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jueves, 19 de mayo de 2016

A. ACOSTA Y LARA: SOBREVIVIENTE A 2 NAUFRAGIOS

El apellido Acosta y Lara ha estado vinculado a la historia del país desde sus albores y lo sigue estando en sus muchas ramificaciones. Sin embargo, pocos conocen que el árbol genealógico de esta familia patricia tuvo, hacia fines del siglo XVIII y avanzado el siglo XIX, a una conspicua figura que sobrevivió a dos de los naufragios más famosos que ocurrieron en las costas uruguayas. Este año se cumplen 150 años de la muerte de Antonio de Acosta y Lara, piloto de la Real Armada Española y práctico del Río de la Plata.


Antonio de Acosta y Lara (Sevilla 1786 Gualeguay 1866) se desempeñó también como vigía y capitán del puerto de Maldonado, muy cerca del cual ocurrió la peor tragedia marítima del Río de la Plata, en la que murieron más de 550 personas en el naufragio del buque español Salvador. Antes había sobrevivido al naufragio de la fragata Asunción, ocurrido en 1805 en el Banco Inglés, hoy uno de los principales cementerios navales de la costa uruguaya.






La única foto que se conoce de Don Antonio Costa y Lara. Foto: El País

El Salvador (nombre paradójico si los hubo) había partido del puerto de Cádiz, en España, con destino a Montevideo, transportando casi toda la oficialidad y tropa del 29º Batallón del Regimiento de Albuhera (Extremadura) y un destacamento completo de soldados de caballería, junto con sus armas, correajes y artillería. La intención de las autoridades españolas era reforzar la guarnición de Montevideo, el último bastión de la Corona en el Virreinato del Río de la Plata.

Aunque originalmente esas tropas tenían otro destino, el Rey de España decidió desviarlas a Montevideo tras el primer sitio de la capital.

Desde que ingresó al estuario, el Salvador tuvo su destino marcado. Luego de tres meses de viaje, el capitán no sabía si Montevideo se encontraba en manos de los españoles, por lo que decidió explorar las posibilidades de un eventual desembarco en la Isla Gorriti (entonces Isla de Maldonado). Ancló allí, y luego lo hizo a unas tres millas de Punta Ballena.


El 31 de agosto amaneció con llovizna y neblina. El Salvador fondeó durante la noche y fue arrastrado con el ancla garreando a cuatro millas del sitio en el que había detenido su marcha. El capitán presintió lo peor y tomó la decisión de ingresar el barco en la bahía, encallándolo en una infeliz maniobra contra el bajo conocido como "del monarca" (por el naufragio del buque inglés HMS Monarch ocurrido poco antes), donde fue abatido por la tormenta.

Cerca de 700 almas transportaba el Salvador, de las cuales solo 130 lograrían salvarse alcanzando la costa. La gran mayoría eran militares y de Extremadura, que no conocían el mar, motivos por los cuales no sabían nadar.

En el expediente de época, abierto por Acosta y Lara, se hacen varias anotaciones interesantes. Una de ellas da cuenta que el capitán del barco, el comandante de la tropa y el párroco desembarcaron en un botecito muy convenientemente ubicado en la popa del barco, mientras los demás se ahogaban.

Apenas empezaba a amanecer y teniendo frente a sus ojos ese doloroso panorama, Acosta y Lara pudo observar como la cubierta superior del Salvador se desprendía del resto del casco y empezaba a flotar con la proa al viento. La suerte estaba echada para el navío español.

Con el correr de los días, varios cuerpos fueron llegando a la costa. Recibieron sepultura en una fosa común cavada en la Parada 1 de Punta del Este, en la zona de La Pastora. Durante muchos años, Antonio de Acosta y Lara se mantuvo activo, incluso hasta su vejez. Murió en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, Argentina.
Piezas de la historia.

Entre los restos del Salvador llegaron a la playa la cubierta del alcázar y diversas partes del navío, que al ser desguazadas permitieron recuperar 12 fusiles, bayonetas, cartucheras y cerca de 70 uniformes. También se rescataron tres cañones de bronce, uno de hierro de a 12 libras y dos de 18 libras, que fueron transportados en la lancha llamada Candelaria. Con el tiempo, el naufragio se fue olvidando, hasta que en la década del 90 volvió a ser noticia tras el hallazgo de un grupo de buzos locales.

El pecio (resto del naufragio) del Salvador fue localizado accidentalmente por el buzos Héctor Bado y Sergio Pronczuck en marzo de 1993, durante la búsqueda del navío Agamemnon, el buque "preferido" del héroe naval inglés Horacio Nelson, hundido en 1809 en la misma zona.

Los restos del Salvador se encuentran diseminados en una amplia zona, más o menos tapados por la arena, a unos seis metros de profundidad.

Centenares de elementos fueron recuperados del sitio del hundimiento, algunos de ellos en un increíble estado de conservación. Sin embargo, el equipo de rescatistas jamás tocó lo que más les llamó la atención y que pocas veces se preserva durante tantos años: los cuerpos de los que murieron en la tragedia.
De Sevilla al Río de la Plata

La fotografía superior es la única que se conoce de Don Antonio de Acosta y Lara, el hombre que nació tres veces. Llegó al mundo en un hogar sevillano en 1786 y murió en 1866, hace exactamente 150 años. Pero antes volvió a nacer otras dos veces, al sobrevivir a dos terribles naufragios: el de la fragata Asunción, ocurrido en 1805 en el Banco Inglés, y el del barco Salvador, hundido el 31 de agosto de 1812 en la bahía de Maldonado.
Parte del piloto, sobre una tragedia mayúscula

"Se dispararon tres cañonazos para dar aviso al pueblo de nuestro peligro, y se vieron tres o cuatro fogatas en la playa. Se pensó al amanecer mandar algunos cabos a tierra en maderos o cosas semejantes que los condujesen, pero no los había, ya estaban debajo de cubierta, y cubiertos de agua. A esa hora ya estaba el navío muy estropeado, con la borda de sotavento debajo del agua y no teníamos más esperanzas que en los dudosos auxilios de tierra, o en alcanzar la rivera con algún madero, pues el tiempo no daba muestras de abonanzar."

El parte del piloto Antonio de Acosta y Lara revela los momentos de desesperación que se vivieron a bordo del buque Salvador, hundido por un temporal frente a la playa Mansa de Punta del Este, en 1812. La tragedia ocurrió a tan solo 250 metros de la costa.
Más de 550 muertos en Punta del Este

Fue Acosta y Lara quien dejó la descripción más precisa del naufragio del Salvador, barco que había abordado casualmente por ser piloto, vigía y capitán interino del puerto de Maldonado. Acosta y Lara se había trasladado en la noche del 29 de agosto de 1812 al puerto para, al amanecer embarcarse en una lancha de pesca que lo trasladaría hacia el sitio donde estaba fondeado el navío, sin sospechar que la tormenta en ciernes marcaría una página negra en la historia del Río de la Plata.

Acosta y Lara describe el momento del hundimiento:

"En el camino bolví la vista sobre aquel doloroso quadro que acababa de abandonar, y vi la parte superior del buque ú obra muerta voyando ya sobre el agua" (sic).

Quien también se traslada al lugar del naufragio, frente a la playa Mansa de Punta del Este, es el comandante de Marina de Montevideo Don José de Obregón a quien le encomendaron la tarea de recuperar todo lo que fuera posible del buque perdido. Al principio del informe escribe una oración que termina diciendo "una criminal absoluta y general ignorancia de los conductores del Salvador". Para la Marina Española, la tragedia fue una verdadera mancha en una historia de varios siglos.

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