Emiliano Cotelo (EC) —Cuarenta y cinco años después de su fundación y avanzado ya el tercer período consecutivo al frente del gobierno nacional, ¿el Frente Amplio (FA) ha abandonado postulados y valores fundamentales?
Un grupo de militantes que se definen como “desencantados” e “indignados” entienden que sí y por eso han decidido generar un nuevo movimiento que los represente, fuera de la principal fuerza de izquierda del país.
Han estado reuniéndose en lo que denominan fogones artiguistas, que ya se han llevado a cabo en algunas localidades del interior y que este miércoles tendrán su primera prueba en Montevideo.
¿Quiénes son? ¿Para dónde van?
Para averiguarlo, recibimos a Federico Arregui y José Legaspi.
En primer lugar, vale la pena presentarlos, porque alguna gente de la estructura del FA los conoce, pero me parece que para un público más general ustedes son casi desconocidos. Hasta hace muy poco los dos militaban en el FA. ¿Desde cuándo, concretamente?
FEDERICO ARREGUI (FA) —Yo tengo 44 años, empecé a militar a los 13 años en la Juventud Socialista en Soriano, y luego cuando vine a estudiar a Montevideo fui dirigente de la Juventud Socialista en Montevideo. Después me recibí, volví a mi ciudad natal y he ejercido la abogacía y diversos cargos cuando estaba en el Partido Socialista.
EC —El apellido Arregui y el departamento de Soriano mucha gente los asocia a Roque Arregui. Usted es hijo del legislador socialista por ese departamento.
FA —Sí, es mi padre, es mi amigo, y empezamos caminos diferentes.
EC —Federico Arregui fue uno de los candidatos a ocupar el cargo de comisionado parlamentario para el sistema carcelario.
FA —Exactamente, estuve hasta los instantes finales para poder ocupar ese lugar, pero a algunos compañeros del FA –no voy a decir de qué grupo– no les gustó nuestro nombre. Entonces está el señor Petit ahora.
EC —José Legaspi es escritor y docente. ¿Qué edad tiene?
JOSÉ LEGASPI (JL) —Docente no soy, organizo talleres literarios. Tengo 52 años, estuve en el Frente desde el 83, me afilié a la Juventud Comunista (UJC) y milité hasta el 90 en la UJC y en el Partido Comunista.
EC —Fue candidato al Parlamento.
JL —No. Bueno, sí, en la lista del Frente 1303, pero en un lugar simbólico.
EC —En séptimo lugar.
JL —Exactamente.
EC —Por otro lado, integró el equipo de campaña de Javier Miranda para la presidencia del FA.
JL —Sí, con mucho gusto, porque a Javier lo conozco desde los 80. Era muy amigo del Chupete Miranda, Fernando, su hermano, y me pareció que era una alternativa para democratizar y revitalizar el FA. Lamentablemente no fue así.
EC —Los dos integran el Grupo Ideas, del que forman parte otros nombres de izquierda descontentos con el FA, como Esteban Valenti y Fernando Lorenzo. ¿Ellos también participan de estos fogones artiguistas? ¿Es todo lo mismo?
FA —Se entrecruzan. Estamos en un momento muy fermental en cuanto a qué hacer respecto a ese desencanto y ese descontento que tenemos con la estructura del FA. El Grupo Ideas, que este año comenzó a funcionar nuevamente, se sintió muy motivado con la campaña interna del FA, al punto de que llegamos a hacer una reunión con una lluvia de ideas para apoyar la candidatura de Miranda y lanzar spots a través de las redes. Pero en definitiva, cuando el hoy presidente del FA salió a decir inmediatamente que se desmarcaba de esa campaña, quedamos como huérfanos y ahí cada uno de manera individual, porque somos gente autoconvocada –acá no hay líderes ni referentes, cada cual responde por sí mismo, es algo horizontal y libertario–, empezamos con procesos personales de qué hacer con esa gran incomodidad que teníamos adentro.
EC —La campaña publicitaria que el Grupo Ideas hizo a favor de la candidatura de Javier Miranda en la interna hizo su ruido, ¿cómo era aquella…?
JL —“Basta de mentiras, basta de acomodos, basta de…”, enumeraba una serie de errores en los que ha caído el FA. Hoy hace 100 años del nacimiento de Seregni, Seregni trazó una línea muy clara de la ética y la responsabilidad en la política, y el FA hoy, cada día más, desde hace un tiempo, miente, protege a quienes han mentido, como en el caso de Raúl Sendic.
El Grupo Ideas es muy diverso. De hecho, en la campaña para la interna había gente que después de esto que contaba Federico llamó a no votar en la interna, caso de Esteban (Valenti), por lo que fue llamado desertor; yo sin embargo sostenía que había que apoyar a Javier porque parecía la mejor opción. La vida demostró quién tenía razón y quién no. Pero el Grupo Ideas es más que los fogones, los fogones son una corriente que va en una dirección paralela, todos vamos aportando desde distinto lugar. Los fogones se han definido como un atractivo para los frenteamplistas desencantados o indignados, a mí me parece que hay otro sector de la población que apostó por el FA en su momento, que son de origen batllista, de origen blanco, y que no hay por qué perderlos o dejarlos en manos de otras opciones.
EC —Algo ya dijeron a propósito de lo que fue la campaña en la interna, pero ¿qué es lo que los ha desencantado? ¿Cuáles son los motivos de disconformidad?
FA —Dejando constancia de que uno habla a título personal, sin pretender representar a nadie, pero sabiendo que muchos de los oyentes de En Perspectiva van a sentirse identificados con lo que uno dice, quiero ser bien preciso. En mi caso personal, cuando explota el caso Ancap y las pruebas son irrefutables y evidentes, uno comienza a sacarse la venda de los ojos. De buena fe, uno tenía una venda en los ojos. Y con lo del título también.
EC —El título de Raúl Sendic.
FA —El no título de Raúl Sendic. Y cuando el plenario del FA apoya de manera unánime y no hay ninguna voz, de ningún grupo, uno comienza a desmoronarse y se le rompe el corazón, que es lo que les está pasando a muchas compañeras y a muchos compañeros que se definen como frenteamplistas. Se les partió el corazón, porque los frenteamplistas siempre dijimos éramos diferentes de los partidos tradicionales, que defendíamos la verdad, que queríamos ética. Hoy es el cumpleaños número 100 del general del pueblo, del otro general del pueblo, porque está José Artigas y está el general Seregni. En el libro de Gerardo Caetano Un artiguista del siglo XX –por Seregni–, cuando lo describen de joven, como oficial militar, Caetano y Neves dicen que el joven Seregni tenía siempre, en cada decisión que tomaba, una brújula moral y ética en la mano, que en cada decisión que tomaba estaba la brújula ética y moral en su mano. Esa brújula ética y moral yo qué sé dónde está, la tiraron o está guardada o se rompió y no la mandaron refaccionar.
Después resulta que no era solo el título de Sendic. También está el no título –aunque lo aclaró, pero fue un título que se usó durante muchos años– del hoy secretario político del FA, Gonzalo Reboledo. Después surgieron no títulos de trabajadores del Sirpa, que también eran sociólogos y resultó que no lo eran, y ahí vimos un doble criterio –que es lo que me escandaliza–, porque a esos dos sociólogos del Sirpa el Ministerio del Interior los denunció penalmente, mientras que estos dos señores uruguayos, iguales a los otros, uno es defendido unánimemente y el otro sigue campante, el presidente del FA ni la estructura, nadie le dijo “te equivocaste, da un paso al costado”. Es impensable que Seregni hubiera tenido como secretario político a alguien que se hubiera arrogado un título sin tenerlo.
EC —Casualmente Legaspi, cuando yo decía que fue candidato al Parlamento y estuvo en el séptimo lugar de la lista a la cámara de Diputados por Montevideo, estaba trabajando con Gonzalo Reboledo.
JL —Sí, claro.
EC —El primer candidato de esa lista era Reboledo.
JL —Exacto, fue así. Yo no sabía que era sociólogo, porque no se ponía eso de por medio, pero después escuché el audio de una entrevista que tú le realizaste cuando estabas todavía en otra radio con el programa, lo presentaste al aire como sociólogo y él no dijo nada, y eso fue para la campaña electoral del 2014.
EC —¿El episodio de Reboledo fue motivo de ruptura con ese sector político en el caso suyo?
JL —Sí… yo ya había decidido alejarme. Cuando el receso de la campaña de la interna por lo que ocurrió en Dolores, que fue bastante discutido, porque había gente que quería seguir haciendo campaña, y a la mayoría nos parecía, incluso a Javier Miranda, un dislate salir a pedir el voto para una elección interna en pleno caos y en plena situación terrible de mucha gente, me separé del equipo de campaña porque ya vi que la mano no venía como había sido al principio. Y cuando escribí una columna sobre lo de Gonzalo Reboledo, le avisé la noche anterior a Gonzalo: “Escuché al audio de la entrevista de Cotelo y vi los documentos que presentó Carlos Peláez de cuando entraste a la Intendencia ostentando un título que no tenés. La columna va sobre eso”, y lo tomó mal. Pero hay un elemento más, que es la colonización que se ha dado en el FA por parte del MLN, porque es un elemento de mucho peso en el FA.
EC —Hasta ahora han mencionado dos grandes disparadores. Por un lado lo que ocurrió con Ancap, la gestión en Ancap, las pérdidas, determinadas decisiones en Ancap que han sido motivo incluso de denuncias penales…
JL —Mala gestión por ahora.
EC —… y por otro lado estos casos de funcionarios del gobierno del FA que se han presentado con títulos universitarios que no poseen. ¿Qué más? ¿Hay otros motivos de ese malestar, de esa indignación?
JL —Sí. La colonización del FA por el MLN. Yo fui uno de los que defendieron aquello que fue muy importante para la izquierda, la unidad sin exclusiones. Cuando el MLN ingresa, que ingresa también el 26 de Marzo, el grupo que integraba Raúl Sendic, estábamos todos convencidos de que era lo mejor. De hecho el MLN aportó una cuota muy importante, junto con Mujica y su forma de hacer política, su lenguaje y su llegada a sectores a los que el FA nunca había entrado. En la orilla de Montevideo los estandartes de los cantones políticos eran de la 2000, de la 15, de la 123, de la 321. Los mismos cantones con el paso del tiempo fueron arriando las banderas coloradas y colocando las del MPP y el FA. Eso es un aporte que reconozco al trabajo político, porque cuando el MLN recibe la beatificación del Frente, porque el ingreso le da legitimidad política para empezar a actuar de manera política y legal, mandó a sus principales cuadros a los barrios carenciados, al cinturón de Montevideo e hicieron un trabajo político bárbaro.
El tema es que el trabajo político redundó en lo electoral, no hubo trabajo político hacia esa gente. Esa gente hoy se ha convertido en una especie de barrabravismo político, hoy discutís con gente del MLN o el MPP y el insulto, el agravio, el ninguneo, el chicaneo están a flor de piel, no podés establecer un debate de ideas, sino que presentás alguna crítica y ya sos un traidor, un desertor, en un lenguaje muy militarizado de la política. Creo que eso ha sido muy negativo para el FA, para el funcionamiento interno de una organización que se basaba en la diversidad, en la confrontación dura de ideas, sí, pero siempre buscando el consenso, como decía el general Seregni. Eso desapareció, hoy el FA es un ámbito de aparatismo. Por ejemplo en el congreso, ¿alguien puede pensar que las bases son la expresión del movimiento, de los independientes? No, las bases que votaron en contra de una resolución del plenario y le caminaron por arriba expresan aparatos políticos. El que crea que eso es la coalición por un lado, el plenario, y el movimiento por otro, las bases, es muy inocente.
EC —Eso siempre fue así. ¿O no?
JL —Sí, pero había más independientes.
EC —Ese siempre fue un riesgo de esa estructura que el FA se dio, de coalición y movimiento. Las bases terminaban siendo campos de batalla, ámbitos en los cuales algunos sectores en particular se hacían especialmente fuertes por su capacidad de militancia.
JL —Es verdad. Pero los independientes tenían más ámbito, vos tenías en la Mesa Política y en el plenario lugares que estaban asignados a independientes. Hoy no existen esos lugares, se fueron muriendo los independientes que estaban ahí, Licandro por ejemplo, Seregni, y esos lugares ya no se ocuparon con independientes, porque ya no hay una expresión del movimiento dentro de ese partido, es solo coalición.
FA —Yo quiero aportar otras miradas a lo que decía José. Miradas más amplias y más nacionales para la gente común y corriente, para toda la República adonde llega En Perspectiva, a lo largo y ancho, porque yo cuando ando en carretera siempre lo escucho.
Hay otro tema que siempre me llamó mucho la atención, que me parece que forma parte de un mal manejo de lo que es la gestión gubernamental. Somos una República democrática y representativa de un país, y si bien Montevideo siempre fue el centro y a partir de la ciudad puerto se gestó el resto del país, los cargos de gobierno los ocupan montevideanos, en primera línea, en segunda línea, en tercera línea y en cuarta línea también. Si hay alguna persona del interior, es la excepción. Me llamaba la atención cuando el primer gobierno del FA, y también en el segundo y también en el tercero, que a gente capaz del interior, que uno conoce de diversos lugares, que ofrendó toda su vida y que eran personas de alto nivel político, nunca se les hubiera ofrecido un lugar de responsabilidad en el gobierno.
Los ministerios que tienen direcciones de secretarías del interior, en las que lógicamente debería estar gente que conozca el campo de acción, están ocupados por montevideanos. Hace un año y pico veía en la revista Galería, de Búsqueda, que el director de Cultura del interior del Ministerio de Educación y Cultura es un señor de Montevideo a quien yo, que vivo en Mercedes y que ando en la zona, nunca he visto recorrer el interior. Entonces, ¿cómo se gobierna para esas vastas zonas sin un conocimiento del campo efectivo? ¿De atrás de un escritorio? No. Nosotros queremos y creemos que se debe gobernar estando con la gente. Lo que hace el presidente de la República, el doctor Tabaré Vázquez –en eso me siento absolutamente representado por él como hombre y como presidente–, ese gobierno de cercanía, que él impulsa y que es un esfuerzo físico y logístico muy importante, a la hora de seleccionar dirigentes para ocupar cargos de gobierno designa a montevideanos. Eso para mí no es democrático tampoco, porque la democracia es mucho.
C —En el último congreso del FA, el presidente Javier Miranda pareció aludir a grupos como los que ustedes representan, se refirió como “los que están sentados en la vereda de la indignación y se quedan en la zona del confort”. “Es muy fácil sentarse y criticar lo que está mal”, dijo.
(Audio Javier Miranda)
Frente a la no política, frente a las aventuras populistas, frente a esa suerte de incomodidad que nos invade también a nosotros, que nos ha invadido también por la izquierda, frente a los indignados que junto al camino se quedan y dicen eso: “aquí me quedo”. Frente a la indignación cómoda que no toma partido hasta marcharse, nosotros reafirmamos nuestra vocación de seguir haciendo política, de seguir construyendo fuerza política, de seguir construyendo coalición y movimiento…
(Fin audio)
EC —¿Cómo responden a un planteo como ese?
FA —Cuando leí en el diario El País la nota no lo podía crear, tuve que leerla en dos o tres horas dos o tres veces para ver si mi comprensión lectora era correcta. Lo era. Después al otro día vi el video, que se colgó en Uypress, que estaba además en el FA, y ahora lo vuelvo a escuchar. Pero hay algo que el audio no logra reflejar, que es la imagen, porque cuando Miranda está haciendo ese discurso frente a ese atril, se inclina hacia delante, mira hacia el costado, a una barra de amigos, se ríe y dice “nosotros también tenemos indignados”. Creo que eso fue una grave falta de respeto a muchas personas, no quiero poner cifras, pero a muchas personas, capaz que son decenas de miles, capaz que son centenas de miles. Nosotros no estamos en una posición cómoda.
EC —¿Ustedes han dado el debate dentro del FA?
JL —Sí, de alguna manera sí.
FA —Los comités de base, que en su momento fueron fermentales y se llenaban de gente, hoy no se llenan de gente, algunos ni siquiera funcionan, algunos están cerrados, en todo el país, algunos ni tienen sede. Una fuerza que tiene 1.100.000 votos en tres elecciones seguidas, que representa un universo tan vasto de todo el país, nunca fue capaz de aggiornarse a las nuevas épocas. Hoy la participación de la gente en general, nos guste o no nos guste, estará bien o estará mal, es a través de las redes, porque la gente está trabajando todo el día y tiene que ganar su sustento, no puede ir a un comité de base a hablar. Pretender eso es ahuyentar a la gente.
EC —Entonces, ¿dónde han planteado ustedes, cómo han planteado esas discrepancias, estas disconformidades?
JL —En el Frente que yo integraba siempre se debatía y se discutía, y había gente que discutía y había gente que decía que había que mirar para adelante, que eso se resolvería después. En los ámbitos donde hemos participado lo hemos planteado, en las Redes Frenteamplistas, en las que yo participaba, lo he planteado.
EC —¿Y por qué llegan a la conclusión de que tienen que irse, que la única solución es estar afuera?
JL —Porque no hay democracia, no hay forma de aceptar la diversidad. Hay un discurso hegemónico que si no estás con él, si no actuás como él propone, quedás por fuera o te callás la boca. Y yo no estoy dispuesto a callarme la boca ni a que me callen a esta altura de la vida. Estoy por fuera. No es más una herramienta porque la herramienta política es para lograr un objetivo, y hoy el objetivo es la herramienta, mantengamos la herramienta para la permanencia en el gobierno. ¿Para hacer qué?
FA —Hay una visión que yo quiero mantener sobre los grandes problemas que tiene nuestra sociedad. En el tema de la seguridad, yo he escrito en negro sobre blanco en Uypress que la gestión de seguridad no ha sido mala, ni desde el Ministerio del Interior ni desde el Poder Judicial. Y lo digo en mi calidad de abogado. Las cárceles están repletas, hay más presos o más personas privadas de libertad que nunca en el Uruguay. O sea que los juzgados actúan y la policía, como fuerza auxiliar del Poder Judicial, también lo hace.
Las carreteras. Estamos terminando el año número 12 de gobiernos del Encuentro Progresista y las carreteras están en un estado calamitoso, eso debe decirse.
También deben decirse otras cosas. La capacidad de legislar que ha tenido el FA ha sido lamentable desde el punto de vista técnico-legislativo, por algo hay tantas inconstitucionalidades. Y no es cierto que el Poder Judicial esté en contra del gobierno nacional, técnicamente evalúan una ley y se dan cuenta de que colide con la Constitución. Cuando se estaba aprobando el presupuesto el año pasado, el famoso artículo que limitaba el acceso al Fondo Nacional de Recursos exclusivamente a aquellos fármacos que estaban en el protocolo era inconstitucional, ya antes de aprobarse se sabía que era inconstitucional. Efectivamente, luego un abogado se presentó ¿y qué se demostró? Que era inconstitucional.
Pero además hay un ninguneo del gobierno del FA en este caso al Poder Judicial. Funcionarios judiciales ganaron una sentencia en primera instancia, en segunda instancia, hoy es una sentencia firme, la sociedad a través del Estado les debe una cantidad importante de dinero y no se les paga. ¿Por qué no se les paga? Si somos un país serio, si teóricamente queremos ser un país de primera y hay un tribunal que dice que hay una deuda con trabajadores, hay que pagar. Según datos que me han llegado de gente vinculada al Poder Judicial, la deuda que mantiene hoy el Estado uruguayo con el Poder Judicial respecto a ese aumento y esos colgamentos ronda los US$ 200 millones. Es mucho dinero. ¿Y sabe por qué se cometió ese error? Cuando se sancionó la ley, en el período pasado, porque querían equiparar el sueldo de los ministros con el de los legisladores, se puso “los ministros”, y las reglas de interpretación de nuestro derecho son piedeletristas, primero nos atenemos al texto de la ley, después recién vamos al espíritu. Y el texto de la ley era meridianamente claro, entonces el juicio se perdió, lo perdieron, y la sociedad va a tener que pagarlo. Ya es hora de que lo paguen.
EC —¿Cómo piensan trabajar? Ustedes se van del FA, ¿y qué piensan hacer? ¿Cuál es el camino que se están proponiendo? ¿Se van del FA pero pueden terminar asociados al FA? Por ejemplo, hay una iniciativa de Óscar de los Santos, que se conoció ayer a través del diario El Observador, de crear algo similar a lo que en 1994 fue el Encuentro Progresista, un anillo que abarque al FA pero que sea más amplio, y que pueda, por ejemplo, incorporar a figuras como Gonzalo Mujica, que hoy dice “ya no me siento frenteamplista, no voy a respetar las decisiones políticas que tome el FA en la Cámara de Representantes”. ¿En un esquema como ese ustedes podrían seguir coordinando con el FA?
JL —Si se abre el juego para disputar programáticamente, discutir programáticamente a futuro y llegado al caso disputar una fórmula presidencial, sí. Pero si es “este es el programa, estos son los candidatos, voten”, no. De mi parte no, pero puede haber otros que están indignados que piensen “es una solución”. Para mí no es una solución, porque yo quiero disputar la hegemonía que hay hoy en el Frente, y la voy a disputar de afuera. Pero si abren ese paraguas, que es una muy buena idea del Flaco de los Santos, y la abren democráticamente, fraternalmente, para establecer un programa debatido y optar por una fórmula presidencial, y habilitan la participación para una fórmula presidencial indignada, sí. Si no, no, porque es lo mismo con un paraguas más grande.
EC —A eso voy, ¿en qué medida ustedes podrían votar junto con dirigentes que han estado protagonizando hechos como los que en esta entrevista han ido cuestionando durante un buen rato?
FA —Dos cosas. Primero, no queremos ser una red de contención de daños a los errores del FA, porque eso me lo han preguntado, no queremos ser la red que evite fuga de votos. Si la gente con su conciencia decide que no quiere votar al FA, está en su legítimo derecho, porque vivimos en una República, en una democracia.
Segundo, cuando uno hace política, y el Uruguay tiene una larga tradición de hacer política a través de todos los partidos a lo largo de su historia, uno tiene que ser capaz de superar dificultades y construir, porque no puede quedarse en una posición cómoda de crítica. Nosotros estamos haciendo política a través de los fogones artiguistas, el primero se hizo el 5 de noviembre en Villa Soriano, primera población del país, donde vivió Artigas y tuvo cuatro hijos, luego en Mercedes y el de mañana en Montevideo. La gente se sienta como en el ágora griega a hablar de política, de lo que nos pasa, sobre todo gente del FA.
EC —Yo preguntaba de qué tipo de coordinación con el FA están hablando como eventualidad.
FA —Este movimiento que está adquiriendo una fuerza y un predicamento muy grande en mucha gente recién está en los primeros pasos. Yo entiendo que legítimamente usted desde el punto de vista periodístico quiera sacarnos definiciones, pero es que hay definiciones que no tenemos. Sí tenemos ideas a nivel personal, pero no hay un grado de coordinación. Él hace política por su lado, yo hago política por el mío, y no es que seamos individualistas, estamos juntando gente, estamos escuchándola, estamos escuchando lo que siente. Porque muchos están dolidos de verdad, hay muchas señoras y muchos señores de 60 y pico de años que dieron su vida a una causa y hoy están con el alma muy dolorida, y yo siento que con esto que estoy diciendo los estoy representando. Ya llegará el momento de evaluar. Lo que dice el diputado De los Santos no me parece una mala idea, la época ha cambiado y capaz que hay que cambiar los canales de participación.
Fuente: En perspectiva
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