La tasa de suicidios supera ampliamente la de homicidios en Uruguay. Pese a eso, se hace difícil encontrar información al respecto. Un trabajo del sociólogo Víctor González afirma que se trata de un fenómeno masculinizado, estructural y preocupante en comparación con los números de la región.
En el marco de una tesis de maestría en Psicología Social, el sociólogo Víctor Hugo González halló que las tasas históricas de suicidio en Uruguay se han presentado como un fenómeno estructural y asociado a los cambios políticos y económicos. Según el investigador, dichas tasas se ubican en un nivel medio a nivel internacional, adquiriendo un nivel alto para el contexto latinoamericano.
La temática del trabajo es compleja por su impacto social. Poco se habla del suicidio, pero lo cierto es que es un fenómeno preocupante. Según cifras del observatorio del Ministerio del Interior, en 2014 se registraron 541 suicidios y 262 homicidios, lo que implica para el autor que “los homicidios venden más que los suicidios” a nivel informativo.
González integra el equipo interdisciplinario de Prevención de la Conducta Suicida en el Uruguay y para su trabajo utilizó las novedades del Sistema de Gestión de Seguridad Pública. Así, mediante el procesamiento de datos, arribó a que en los últimos 30 años, el suicidio creció en todos los grupos de edad, especialmente en la franja de los 17 a 34 años, alcanzando en 2002 un pico histórico que superó las cifras de 1933.
Evolución en los últimos 30 años
En Uruguay, en los últimos treinta años la tasa de suicidios creció en todos los grupos de edad. No obstante, las tasas de los jóvenes adultos son las que más crecen porcentualmente en comparación con otros grupos, mientras que los adultos mayores presentan las tasas más estables y altas con un crecimiento leve.
En la primera mitad del siglo XX, la media era de 8.7 cada 100.000 habitantes. En la década del 40, dicha media aumentó a 14.5. Luego la tasa media emprende un descenso sistemático hasta una tasa media de 9.9 en 1981 –1990, para luego comenzar un período de crecimiento sostenido hasta llegar a una tasa media de 16.7 en el período 2001-10.
Salta a la vista en el trabajo que la tasa de suicidios alcanzó su máximo el período de la crisis de 2002 (20,3 cada 100.000 habitantes), cuando el país presentaba indicadores sociales tales como pobreza y desempleo. En los siguientes años esos indicadores han mejorado sustantivamente, pero la tasa de suicidios no ha descendido conjuntamente con otras expresiones de violencia.
Género, edad y motivos
Según el informe, desde la recuperación democrática, el país asistió a un crecimiento continuo de sus tasas de suicidios, habiendo una prevalencia mayor en las edades más jóvenes, especialmente hombres. Específicamente, los adultos mayores presentan las tasas de suicidios más estables y altas con un crecimiento leve.
Los datos relevados explican que además, en Uruguay, de cada 100 personas que deciden terminar con su vida, 73 son varones y 27 mujeres. Los métodos que predominan son el ahorcamiento, las armas y el salto de alturas. Y a medida que crece el grupo de edad, aumenta la utilización de armas de fuego. En el caso de las tentativas de suicidio la relación es inversa a los suicidios: 75 % mujeres y 25% varones y la ingesta de psicofármacos es la opción preferida.
Como características relevantes asociadas al fenómeno, se destaca “la precariedad, la inestabilidad y la vulnerabilidad, combinándose posiblemente con la falta de expectativas, la desesperanza, la desprotección y las dificultades para imaginar futuros reales”.
Características
Ante tales datos, puede decirse que el suicidio consumado es un fenómeno característicamente masculino en el país. De ese universo, los jóvenes adultos son quienes presentan una mayor masculinización del fenómeno en comparación a los adultos y adultos mayores.
Al comparar por grupos de edad, a medida que se avanza, las armas aumentan su proporción como método, al igual que el “salto desde lugar elevado”, que duplica su proporción comparando a jóvenes adultos con adultos mayores.
En otro orden, el estudio analiza el estado civil de quienes incurren en el suicidio, apareciendo en primer lugar la presencia de “casados o en unión de hecho”, seguido de solteros, en tercer lugar “divorciados” y por último “viudos”. Al avanzar en el análisis por género, los hombres solteros presentan una proporción mayor que las mujeres y las mujeres viudas prácticamente duplican en su proporción a los hombres.
Mitos sobre intentos
González advierte que un aporte significativo a las políticas públicas es el desterrar el mito de “el que avisa no se mata”. Para el sociólogo, los avisos previos de autoeliminación y los intentos de autoeliminación son muchas veces asociados con la idea de que “el que lo intento una vez no lo volverá a intentar” y lo cierto es que “se trata de fuertes predictores de conductas suicidas futuras”.
Al respecto, el informe arroja que “2 de cada 10 montevideanos entre 2002 y 2010 comunicó sus intenciones y tuvo intentos anteriores de autoeliminación”.
Dimensión económica
El estudio señala que en casos de hombres, a mejor situación socioeconómica, menor la tasa de suicidios. Específicamente, se advierte que “la situación tanto objetiva como subjetiva de deprivación genera un agravio hacia los hombres, especialmente jóvenes montevideanos”.
Para González, eso permite aventurar la hipótesis de que aunque los indicadores socioeconómicos mejoren, la precariedad vital y la vulnerabilidad social tienen un carácter duradero, no fácil de revertir en el corto plazo.
Por otra parte, el sociólogo considera como dimensiones que inciden en los casos masculinos variables como el consumo problemático de drogas, la presencia de alcoholismo, enfermedades, depresión y problemas psiquiátricos.
Para González, ante los datos recabados surgen preguntas como ¿en qué consiste un buen vivir que haga que la vida merezca ser vivida? o ¿qué significa para esta sociedad el buen morir? Así, si bien el análisis de los datos son sólo un avance en una problemática grande, los conceptos arrojados permiten para el sociólogo “plantear preguntas y comenzar a comprender el porqué de las altas tasas de suicidio en el país”.
Problema aumenta en jóvenes
En el departamento de Montevideo entre los años 2002 a 2010 cometieron suicidio 511 jóvenes de entre 15 y 35 años, en donde el 81,8 % fueron hombres frente a un 18,2 % de mujeres, representando en valores absolutos 418 y 93 respectivamente.
A diferencia con los adultos y los adultos mayores en este grupo de edad los hombres presentaron un porcentaje mayor con respecto a las mujeres, siendo el mismo de 81,8 % (8 de cada 10 suicidas eran hombres), los hombres de 36 a 59 años representaron el 66,3 % y los adultos mayores el 73,1 %
Del total de suicidios de todas las edades los jóvenes representan el 29,5 en el período, pasando de un 25,2 % en 2002 a un 33,6 % en 2010.
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