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martes, 21 de junio de 2016

MONTEVIDEO: SERA QUE HAY QUE DEJAR DE SER HONESTO Y DEDICARSE A ROBAR ?

En menos de una semana, 4 casas de la misma manzana en el barrio La Figurita fueron robadas por delincuentes que tienen vigilada la zona. En 2 de los casos, los domicilios de las víctimas fueron desvalijados. Como de costumbre de unos años a esta parte la gente honesta pierde lo que con tanto esfuerzo ha podido adquirir y los delincuentes están de parabienes. Será que hay que pasar de trabajador a chorro ?   


La manzana se encuentra entre las calles Martín C. Martínez, Isla de Gorriti, Joaquín Requena y Rivadavia. Si bien el barrio es tranquilo, y suele haber poca gente transitando por esas calles, los vecinos del lugar aseguraron a El País que la seguidilla de robos se ha transformado en algo "insólito", y que en la mayoría de los casos robaron "cuando no había nadie en los domicilios de los damnificados"

Juan Carlos Peirano (87) y Mirta Sánchez (88) viven por la calle Martín C. Martínez desde hace 57 años. Ambos jubilados, todavía no pueden creer cómo encontraron su casa luego de haberse ausentado durante 48 horas.

"Fui a enterrar a mi hermana que vivía en Mercedes. El jueves a la mañana arranqué para allá, volví junto a mi señora el sábado sobre las 20:30 horas. Cuando vi la puerta de casa abierta casi me viene un ataque", explicó a El País Juan Carlos, indignado por la situación.

El hombre, que ayer prácticamente corría por su casa de dos plantas para mostrar todo lo que le faltaba producto del robo, contó que había llegado en taxi desde la terminal de Tres Cruces cuando vio que la puerta de su casa estaba rota y que se veían las luces prendidas.

"Se ve que lo están esperando desde tempranito en su casa", le dijo el taxista a Juan Carlos. "¡No te puedo creer, me robaron!", contestó el jubilado. De inmediato llamaron a la policía, y luego ingresaron al domicilio.


Para entonces, los delincuentes ya habían llevado a cabo una "mudanza" de artículos del hogar, vestimenta y otros enseres. Pero, como si fuera poco, los ladrones planeaban ir por la revancha. En el living de la casa, estaban amontonados otros tantos artículos sobre una mesa, prontos para ser sacados: un microondas, dos ventiladores, una radio, dos sillas, plantas, y hasta un reloj de pared. La heladera ya estaba corrida de su lugar, también de camino a la escalera que va directamente a la salida de la casa.

Con el paso de las horas, la pareja de ancianos y la policía fueron tomando nota de lo que les faltaba. Dos televisores pantalla plana, lámparas portátiles, una licuadora, remedios, ropa, sábanas y acolchados de cama, una docena de toallas, repasadores, vajilla, una máquina de afeitar, alhajas y decenas de cosas más fueron robadas de la casa de Juan Carlos y Mirta. Es que ni ellos aún saben con certeza todo lo que les falta.
La Biblia.

Como salido de una película cómica, Juan Carlos no paraba de reírse al contar la anécdota que le dejó el lamentable episodio. "Se podrían haber llevado más cosas, porqué quedaron un montón, pero por suerte llegamos justo a tiempo. ¡Mirá lo que no agarraron!, exclamó Juan Carlos mientras abría una Biblia. Escondidos entre las páginas del libro sagrado, había varios billetes de $ 1000 y $ 500, parte de la jubilación de ambos.

Para la pareja, que aún parecía sorprendida por lo que había sucedido, la Biblia nunca había tomado tanto valor como hasta ahora. "Ya me lo dijeron: tendré que hacerme católico y dejar mi condición de ateo", concluyó el hombre con una sonrisa.
Otros casos.

Horas después de que Juan Carlos y Mirta se percataran de lo que había pasado en su casa, el dolor de cabeza fue para la familia de Marcelo Rodríguez, que vive sobre la calle Rivadavia.

Esa misma noche, Marcelo estuvo merodeando en su casa hasta la 1:30 de la mañana. No parecía que algo fuese a ocurrir, estaba todo tranquilo, ninguno de sus tres perros ladraba.

El domingo por la mañana el hombre, que trabaja en una ferretería, se levantó para hacerle el desayuno a su hija pequeña. Movió la perilla de la cocina y luego de varios intentos con el encendedor, se dio cuenta que algo andaba mal. Echó un vistazo por la puerta que da al fondo de su hogar, y vio que la garrafa de supergás ya no estaba.

De inmediato supuso que lo habían robado. "Salí para el fondo con mi esposa porque ella tiene una peluquería ahí y vimos que estaba todo dado vuelta, se llevaron una heladera, dinero que teníamos ahorrado y productos de la peluquería", aseguró el hombre a El País.

Para Marcelo, "tienen que haber sido dos o tres personas, porque para sacar la heladera de acá la tienen que pasar por el techo". La familia también dio cuenta a la Policía, pero tiene pocas expectativas de recuperara algo de lo que les robaron.

Al lado de la casa de Marcelo, también entraron ladrones con la misma modalidad; saltando techos y muros. Esta vez solo se llevaron una garrafa de supergás.

A la vuelta de ambos hogares, por la calle Joaquín Requena, un vecino se percató de que la reja del patio de su casa estaba forzada. "Cuando llegué a casa con mi hija vimos que las rejas estaban con una separación fuera de lo normal, como que le habían hecho palanca con algo, (...) se ve que no pudieron entrar a la casa, porque adentro estaba todo en orden y no nos faltó nada", aseguró el propietario del domicilio que prefirió no revelar su identidad.

En febrero pasado, una mujer de 64 años que vive junto a su madre de 84, también sufrió un robo similar cuando se ausentó de su casa por 48 horas. En este caso, el robo fue de pertenencias menores.

La Policía aún no tiene pistas sobre los delincuentes que están asolando La Figurita.
"Ni los platos"

Una de las familias que sufrió el robo de su casa tuvo que salir de apuro a comprar dos platos y cubiertos porque los ladrones le habían llevado todo y no tenían donde comer.

Entre las pertenencias más insólitas que fueron robadas, se encuentra la ropa interior de una pareja de ancianos. Una de las víctimas pudo salvar el dinero de la jubilación al ocultar los billetes en una Biblia (izquierda). Abajo, los perros no ladraron cuando los ladrones ingresaron en la peluquería. Los robos ocurrieron en pocos días y la Policía aún no pudo dar con los delincuentes. Los vecinos no han visto personas sospechosas.

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