viernes, 22 de enero de 2016
LA OPINION DE M. PONCE: CUAL ES LA REALIDAD DEL URUGUAY ACTUAL ?
Si Uruguay fuese un usuario de Facebook, ¿cuál sería su estado? Si fuese un activo twittero, ¿Cuál sería su tweet más destacado? ¿Qué foto subiría a Instagram? Este tipo de preguntas nos llevan a una reflexión que no va hacia el fondo, sino a las posibles formas de ver la realidad respondiendo a ¿Cómo está Uruguay? ¿Está deprimido? ¿Está alegre? ¿Se siente esperanzado?
El sol pega fuerte aún sobre Montevideo y muchos vamos retornando a nuestras actividades habituales. La claridad que deja el descanso y el retiro estival nos permiten ver objetos con puntos de vista que solo la distancia puede asumir. Hace ya varios meses que no escribía un artículo en esta plataforma, refugiado en la paciencia estratégica y silencio prudente que rige para quienes estamos en determinados espacios de acción. Sin embargo, el aliento de un nuevo año permite un espacio de reflexión que da cuenta de los aprendizajes y del panorama cercano para nuestro país.
¿Cómo le está yendo al Uruguay? ¿Cómo estamos como país? Una pregunta que puede y debería ser contestada por cada uno de los orientales (tan ilustrados como valientes), es el centro de atención y disputa del sistema político nacional. ¿Nos está yendo bien? ¿Estamos tan mal? ¿Es esta una década pérdida? ¿Es esta una década ganada?
Existen tantas respuestas posibles a estas preguntas como uruguayos que hacen a la opinión pública, ya sea representado en encuestas, vía participación en redes sociales digitales, o por el simple intercambio en la parada de un ómnibus o mate mediante en un atardecer en la playa.
Al lector puede resultarle una obviedad señalar que la opinión pública es una construcción y que por ende el estado de cómo estamos los uruguayos, resultaría artificial. Sin embargo, en la respuesta a esta interrogante está precisamente la performance de la comunicación política del 2015, primer año de gobierno. Advierto que si usted ya comentó en su red social la queja, totalmente válida, por la suba de su tarifa del agua y la luz, difícilmente pueda caerle bien que le demuestre la realidad mediática en la que "nos" encontramos atrapados.
La percepción de la realidad es construida socialmente en un ejercicio permanente del que participan tres actores: medios de comunicación, actores políticos partidarios y de la sociedad civil organizada y la tan mentada opinión pública.
En el debate que se produce entre los actores políticos partidarios y los representantes de la sociedad civil organizada se encuentra la agenda noticiosa. Los medios de comunicación edifican agenda colocando y sacando determinados temas, con intereses regidos por la tarea de unos pocos actores que nos encontramos de dos lados del mostrador: los "watchdogers" o perros guardianes de la agenda del gobierno, la oposición y la sociedad civil organizada y, por otro lado, los "gatekeepers" o quienes tienen la llave de decidir con qué noticia abre Subrayado, Telemundo o Montercarlo Noticias, o qué titular será destacado en El País, La Diaria, La República y El Observador.
La gran mayoría de las noticias son construidas por intercambios entre estos dos actores, quienes por un lado buscan difundir información y persuadir a la opinión pública sobre sus atributos y capacidades (gobierno y oposición), y por otro lado, los periodistas representar las distintas voces. Es así, como desde la comodidad de nuestros smartphones, opinando en las redes sociales o cuando prendemos el noticiero de las siete la realidad nos llega resumida. Y en ese embudo entran tanto temas de economía, como de política, deportes, internacionales, etc.
Este proceso tan rico es la libertad de expresión, que tanto nos costó recuperar como país cuando no la tuvimos y que tanto cuida y ha defendido siempre nuestro sistema político en su conjunto.
En ese marco de libertad, analicemos la agenda pública para la oposición, la sociedad civil y el gobierno:
La oposición se manifestó con fuerza el año pasado, señalando que esta era un mal presupuesto, que había poca transparencia en el manejo de recursos, que ANCAP y otras empresas públicas fueron mal manejadas, que no hay cambios en la educación, etc. Valiosísimas opiniones que tuvieron amplia repercusión en medios de comunicación y en la ciudadanía manifestándose.
En esa libertad, la sociedad civil organizada también pujo fuerte por sus intereses, como es deseable en nuestra democracia. Los movimientos de la educación y de la salud contestaron al gobierno respecto a su planteo presupuestal reclamando más asignación de recursos. Los medios captaron la situación y la catalogaron como "crisis" por los niveles de enfrentamiento entre las posiciones de las organizaciones sociales y la propuesta del gobierno. Si había malestar, los medios cumplieron con su rol y lo reprodujeron, construyeron en la agenda pública la percepción de que algo andaba mal.
¿Y el gobierno? Desde hace un año atrás a todos los que andamos en la vuelta nos reclaman que es necesario "comunicar mejor" las actividades, las políticas y las medidas. El gobierno ha manifestado sus posiciones, y comunica con sus acciones. A diferencia de los otros actores en esta disputa, el gobierno tiene la responsabilidad de velar por la visión del conjunto social y no por intereses sectoriales (como la oposición o la sociedad civil organizada) ni menos por intereses empresariales (medios de comunicación). Tampoco tiene la capacidad de escupir información en la agenda pública, pues se trata siempre de versiones oficiales, producto del análisis y la coordinación transversal entre diversos actores. Entonces, el gobierno ha optado legítimamente por ir ganando batallas de significado, pero con responsabilidad, en algunas ha ganado y en otras ha perdido.
Sin embargo, a diferencia de otros países o sistemas políticos de la región, el gobierno uruguayo respeta la libertad de los medios de comunicación y de la formación de la agenda pública. No abusa de cadenas oficiales y ha optado por privilegiar la figura presidencial para determinadas intervenciones, dando espacio a otros actores más allá del presidente.
No es cierto que no existan voceros. Los ministros y jerarcas del gobierno han encarado los temas vinculados a la agenda pública respondiendo a los planteos realizados desde los medios, la sociedad civil y la oposición política.
Es cierto que en Uruguay no existe la figura, como en prácticamente todos los países del mundo, de un vocero (a) centralizado que responda a las interrogantes cotidianas de la agenda pública, pero las vocerías son ejercidas por distintos miembros del gobierno. El gobierno ha defendido sus ideas fuerza, aunque las formas escogidas no lleguen a acaparar las portadas o los titulares de los noticieros. El costo de vida, el tarifazo, los problemas del campo, la educación, todos son temas por los que podemos opinar y manifestarnos. Sin embargo, cabe y así lo puede hacer todo ciudadano/a cuestionarse respecto al proceso de construcción de la noticia, de esa realidad que aparece resumida en un titular de diario. Porque al mismo tiempo que eso llega digerido, también podríamos señalar que estamos alcanzado niveles de desarrollo nunca antes vistos, con una distribución del ingreso que se acompaña de crecimiento y sobre todo con responsabilidad de cuidar los logros alcanzados.
El gobierno cumple con su rol, y como queda claro en las líneas precedentes, es muy distinto del de la Sociedad Civil, del de los partidos políticos y de los medios de comunicación.
Cabe la tarea de seguir trabajando por la construcción de un relato integrador, de carácter ciudadano, donde el gobierno tenga la capacidad de afinar su oído para interpretar las demandas y transformarlas, en la medida de lo posible, en parte de su relato.
El gobierno no se debe a los medios de comunicación, el gobierno se debe al conjunto de la ciudadanía, pero debe extremar cuidado en la imagen que de él se proyecta en redes sociales, radio, prensa y televisión.
Si Uruguay escribiese su estado de ánimo en Facebook no sabremos si colocaría que está feliz porque las tarifas públicas han bajado en términos reales sustancialmente hace más de una década, si está esperanzado por ser el país con menos pobreza de América Latina o si se siente ofuscado por los problemas en la educación. Pero está claro que en el análisis, al final del día, la ciudadanía no puede dejar fuera de su juicio, cómo es que se llegan a generar los estados de ánimo colectivos y qué rol compete a partidos políticos, a sociedad civil, a medios de comunicación y al gobierno. La realidad, se está construyendo y usted es un participante en ello.
Matías Ponce - Asesor en comunicación política y de gobierno
@matiasponce
Fuente: Uypress
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