lunes, 21 de diciembre de 2015
TARJETAS DE CREDITO: MIENTRAS EN EL MUNDO LAS TASAS SON DE 25 % EN URUGUAY SON DEL 100 %
En el diario montevideano El País hemos leído una excelente nota sobre la situación actual del crédito a familias y las tasas de interés que se cobran. Un aspecto que impresiona es que mientras en el mundo las tasas de esas tarjetas es del 25 % en Uruguay con la anuencia de los gobernantes y legsladores son del 100 %.
María Elena tiene 52 años y es empleada de un local del Centro. Mantiene una deuda de $ 14.000 pesos con una financiera en la cual pidió un préstamo el año pasado para comprar un televisor nuevo y algo de ropa para su hija. Ahora, luego de escuchar decenas de avisos de casas de crédito en la radio y en la televisión, se decidió, fue a una agencia en 18 de Julio y sacó otros $ 20.000; quiere saldar la deuda anterior y comprar regalos para su familia.
Como María Elena hay otros 800.000 uruguayos que acuden con frecuencia a las administradoras de crédito y se endeudan por montos cercanos a los $ 20.000. Las condiciones son cada vez menos y las opciones, cada vez más. A sola firma, con la cédula solamente, por mail o por teléfono se puede iniciar el trámite para acceder a ese dinero en pocas horas.
Y en diciembre la actividad toma especial dinamismo. Los regalos de Navidad y de Reyes, los festejos y las fiestas de cierre de año suponen un cúmulo de gastos para la mayoría de las personas y las empresas financieras hacen su negocio. Incluso el Banco República juega su partido y ya otorgó préstamos —con determinados beneficios— a más de 60.000 jubilados, muchos de los cuales formaron largas filas o hasta acamparon toda una noche para acceder a ese dinero.
El consumo tiene su pico e impone su ritmo, pero también el aguinaldo y el salario vacacional cambian el esquema, porque dan mayor liquidez a los bolsillos y cambian las conductas de gasto de los hogares.
Dentro de ese panorama, los hogares de ingresos medio-bajos son los que se vuelcan en mayor cantidad a los servicios de préstamos. También son en donde, en definitiva, dicha práctica termina haciendo mayor daño, porque mucha gente ve comprometido todo su salario o sus futuros aguinaldos para poder costear las cuotas de los créditos. Incluso, se vuelve habitual el hecho de sacar un préstamo para pagar otro, relataron diversos actores del mercado.
"El bicicleteo", "la calesita" o "el préstamo limpiador" son algunos de los términos que se utilizan en el sector para denominar esa práctica. En total, se estima que en Uruguay hay entre 400.000 y 480.000 personas que sacan un préstamo para pagar las deudas de uno anterior, dijo a El País Alejandro Grasso, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Administradoras de Crédito.
En total, en todo el país, hay 50 empresas que ofrecen préstamos de montos "menores", aunque solo unas 14 son consideradas de mayor escala, por cantidad de clientes y servicios otorgados. En líneas generales, los préstamos que se otorgan en Uruguay para el consumo suman cerca de US$ 3.000 millones. Eso incluye las tarjetas de créditos, las empresas financieras y también los bancos.
Grasso destacó que las financieras se dirigen al público que no accede a los servicios bancarios por su nivel de ingresos. "Las empresas de crédito atienden a las personas que tienen ingresos medios y bajos, mientras que los bancos se concentran en empresas y en los sectores de ingresos altos", expresó el empresario.
Gastar sin criterio.
El contador Nelson Chicurel, especializado en materia financiera, dijo que quienes acceden a los servicios de las casas de crédito y quienes están más endeudados son aquellos que tienen salarios medios y bajos. Afirmó que se trata de personas con salarios por encima de los $ 20.000 y de hogares en los cuales los ingresos totales están lejos de superar los $ 120.000.
Afirmó, en tanto, que los hogares que totalizan ingresos por encima de $ 120.000 están poco endeudados en materia de consumo masivo (en financieras o con tarjetas de crédito), pero sí lo pueden estar en créditos hipotecarios o en aquellos referentes a la compra de vehículos.
En ese marco, al analizar el endeudamiento, Chicurel dijo que actualmente "la clase media y media-baja es la que afronta una mayor problemática", dado que sus ingresos se van a estancar —no prevé aumentos reales de salario—, a la vez que su consumo de artículos importados, tales como electrodomésticos o vestimenta, se vuelve más caro, por la suba del dólar.
Así, el contador analizó los riesgos asociados a esas situaciones y dijo que los hogares pueden verse "descapitalizados" con mucha facilidad. "Si no hay un criterio de gastar lo mismo que ingresa al hogar, empiezan los problemas financieros en los hogares, llega el famoso bicicleteo y se saca un préstamo para pagar otro", dijo el profesional, que advirtió que por los intereses de los créditos el usuario termina "pagando el doble" de lo que realmente consumió.
A la hora de buscar una explicación a esas situaciones y al analizar los motivos por los cuales las familias de ingresos medios-bajos se comprometen en materia de endeudamiento, Chicurel planteó: "Predomina una filosofía de gastar sin tener el dinero, que es lo que plantean las tarjetas de crédito. Es la idea de que puedo tener hoy lo que me llevaría mucho tiempo comprar".
En ese marco, el contador reparó especialmente en el endeudamiento con tarjetas de crédito, y dijo: "Financiarse con tarjetas de crédito es peligroso en todo el mundo, pero en Uruguay lo es todavía más. Eso se explica porque mientras que en otros países las tasas de interés se ubican en el orden del 25%, en nuestro país están en el orden del 100%".
"Las tarjetas de crédito son un invento maravilloso, pero solo cuando están bien administradas. Si uno hace mal las cuentas y compra más de lo que puede pagar, luego no cumple con las fechas y empieza a pagar recargos que comprometen su estabilidad", subrayó Chicurel.
Según indicó, se estima que en Uruguay hay 2,7 tarjetas de crédito por persona. Hay unas tres millones de tarjetas de crédito y dos millones de débito, aunque el 40% de las personas mayores de edad no tiene tarjetas de crédito.
Rubro estable.
El economista Alejandro Cavallo, de Equipos Consultores, dijo a El País que "el endeudamiento de los hogares con los bancos se ha mantenido relativamente estable en los últimos trimestres, con una leve tendencia creciente". Sobre eso, agregó: "La estabilidad se explica a partir de que la tasa de crecimiento de los créditos en general, pero del consumo en particular, se ha desacelerado notoriamente respecto a años anteriores, acompasando de esta forma la desaceleración en la tasa de crecimiento de la economía y en particular del consumo privado", que hay en el país.
Según explicó el consultor, aproximadamente uno de cada tres hogares tiene algún tipo de endeudamiento. "En estos casos, el endeudamiento tiene un peso de importancia en relación a los ingresos del hogar, aunque no observamos que la situación haya cambiado respecto a trimestres anteriores", dijo Cavallo.
Comentó que "el peso de la deuda en los hogares no tiene una tendencia claramente creciente y se encuentra en niveles relativamente reducidos", aunque afirmó: "Evidentemente, esto responde al promedio, siendo la situación diversa cuando se trata de hogares que tienen endeudamiento versus hogares que no lo tienen".
El economista coincidió en señalar que los niveles socioeconómicos medio o medio-bajos tienen mayor endeudamiento en relación a ingresos. "La evolución antes comentada (el no aumento sustancial del endeudamiento) es resultado, en parte, del hecho que el 95% de los créditos al consumo estén nominados en pesos". Ese último elemento, precisó el consultor, llevó a que "a pesar de la suba de importancia del tipo de cambio, no se produjo un aumento sustancial en el peso de la deuda sobre los ingresos que obviamente en su mayoría son en pesos".
Por su parte, Grasso dijo que en el caso de las administradoras de crédito, "si se compara con otros años, se observa una desaceleración" en los préstamos otorgados. "Veníamos de valores incrementales muy fuertes en los últimos años, pero este año se frenó. En lo que va de 2015 el crecimiento ha sido de entre 12% y 13%, mientras que en años anteriores el aumento había sido de al menos 17%".
El empresario contó que hace varios meses se observa el enlentecimiento en los créditos al consumo, y al respecto opinó: "La gente tiene mucho cuidado de pedir préstamos por la situación general del país, por las perspectivas salariales, por el nivel de desocupación y por las dudas que existen en cuanto a mantener o no las fuentes laborales".
En tanto, desde las administradoras afirman que se aprecia que los clientes evidencian su preocupación respecto a la situación económica general del país, aunque aclaran que diciembre viene con buen movimiento en su actividad.
Paula Urrutia, gerenta comercial de la cooperativa de ahorro y crédito Fucerep, comentó que en esta época del año el crédito que se otorga con mayor frecuencia es el "préstamo aguinaldo", el cual es buscado por los clientes como una vía para "complementar" el aguinaldo que recibe y de esa forma contar con más dinero en el bolsillo, de modo tal de poder realizar alguna compra o gasto de mayor escala.
Urrutia dijo que también se ve con frecuencia que los clientes saquen un préstamo en el momento que tienen el aguinaldo, de forma de cancelar una deuda anterior. "Eso es denominado como el préstamo limpiador", indicó.
En tanto, Germán Alvariza, gerente de Estrategia e Innovación de la financiera Pronto!, dijo a El País que en diciembre su firma otorga cerca de 20.000 préstamos, aunque aclaró que "no es el mes de mayor demanda" de créditos.
Respecto a los montos que son otorgados, Alvariza afirmó que el promedio se ubica en $ 20.000, y que la mayoría de las solicitudes se realizan por entre los $ 10.000 y $ 20.000. "El perfil del público es muy heterogéneo, en su mayoría son trabajadores del sector privado, pero también hay trabajadores independientes y jubilados", agregó.
Morosidad.
En cuanto a los registros de morosidad, Chicurel dijo que en Uruguay no alcanzan grandes cifras. "Hay una morosidad clasificada como incobrable, que no llega al 3% de los clientes, mientras que la morosidad general se ubica cerca del 10%", afirmó.
Según el contador, el endeudamiento a corto plazo "siempre es el más peligroso" y el que con mayor facilidad puede generar morosidad. Dijo que "es más difícil estructurar la deuda" en el corto plazo.
Grasso, en tanto, dijo que las cifras con las que cuenta la Asociación Nacional de Empresas Administradoras de Crédito indican que la morosidad se ubica en el entorno del 15% para el caso de los créditos vencidos hace más de 60 días, mientras que la mora definitiva no supera el 5%.
"En general, los menores de 23 años son los más morosos, mientras que las personas mayores cumplen de forma mucho más ordenada con los pagos", comentó Grasso. Las financieras, en general, buscan trabajar en aspectos preventivos de la morosidad, y destacan que han logrado bajos niveles de morosidad entre sus clientes de todos los perfiles.
Cavallo, de Equipos, advirtió que "en los últimos meses se está verificando un leve aumento de la morosidad de créditos del sector bancario" y afirmó que, en algunos casos, han notado "que los consumidores son algo más pesimistas en cuanto a poder devolver los créditos en tiempo y forma". Igual, aclaró que ese pesimismo no ha sido tan elevado "como se podía esperar a partir del deterioro del contexto", y comentó que eso revela que los efectos negativos derivados de la desaceleración vienen siendo graduales sobre este sector.
"A pesar de la desaceleración de la economía, no hemos constatado un claro efecto en la propensión de las familias a tomar créditos para el consumo, al menos en nuestra última medición realizada en octubre", dijo el consultor de Equipos.
"Estamos más pragmáticos y apurados a la hora de comprar".
Para la psicóloga Verónica Massonnier, especializada en investigación de mercado, en los últimos años los uruguayos han cambiado su forma de consumir, llegando a un punto en el cual se muestran "más pragmáticos y apurados" a la hora de comprar.
En una columna escrita para El País, Massonnier planteó: "Uruguayos en Navidad: ¿Estamos cambiando nuestra forma de comprar?". Tras esa pregunta, planteó que "mientras hay familias que siguen las reglas de la tradición en forma plena, con multitud de regalos para todos, van ganando terreno otras opciones". Dijo que "el ritmo de vida exigente hace que, para muchos, las compras navideñas y su nivel de gasto sean motivo de estrés", ante lo cual planteó que se observan distintas soluciones ejecutadas.
"Aparecen conductas creativas que buscan bajar la exigencia en los dos sentidos. Algunas familias han optado por el amigo invisible: regalar por sorteo a un miembro del grupo que comparte la fiesta. Esto acota muchísimo la tarea, y es una forma de reducir el gasto sin suprimir la alegría de recibir a Papá Noel", dijo.
Massonnier afirmó que en muchas familias los regalos "se limitan a los niños, y se producen acuerdos para que todos los que participan del encuentro sigan las mismas reglas. Así, se mantiene la mística para los pequeños y se libera la exigencia de los mayores". En su columna, la psicóloga comentó que en las compras navideñas aparece "una percepción que puede ser engañosa": se hacen compras pero no todo son regalos en un sentido estricto. "En muchos casos son compras para uno mismo. Coincide con el deseo de renovación propio del verano y es también el aprovechamiento de la oferta".
Escribió que "hay una puesta al día para el hogar y no todo lo que se compra es efímero, sino que en muchas familias se invierte en objetos más duraderos, que son un autorregalo y una satisfacción para el grupo". En el cierre, Massonnier se preguntó: "¿Dónde está el cambio, entonces, si continuamos comprando?", y contestó que "la tendencia indica la opción de la practicidad, la compra racional a través de la oferta y la búsqueda de soluciones creativas para limitar el esfuerzo y el gasto, así como también una mirada más individualista: en algunos casos, el gasto más fuerte se vuelca a compras para uno mismo y el limitado grupo más íntimo. Estamos más pragmáticos y apurados", remató la psicóloga.
Fuente: El País
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