Estelle Balet, de 21 años, descendía a gran velocidad por la ladera sobre su tabla, cuando se produjo una avalancha de nieve que terminó con su vida. La joven deportista se había proclamado campeona del mundo en su especialidad por segunda vez consecutiva a comienzos de abril en Verbier (Suiza).
La campeona portaba consigo un DVA (detector de víctimas de avalanchas), así como un casco. "Pese al intento de reanimación, falleció en el lugar del accidente", precisó la policía. Estelle Balet creció en el Cantón de Valais, y participaba en el Freeride World Tour (FWT) desde que era una adolescente.
"Un rayo de sol"
"Era un verdadero rayo de sol, era siempre muy atenta con los demás. Vivió su vida con pasión, todo fue muy rápido, demasiado rápido", resumió su padre, Eric Balet, padre de otros dos hijos.
"Siento una gran tristeza, un sentimiento amargo y sobre todo de solidaridad hacia sus allegados", declaró Nicolas Hale-Woods, el fundador del FWT, preguntado por la AFP. "Esto nos recuerda que incluso bien preparado, la práctica de Freeride en la montaña tiene su parte de riesgo", añadió.
"Es un accidente trágico", estimó el francés Aurelien Ducroz, múltiple campeón del mundo de esquí freeride y varias veces ganador del Xtreme de Verbier. "Intentamos siempre minimizar los riesgos. Pero el riesgo cero no existe", indicó a la AFP.
"En el mundo de la montaña, la muerte forma parte desgraciadamente de los riesgos", añadió Aurelien Ducroz, quien recuerda que hay "bastantes menos accidentes trágicos en freeride que en otras disciplinas. La montaña es un medio peligroso, pero es un accidente trágico".
El freeride, caracterizado por llevarse a cabo fuera de las pistas marcadas, en montañas vírgenes y con nieve polvo, más propicia para los aludes, ofrece al igual que la mayoría de los deportes extremos la posibilidad de ver imágenes espectaculares que tienen millones de descargas en internet
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