Era poco después de medianoche, cuando la
turista de Costa Rica y su familia, recién llegados a Montevideo, se
detuvieron en la estación de servicio de 21 de Setiembre y Sarmiento.
Ericka B. Herce, de 29 años, contó al diario El País que habían ido a cenar con
su novio y el tío de éste y al finalizar la velada decidieron parar en
la estación de servicio para comprar alfajores.
"En eso entraron a asaltar dos tipos con casco y
armados. Nos pidieron que nos pusiéramos de rodillas y les entregaremos
todo y a la cajera le exigieron que les diera el dinero.
"Mientras Diego (mi pareja) y su tío estaban
encañonados, por instinto me fui hacia el fondo pensando en cómo
esconder mi bolso. Me coloqué detrás de una bombonera de alfajores. Ahí
simulé ponerme de rodillas como lo habían ordenado, pero empecé a sacar
lo que podía del bolso, como un monedero y el iPhone. Los escondí entre
los chocolates".
Erika no logró salvar todo. Los ladrones le quitaron el
pasaporte, otros documentos y las tarjetas de crédito, al igual que
sucedió con las pertenencias y el dinero de su novio y el tío.
"Nos hicieron caminar con las manos arriba hacia el
fondo del local encañonados y nos despojaron de prácticamente todo lo
que llevábamos encima", contó Erika a El País. Y agregó: "la señora
encargada del kiosco dijo que era la segunda vez en el año que le
sucedía".
Luego del suceso, se dirigieron a la comisaría más
próxima —la Seccional 10ª— y allí efectuaron la denuncia. Según explica
Herce, los policías fueron muy amables pero "no tenían las herramientas
para trabajar".
"Llegué a la diligencia policial y no tenían cómo
ayudarme a llamar a la embajada o a los bancos para cancelar las
tarjetas ya que no podían hacer llamadas al exterior; tampoco tenían
acceso a Internet para poder rastrear el iPhone del tío de mi pareja",
dijo la chica. "Todo estaba prohibido o inhabilitado."
De acuerdo a la narración de la joven, tampoco le
solicitaron una descripción física de los delincuentes. "Fue como un
chiste", sostuvo.
A pesar de eso destaca que el oficial encargado "se
comportó muy bien" e intentó colaborar "con todo lo que tenía a su
alcance, que era un lápiz y un papel para escribir la denuncia" para
que la chica la firmara.
Rastreo.
Luego de retirarse de la comisaría, se dirigieron a
su apartamento e intentaron ubicar el iPhone del tío a través de un
Ipad. Según la aplicación de rastreo, el último lugar en el que se había
captado la señal del celular era la calle Nueva York. Allí se
dirigieron a la comisaría nuevamente para alertarles de lo que habían
encontrado y volvieron a su casa sin ningún avance.
Decidieron llamar a la embajada de Costa Rica y
contar lo que les había sucedido, ya que además, la chica estaba sin
pasaporte. Según narró Herce a El País, al día siguiente la embajada la
llamó y le comunicó que un hombre llamado Juan había encontrado su bolso
y sus documentos tirados en las cercanías de Tres Cruces.
"El embajador me puso en contacto con Juan, quien
muy amablemente me explicó que había encontrado los documentos y que
había llamado a la seccional de Policía para notificar el hallazgo",
pero "ante la situación de burocracia que debía sortear —le decían que
debía ir personalmente a la seccional para hacer la denuncia—decidió
llamar a la embajada directamente".
Fue recién ahí cuando pudo recuperar su bolso y sus documentos.
"¿Qué pasa en Uruguay que no se puede andar
tranquilo por las calles?", se pregunta Erika.
"Vengo de pasar
vacaciones en Nicaragua, divino todo; pasé un mes entero en Buenos Aires
y había tranquilidad por las noches. Acá, en mi primer día, me roban y
me voy impresionada ante la impotencia policial que hay en este país",
se quejó la turista defraudada.
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