es imposible. Pero tenés que cambiar la sociedad, crear una sociedad libre, y esa sociedad puede formar un Estado o elegir el confederalismo. Estamos en esa discusión.
–¿Cuál es la situación de kurdos, especialmente en Turquía, donde se rompió el diálogo con la guerrilla del PKK?
-La realidad es que después del intento de golpe en 2016, el presidente Erdogan aprovechó para empezar a reprimir. Los gulenistas, el grupo que, según el gobierno turco, fue el responsable del intento de golpe de Estado, está formado por más de 100.000 académicos y maestros que ahora están en la cárcel. También aprovechó el momento para reprimir al movimiento kurdo, al Movimiento de Mujeres de Kurdistán y al partido. Podemos decir que entre 2013 y 2015 hubo un diálogo de paz entre el movimiento kurdo [el PKK] y el gobierno turco. En junio de 2015 hubo elecciones parlamentarias y el HDP entró en el Parlamento con 13% de votos -más de seis millones- y 81 diputados. Pero eso fue muy peligroso para Erdogan, porque él quería crear un sistema presidencial para tener todo el poder y no lo pudo hacer porque tenía 81 diputados en contra. ¿Qué hizo entonces? Hubo ataques en las regiones de los kurdos y empezó un conflicto militar y político entre el movimiento kurdo y el Estado turco. El presidente, con su partido ultranacionalista, llamó a nuevas elecciones, que se realizaron en noviembre. Entre junio y noviembre podemos decir que hubo ataques contra las manifestaciones del partido HDP. Después del intento de golpe del 2016, Erdogan dijo: “Yo no conozco la mesa de diálogo”. Para nosotros, Erdogan sabía que venía el golpe, estaba preparado para salir, llamar a la gente y decirles: “Miren, estoy con el pueblo, los vamos a defender”. ¿De quién? De los kurdos terroristas y el HDP. Y no sólo los kurdos están en la cárcel, sino también la izquierda y la oposición. Estamos hablando de 100.000 académicos y 13 parlamentarios que están hoy encarcelados, incluidos la copresidenta y el copresidente del HDP [Figen Yüksekdag y Selahattin Demirtas, respectivamente].
–¿Qué pasó con los kurdos entre las elecciones de noviembre de 2015 y el intento de golpe de Estado en julio de 2016?
-Lo que pasó fue que el presidente tenía votos suficientes para reformar la Constitución. En junio eran 81 diputados kurdos, pero en noviembre eran 60, entonces no pudieron frenar la reforma constitucional. En ese tiempo también hubo masacres en las ciudades del Kurdistán turco. Hay un informe de la ONU, que salió hace pocos días, que dice que mataron gente en las calles.
–En ese informe, la ONU denuncia entre otras cosas ataques con artillería pesada contra el PKK, desapariciones forzadas masivas, bloqueo de asistencia humanitaria a la población kurda y agresiones sexuales contra las mujeres por parte de las Fuerzas Armadas de Turquía. El gobierno turco dijo que era “información falsa”.
-Las familias kurdas tienen que refugiarse en los sótanos de las casas desde junio de 2015. [Las Fuerzas Armadas turcas] sabían que los civiles estaban en los sótanos, entonces prendieron fuego las casas. También entraron a los dormitorios de las mujeres y escribieron con lápices labiales: “Vinimos y ustedes no estaban aquí, pero sus tangas son muy lindas”, cosas así. Para el pueblo kurdo es una humillación, muchas familias tenían vergüenza de salir por lo que pudiera decir la gente.
–¿Qué es lo que plantean ustedes para salir de esta situación? ¿Hay una solución posible?
-Hay una solución. El gobierno turco tiene que aceptar la existencia del pueblo kurdo, tiene que volver a la mesa de negociaciones, y la única puerta es la cárcel de la isla Imrali, donde está encarcelado Abdullah Öcalan [presidente del PKK]. Desde que empezó la represión en 2015 casi no tenemos noticias de él. En agosto de 2016, el hermano de Öcalan pudo ir a visitarlo a la cárcel. Esa vez, Öcalan envió el mensaje de que estaba bien y listo para retomar el diálogo con el gobierno. Si el gobierno quiere sentarse otra vez con nosotros, en seis meses vamos a solucionar la causa kurda. ¿Qué significa? Dejar las armas. La garantía es el confederalismo democrático. Y no es una cosa muy difícil: ya existe ahora, sólo hay que aceptarlo. Los kurdos tienen asambleas en las que votan a las candidatas y a los candidatos al Parlamento. Hay organizaciones, hay instituciones, sólo hay que aceptarlas. No es que queremos romper el Estado turco. Para mí, a partir de 2014, Turquía perdió una oportunidad histórica cuando en el norte de Siria [en la frontera con Turquía], en la resistencia de la ciudad de Kobane, los kurdos pidieron al gobierno de Erdogan, mientras combatían a Estado Islámico, que abriera las puertas para asistir a la población civil con la ayuda humanitaria. Los líderes kurdos y el pueblo en Kobane pensaban: “Vamos a luchar juntos contra Estado Islámico, vamos a levantar juntos Turquía”. En un Medio Oriente con una unidad de los kurdos y de los turcos, Erdogan podría ser ejemplo para la paz.
–¿Por qué no le conviene a Erdogan el confederalismo democrático?
-Por el poder. En 2002 Erdogan llegó con una perspectiva de reformar Turquía que incluía los diálogos de paz y las reformas sobre los kurdos y otras minorías. Pero el poder que él quiere no deja que el país sea democrático. Yo creo que Erdogan quiere volver a la mesa de paz pero no puede. Si se sienta en la mesa, va a caer, porque la corrupción de su gobierno, los crímenes de guerra, el apoyo al grupo Estado Islámico y la represión contra los kurdos le juegan en contra.
–¿Cuál es la situación de las milicias kurdas en Irak?
-En 2014, hubo una ocupación de Estado Islámico en la ciudad iraquí de Sinyar, donde vive un pueblo kurdo de religión principalmente yazidí. Estado Islámico atacó y los peshmergas [integrantes de milicias kurdas], del Partido Democrático del Kurdistán o KDP, conservadores, dejaron al pueblo solo y se fueron. No vinieron las milicias kurdas, sino los guerrilleros del PKK, de las montañas, con muy pocas personas, a luchar contra Estado Islámico. Abrieron un corredor entre Sinyar y el cantón Cizir en el norte de Siria, porque la frontera entre Irán y Siria está cerrada, para llevar ayuda humanitaria. Entonces los guerrilleros empezaron a luchar contra Estado Islámico y los hombres jóvenes formaron una milicia que se llama Unidades de Defensa de Sinyar. Después de la victoria del movimiento kurdo en Sinyar, el gobierno autónomo de [el presidente del Kurdistán Iraquí, Masoud] Barzani del KDP y otros partidos políticos kurdos en Irak empezaron a crear un movimiento para defender otros territorios. Pero hoy Barzani es un profundo aliado de Erdogan. Y aunque Turquía no podría participar en la ofensiva de Mosul, Barzani está jugando un rol en nombre de Erdogan y están atacando Sinyar ahora. Quieren que el PKK salga de ahí. El gobierno turco dice: “Nosotros no vamos a entrar en Irak, pero está Barzani y él va a terminar con el PKK ahí”.
–¿Cómo es la situación en Irán?
-En Irán también hay milicias kurdas que están luchando contra el Ejército iraní. Ahí hay un movimiento kurdo que también está armando el confederalismo democrático, pero en Irán es más difícil porque no sólo los kurdos, sino los iraníes en general, no pueden organizarse porque hay un régimen religioso en el poder. Hay un diálogo entre los kurdos y el régimen, pero es un régimen opresivo también en su historia y no sólo contra los kurdos. Si en Irán los kurdos van a tener su autonomía, también tienen que tener en cuenta a los azeríes, a los baluches...
–¿De qué se trata la muestra que están exponiendo este mes en Montevideo, en el Museo de las Migraciones?
-Es una muestra muy importante porque no mostramos la cultura con una mirada positivista: abarca lo que pasó en el Kurdistán, el pueblo que no tiene un reconocimiento, las masacres. Por un lado, sí, se trata de mostrar la historia y la cultura, la comida, la música, la danza, el idioma del pueblo kurdo. Para nosotros la cultura es también la de lucha, la de resistencia, saltearse la clásica línea de tiempo y analizar en épocas qué hizo este pueblo, y en particular la lucha de las mujeres kurdas, que están jugando un papel muy importante en la sociedad, a pesar de que la mirada occidental las quiere mostrar tapadas y bajo la religión del islam. Todo eso queremos mostrar.
Stephanie Demirdjian
Fuente: La Diaria
Fuente: La Diaria
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